Partida Rol por web

La escena resulta descorazonadora. Si quedaba algún atisbo de esperanza de que la antigua Himiko, la pequeña e inocente niña, continuara aquí, en el cuerpo que vemos ante nosotros, queda descartado con sus palabras.

Que frialdad, que sangre fría...

Echo una significativa mirada a Elizabeth, y a Victoria que se encuentra casi a su lado, mostrando ya temor a la posibilidad que cruza mi mente.

Nos deja entrar a SU castillo después de declarar eso. ¿Cómo no pensar que nos quiere alimentar para la cosecha?

Me acerco unos pasos a ella, de forma indirecta, mirando a la hoguera. Tengo miedo, estoy nervioso... Pero sobre todo siento una gran lástima, viendo el modo en que ha cambiado aquella niña que conocimos.

Te tenía por muerta, Himiko. -Digo, desviando la mirada del fuego a su rostro, tratando de sonreír con amabilidad- Como a todos los demás. Me alegro de que sobrevivieras al ataque...

Vuelvo a mirar al fuego, sintiendo ese aroma grasiento a carne quemada, y miro también disimuladamente el estado del castillo.

¿Quién era? -Pregunto, finalmente, temiendo la respuesta- No parece que haya poblaciones cerca, y el castillo tampoco parece habitado... ¿De donde ha salido... él?

Himiko mira de reojo a Ben mientras le responde tranquilamente, como el que cuenta que ha desayunado unas tostadas:

- Todos sobrevivimos, de hecho el ataque fue cuando yo me fui... volví varios años después aquí...

Cuando le pregunta sobre el hombre al que quemaba hace un gesto como para quitarle importancia y añade:

- Alguien que decidió darme problemas y que ya no me los dará mas ni ocupara espacio en la nevera

Fuimos detenidos por Rina, previniéndonos del posible peligro, y es que como Ben, ella también pensaría que Himiko había podido cambiar. No es que yo tuviera la certeza de que no nos haría daño, pero a primera vista me resultaba difícil pensar que aquella niña dulce y alegre fuera capaz de hacernos daño.

Sin embargo, cuando continuó hablando fue dejando de resultarme difícil. No pensaba que fuera mala, pero la verdad es que se la veía muy cambiada, y la dureza en sus palabras hacía que me preguntara qué habría vivido la pequeña en todo este tiempo.

Rina y Makoto fueron los primeros en dirigirsea ella, adentrándose en el castillo al poco tiempo, no sin que antes Makoto nos echara una mirada. Tras ello miré a Ben. Tenía que hablar con Makoto, con ambos, pero no sabía cuando se daría la ocasión; y es que si de prioridades se trataba como muchos parecían pensar, arreglar una amistad no estaba en primer lugar. Ahora bien, creía firmemente en que de eso podía llegar a depender nuestro futuro.

Ben también se atrevió a preguntar a la chica, que sólo le ofreció respuestas carentes de detalle, lo que me hacía pensar que Himiko confiaba poco o nada en nosotros. Me acerqué a ellos, no sin antes mirar a Victoria, esbozando una media sonrisa que pretendía tranquilizarla.

-E-entonces… ¿H-hay gente por aquí? – comencé nerviosa, con miedo, pero me armé de valor, necesitábamos respuestas. - Hemos visto trampas ¿Las has puesto tú o “ellos”? No creo que hayas sido tú, por lo que dices, sólo haces esto con la gente que te da problemas, ¿No? ¿Qué problemas te han dado?

Aproveché para estirar el abrigo y acercarlo al fuego, sujetándolo con ambas manos.

-P-perdona si son muchas preguntas, pero… Has dicho que has estado viéndonos, y no te has extrañado al vernos llegar. ¿Eso qué significa?

Tras esperar su respuesta quise hacerle una petición.

-Te agradecemos que nos acojas, nosotros y los chicos de allí atrás. – dije girándome para mirar al resto. Respetaremos las normas, no te preocupes. Pero quisiera saber si puedo pedirte algo, ¿S-sería posible consultar algo en la biblioteca?

Había dejado caer el ciervo sobre la nieve y avanzaba masajeándose los hombros hacia la puerta del castillo. Que los metieran los demás con sus huevos gordos, que él ya estaba cansado. 

Mientras se aceraba había alcanzado a escuchar algunos retazos de la conversación de Ben y los otros con la chavalina, pero a lo único a lo que realmente le daba importancia era una cosa: En el comedor había comida y agua y podían servirse al gusto. 

Caminó hasta los demás con paso firme y algo ansioso. Lo que había dicho la tal Himiko sobre la comida llenaba todos sus pensamientos. Eso y tener un puto techo construido por el hombre sobre la cabeza. Estaba harto de la nieve, de los bosques y de andar. Por primera vez en su vida se descubrió echando de menos Los Ángeles. 

- Me importa una mierda a quién estés quemando ahí, qué cojones te hizo o cualquier otra movida del estilo. Son tus cosas, puedo respetar eso - Sin presentaciones ni buenas maneras, en crudo, aunque se calló lo que realmente pensaba de todo aquello - Lo que me importa es que has dicho que eres la que manda aquí, que si te jodemos estamos fritos y que hay comida en el comedor. 

- La cosa, ¿La invitación a pasar es para todos o solo para tus colegas? - La parejita asiática no había perdido el tiempo en escaquearse, como tenían costumbre de hacer. Y él no tenía intención alguna de pasar más tiempo allí fuera. 

Himiko mira a Liz y le va respondiendo con tranquilidad:

- Claro que hay gente por la zona, aunque esta zona en general se considera bastante aislada y creo que la ciudad más cercana está a unos 500 km pero a veces viene gente y mas desde hace unos días... en cuanto a los problemas... cuando intentan matarte tienes que defenderte, además no puedo depender de las reservas de comida que tengo eternamente

Cuando le pregunta por si no se ha extrañado al verles suspira, se notaba que no era la primera vez que explicaba eso:

- Habéis dormido durante 300 años... quién crees que ha tenido que quedarse cuidándoos, en cuanto a la biblioteca no podéis entrar

En lo último se mostro bastante tajante cuando llega TJ y habla, Himiko le mira de reojo y dice:

- Si, podéis entrar... y podéis tomar una habitación si queréis, la tendréis que mantener vosotros porque no pienso limpiar ninguna habitación

- De puta madre - Respondió a Himiko - Ale chavales, a cuidarse. - Y sin más, echó a andar hacia el interior del castillo.

Dejar atrás toda aquella locura de bosque sembrado de trampas, de peleas entre colegas, se chorradas sobre chavalas que hacían explotar árboles, de vampiras que quemaban cuerpos a la luz del día... Dejar todo eso atrás era para él una necesidad animal. Porque o tomaba algo de distancia y empezaba a hacer cosas de persona normal o se iba a empezar a desquiciar. Y nadie quería ver a T.J. desquiciado. Mucho menos él mismo. 

Había aprovechado el momento, justo detrás de los pasos de TJ y el asiático. Intento hacer la menor cantidad de ruido y movimientos ya que no deseaba interrumpir las conversaciones.
Pero aun así, los dos anteriores compañeros establecieron conversación con aquella extraña muchacha. Al parecer no había problema con quedarse, la muchacha mantenía distancia y cordialidad.
- Gracias por la hospitalidad - comento el joven cocinero, por su mente pensaba como es que podía agasajar a la muchacha; pero veía difícil preparar sangre.- Quizás como embutido, morcilla....pero pierde nutrientes -
Acto seguido dio media vuelta y fue en camino a el lugar donde se sentiría más seguro.

Katarzyna iba casi corriendo para poder seguir a unos unos mucho más atléticos Erik y T.J.  Ellos empezaron a cruzar algunas palabras con la vampiresa, por lo que aprovechó y se escudó tras ellos, dejándolos entre ella y la tal Himiko.

- Gracias  -  se limitó a añadir, tímidadmente, a las palabras dichas por ellos.

Cuando iniciaron la marcha de nuevo, les siguió, como si el diablo les siguiera los pasos.

Las preguntas de Elizabeth arrojan algo más de luz al asunto. Si la identidad de la víctima de Himiko seguía siendo invierta tras la escueta respuesta que me dio, ahora al menos sabemos algo más, y más tranquilizador. Sea quien sea, no murió porque sí, sino por tratar de matarla.

Supongo que, en defensa propia, es otra cosa.

También insiste en el tema de la biblioteca, de forma tajante. Me giro hacia Liz, con gesto triste, comprendiendo lo duro que debe ser no conocer aún su naturaleza y que se le niegue el derecho a buscarla.

Te agradecemos el haber cuidado de nosotros, Himiko. -Le digo con genuino agradecimiento- No pensábamos que esto consistiera en "dormir", sino algo más en plan "viajar en el tiempo". Se ha hecho raro despertar en medio del bosque, pero supongo que habría motivos para ello. Gracias de verdad.

Me acerco un poco más, no sin cierta cautela, para hacer algo parecido a una reverencia de esas orientales que hacen ellos, en agradecimiento, antes de hacerle una ultima petición.

Te agradecemos igualmente tu hospitalidad, Himiko. Pero, ya que no podemos entrar en tu biblioteca... ¿Te sería posible prestarnos algunos libros en algún momento? Elizabeth afrontó todo esto sin conocer aún su naturaleza sobrenatural exacta, aunque teníamos algunas pistas. Tres libros podrían confirmarlo...

La vampiresa escucha lo que dice Ben y suspira para decir:

- Los viajes en el tiempo requieren una cantidad de magia que ni Janet ni Beni poseían entre ellas...pero la ultima como la llamáis... ella es diferente...supongo que luego os lo tendré que explicar como a los demás quien es realmente ella y porque ella si podría hacer eso

Ante la última pregunta Himiko niega y hace un gesto abarcando a los nuevos que se marchaban o que aun quedaban:

- Ellos no la saben tampoco... la biblioteca está prohibida hasta que ella despierte...

Al pasar, vuelve a hacer una leve reverencia de cabeza en dirección a Himiko

Giré la cara para mirar a la niña directamente, con asombro, cuando me habló. Tal y como sospechaba me había oído. Miré a Liz por un segundo, que me sonrió antes de decidir si esconderme o no tras ella a lo que contesté forzando una sonrisa, pero nerviosa. Luego miré a la vampiresa, de nuevo seria. -N-No te preocupes, cumpliré tus normas.- Aseguré, esperando tener pocos problemas con eso. Limpiar el cuarto era la menor de mis preocupaciones.

Me relajé a medida que los chicos conversaban al ver que a pesar de tener un cadáver ardiendo a su lado, la chica no parecía hostil. Si no se había comido a T.J. tras hablarle así, ni nos había matado en todo el tiempo que aseguraba haber estado viéndonos, no lo iba a hacer ahora.

Lo último que dijo me causó curiosidad, pero preferí dejar a los chicos resolviendo sus dudas, y esperar a resolver las mías cuando la chica diera las explicaciones de las que hablaba para no atosigarla con más preguntas.

Como fuera, no me sentía cómoda allí, y al ver que nos daba libre albedrío para andar por el castillo, exceptuando algunas habitaciones, y los chicos ya entraban, decidí aceptar la oferta de Kat y T.J. e ir tras ellos.

-Yo... Voy a ir con ellos.-Dije en voz baja tras Liz. Visto lo visto, no iba a molestarme en murmurar nada.