Partida Rol por web

Confío que el cariño que compartimos en su día dejara una minúscula huella en la "niña" y avanzo hacia ella alzando algo la voz para que me oiga con claridad.

- ¿¡Himiko!? ¿¡Eres tú!? - abro los brazos mientras camino, esbozando una sonrisa que contrasta con su serio rostro, aunque en mi fuero interno estoy poco convencido de su reacción - ¡Soy Mako! ¿¡me recuerdas!?

Avanzo despacio y con los brazos abiertos.

A ver que Makoto se acerca corriendo a la vampiresa, la kitsune levanta su brazo,  y impide que siga corriendo hacia ella,  Himiko podría ser otra persona completamente distinta, podría ser incluso, un enemigo, lo que acrecentaba el miedo por el resto. Guardó un duro silencio, esperando la respuesta de la vampiresa, cualquiera fuera esta.

Nuevamente, ante el avance de Liz,es la kitsune la que se interpone, todos se acercaban con gran familiaridad, pero las circunstancias no eran precisamente las de un feliz reencuentro. "ya no es una niña, es una mujer, como tú y yo"; pensó, en replica a las palabras de Elizabeth, pero sólo se limitó a chasquear la lengua, era un vampiro, y quizás, había tenido el suficiente tiempo como para asumirse así misma como tal, ¿qué recuerdo podría haber de un grupo de personas que dejó de ver hace 300 años años?

La kitsune dio unos pasos más hacia la vampiresa,  y extendió las manos, en señal de buenas intensiones.

- no sé si nos recuerda, si sabes quienes somos, o si te importa, pero puedes ver que aquí, muchos no te hemos olvidado, Himiko-san - le sonríe, aunque aún esperando la declaración de intensiones de la vampiresa.

Himiko mira a todos con un rostro serio, asiente y dice:

- Claro que os reconozco... os he estado viendo durante mucho tiempo...

La niña los mira a todos sin demasiado interés y negando con la cabeza levemente, mira a Rina y le responde:

- Un cadáver, de alguien del que ya no puedo alimentarme más porque se ha quedado seco...

Mira a todos de nuevo y dice en un tono de voz neutro, como desganado y con un leve tono de decepción:

- Decepcionante... al menos estáis todos vivos... por el momento

Como debió suponer, la vampiresa había tenido suficiente tiempo como para aceptar su condición. La kitsune bajó los brazos, el "alguién" era inquietante, podría ser un humano o podría ser cualquier animal del bosque, pero supuestamente ya no quedaban más humanos.

- ¿por qué es decepcionante, Himiko-san?- aún era imposible determinar sus intenciones, pero aún así se acercó más, el olor era penetrante, efectivamente era el olor a azufre y grasa quemada el que les daba la bienvenida a la escuela.- ¿has visto al resto del grupo? Ellos ya deberían estar en la escuela- deberían, muchos supuestos.

El último tramo del camino nos lleva directamente por senderos ligeramente familiares. Todo ha cambiado, pero tengo continuamente la sensación de estar pisando un lugar conocido, a pesar de no reconocer ese grueso árbol o aquella roca liviana. Han sido trescientos años, si este es el sendero que recorrimos no hace ni una semana, ha cambiado sin duda.

Pero no es el camino lo que me preocupa, ni la tormenta que se cierne y cuyos oscuros nubarrones parecen luminosos en comparación con mi ánimo. Los últimos acontecimientos me han dejado un poso de amargura y preocupación, una herida abierta. Vine aquí para cuidar de Elizabeth, al llegar busqué un pilar y en torno a él pretendía construir algo grande, algo cuya fuerza nos permitiera afrontar toda esta aventura con garantías. Supongo que en el fondo buscaba no depender tanto del dragón que mi reflejo me dijo que iba a ser. Ahora ese pilar se me muestra resquebrajado y falto de cimientos consistentes, y veo imposible la construcción. Miro alrededor mío y veo a buena gente, capaz de hacer grandes cosas. He visto a T.J. actuar por encima de sus propias quejas, a Victoria sobreponerse a sus miedos, a Kat afrontar con entereza los desafíos de nuestra supervivencia... Pero todo ello me parece un sueño que se desmorona ante mis ojos.

Al igual que los otros, nunca seremos un equipo. Cada cual buscará su momento, cada uno irá a lo suyo, y no se podrá contar con nadie. No como yo entiendo que se debería poder contar. No hay confianza. ¿Será que yo valoro ese ideal más que el resto? ¿Es que acaso soy yo quien se engaña viendo necesario algo como eso?

Liz me aprieta la mano de cuando en cuando, haciendo que la mire. Su sonrisa hace que las nubes se aparten de mi pensamiento durante esos breves instantes, aunque al volver a mirar al frente todos esos miedos y preocupaciones regresan de inmediato. ¿Cómo voy a cuidar de ti, amor, si debo hacerlo sólo? Eso implica la necesidad de volverme más fuerte, y el miedo a saber a quién alimenta esa fuerza, realmente. Mi sombra me lo advirtió: acumular demasiado poder, demasiado rápido, puede volverte peligroso. Como Rina, eso dijo.

¿Por qué mi sombra la despreciaba tanto?

Alcanzamos las puertas del castillo, y desde cierta distancia se ve un humo que se alza hacia los cielos, un humo negro y espeso, que no indica nada bueno. Vemos la puerta abierta, de par en par, y en el interior se puede ver una gran hoguera y, frente a ella, una niña que se gira y nos mira.

H-Himiko...

Algo no me cuadra en todo esto. ¿Es Himiko, de verdad? ¿La Himiko que dejamos atrás al venir aquí? Entonces, ¿quién es la última de los nuestros? Himiko era de los nuestros, si sigue viva es porque es ella. Pero, entonces, ¿quién es la desconocida del bosque?

Susurro algo a Elizabeth, cuando aclara a Victoria, tras la explicación de Makoto, la forma de ser de Himiko, al tiempo que subo la cremallera de mi chaqueta para cubrirme hasta el cuello. Del susurro hago partícipe también a Victoria, ya que se encuentra a nuestro lado, para acto seguido adelantarme ligeramente a ellas, preocupado, mientras oigo a Rina entablar conversación. Mi gesto es cordial, sorprendido de verla ahí, incluso amistoso. Pero por dentro estoy muy preocupado.

ERA cordial y educada -Susurro, con gesto preocupado- Ha pasado mucho tiempo de eso, trescientos años. No presupongamos nada...

Tras cubrirme el cuello con la chamarra, invoco la coraza de escamas a la altura del cuello y parte de los hombros. Más vale prevenir...

 Alcé el rostro, bajé los hombros y cerré los ojos por un momento cuando divisé el castillo a lo lejos, liberando tensión y agradeciendo al cielo que lo hubiésemos encontrado a tiempo, suspirando de alivio.

 Como para otros tantos, el castillo no fue lo único que llamó mi atención, si no también la peste y el humo que venían de la pira que controlaba una muchacha. Entre varias dudas de los nuevos, además de mías, Makoto se dispone a dar explicaciones nada tranquilizadoras sobre su conocida para luego marchar hacia ella. ¿Una chupasangre esa chiquilla y va tan tranquilo?¿Controlar su sed? Como para dar crédito al control de los poderes de ninguno de estos estaba yo, y menos para alguien que debe sentir la necesidad de utilizarlo para saciar su apetito.

 En seguida me quedé quieta en cuanto el japonés aconsejó que esperásemos, tensa, pero para mi sorpresa Liz se apresuró a tranquilizarme, apoyando a Makoto. ¿Qué hacía una niña cordial y educada sola frente a una hoguera a las afueras del castillo en lugar de estar jugando a las muñecas o estudiando? Cada vez desconfiaba menos de la pelirroja, pero lo de la niña no es que fuera muy normal.

 -P-pero... ¿Es verdad?- Pregunté en voz baja aunque intuyendo la respuesta, como si lo de Makoto fuera una broma pesada, y sólo las palabras de Liz fueran ciertas. No creía que Makoto hubiera mentido, pero sí sabía que podrían hacerlo en cuanto quisieran, aprovechando mi desconocimiento.

 Continué tras la chica al percibir su invitación, que como muchas otras, tomé casi como una orden, como el patito que sigue a su madre, o eso deseé ser cuando la tal Himiko contestó a la kitsune que nos había impedido el paso, por que... Los vampiros no comen pato... ¿No? 

 Abrí los ojos de par en par y la miré de reojo a través de algunos mechones de pelo que me caían a los lados de la cara esperando que no se fijara en mi, asombrada y asustada tras sus últimos dos comentarios. Si así era educada, no la quería ver de mal humor, no sabía que las asiáticas tuvieran ese genio, para que luego digan de las latinas...

 Ben nos susurra algo que por fin sí me resulta creíble, o a medias, al menos, a lo que contesto de la misma manera en voz baja.

-P-pero... No me va a comer, ¿No?- Pregunto tontamente fruto del miedo, aun sin poder dar crédito a que eso que arde haya sido una persona, y a la vez su comida. -Ni tendrá oído super desarrollado ni leerá la mente... ¿No?- Eso sería lo que me faltaba. Y que volara también, por qué no, había tantas cosas que los vampiros podían hacer en distintas películas, novelas y videojuegos... 

- Himiko-chan - mi tono es amable, el mismo con el que siempre me había dirigido a la que entonces fuera una adorable niña, siendo consciente de que algo ha cambiado.

- He pensado mucho en ti... - miro entonces a Rina, justo a mi lado - hemos pensado mucho en ti - mis palabras sinceras intentan llegar a lo que queda de la pequeña Himiko. La niña fue uno de los motivos por los que decidí tomar ese camino, recuerdo perfectamente la conversación con Rina en la habitación, la noche antes de aparecer en el bosque, cuando le contaba que haría todo lo que estuviera en mi mano para que ningún niño volviera a vivir lo que debió vivir Himiko.

La mirada se me desvía a la hoguera para luego posarse sobre Himiko, con ternura. ¿Cuánto más habrá sufrido?

- Justo ahí hicimos aquel muñeco de nieve, ¿recuerdas? a ti te encantaba aquello... - señalo el lugar de la hoguera mientras doy un pequeño paso hacia ella, tratando de remover sus recuerdos y recuperar su confianza - ¿Qué ha pasado Himiko-chan - inconscientemente mi trato era el mismo de cuando ella era una niña, pues así la estaba recordando ahora.

Himiko mira a Rina y sonríe levemente mientras dice:

- Solo tenéis que miraros para saber que es decepcionante, que lleváis aquí fuera un día o dos? y ya presentáis ese aspecto... y si, el resto del grupo esta aquí, pero esto no es ninguna escuela, es un castillo

Mira a Vicky y sonríe con cierta malicia, como una niña que quiere hacer una travesura para añadir:

- Depende de cómo te portes

Después mira a Makoto y dice:

- Si y ahora es el lugar donde quemo a los que ya no me pueden alimentar mas....

La niña se gira y empieza a caminar hacia la puerta y dice:

- Podéis entrar en el castillo, tenéis terminantemente prohibido entrar en mis aposentos que son los antiguos despachos del director y en la biblioteca... este castillo es ahora mío y yo soy quien gobierna en el... por lo que os tendréis que someter a mis normas... en el comedor tenéis agua y comida, podéis recuperaros y guardar eso si queréis... después hablaremos

- Himiko-chan... - mi expresión de alegría inicial se transforma en un gesto triste casi al instante.

¿Qué le ha pasado?

Mil preguntas vienen a mi cabeza pero no es ni el momento ni el lugar.

Levanto la mirada hacia el castillo antes de girarme y hacer un gesto con la mano al resto del grupo par que se acerquen.

Ese momento en que crees estar viviendo una alegría que repentinamente se ve deformada hasta llegar a ser una pésima noticia empieza a hacer mella en mi consciencia.

- Gracias, Himiko - digo visiblemente afectado a la vez que me inclino levemente ante la niña - espero poder hablar contigo pronto.

Cruzo mi mirada con Rina, Ben, Elizabeth y Victoria antes de encaminarme hacia el castillo.

El inmutable rostro de la kitsune era la muestra que ese comportamiento estaba dentro de lo que estimaba, pero las preguntas sobre si deberían llegar a ese estado para asumir lo que eran, aunque claro, la joven Himiko no tuvo mucho tiempo para ser "ella", puesto que siendo una niña, aun no formaba del todo su personalidad, y los recuerdos de sí misma, quizás por eso se le hizo más sencillo transformarse en el vampiro que era ahora, ¿podrá pasar por el portal?, se preguntó la zorro, mientras dejaba atrás al grupo para seguir a la joven Himiko.

La kitsune nota la decepción en la voz de Makoto, y seguramente el desaliento reinaría en los corazones de los demás que conocieron a a Himiko humana, pero para  Yuchi no parecía ser tan grave, sino una posibilidad real de ellos mismos, porque, de lo contrario no podrían entrar a la cueva, y seguramente, no podrían alcanzar a la joven desconocida, era cierto, debía averiguar si lo que dijo su zorro interior era cierto.

- no pongas esa cara, Makoto-kun, cada cual libra los problemas como estima, además, no podemos negar ni desafiar nuestra esencia, no importa cual sea esta - fue la primera en avanzar tras esas palabras, sí, no podía negarse lo evidente, lo determinado, es como si los árboles quisieran moverse, o el sol decidiera salir desde el oeste. Habían cosas fijadas, inalienables, inquebrantables, como un plazo cierto, como la muerte.

Sentía los pasos de Benjamín detrás, la nieve no ofrecía resistencia a ellos, él, como Dragón, era una fuerza incontrolable, voraz y codiciosa, por lo menos, así versa la leyenda, ¿hasta donde él mismo llegaría?. Ella, en cambio, como Kitsune, no era necesariamente malvada, los zorros tienden a ser más traviesos, sin escrúpulos, cuando son rojos. 

- Makoto... ¿recuerdas de qué color tenía mis colas? - le preguntó a Makoto, en un susurro monosonante que más parecía ser un pensamiento al aire dicho sin intensión. 

Caminamos hacia el castillo mientras conversamos sobre todo aquello. Me llevo la mano a la nuca mientras miro los nubarrones que se ciernen sobre nosotros, pensativo.

- No recuerdo el color - lo cierto es que el dolor al perder mi extremidad me hizo perder el sentido, haciendo que olvidara aquellos detalles.

- mmmh - ya casi estamos entrando en el castillo mientras hablamos - yo creo que si debe de ser posible llegar a desafiar lo que albergamos... aunque sin duda lo ideal es lograr la convivencia - algo que, por suerte, hasta ahora había podido lograr más que alguno de ellos.

Juntos atravesaron las puertas y se dirigieron a las habitaciones.