Partida Rol por web

La tormenta de arena

II. Lo que se esconde entre la arena.

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11/11/2015, 19:04
Abeillut Sadar

Abeillut maldijo en su idioma al ver a aquellas figuras. Había podido escuchar su irreal chapoteo mientras observaba distraído el pequeño fuego que tenía frente a él, indiferente a las conversaciones de los franceses. Ahora casi deseaba no haber captado aquel horripilante reclamo que le había invitado a volver la cabeza y contemplar a aquellos hombres embozados... si es que eran hombres. Pensó el bereber en las temibles historias que había escuchado de niño, y le pareció que ninguna de aquellas hacía sombra al horror que ellos vivían. Sin pronunciar palabra, con un temblor en las manos que reflejaba su temor supersticioso, echó mano de su flissa, rezando por no tener que hacer uso de ella. 

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12/11/2015, 12:57
Dominique Vivant

La aparición de los bandoleros del desierto me inquieta.

Oh... Qué cosa más inconveniente...

Me sentiría más intranquilo si no fuera por el hecho de estar rodeado de hombres de armas.

Quizás sea buena idea montar guardia

Observo, sin tener en mente ser uno de los que ha de montar guardia, al ser cosa propia de la milicia. Es tarde, estoy cansado y ha sido un día muy largo. La presencia de merodeadores no me gusta nada, aunque mi mente racional piensa que han venido más para saquear el tesoro de objetos medievales que hay un poco más allá que no lo que pueda llevar nuestra mermada expedición.

habrán aparecido por curiosidad... Por el fuego...

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12/11/2015, 16:24
Jean-Pierre Barraud

El sargento se encontraba junto a la hoguera, con la mirada perdida y casi dormido. De pronto creyó escuchar un leve sonido lejano. Al girar la cabeza, tuvo que aguzar la vista para discernir de qué se trataba.
Era un pequeño grupo que merodeaba por las cercanías del improvisado campamento. Rápidamente echó mano del mosquete y se puso en pie.
- ¡Atentos! Tenemos compañía. - Barraud habló en voz suficientemente alta para prevenir a los compañeros, sin alertar a los que les acechaban.
Comprobó que el arma estaba presta, y aguardó tratando de apuntar a los desconocidos que se movían con una enorme agilidad.
- Ojalá no sean enemigos...

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12/11/2015, 18:51
Dr. Emelien Leblanc

Aquel sonido…

Me hubiese gustado ignorarlo, o que mi cerebro no divagase imaginando toda clase de horrores oscuros y desconocidos como origen de ese sonido, pero con los nervios destrozados y no totalmente dueño de mi mismo, me resultaba imposible mantener la calma.

Temblando me agazape cerca de Jean Pierre, si algo iba a atacarnos el era en quien más confiaba y a quien prefería tener cerca. Descubrir las tres figuras, saltando ágilmente hacia nosotros y estuve seguro de que eran nuevas pesadillas sacadas del mismo infierno que avanzaban hacia nosotros.

Sin poder controlarme ni seguir fingiendo, las lagrimas se derramaron por mis mejillas mientras trataba de hundirme en la oscuridad. Todo empezaba a darme ya igual, mi carrera, lo que me ocurriría, todo había perdido mucha importancia ante la irrealidad en la que nos habíamos sumergido en aquel desierto olvidado de dios.

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12/11/2015, 20:01
Jean-Baptiste Lacroix

Lacroix estaba escuchando a Vivant, cuando de repente le parece escuchar algo. Levanta la mano para que se haga silencio, y a la lejanía, le parece ver tres figuras realmente ágiles moviéndose en la oscuridad. Casi instintivamente coge su mosquete y se coloca al lado de Barraud.

-preparado sargento? Si se acercan más, disparamos...-

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17/11/2015, 10:56
Guardián

Las figuras se movían con presteza y liviana precisión sobre la arena del ahora gélido desierto. No emitían ruido ni vocalizaron la más mínima palabra. Todo en conjunto resultaba sinceramente sobrecogedor. Mientras la tensión se acrecentaba entre los supervivientes, las figuras embozadas de misterio, continuaban su macabra danza al son de una música tan imaginaria como delirante. A pesar de eso, se mantuvieron a una distancia de seguridad acorde para que la dispersión de los mosquetes no los alcanzaran, sucediéndose en un hermoso y variopinto reclamo de saltos fuera de lo común.

Tras unos instantes tan intensos que parecieron ser eternos, una de las figuras se giró y desde la oscura profundidad de su capucha, brillaron un par de ojos con un destello tan brillante como inusual. Sabían de la presencia de los nerviosos expedicionarios, pero no realizaron ademán alguno.

Después de unos segundos, viraron y marcharon entre las dunas en dirección opuesta a los supervivientes, tan sigilosos como veloces.

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Seguimos.

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17/11/2015, 12:48
Dominique Vivant

Toda la escena es de lo más surrealista, y cada vez resulta más complicado encontrar una explicación racional a todo eso...

¿Esos ojos brillaban en la oscuridad? Será que lo estoy imaginando...

Pero por si acaso, prefiere no comentar nada de lo visto, no sea que le confirmen sus temores. Extraños seres ágiles como gatos y con ojos brillantes. Casi da gracias a Dios por el hecho que lleven capuchas, pues no sabe qué debe esconderse debajo de esas capuchas. Algo en su más prfundo interior le dice que no es un rostro humano.

Se... ¿Se han ido ya? No volverán... ¿Verdad?

Murmura a todos y a nadie en concreto, como esperando una confirmación de sus miedos.

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17/11/2015, 14:07
Jean-Baptiste Lacroix

Al teniente no le gustaba lo que estaba pasando, sombras moviéndose a una distancia prudencial, observándolos... Y esos ojos...joder con los ojos...

Pero finalmente desaparecen en la noche. Lacroix baja su mosquete mientras suelta un bufido dejando escapar toda la tensión acumulada.

-Pues parece que de momento si...aunque eso de no volverán...- Responde ante las palabras de Vivant. Luego se dirige a Barraud.

-Sargento, creo que tendríamos que montar guardias, por si acaso...- Luego mira a Gerrard. -Somos los tres soldados “en activo” que quedamos, tendríamos que dividirnos las guardias.- Finalmente se dirige al resto de componentes del campamento. -Alguno que sepa defenderse con un arma y que este dispuesto ha hacer alguna guardia?-

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17/11/2015, 16:41
Jean-Pierre Barraud

- No sé si volverán o no, Teniente - respondió Barraud a Lacroix - Pero tiene toda la razón, debemos estar alerta. Vayan a descansar, yo me encargo de la primera guardia.

Jean-Pierre no lograba quitarse de la cabeza esa mirada que les dirigieron ni la antinatural agilidad que mostraban; de todos modos no hubiese sido capaz de pegar ojo. Ocupó su sitio junto a la hoguera y volvió a comprobar su arma: estaba lista para ser disparada. Durante todo el día había intentado mostrar un aplomo que realmente no tenía, a tenor del ligero temblor en sus manos que no lograba reprimir.

Cuando ya estaba sentado, extrajo de su funda la bayoneta y la caló en el mosquete. No estaba dispuesto a morir sabiendo que tenía un arma envainada.

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17/11/2015, 16:52
Dr. Emelien Leblanc

Con el corazón en un puño, observe la danza de aquellos seres y la mirada desafiante del que considere su líder. Esa mirada fulgurante que parecía advertirnos de que no éramos bienvenidos en aquel desolado lugar.

Su marcha no resulto liberadora, pues incluía la amenaza de su regreso. Sin embargo, parecía presagiar que al menos durante unas horas tendríamos algo de paz. Me limpie las lagrimas de las mejillas, consciente de que ya había perdido cualquier decoro junto con la mayor parte de mi temperamento. Observe a los presentes, y mis ojos se detuvieron en el padre Descoteaux. Nunca había sido ferviente en mis creencias, pero sentí el impulso de acercarme a él, si bien había un sentido más práctico que religioso en mis razones.

- Padre - le dije - deseo confesarme.

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17/11/2015, 17:10
Dominique Vivant

Al comentar el teniente lo de hacer guardia baja la vista y se pone a jugar con la arena.

Creo que sería más un estorbo que otra cosa, teniente.

Murmuro por lo bajo. No le gusta parecer un cobarde pero sabe su nula formación con mosquetes o sables... Y su estuche con los espadines de duelo deben de estar bajo metros de arena.

Si al menos tuviera mis espadines podría ser algo útil, señor.

Y tras decir eso me encojo al lado del fuego.

Buenas noches, caballeros.

Digo, seguro que va a ser de todo menos una buena noche.

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18/11/2015, 11:09
Abeillut Sadar

Abeillut sintió cómo el temor se desvanecía y era sustituído por un cansancio terrible. Aquella aventura enloquecedora minaba su voluntad a cada nuevo encuentro, pero al menos por el momento parecía que no tendrían que luchar por sus vidas. Entonces escuchó la conversación que mantenían los militares franceses, y quiso sumarse.

- Yio puedo ayiudar a guardias, tieniente. - dijo - Buen oído, y buenos ojos. - añadió - Mejor guardias di dos en dos. Yio haré primera con soldado friansés.

De todos modos, se decía a sí mismo Abeillut, raramente hallaría el sueño tras tantos horrores.

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18/11/2015, 14:44
Jean-Baptiste Lacroix

-Muy bien Abeillut. Toda ayuda es bien recibida. Pues yo haré la segunda guardia...- se quedo un momento en silencio... -¿Querrá hacerla conmigo, Coronel?-

Quería estar un rato a solas con Duvaquel, para ver como estaba de ánimos. Parecía que los acontecimientos le habían roto, por eso quería hablar un rato con él a ver si se había recuperado...o si por el contrario, tendría que vigilarlo.

En caso de que le digiera que no, la haría con Gerrard, una charla con un amigo también le vendría bien.

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19/11/2015, 11:23
Eugène Descoteaux

Descoteaux observó compasivo al doctor Leblanc, que se le acercó para expresar su deseo de confesarse. El capellán extendió la mano para colocarla sobre el hombro de este y lo retiró un poco de la zona donde se encontraba el grupo.

- Un pastor de Dios siempre está dispuesto a aliviar el espiritu de aquellos quienes lo necesiten, sea en el interior de la casa del señor o en áridos infiernos como este..... - dijo con voz serena y calmada al compungido doctor.

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19/11/2015, 13:03
Julien Duvaquel

El coronel parecía todavía muy afectado por todo lo sucedido. El comportamiento duro e inflexible del mando de infantería, se había partido en ciento de añicos tras lo acontecido hasta el momento ¿Quién podía pensar en algo así? ¿Quién podía creer en la derrota de la Grande Armée? Pero eso, era justo lo que había sucedido...

- Eeeh... Eeeeh... Por supuesto teniente...- asintió el coronel sin saber muy bien qué era lo que había aceptado. Luego volvió a perderse en sus lejanas cavilaciones. Aquellas que se hallaban amarradas en una frontera tan delgada como lo era la que separaba el terror de la locura...

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Seguimos para bingo.

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19/11/2015, 13:47
Jean-Baptiste Lacroix

-Perfecto coronel- Le dedica una sonrisa. -Esta bien, tenemos dos guardias, si hacemos una tercera, cada una de tres horas, pues los que estemos de guardia dormiremos seis, algo razonable.-

-Gerrard, te toca hacer la tercera guardia. Cornel Galindeau podría acompañarle? Aunque en esa guardia la gente llevara ya seis horas dormidas, así que supongo que poco a poco irán despertando.-

Entonces se fija en como el doctor habla de confesarse al padre Descoteaux. En serio? Un hombre de ciencia? Luchamos por la libertad de Francia, y tiempo después volvemos a tener a esos chupones de la iglesia otra vez entre nosotros...Merde!

Bueno, aconsejo dormir a los que no tengamos la primera guardia, todos necesitamos descansar.

Notas de juego

6 horas tan bien...no? :D

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19/11/2015, 15:32
Jean-Pierre Barraud

Barraud se encontraba sentado mientras Lacroix intentaba organizar las guardias. Abeillut comentó que le acompañaría durante la vigilia. - Muy bien, compañero. - Jean-Pierre trató de dedicarle una afable sonrisa, pese a la desazón que sentía al tiempo que le invitaba con un gesto de la mano a sentarse a su lado.
Luego observó cómo el doctor Leblanc se apartaba un poco con el sacerdote (¿qué hacía un cura allí?). Barraud estaba realmente preocupado por su amigo; sin duda, estaba muy afectado por todo lo ocurrido. De hecho, todos lo estaban, pero el buen doctor poseía una sensibilidad más sutil que todos los demás. Era por eso por lo que el sargento lo respetaba: Leblanc aún poseía esa parte de humanidad que él mismo había perdido.

Luego, fue testigo de cómo el otrora gran hombre Duvaquel acataba sin rechistar el ofrecimiento del Teniente para compartir con él la guardia.
Pese a que más tarde se odió por ello, no pudo evitar sentir un poco de satisfacción al ver cómo el espíritu y el ánimo de aquel desgraciado se había roto.
Jean-Pierre le dedicó un leve saludo militar al Coronel y añadió en voz muy, muy baja: - Que le jodan, mi Coronel...

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21/11/2015, 13:21
Dr. Emelien Leblanc

Espere hasta que nos apartamos un tanto antes de decidirme a hablar. Mi tono de voz era casi un susurro, pero aun así no podía esconder mi desesperación.

- Padre, confieso que no soy una persona demasiado religiosa - comencé a decir.

No sabía bien que esperaba de esa conversación, ni tampoco si acertaba con la persona a la que había decidido dirigirme, pero aquel hombre conocía mi trabajo y confiaba en que también me respetaba lo suficiente como para no hacer valoraciones, juicios ni demasiadas preguntas.

- Siento que algo se ha roto dentro de mí, y confieso que tengo miedo de lo que nos aguarda…

Una y otra vez buscaba las palabras para abordar la cuestión que me preocupaba y me pregunte si realmente sabia que es lo que esperaba conseguir. La idea de perder la cordura o incluso la vida en aquel desierto comenzaba a ser una sombra que se cernía sobre mi alma. Pero por mucho que esto me preocupase, mas me preocupaba lo que ocurriría a continuación. Perder la cordura, y verme reducida a un estado de desesperación en el que dejase de ser dueño de mi mente y mis acciones. Decidí finalmente como enfrentarme a la situación, y elegí mis siguientes palabras.

- Soy una persona extremadamente reservada. Siempre lo he sido, y siempre lo seré, y más aun que la muerte, me preocupa perdedor mi dignidad cuando llegue ese momento. Entenderá que como medico acepto el fin de la vida como una parte necesaria del ciclo natural de los seres. Pero durante mi educación se han arraigado mucho determinadas ideas que quizá usted considere supersticiosas. La privacidad es para mí el más preciado de mis bienes. - Hice una pausa para remarcar la importancia de lo que iba a pedirle. - Me causa un enorme desasosiego imaginar a cualquiera de ustedes registrando mi cadáver, más incluso que el hecho de mi propia muerte. Sé que lo hicimos con esos soldados, pero aunque pueda resultar egoísta, necesito pedirle su ayuda en esta cuestión. Si llega mi hora, sea cual sea el destino que me aguarde, quiero que usted se asegure de que los demás respetaran mi cuerpo y mi persona.

Aguarde confiando en encontrar comprensión en los ojos de aquel hombre antes de añadir una segunda petición.

- También quiero rogarle que entrega una carta en mi nombre si eso ocurre. Las redactare durante la noche y se las entregare por la mañana. Es una carta privada, y confió en que respetara mi voluntad haciendo que llegue a mi tío Robert, en Pas de Calais. Le incluiré los datos necesarios para que pueda cumplir con esta petición que le hago.

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23/11/2015, 20:48
Jean-Baptiste Lacroix
Sólo para el director

Cuando la primera guardia termino, despertaron al teniente, era su turno. Se despejo, recogió su arma y se acerco hacia el coronel. Lo despertó con suavidad.

-Coronel...eh coronel, nos toca.-

Luego se sentó al lado de la fogata y avivo el fuego, mientras dejaba tiempo al coronel para que se ubicara. Luego, mientras comprobaba el mosquete para tenerlo a punto, se dirigió a Duvaquel.

-Mi Coronel...¿como se encuentra? Se que las ultimas horas han sido muy duras para todos, nuestro glorioso ejercito...eliminado como si nunca hubiera existido por una tormenta sobrenatural. A todos nos cuesta asimilarlo...pero necesito que se reponga. Quedamos muy pocos, y menos de la rama militar, estos civiles nos necesitan coronel, le necesitan.- marca estas ultimas palabras -Hemos de hacer lo posible por salvaguardar sus vidas, y por volver al campamento. Napoleón tiene que saber lo que ha pasado esta noche, tenemos que avisarle de que aquí hay fuerzas...desconocidas.- Lacroix Dejo una pausa, para que asimilara sus palabras. De mientra, dejo el mosquete al lado y se preparo la pipa, mientras observaba de reojo a Duvaquel...ese hombre tan...imponente, parecía ahora una sombra grotesca de lo que fue. Luego de darle un par de caladas, se la extendió a Duvaquel, por si gustaba de fumar.

-Por cierto Coronel...usted sabe cual era nuestra verdadera misión? Porqué según Vivant, más que un rescate del pelotón perdido, esto era la búsqueda de una tumba antigua...sabia usted algo de esto?- 

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24/11/2015, 11:37
Julien Duvaquel

Julien despertó sobresaltado cuando Lacroix zarandeó su hombro. En su rostro se adivinaba la profunda marca del terror, aquel miedo irracional capaz de quebrar el alma de un ser humano, hasta convertirlo en una sombra pálida y gris. El coronel asintió al teniente de los dragones y se puso en pie. Atravesó la vaina de su sable en el ceñidor y siguió a Jean-Baptiste al punto que debían ocupar.

El teniente hablaba y hablaba, pero Duvaquel estaba en otro lugar. Se mostraba poco receptivo y conversador. El mal genio e incluso la tiranía con la que trataba a sus propios soldados, se había esfumado sin dejar más que simples recuerdos. No había pasado más que unas horas desde que toparan con la tormenta y parecía que el hombre que tenía delante era completamente distinto.

- No sé más que usted, Lacroix.- respondió breve y secamente. Aquel oficial del ejército del Directorio de la Francia de la Luz, parecía hablar concienciado de que allí acabarían sus días. - Todo esto es una maldición, teniente. Una maldición por mis actos malvados y déspotas... esto es lo que merezco.