Partida Rol por web

La Sociedad Fénix

El Resurgir (Capítulo 1)

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24/11/2010, 02:03
Sherlock Holmes

Holmes estaba sentado con las piernas cruzadas, al aire aristocrático. Al verla aparecer descruzó las piernas, parpadeando. Pudo fijarse en que tenía una herida en la nariz, sin duda debida a una rotura de tabique. Se la habían limpiado y curado, pero no vendado. Quizá encontraba que una venda en la cara resultaba demasiado antiestética, hasta para él.

No parecía ir armado, y estaba relajado, como confiado. O bien estaba muy seguro de lo que iba a hacer, o bien la subestimaba. Y no creía que fuera lo segundo.

-Disculpeme -dijo- Me he tomado la libertad de servirme una copa. Pero permítame ofrecerle una. Aunque por sus ojos, diría que lo que hace falta es agua, por la deshidratación. Contrariamente a lo que se cree, al bañarnos perdemos agua, debido a un proceso de osmosis. Todavía más si se llora.

Parpadeó, sonriendo un momento.

-Disculpe mi rudeza, por favor, tome asiento. Lamento haber tenido que entrar en su habitación de este modo, pero el servicio del hotel ya me conoce, especialmente una camarera, y el gerente... Pero eso es otra historia.

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24/11/2010, 02:32
Candance Urquart
Sólo para el director

-Siéntase como en casa señor Holmes ¿Ha disfrutado del espectáculo?

Lo que le faltaba para completar el día que un extraño invadiera su desnuda intimidad.

Observó las magulladuras y haciendo un gesto de atención procedió a ponerse unos guantes de cuero fino a juego con el precioso caftán de muselina blanca. Se aproximó felina para apreciar mejor el estado de las heridas, tomó su cara con suavidad y firmeza y fijó la mirada con intensidad mientras respiraba profundamente (un clásico recurso animal de intimidación además de una vil treta femenina para aturdir con el perfume) mientras buscaba recovecos lacerados.

-Debería cuidarse más detective

Suavemente deslizó la mano por su mentón y se dio la vuelta, dejando flotar las capas del caftán suavemente, para tomar asiento al modo oriental, recostada sobre los cojines de la chesslong.

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24/11/2010, 02:56
Sherlock Holmes

Holmes parpadeó por la cercanía, inquieto. Había visto a esa mujer fabricar bolas de fuego con la mano, y la verdad es que no se sentía muy agusto con que le tocara. Soltó aire un momento, como incómodo, pero luego le pudo más el hecho de que una mujer hermosa se preocupaba por su estado y le acariciaba en el rostro. Cuando se sentó, parpadeó un par de veces, como aclarándose las ideas, y luego carraspeó.

-Cuidarme a mi y atrapar a los malechores suelen ser conceptos contrapuestos, señorita Candance.

Parpadeó, sacando un paquete de cerrillas del abrigo. Rascó el mixto y se prendió de nuevo la pipa, dando un par de caladas.

-Latrocinio. Un pecado capital en casi todas las religiones mayoritarias. Aunque desconozco si el zoroatrismo la condena por igual, pero me inclino a pensar que no lo aprueba.

Sonrió un momento, apagando la cerilla con unos vaivenes de la mano.

-Recordé casi al momento que usted había cogido el colgante, la Lágrima de Zoroastro, y al hacer el inventario de los objetos robados, Scotland Yard no lo encontró. Y por eso seguí investigando al salir del hospital, ya que sabía que por lógica, pronto abandonaría el país.

Miró hacia la ventana un momento, como reflexivo.

-Sin embargo, en mi camino me crucé con unas personas muy extrañas. Creo que eran agentes secretos, o algo parecido. Me condujeron a un reservado, y allí me contaron una historia increible que sin embargo debe tener algo de cierto. Y me dieron dos encargos.

Buscó algo en su chaleco, y extrajo de él un pin de plata, que representaba a un ave fénix. Lo dejó sobre la mesa, y lo acercó a ella.

-Lo primero que me dijeron es que debía entregarle esto, y que usted debía portarlo. Lo segundo... -volvió a acomodarse- Es que me dijeron que debía presentarse en la embajada turca cuanto antes. El agente Clark y dos de sus hombres esperan en la puerta para llevarla allí.

Parpadeó, ahora con hastío.

-Por lo que a mi respecta, estas instancias me han apartado del caso. Y no es que tema represalias, si no que, por lo que creído averiguar, estará usted en muy buenas manos.

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24/11/2010, 03:16
Candance Urquart
Sólo para el director

 La visión de aquella insignia hizo que su recelo se tornara en emoción y quizás un poco de tranquilidad. "El orden"...

Se incorporó y oreando el cabello sacó el collar por encima de la ropa.

-Bien sabrá que no se puede robar lo que es de uno mismo mi querido detective. Este colgante lo hicieron para mí

Acarició la piedra refulgente a la luz del quinqué, tenía un aspecto mágico puesto el ella. Tomó el broche de la mesa y lo miró sonriendo levemente, lo besó y se lo puso sobre el corazón. Inmediatamente se dirigió hacia las maletas con su ropa, no le había dado tiempo de sacar sus pertenencias así que estaba todo ordenado y accesible, sacó un bonito batón de gasa seda rosa estampada, y lo ciñó a su cintura con un fajín de seda dorado, luego jugueteó con un precioso pañuelo blanco rallado cubriendo cabello y cuello, por supuesto unas cuantas joyas, no muchas...

-Lamento todas las molestias y las incognitas

Mientras con un gracioso gesto enfundaba sus pies desnudos en unas babuchas bordadas. Estaba casi ansiosa por lanzarse hacia su destino.

-Espero poder responder a sus cuestiones en un futuro con mas calma ¿O es usted demasiado orgulloso para preguntar?

Dijo tomando una voluminosa capa color melocotón, le guiñó un ojo al decir esto último. Casi por arte de magia aquella mujer se había transformado en la misteriosa y exótica Madame Alika, un espectáculo nada usual. Ya vestida y con todo ordenado volvió a acercarse a él.

-Aunque haya sido indirectamente me ha halagado su interés.

Volvió a guardar el collar e hizo gesto de que le ayudara a abrocharse la capa

-Si es tan amable...

 

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24/11/2010, 22:52
Artemis Marie Sowreston
Sólo para el director

Vio cómo la bala impactaba y no servía de nada. Empezaba a sentirse frustrada, habría deseado acercarse y matar a uno de esos hombres con sus propias manos sólo para calmarse.

Notó el tirón en el brazo y bajó la vista, justo a tiempo para escuchar las palabras de su padre. Se agachó rápidamente, arrastrándose prácticamente por los suelos y llenándose de arena. Con una mano tumbó a su padre y le tapó la cabeza con un gesto protector bastante instintivo.

Se oyeron disparos, pero no pudo ver si acertaban o no. No podría hacer nada hasta que dejara a buen recaudo a su padre, sino estaría todo el rato mirando hacia donde estaba todo el rato. Y por muy buena hija que fuera, no podía permitir que eso le impediera luchar. Así que en cuanto frenaron un poco los disparos y moviéndose a gatas entre las piernas de los soldados (que no le hacían el trabajo más fácil, todo fuera dicho) arrastró a su padre literalmente hasta el centro del cuadro, poniéndolo relativamente a salvo.

Luego descolgó su rifle de la espalda y se dispuso a ayudar a los soldados, aunque en el fondo supiera que una bala más no iba a marcar la diferencia.

- Tiradas (2)
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25/11/2010, 00:30
Sherlock Holmes

El detective la ayudó, levantándose de la silla donde estaba, y dejando la pipa un momento sobre la mesa. Luego la volvió a coger, y la miró con una breve sonrisa.

-No acostumbro a dar mi dirección a ladronas de joyas, pero con usted haré una excepción. Podrá encontrarme, o buscarme, en el 221B de Baker Street. Cuando desee, hablaremos del particular.

Caminó unos pasos hasta la puerta, y la abrió. Se escucharon unos pasos asomándose al otro lado.

-Aquí se separan nuestros caminos, de momento, madame Alika. Que tenga muy buena noche.

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25/11/2010, 00:35
Agente Clark

El agente Clark la esperó afuera, y se puso de nuevo el salacot negro con la insignia plateada de Scotland Yard. En sus manos aparecieron unas esposas. No parecía muy agusto haciendo lo que tenía que hacer.

-Lo siento, señorita. Pero son órdenes del inspector Lestrade.

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25/11/2010, 01:00
Doctor Irvin Ness
Sólo para el director

Ness suspira con alivio al ver su casa explotar, aunque pocos segundos despues se da cuenta de lo ocurrido... entre la explosión del sotano y la del desván, casualmente los sitios donde mas inventos guardaba, ha perdido gran parte de sus ultimas creaciones.

- ¿Estan todos bien? ¿Han visto eso del murciélago? Creo que lo mejor será ir a avisar a la policía, me temo que este asunto se nos escapa de las manos...

Aún no se cree que acaben de intentar matarle... Al menos ha recuperado los planos, no sabe quien era esa gente (a menos que realmente sean quienes han dicho, lo cual sería muy estúpido por su parte), pero ese invento en unas malas manos podría ser peligroso. Quizá sería adecuando de ahora en adelante saber para quien hace qué cosas antes de aceptar encargos a la ligera, por muy desafiantes que sean.

 

- Agarraos bien, voy a aterrizar en ese claro de ahi, junto al Fith of Forth. La policia seguro que ha venido al ver lo sucedido y nos ayudan.

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25/11/2010, 01:04
Madame Alika
Sólo para el director

-Gracias, se avecina una larga noche debemos estar preparados...

Después de tan enigmáticas palabras sonrió de una forma absolutamente encantadora e inocente. 

Sin duda alguna aquel caótico hombre estaría por siempre en su memoria, pensó que debería hacerle algún regalo de agradecimiento, un detalle, pero para él las cosas carecen de valor frente a la información ¿Darle su nombre? no, eso le arruinaría la diversión de intentar averiguar quien es ella.

-Señor Holmes, usted ha sido la llave de mi destino, nunca lo podré olvidar, si alguna vez se queda sin cerillas...busqueme

Acto seguido cubrió su cara con el velo.

Sintió la incomodidad de aquel agente, parecía un hombre de confianza. Alika extendió elegantemente los brazos con mirada comprensiva

-No se preocupe, es su deber, lo comprendo perfectamente

Confiaba en el designio divino pero...¿Hasta que punto la pondría a prueba? suspiró

-Estoy en manos de Dios, eso sí, los tabloides se van a cebar con esto...

El chiste fue una fuga de nerviosismo, esta parecía ser la primera señal de la desaparición de Madame Alika

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25/11/2010, 01:30
Director

La policía la escoltó hasta el hall del hotel, donde el recepcionista y el botones se le quedaron mirando, extrañados. Luego, en la calle, le abrieron la puerta de un coche de caballos, donde subieron ella y Clarkie, con los otros dos agentes en el pescante. Iniciaron su marcha, ahora más discreta, a través de las crepusculares calles de Londres, donde el sol se apagaba y la bruma acudía puntual a la cita nocturna, amparando a viciosos y asesinos.

El trayecto no fue muy largo, de unos veinte minutos, hasta un viejo palacete de ladrillo que tenía aspecto de llevar en Londres desde el siglo XVII o XVIII, en cuya verja interior montaban guardia unos soldados turcos. Abrieron para que entrara ella, pero dado que la embajada era territorio soberano de Turquía, la policía debió quedarse fuera, en la calle.

Un hombre con uniforme de oficial se acercó a Alika, y le indicó con un gesto.

-Por aquí, señorita -dijo en turco.

La condujo por el interior del edificio, que no correspondía para nada con el exterior. Era como un edificio administrativo de Ankara o Estambul trasplantado al centro de Londres. Y cuando subieron a la planta de arriba, se transformó en una casa señorial elegante, sin embargo con cierto toque occidental.

El oficial picó a una puerta del fondo del pasillo, y una voz al otro lado le dió permiso para pasar, lo que hizo junto a ella. Vió a un hombre de rasgos árabes bastante marcados, pero vestido como cualquier diplomático occidental. La única concesión era un fez, que no tenía puesto en ese momento, si no colgando de un sombrerero donde tenía colgada también una chaqueta.

El hombre indicó con un gesto que tomara asiento, aunque con evidente desagrado. A esa hora del día, se notaba que su jornada había terminado, o estaba a punto de hacerlo, por que tenía el corbatín desaflojado.

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25/11/2010, 01:46
Embajador Kocak

El embajador, pues era de suponer que se trataba de él, se sirvió una copa de boza sin preguntarle a ella si deseaba o no otra. Estaba sentado tras una mesa con tapete verde, que tenía bordada la heráldica del sultán de la Sublime Puerta, y tenía un revuelto de papeles en la mesa, junto a la licorera que ahora tapaba.

Cuando alzó la vista, la miró con hastío más que evidente. La estudió con fijeza, y luego habló.

-Señorita Alika -dijo en turco con un marcado acento de la Capadocia- ¿O debería llamarla Candance? Su doble identidad resulta muy conveniente para uno de sus oficios, el de bailarina.

Se reclinó en el asiento, bebiendo un sorbo, y luego la señaló con el meñique.

-En cuanto a su otro oficio, el de ladrona, he escuchado la noticia esta misma tarde, y no he salido de mi asombro. Según la policía del país, ha robado usted una obra de arte incalculable perteneciente al legado cultural de nuestra gran nación. Una pieza de más de dos mil años de antiguedad.

Sonrió un momento, tratando de parecer conciliador.

-Sin embargo... he recibido un telegrama de nuestra capital. Al parecer, ha trabajado indirectamente para los servicios de espionaje turcos, o eso me han dicho. Un dato que puede ayudarla, sin duda.

Parpadeó, mirándola fijamente. Ahora apoyó los codos en la mesa, y venció el cuerpo hacia adelante.

-También podría ayudarla el hecho de que usted estuviera igualmente dispuesta a auxiliar al gobierno turco. Esa pieza arqueológica fue expoliada de nuestra gran nación en tiempos pretéritos, y es a Turquía a quien pertenece. Si la devolviera, ocuparía un lugar preferente en el mejor de nuestros museos. Y su falta para con la justicia del país, podría ser obviada.

Sonrió de nuevo.

-El ministro del interior inglés es amigo mío.

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25/11/2010, 02:11
Madame Alika
Sólo para el director

Alika estaba asombrada de la desidia con la que el embajador la trataba, en la embajada de París todo eran parabienes, no obstante mantubo la compostura pese al tono despreciativo en cuanto a su profesión. Una vez este hubo acabado con su discurso coercitivo procedió a su defensa con la máxima tranquilidad y educación, aquello le parecía extraño viniendo de un gobierno que le había brindado absoluta protección y confianza.

-Estimado señor embajador, me temo que la información ha llegado errada hasta usted. Mi principal actividad para el gobierno turco es la de establecer contactos y promocionar las relaciones comerciales del imperio con Occidente. En cuanto al robo Dios sabe que nunca (marcó especialmente el "nunca") he tomado nada que no fuera mio, en cualquier caso es su deber ser prudente y comprobar mis credenciales, puede hablar con la embajada en Francia o tambien...

Pausadamente movió las manos hacia el saquito/bolsito del caftán y extrajo una polvera que mostró alzando la mano, se trataba del sello del sultán labrado en oro y esmalte

-Este es mi "pasaporte", su alteza Abdul Hamid II en persona me lo dió el día que nos despedimos preocupado por lo que pudiera sucederme. Es ciertamente una pieza extraña pero como diplomático de seguro la conoce.

- Tiradas (2)
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25/11/2010, 03:14
Embajador Kocak

El embajador examinó el objeto, y ella lo abrió. Él tenía uno parecido, y sabía como funcionaba. Contenía un mensaje secreto del gobierno, al activar un resorte, como si así hizo. La imagen quedó reflejada en el espejo, y leyó su contenido con mucha curiosidad. Luego hizo algo extraño. Abrió un cajón de su escritorio, muy pensativo, mientras ella cerraba su polvera.

-Tiene usted amigos influyentes, señorita Alika.

Ella pudo ver como la mano se introducía en el cajón. Pero se mantuvo ahí, como tanteando algún objeto. Inmediatamente, se fijó en que el pomo de la puerta que conectaba posiblemente con el dormitorio del embajador comenzaba a girar. Aquello no olía bien. Nada bien.

-Pero me temo que... -comenzó a decir.

Y ella tuvo la certeza, antes de que prosiguiera la frase, de que aquello era una trampa.

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25/11/2010, 03:38
Madame Alika
Sólo para el director

Querían la joya y la querían como fuera sin importarles la autoridad del sultán, sospechaba Alika, seguramente compinchados con los ladrones del museo, así que con sus manos discretamente desenguantadas comenzó a calentarlas esposas para estar libre en el momento que terminara de abrirse aquella puerta dispuesta a defenderse como una leona

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25/11/2010, 03:47
Embajador Kocak

El embajador terminó la frase mientras sacaba un revólver de bolsillo del cajón de la mesa, amartillándolo mientras la apuntaba.

-Pero me temo que mis amigos son mucho mejores que los suyos.

La puerta se abrió entonces, y se dibujó una sombra que se transformó al llegar a la luz del quinqué en un joven caballero con una cicatriz en el rostro, vestido con un largo abrigo y con una mirada intimidante. Sus rasgos eran plenamente occidentales, y llevaba en las manos un bastón.

-¿Lo ha oído todo? -le preguntó sin girarse.

El hombre asintió con una sonrisa.

-Ahora, señorita Alika, me va a entregar esa polvera, y también el colgante. Si es tan amable...

Sonrió con cara de chacal.

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25/11/2010, 04:12
Madame Alika
Sólo para el director

 Los miró desconcertada por un segundo, menudo día, por lo visto era la fiesta de "caza a la turca" y ella no se había enterado. Para ganar unos segundos de cálculo hizo como que claudicaba suspirando y bajando los hombros

-Esta bien, esta bien...

Dijo con tono nervioso intentando calmar el ambiente. Mientras llevaba las manos al bolsito, haciendo como que rebuscaba improvisó una estrategia de distracción, debía ser rápida y salir de allí cuanto antes.

En apenas un pálpito concentró su pensamiento en el arma y el quinqué, su aliento y su pulso bramaban en sus sienes como lava. El revolver se tornó incandescente quemando la mano del embajador, el cual chilló asustado soltándolo bruscamente, inmediatamente miró a la lámpara junto al alemán y esta ipso facto hirvió su contenido y explotó con numerosas salpicaduras, en medio de esta confusión se libró definitivamente de las esposas y abrió los brazos para aprovechar las lágrimas ardientes de alcohol y alimentar una fugáz cortina de fuego que los cegara y le diera una cierta ventaja de huída abriendose paso a llamaradas.

- Tiradas (3)
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25/11/2010, 18:55
Durand Rosseau

Imagen externa a Comunidad UmbríaDurand agradeció al mayordomo el gesto con un toque de su sombrero y pasó rápidamente al interior. Aquella mansión era exquicita, grande, recargada, pero con estilo, le recordaba a su vieja casa, por eso quizá, aquella mansión no le gustaba demasiado, pero la belleza era algo que no se discutía en ningún caso.

El maestro espadachín pareció fijarse en los nobles cuando su esposa se lo confirmó, ya que él no tenía ese talento sobrehumano que si tenía Adrianne para fijarse en cosas tan ínfimas como esas.

No dijo nada, Durand hizo un gesto con los ojos: los entrecerró y luego los abrió mucho, era su gesto común para decir que estaba de acuerdo.

Acompañó a su esposa hacia la zona donde estaba el anfitrión, al pasar al lado de una mesilla con copas llenas, tomó una y le dio un leve trago, mirando a su alrededor cuando alzaba la copa, a continuación, fingía ser un entendido en los canapés de una bandeja de plata colocada sobre la mesa, dejando que su avispada esposa detective se fijaba en lo importante de verdad.

 

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26/11/2010, 00:11
Director

Una vez dentro del cuadro, los soldados volvieron a cerrar filas, disciplinados. Las lanzas cayeron como una avalancha un segundo después, matando a alguno de ellos, o dejando malherido a otros. Los huecos se cerraron inmediatamente, mientras el sargento y el teniente voceaban las órdenes.

-¡Primera sección, apunten, fuego! -decía el teniente.
-¡Rodilla en tierra, recarguen! -decía luego el sargento.
-¡Segunda sección, apunten, fuego!
-¡Recarguen!
-¡Primera sección, en pie, apunten, fuego!

Los casacas rojas vomitaban fuego con regularidad, haciendo un buen uso de sus fusiles lee-metford, con la bayoneta calada. Sin embargo, los nandi no retrocedían, a pesar del fuego de fusilería y el de cañón, que mataba a decenas a cada descarga. Valientes hasta lo indecible, se aproximaban con sus escudos de piel de vaca, sus lanzas y cachiporras, buscando llegar al cuerpo a cuerpo con los británicos.

Cada vez, la marea estaba más próxima, y los soldados apretaron los fusiles en las manos, dispuestos a pelear al arma blanca, aunque supieran que podrían tener desventaja. Los sargentos, que recordaban perfectamente el entrenamiento de esgrima de bayoneta, se desempeñaron en ese menester con más soltura. Los oficiales, al pelear con sable y revólver, servían para cerrar huecos donde fuera menester, y demostraban al enemigo que la esgrima aprendida en las academias militares tenía utilidad en el combate real.

Artemis agotó la cartuchera, disparo tras disparo, cerrando huecos en ayuda de los oficiales. Tras unos minutos de intensa pelea, los Nandi presionaron ahora por el otro flanco, y la escena se repitió. Carga, matanza y cuerpo a cuerpo. Tras una hora de combate, el enemigo se replegó para reorganizarse, y Artemis tuvo tiempo para reponer sus cartucheras. Estaba tiznada de pólvora y con restos de sangre en la ropa y las manos. Tenía la mirada cansada, cuando se acercó hasta el médico militar de uniforme gris oscuro, que atendía a su padre. Los soldados la miraban al pasar, aunque con respeto y aprobación. Había peleado con ellos, codo con codo, y todavía faltaba mucha guerra que dar en aquella jornada.

El médico la miró, limpiándose las gafas con un trapo. Tenía las manos manchadas de sangre, y con ella impregnaba el anverso del trapo, aunque no parecía importarle demasiado. Cuando se acercó, negó con la cabeza, en un gesto inequívoco de que su padre estaba más camino del otro mundo que de este.

Se agachó a mirarle, y lo encontró con un inútil vendaje lleno de sangre, y mirándola con ojos desorientados, como si no terminara de ver bien, o no la reconociera del todo.

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26/11/2010, 00:57
Archibald Sowreston

Archibald tosió, y la sangre bajó por la comisura del labio. Al parecer, la bala había dado en un órgano vital, y solo la tozudez y una vida de peligros y azares le hacían dado la dureza suficiente como para resistir durante aquella larga hora. Miró a su hija, y trató de limpiarse el labio.

-Ar... Artemis -susurró.

Tuvo que acercar el rostro para oir su voz por encima de los cánticos de guerra nandi, que desafiaban de nuevo a los británicos.

-Nunca te he dicho... -tosió de nuevo- Y quiero que lo sepas. Siempre has pensado que nunca he estado satisfecho contigo, que no te he querido como debería. Y admito...

Hizo una pausa, tosiendo.

-Admito que no he sido un padre modélico. Pero he querido enseñarte las habilidades que me salvaron la vida durante estos largos años. No te preocupes por mí. Muero como siempre he deseado, en batalla, y no en la cama tras una larga enfermedad.

Acarició su rostro, con una mano trémula que apenas pudo levantar.

-Nunca te lo he dicho, pero estoy... orgulloso de ti, de lo que... te has convertido. Siempre lo he... estado.

Sus ojos se cerraban, y la mano que le acaricia el rostro cayó poco a poco hasta su regazo. Pudo ver como susurraba algo, y no pudo escucharlo, aunque creyó leer en sus labios un postrer "te quiero". Unas palabras que jamás había oído pronunciar a su padre.

Cuando el cántico nandi ganó intensidad, y los guerreros ya golpeaban lanza contra escudo, Archibald Sowreston expiró. Y en el rostro de Artemis, las lágrimas se mezclaron con la sangre de su padre, la pólvora de sus disparos y el polvo rojo de la tierra de África.

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26/11/2010, 01:22
Director

La mente de Adrienne trabajó deprisa. Vió el símbolo del anillo, que no era otra cosa que el escudo de la monarquía de julio, con un símbolo ocultista en el centro. Paseó por el lugar, fijándose en que había más caballeros con ese anillo, y prestó atención a su comportamiento.

Tomando un canapé junto a su marido, y luego pasando a la sala de baile, se percató de que uno a uno, aquellos hombres desaparecían de la fiesta, sin dejar rastro. Al acercarse a un pasillo donde aguardaba un criado de pie, simulando estar indispuesta y sentarse un momento, vió que uno de aquellos hombres se marchaba por el pasillo, hacia el fondo, mientras se ponía una capa. Aquel detalle, revelador, podía indicar que iba a salir a la calle, y quería resguardarse del frío.

Ahora la pregunta lógica era. ¿A donde iban los monarquistas?