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La tormenta de arena

II. Lo que se esconde entre la arena.

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24/10/2015, 12:02
Guardián

Pasaron un rato tiempo haciendo acopio de provisiones, munición y cosas que pudieran necesitar para transitar por aquel desierto, desconocido y que ya no volvería a ser el mismo. A pesar de que todos tenían claro qué habían visto sus ojos, rehusaban hablar del tema por miedo a caer en la desesperación. Muchos eran los muertos que allí se amontonaban. Leblanc era consciente de que muchos de aquellos hombres habían muerto a causa de traumatismos varios, pero no todos. En el rigor mortis de muchos de ellos, se apreciaba la visión de algo tan terrorífico como para detener el latido del corazón ¡¿Podía ser eso cierto?! ¡¿Podía ser el terror algo tan fatal como un veneno?!... lo que estaba claro es que parecía haber transcurrido sólo unos instantes cuando estaban en las entrañas de aquella malévola tormenta, pero los allí caídos, tenían el aspecto de llevar horas muertos... ¡¿Por qué? ¡¿Podía ser cierto que ya no estuvieran en el mismo lugar?!... 

El doctor recavaba pertrechos junto a los que parecían haberse erigido como líderes. Abeillut y Barraud, dos mentes pragmáticas aunque separadas por culturas diferentes, exigían a sus compañeros supervivientes para que se dieran prisa. sabían que la supervivencia era como un reloj de arena que corría demasiado deprisa en una dirección incierta, con lo que no podían permitirse el lujo de perder el tiempo. Lacroix recogía lo que podía de forma desesperada. Jamás, en sus años de leal caballero al servicio del Directorio de Francia, había llegado a imaginar nada similar, pero la realidad era aquella... La fuerza militar que había dirigido, había sido exterminada por algo que no llegaba a comprender y que resultaba en sí mismo aterrador. Mientras el teniente se afanaba, el alférez Farrè vigilaba a Charles Duvalier y al coronel Galindeau. Ambos estaban absortos. Vencidos por la magnitud del terror profundo e incontenible...

De repente, la silueta de un hombre se dibujó en el horizonte de las dunas impregnadas de sangre y cadávares. El individuo daba pesados pasos sin mientras se aproximaba al punto donde el grupo se preparaban para marchar. La estampa de aquel hombre, vencido mientras daba paso sobre sus camaradas muertos, era  cuanto menos sobrecogedora. Resultaba difícil determinar quién podía ser, pues los rayos del molesto sol, incidían lo suficiente como para velar su identidad.

Finalmente, cuando estaba a pocos metros de distancia, el hombre gritó y se abalanzó contra Abeillut con sus manos extendidas. - ¡¡Te mataré traidor!! ¡¡Tú nos has conducido a la muerte!! ¡¡Pagarás todo el mal que has hecho!!- En ese momento quedó claro que el coronel Duvaquel había sobrevivido. El veterano oficial creía que el culpable de aquel cuadro de muerte macabra era obra del guía bereber. Y así se lo hizo saber mientras lo encimaba con clara intención de estrangularlo.

Notas de juego

NOTA GUARIDÁN: El que faltaba para completar el pool.

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24/10/2015, 12:39
Jean-Pierre Barraud

Llevaban ya un buen rato intentando hacer acopio de todo lo que les pudiese ser de utilidad. El sol era abrasador, y la visión de todos los camaradas muertos hacía mucho más penosa la tarea.
De pronto, una silueta se aproximó con paso vacilante. Todos dejaron lo que estaban haciendo, aguardando por si lograban reconocer a quien se acercaba. Cuando estaba llegando a la posición del grupo, se avalanzó contra Abeillut gritando improperios y con la clara intención de hacerle daño. Fue entonces cuando reconocieron su rostro, se trataba del Coronel Duvaquel.

Barraud se quedó atónito ante lo que estaba presenciando. El Coronel acusaba de traición al guía, culpándole de la desgracia acaecida.
El sargento se acercó rápidamente a Duvaquel, por la expresión de su cara, era perfectamente capaz de matar al pobre hombre. Le sujetó las manos y le habló con toda la calma de la que pudo hacer gala:
- ¡No, mi Coronel! ¡Déjelo señor! No puede hacerle reponsable de lo ocurrido. Por favor, reflexione, de todos nosotros, ha sido el único que desde el principio ha estado en contra de adentrarse en el desierto. No haga algo de lo que después se arrepentirá.
Barraud intentó suavizar de nuevo la voz, pues empezaba a dejarse llevar por el desagrado que sentía hacia su superior: - Quedamos muy pocos, señor. Nos necesitamos mútuamente, y esto no nos beneficia.
Luego le susurró al oído: - Mi Coronel, posiblemente sea usted el superviviente de mayor rango. ¿No querrá enfrentarse a una revuelta? Los hombres están desesperados. Si alguien puede sacarnos de aquí, es este hombre.

Barraud se odió a sí mismo por haberle hablado tan dulcemente a uno de los peores hombres que había conocido. Pero a los de su calaña sólo se les puede dominar con halagos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Te tiro persuasión por si acaso. Si tengo que tirar algo más, me lo dices.

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25/10/2015, 08:47
Dr. Emelien Leblanc

¿Por qué? me pregunte mientras observaba la escena demasiado atónito para participar en ella. ¿Porque la muerte no se ha llevado también a Duvaquel?

Me horrorizo darme cuenta de mis pensamientos, y más aun de la profundidad de los mismos. Realmente lamentaba descubrir que el coronel había sobrevivido. Me reprendí a mi mismo por mis pensamientos recordando que era medico y que había jurado salvar vidas, todas las vidas sin importar a quien pertenecieran.

Avance hacia ellos cuando Barraud me saco de mi ensueño al intervenir, y sin saber muy bien que hacer trate de ayudar a detener al Coronel.

- Debo examinarle - dije con rotundidad y tratando de ocultar cualquier sombra de rencor.

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25/10/2015, 10:18
Eugène Descoteaux

Cuando Duvaquel apareció en escena, habiendo sobrevivido a aquella masacare de horrorosa naturaleza, el capellán Eugène se acercó también a intentar frenar el arranque de ira que el oficial emprendía contra Abeillut.

- General... haga caso a monsieur Barraud. Estamos al borde del infierno y sólo nuestra unión como gentes de bien y nuestra Fe en Dios podrá sacarnos de este desierto de terror... - comentó el clérigo con voz calmada, intentando sumarse al esfuerzo de Barraud por apaciguar los ánimos. 

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25/10/2015, 13:35
Abeillut Sadar

Hacían acopio de provisiones los hombres a la desesperada, espoleados por el sol del desierto y la impaciencia de Abeillut. El bereber era consciente de la proximidad de la muerte en un lugar como aquel, y de lo difícil que habría de resultar su supervivencia si no se echaban encima cuantos alimentos, agua y municiones pudieran recoger. Fue entonces cuando, antes de que pudiese responder a Barraud*, apareció el coronel Duvaquel enloquecido, abalanzándose sobre Abeillut. Ya echaba mano el bereber de su flissa, presto a cortar la lengua de aquel que osaba acusarle en falso, mas fueron los otros franceses los que le detuvieron, y esto a su vez hizo que Abeillut detuviese su mano. Más opciones de sobrevivir tendrían si se hallaban en mayor número, pues, aunque hubiesen de dividir más las provisiones, también serían más las manos para alzar refugios en la noche, más ojos para otear el horizonte, y más oídos para advertir las amenazas.

- Yio dije, Friansés. Tormenta peligrosa. Disierto pieligroso. - Sadar escupió - Frianseses no escuchar. ¡Frianseses arrogantes despreciar disierto! No mi culpa.

Contuvo su rabia el bereber, confiando en que sus compañeros hicieran entrar en razón a aquel loco.

Notas de juego

* Pensaba contestar a la pregunta que me hizo, pero no me dio tiempo a postear, sorry.

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25/10/2015, 13:53
Jean-Baptiste Lacroix

Lacroix no supo distinguir nada en el cielo, pero si el bereber lo decía, suponía que estaría en lo cierto. Después de ver unos tentáculos acabar con mis hombres, que una tormenta nos desplace tampoco seria tan raro.

Mientras unos cuantos se ponen a recoger provisiones, el teniente decide empezar a recoger armas por el campo de batalla. Esta bien reunir las máximas provisiones que podamos...pero después de lo visto, ningún civil saldrá de aquí sin un arma en la mano...

Y en ese menester se encontraba cuando aparece el coronel Duvaquel. Enfrascado en su objetivo por reunir armas. No reacciono hasta que el coronel se lanzo encima del guía.

El teniente lanzo las armas que había recogido en el suelo y corrió hacia la refriega. Como ya habían algunos compañeros agarrándole, el Teniente se posiciono entre Duvaquel y Abeillut.

-Mi coronel, tranquilícese! Dice intentando que sus miradas se junten. El sargento tiene razón! Abeillut a tratado de avisarnos más de una vez! Y necesitamos toda la gente disponible! Además, es nuestro mejor recurso para poder salir de este desierto!- Esperaba que esta última frase le hiciera ver que necesitaban al guía con vida, si querían salir de allí.  

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26/10/2015, 09:31
Guardián

Los supervivientes consiguieron aplacar la rabia del coronel de infantería. El hombre, claramente afectado, cayó de culo sobre la arena derrotado e inapetente. No existía consuelo para Duvaquel. Quizás aquella circunstancia maléfica, fuera el precio que debía pagar una persona con el corazón tan negro como él.

Acabaron de recoger todas aquellas cosas que consideraron vitales para aumentar la supervivencia al máximo y emprendieron nuevamente la marcha. No todo era malo. Hacía calor, pero no tanto como en jornadas anteriores. Aquel detalle fue recibido de buena gana, y los hombres caminaron todo lo que sus pies les permitió.

Abeillut abría la marcha y guiaba al grupo. Se resistía a confesarlo, pero aunque todos los desiertos parecen iguales y existe npocas diferencias entre una duna y otra, el bereber tenía total seguridad de que aquella tierra, no era la misma en la que habían crecido sus antepasados.

De repente en la distancia se observó un destello. Los restos de la expedición se detuvo... ¡¿Qué podía ser?! Casi sin llegar a expresar la sorpresa, varios destellos más se concatenaron en el horizonte, como señales de auxilio. Marchar hacia allí podía ser arriesgado, pero pocas más cosas podían hacer. Se armaron de valor e iniciaron la caminata hacia aquel lugar...

Cuando llegaron a la fuente de tales reflejos, la sensación de vivir una pesadilla se hizo nuevamente patente en el corazón de aquellos afortunados supervivientes. En aquel lugar se congregaban los restos de una gran batalla, pero no entre otomanos y franceses. Aquellos cadáveres, en los cuales se leía con claridad un rostro consumido por el terror, portaban armaduras metálicas y escudos, como si de caballeros cruzados y fuerzas musulmanas se tratara. Cientos de pendones y estandartes se desperdigados por todo el terreno, así lo atestiguaban...

Pero el hecho más aterrador de aquel cuadro macabro entre el que discurrían, era poder contemplar que a pesar de que aquellos hombres podían llevar siglos muertos, su piel y su carne permanecía incorrupta en aquel desierto de la discordia.

¡¿Qué demonios sucedía?!

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Una tiradita de cordura... Los que no se vuelvan chota, pueden tirar historia o teología...

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26/10/2015, 11:38
Dr. Emelien Leblanc
- Tiradas (1)

Notas de juego

Es 39 ahora ¿no?

... ya da igual, podia haber sido 99 que cambia poco la cosa :'(

No voy a poner nada, espero a que me digas lo que me ocurre para escribir...

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26/10/2015, 18:56
Jean-Baptiste Lacroix
- Tiradas (2)

Notas de juego

Buf, justa!

Como la he conseguido, tiro historia.

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26/10/2015, 20:16
Abeillut Sadar

Abeillut continuaba la pesada marcha por el desierto sintiendo el infierno sobre sus hombros, aún a pesar de no ser el calor tan intenso en aquel lugar. Algo en su fuero interno le decía que no existía ruta que condujese a la salvación, y esta certeza hacía cada paso más pesado que el anterior. La aparición de cientos de cuerpos sin vida pertenecientes a otro tiempo no hizo sino acrecentar la histeria que invadía por dentro al bereber...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Supongo que se tira con la COR que te queda, no con la total. En cualquier caso, fallo xD.

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26/10/2015, 22:12
Jean-Pierre Barraud

Por fin, entre todos lograron que el Coronel desistiera de intentar dañar a Abeillut.
Cuando los supervivientes se calmaron un poco, emprendieron la marcha a través del inacabable mar de arena.
De pronto, entre las dunas, en lontananza, divisaron unos curiosos reflejos. Cuando llegaron al lugar señalado, todos quedaron atónitos al comprobar que se hallaban en un antiguo campo de batalla. Cuerpos que pertenecían a un tiempo pretérito yacían en la arena. Sin embargo, esos cuerpos no presentaban las lógicas señales del paso del tiempo; parecía que el reloj no había avanzado para ellos...

Barraud estaba perplejo y aterrado.
- ¡Santo Cielo! ¡¿Qué diablos significa esto?!

- Tiradas (2)
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27/10/2015, 18:10
Dominique Vivant

Al ver como se abalanza el coronel sobre el bereber se me pone la piel d egallina. Parece tener instintos homicidas y sin guía estamos muertos.

Voy a gritar que disparen a ese coronel enajenado cuando varios acompañantes consiguen calmarlo.

Mejor así... Pobre diablo. No puedo creerme que se crean todo eso... Debe ser cosa del calor, que nos ha hecho ver cosas...

Estoy contento con mis explicaciones pero cuando nos topamos con los caballeros medievales muertos... Y conservados, todo alcanza unas nuevas cotas de absurdidad.

¿Qué diablos?...

Murmuro mientras me acerco a observar todo eso con más detalle.

- Tiradas (2)
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29/10/2015, 12:43
Guardián

Aquellos hombres caminaban entre dunas de arenas doradas en busca de una vía a la salvación, pero lo que allí encontraron fue los restos de una batalla de antaño, donde los cuerpos permanecían en un estado de perfecta conservación. 

- ¡¡Mondié!! ¡¡Estamos muertos!! ¡¡Estamos muertos!!- comenzó a gritar Duvaquel, cuyo rostros se quebraba por el mazazo de la siniestra realidad a la que debía hacer frente - ¡¿Qué sucede?! ¡¿Dónde estamos?!... ¡¡Esto no puede ser verdad!!- profería sin control ni concierto, mermado por aquel pictograma de un tiempo lejano, por aquella macabra trampa que el tiempo les había puesto ante ellos. Junto al coronel de infantería, tanto el alférez Farrè, como el jefe de ingenieros Galindeau, quedaron absortos y boquiabiertos sin poder articular la más mínima palabra. 

Por su parte, Duvalier se acercó hasta Vivant y comenzó a indagar y a observar los pendones cristianos que en aquella tumba perenne se apilaban.

- Parecen caballeros de la Tercera Cruzada...-  afirmó el hijo del prestamista.

- Tiradas (8)

Notas de juego

NOTA GUARDIÁN: Todos los que hayan sacado la tirada de cordura pierden 1 punto. Leblanc pierde 6 (locura temporal), mientras que Abeillut 4. Los controles de cordura se van realizando con el número que resta tras las sucesivas pérdidas. Cada vez es más fácil enloquecer. hay formas de aumentar la cordura, pero por el momento... No disponéis de ninguna.

PERSONAJE

P.VIDA

CORDURA

ESPECIAL

Jean-Baptiste Lacroix

11/11

72

 

Charles Duvalier

12/12

58

 

Abeillut Sadar

10/10

31

 

Emelien Leblanc

9/9

27

 Locura temporal

Eugène Descoteaux

10/10

70

 

Dominique vivant

11/11

48

 

Jean-Pierre Barraud

15/15

77

 

 

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29/10/2015, 12:53
Dr. Emelien Leblanc

Me acerque al primer cadáver para examinarlo, incapaz de pensar con claridad o entender lo que mis ojos veían. Solo atento a un cadáver que se encontraba tendido en mitad de aquel desierto. Otro muerto de aquella pesadilla. Cogí la muñeca del cadáver en un acto inconsciente, comprobando que no tenia pulso y la rigidez del cuerpo.

Mi cerebro embotado por la confusión proceso súbitamente la información y la comprensión se derramo sobre mi mente como una cascada imparable que arrastraba la razón con ella hacia algún lugar oscuro.

Solté la muñeca repentinamente mientras me levantaba en un acto convulso, di varios pasos hacia atrás horrorizado hasta tropezar y caer sobre la ardiente arena. Apenas era consciente de estar agarrando mis piernas y estrechándolas contra mi pecho en un abrazo desesperado. Cerré los ojos mientras emitía un lamento ininteligible, buscando un inexistente refugio en la oscuridad, hasta perder el sentido.

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29/10/2015, 13:03
Guardián

Notas de juego

NOTA DM: Mucha rumorología e historias se han explicado sobre el ejército perdido de Ricardo Corazón de León. Durante la Tercera Cruzada, un contingente de caballeros cruzados ingleses, desaparecieron cuando hicieron contacto con el enemigo.  Al menos eso es lo que explican las oscuras crónicas no oficiales que volvieron a Inglaterra tras el fiasco de la Cruzada de los Nobles. Al parecer, el ejército custodiaba una poderosa reliquia. Una cruz... No se sabe nada más al respecto. 

La historia se encargó de dar una explicación más lógica a lo sucedido. Según los historiadores, Ricardo Corazón de León avergonzado, argumentó con brujería y hechos increíbles una estrepitosa derrota, la cual nhiquiló a un contingente de su ejército.

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29/10/2015, 15:18
Jean-Baptiste Lacroix

El teniente no daba crédito a lo que veía. Por suerte su entereza como militar le hizo mantener la compostura. Aunque al escuchar el comentario sobre los caballeros de la tercera cruzada, a Lacroix se le erizo el bello de la nuca.

-Pero como es posible, docto...- cuando se giro para buscar al doctor, vio como este caía al suelo hecho un ovillo.

-Doctor!- El teniente se acerco rápidamente para auxiliar a Emelien.

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30/10/2015, 09:17
Dominique Vivant

Doctor... ¿Puede tratarse esto de una especie de momificación natural? ¿El desierto pod...

Pero un largo gemido indica que su mente se ha quebrado. Eso me preocupa. Él es un experto en estos temas, y si él se derrumba es que esto no tiene explicación.

¡Pero debe tenerla! Ha de tenerla!

Intento evitar otros pensamientos, evitar la ola de locura que nos recorre.

No. Esto no es tan extraño, ¿verdad? Todo se puede explicar. Ya sé quienes son...

Voy recorriendo el ejército arriba y abajo, buscando algo.

¡La cruz! Busquen la cruz, caballeros!

Como si eso fuera la solución de algo. Como si confirmar la identidad de esta gente fuera importante. Como si esa cruz nos pudiera devolver a casa... Como mínimo iba a estar la gente ocupada en esa tarea y no tendrían tiempo para pensar en ESO.

 

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30/10/2015, 11:00
Eugène Descoteaux

Descoteaux no daba crédito a todo lo que estaba sucediendo allí. Cuando el Doctor Leblanc pareció sufrir una leve perdida de consciencia el capellán se llevo ambas manos a la cabeza y observó el desierto dando vueltas sobre si mismo, como si de alguna forma fuera a aparecer un portal que le hiciera regresar a las comodidades de la catedral de Saint-Etienne, de donde se dijo, nunca debió salir.

Aquellos restos de hombres de otro tiempo, probablemente muertos en una batalla acontecida hace mucho tiempo, no hicieron más que empeorar el estado de ánimo de los supervivientes de la expedición. 

- ¿De la tercera cruzada? Por Dios santo.... - dijo el capellán acercandose a examinar aquellos restos, con actitud temerosa. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Saco éxito en teología

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30/10/2015, 12:54
Abeillut Sadar

Nada entendía Abeillut de cruzadas, pero clara tenía una cosa: aquella visión no era en absoluto mundana. El bereber sentía cómo su mente se desmenuzaba ante aquel entramado de prodigios, debilitándose a cada nuevo paso que daban. Ya no sabía dónde estaba, ni qué año era, ni porqué estaba allí. Su mente se retorcía como un millar de gusanos en un agujero, mientras él luchaba por contener la calma...

-Niosotros pierdidos... - murmuraba, mirando el sol en busca de alguna señal que le permitiese reorientarse.

- Tiradas (1)
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30/10/2015, 14:55
Jean-Pierre Barraud

El anacrónico hallazgo era tremendamente aterrador. Barraud pudo notar cómo se le erizaba el vello de la nuca. Tuvo que hacer acopio de toda su fortaleza para no caer presa de la histeria. Aún así, no pudo esconder el temblor de sus manos.
En un momento dado, el doctor, que se había acercado a los cuerpos, se derrumbó, invadido por el pánico.
Lo cierto era que estaban viviendo una pesadilla contínua, y cada trecho que recorrían les revelaba algo peor.
Escuchó decir a sus compañeros que los cuerpos allí tendidos pertenecían a soldados de una de las cruzadas. No podía ser verdad.
Quiso acercarse a Leblanc, pero descubrió que las piernas no le respondían; sencillamente se negaban a dar un paso. Con un terrible esfuerzo, logró dominar el espanto que le dominaba y logró dar unos pocos pasos vacilantes, los suficientes para llegar donde quería.
Puso una mano en el hombro del buen galeno y trató de infundirle ánimos. No era momento de mostrar debilidad, debían encontrar el modo de salir de aquel infierno.
- Vamos, señor Leblanc. Trate de ponerse en pie. Usted es más fuerte que todo esto, seguro que tiene una explicación racional.

Viendo que no respondía, y que el pobre hombre estaba pálido como la misma muerte, sacó la cantimplora y le refrescó un poco la cabeza, al tiempo que le propinaba ligeros golpecitos en la cara. - Vamos, colega, reacciona...