Partida Rol por web

Cuando despertáis en vuestras camas, tenéis una extraña sensación de agotamiento. La noche -¡Qué noche!- os ha pasado factura, qué duda cabe. Si bien es cierto que a unos más que a otros.

Escucháis la tormenta cernirse sobre los Dientes Helados. Si miráis a través de la ventana de vuestra modesta habitación, comprobáis cómo la lluvia cae furiosa sobre las casas de Tilford y cómo los pocos lugareños que pululan por el camino central que surca la aldea corren a guarecerse en sus casas, algunos resbalando de forma cómica a causa del barro. El cielo se oscurece con un manto nuboso y albergáis una razonable sensación de que la tormenta será larga. Muy larga.

Desde luego, ni los lugareños, ni Ernie, os mentían al advertiros de la hostilidad de las tormentas en las montañas. El viento sopla con fuerza, penetrando en vuestras habitaciones a través de las juntas de las ventanas, casi advirtiéndoos con sus silbidos del peligro que supone salir afuera.

No os pasa desapercibida una extraña figura encapuchada, solitaria, cubierta con una túnica de un color azul oscuro, caminar tambaleándose con la única ayuda de un bastón nudoso. El misterioso individuo parece detenerse ante la puerta desvencijada de una destartalada casucha, no demasiado lejos de la taberna. Se gira hacia el cielo, señala las nubes y parece dibujar un contorno en el aire. Luego estalla en una incomprensible carcajada que resuena maníaca, considerando el contexto. Tose violentamente. Es posible que le haya entrado agua en el gaznate en mitad de la risotada. El caminante se gira súbitamente hacia la taberna. Hacia vosotros. Casi juraríais que os busca con la mirada. Y sus ojos brillan. Brillan como... Como... (*)

Cuando cierra la puerta de la casucha para refugiarse de la lluvia, un letrero tallado en madera brilla momentáneamente en la noche por efecto de un rayo: "EL BAZAR DE MELIADOR".

Bajo vuestros pies, la planta baja de la taberna está bastante más silenciosa que ayer noche. Ignoráis qué hora puede ser, pero podría ser mediodía. A buen seguro, Ernie os aguardará con la comida lista. 

Cuando despiertas, te percatas sobresaltado de que sólo conservas tus calzones. Por algún motivo que desconoces, tus ropajes, tu armadura de cuero, tu armamento y tu equipo no está.

Por si no fuese suficiente el desconcierto, una enorme hacha y los pertrechos, crees, de Gorsha, están bastante cerca de tu cama.

¡¿Qué demonios ha ocurrido?!

Cuando despiertas, te percatas sobresaltada de que sólo conservas tu ropa interior. Porque este Narrador asume que Gorsha tenía ropa interior, claro. (*)

Por algún motivo que desconoces, tus ropajes, tu armamento y tu equipo no está. Ni rastro de él.

Por si no fuese suficiente el desconcierto, un arco largo y la ropa y pertrechos, crees, de Daron, el explorador humano, están bastante cerca de tu cama.

¡¿Qué demonios ha ocurrido?!

Kendra despierta igual que el resto, con la particularidad de que en su cama está Bellamy, que duerme como un tronco con un claro rostro de felicidad.

Parece que la noche acabó felizmente para ambos medianos, si bien la ladronzuela no recuerda prácticamente nada tras caer al suelo mientras era zarandeada por Sobek, al que a su vez Bellamy le mordía las cejas para intentar que te soltase.

Dicho todo lo cual, sientes una gran felicidad. Hace mucho tiempo que no sientes tanta felicidad, de hecho. Tilford puede resultar una experiencia muy reparadora para ti, pues aquellos calvos iracundos van a tener difícil localizarte en mitad de los Dientes Helados.

El mediano duerme plácidamente a tu lado. A diferencia del resto de tus congéneres, la complexión de Bellamy es más robusta y su cuerpo está cubierto de cicatrices. Sin duda, debe de haber llevado una vida algo más dura de lo que sugería la pasada noche.

La noche ha resultado especialmente larga para ti. Por suerte, la mestiza no hizo acto de aparición. Todo ha quedado en una leve angustia que esperas compensar con el despertar que aguarda a la semiorca y al explorador adicto al Tilford. Una pequeña recompensa.

Puede que en tus pensamientos se cruce fugazmente Dhalarinn. La mestiza era una mujer diferente a las drows. Ha parecido disfrutar más acechando, provocándote, que con la caza en sí misma. Eso te genera cierta confusión. Quizás ira. En todo caso, estos pensamientos se ven silenciados cuando piensas en tu propósito real en la superficie.

Entonces escuchas un alboroto fuera de tu habitación...

Cuando por fin quiso amanecer el día, la cabeza de la semiorca la despertó, bamboleando una serenata parecida a las canciones tribales que su pueblo tocaba en la luna de la cosecha. ¿Qué demonios había...? Ah, sí, el puñetero licor de frutas. ¡Última vez que tomaba algo tan destilado! Que no sólo embotaba la mente, sino que dejaba una resaca de caerse de espaldas.

Sintiendo la boca pastosa y el cuerpo dolorido, como si hubiera peleado contra un ejército en mitad de un desierto sin poder beber un maldito vaso de agua, Gorsha se levantó del lecho despacio, se rascó la cabeza... Y entonces se dio cuenta de que estaba vestida sólo con su fiel taparrabos. ¿Qué demonios? ¿Y su ropa? ¿Y sus armas? ¿Y su equipaje? ¿Y su biquini de batalla de cuero de mantícora 100% real no fake? Oh, dios, ¿y la espada de su familia? Mierda...

Registrar la habitación sólo le reveló que el humano aquel, el que estaba realmente borracho y terminó en una carretilla. Oooooooh, no. No, no, NO. ¿Cómo demonios habían terminado las cosas de ese hombre en su cama y ella en ropa interior? ¡Si a los humanos les faltaban músculos genitales para siquiera atreverse a cortejar a una semiorca! En momentos como ese, Gorsha deseó que la maldición que le impuso el hada fuera una vagina dentata y no hablar en verso y atraer animalitos.

Abriendo la puerta con vehemencia, la semiorca miró por el pasillo de la taberna.

 -¡¿Dónde está ese humanito?!

¡El que anoche acabó tan bebido!

Exijo una inmediata explicación.

Sobre el paradero de mi equipación.

No le importaba recorrerse la posada en topless. Lo importante era encontrar la espada de su familia. Porque como no lo hiciera caería la deshonra sobre ella, su familia y su vaca.

Durante el trance logró estar relativamente tranquilo, pero sin duda aquella mestiza le había inquietado, hasta el punto de tocarle realmente las narices. El resto del tiempo fuera del trance lo pasó estudiando el libro de las sombras, conocía la existencia de conjuros que le vendría genial para inscribirlos en el libro, como por ejemplo uno de alarma para estar avisado sobre visitas inesperadas, conocía que existía otro que creaba un domo de protección por que nadie podía atravesar. En este viaje dudaba encontrar esos hechizos salvo que se encontrara algún mago por el camino y se pudiera hacer con su preciado libro, pero era algo que tendría que esperar. De vuelta en la infraoscuridad conseguiría más de seguro.

Se asomó por la ventana, la noche estaba siendo horrorosa y dudaba que pudieran hacer mucho como había comentado Ernie. Estaba varados allí en Tilford por un día más, varado de nuevo en el lugar donde se encontraba aquella insoportable mestiza. Pero mientras pensaba pudo observar una figura encapuchada, comenzó a hacer gestos extraños y tras reirse descaradamente giró su cabeza hacia las ventanas. ¿Le había visto? No podía ser. Acabó entrando en una tienda posiblemente. Quizá debería hacerle una visita.

El silencio de la taberna es de repente roto por una voz familiar y rimbombante. Comenzó el espectáculo.

Una resaca digna de Daron lo despierta por la mañana, o ya era de tarde? No importa, el frío viento que se cuela le hace terminar de despertarse buscando arroparse -Pero qué coño?- se sobresalta al verse completamente desabrigado y sin sus pertenencias, estaba con todas las mucosas resecas por la resaca y apenas podía ver que estaba completamente desnudo solo con su ropa interior amarilla con rayas negras como de tigre -Dónde coño están mis cosas? Y que coño es ésto?- exclama levantando unos brasieres metálicos en una mano y unas babuchas reforzadas en la otra -Qué coño pasó aquí?-

Entonces los gritos de Gorsha se escuchan a través de todo el hostal y un escalofrío peor que el que le causaba la brisita que se colaba dentro de su habitación recorre todo el cuerpo de Daron haciendo que se ponga de pie de un brinco y ve todo el equipo de la semiorca en su cama y comienza a balbucear -Qué coño hicimos anoche? El tilford estaba bueno... el de pomelo estuvo muy bueno... Y ya después solo recuerdo que le estaba explicando algo sobre comida a Jorge... Hubo un temblor... Y luego parece que me salieron alas y andaba volando dentro de la taberna... JODER ESO PASÓ! Me estrellé y por eso perdí la conciencia! Ahora perdí mi equipo y mis alas...- entonces deja de balbucear y escucha las pisadas de Gorsha acercarse más, Daron se mete la mano en su ropa interior y revise que ese equipo si esté completo -Fiuf- ahora se mete la mano por atras a ver que no tenga un equipo de más por ahí metido -Fiuf, todo bien, todo bien, lo material se recupera, pero qué coño hago con esto? joder!- dice tratando de agarrar los pertrechos gigantes y taparlos con las sábanas.

Lo acomoda todo bien y más bien parece que queda una persona acostada sobre la cama -Y ahora donde me meto yo?- dice para si mismo dando brinquitos -Coño que me meo, y debería dejar de coñar tanto y esconderme... ay me meo, no oriné anoche y ya todo debe bajar- sigue dando brinquitos -prefiero aguantar mi vegija, que si Gorsha me agarra, cago... Me habré equivocado de pelirroja? Seguiré siendo virgen? Ay Dios mio, no creo en ti pero por favor que mi integridad se mantenga hasta el matrimonio- entonces deja todo acomodado en la cama y se esconde en el armario, y se queda ahí quietito en posición fetal rogando que la princesa Fiona recupere sus cosas y se vaya, -Por qué coño me busca a mi?-

Kendra se despierta en su cama y la resaca la golpea con la fuerza de un martillo. Tiene una sed abrasadora y un dolor de cabeza considerable. ¿Cómo llegó a su habitación anoche?. Entonces se da cuenta de que a su lado está tumbado Bellamy y pequeños flashes de la noche anterior se escurren perezosos por su memoria. Recuerda el sabor penetrante del Tilford de cereza y la estampida enana. Recuerda el mareo que le produjo el baile desenfrenado del dracónido y después recuerda... Kendra se ruboriza y sonríe. ¡Menuda noche! ¡Sin duda la mejor noche de su vida!

Se levanta de la cama y se acerca a la ventana. ¿No hace un día verdaderamente maravilloso? - piensa Kendra mientras observa la tormenta que se cierne sobre ellos. En ese momento percibe a alguien en la calle. Alguien que ríe como un maníaco debajo de aquella lluvia tan magnífica. Puede entender perfectamente su alegría, aunque debería tener cuidado de no ahogarse con tanta efusividad. 

Mientras se viste, se permite observar a Bellamy con adoración. Es taaaaaaaan guapo...Sabe que no está enamorada de él, aunque lo cierto es que podrían recorrer el mundo juntos y vivir aventuras fascinantes que les harían ricos y comprarse una casa en una colina y algún día tendrían unos hijos preciosos y tal vez un perro... En ese estado de divagación totalmente no amorosa se encuentra cuando escucha un golpe y unos gritos en el pasillo. Nada más abrir la puerta de su habitación ve con ojos desorbitados a una Gorsha prácticamente desnuda avanzar hecha una furia. "Menudos músculos. Pedazo de mujer. Igual es natural para los semiorcos no llevar ropa. Con ese cuerpo no me extraña" - piensa Kendra mientras con fascinación observa a Gorsha que parece que está buscando a alguien. Su expresión no augura nada bueno para el pobre desgraciado...

- Oye, Gorsha, no quiero entrometerme, pero ¿sabes que vas casi desnuda? - le dice mientras cierra la puerta tras de sí y empieza a seguirla por el pasillo dando saltitos. 

Esta escena tiene lugar ANTES de que Gorsha aparezca en el pasillo a voz en grito.

Mientras observáis al extraño hombrecillo carcajearse como un psicópata señalar el cielo, advertís que, entre las nubes, de alguna forma, algo parece... moverse. La impresión dura un parpadeo, pero es nítida para vuestros ojos. Algo, sea lo que sea, surca el cielo al abrigo de la tormenta, agitando de una forma apenas perceptible las nubes. Pero lo que os sume en una considerable inquietud es que, entre el resonar del trueno entre la copiosa lluvia, un relámpago ilumina ante vosotros una silueta oscura, alada, de considerable tamaño. 

La enorme e hipermusculada semiorca abre la puerta de su habitación con la fuerza de un huracán. La tormenta que ruge afuera sólo contribuye a enfatizar su ira, camuflada sutilmente en forma de poesía.

 -¡¿Dónde está ese humanito?!

¡El que anoche acabó tan bebido!

Exijo una inmediata explicación.

Sobre el paradero de mi equipación.

La amenaza, aun en verso, está cargada de sed de sangre. Es probable que todos los huéspedes se hayan despertado en este momento. Aun en el más que probable caso de que hayan abusado del licor de frutas autóctono.

La pequeña Kendra emerge con su testa inusualmente despeinada de su habitación y sus mejillas sonrosadas. 

Oye, Gorsha, no quiero entrometerme, pero ¿sabes que vas casi desnuda?

Desde luego, la desnudez no parece ser un problema para la semiorca, cuyo cuerpo apolíneo se yergue en completa tensión en el pasillo del Ernie's, casi como el de un depredador olfateando el rastro de su presa...

Una carretilla, aún con la manta de franela y el almohadón, situada con cuidado al otro extremo del pasillo, justo al lado de la habitación número 6, marca el camino. La semiorca y la mediana avanzan por el pasillo hasta la habitación. Los pasos de la semiorca resuenan en la madera vieja arrastrando un presagio funesto.

La puerta chirría ligeramente cuando Gorsha y su compañera Kendra entran en la habitación de Daron, el explorador.

La tenue luz que baña la habitación a través de la ventana os permite ver la figura del hombre, sin duda inerte por la cogorza, completamente cubierto por la manta.

De repente, un susurro, a vuestra espalda...

-Sin ánimo de entrometerme, si pretendes acuchillarlo mientras duerme, deberías hacer MENOS ruido-, la elfa que vísteis ayer en la taberna permanece a vuestra espalda, apoyada sobre la pared con un gesto entre divertido y somnoliento. De repente parece reparar en que Gorsha va CASI totalmente desnuda.

-¡Que Selune me asista...!-. Abre los ojos visiblemente sorprendida. -Tienes la constitución de un oso pardo, chica. Y el humor de un ogro, parece... ¿Algún insensato no cumplió anoche con su deber? Sé cómo te sientes. Quieres destriparlo. Te entiendo. De verdad. Pero si me permites un consejo...-, la elfa se acerca a Gorsha y a Kendra con pasos gráciles y pura malicia en el rostro. Al observarla de cerca, comprendéis que es una mestiza. Es demasiado alta y demasiado musculosa para ser una elfa del bosque.

-Es mejor dejarle marca... Así nunca te olvidará-, la semielfa os guiña un ojo. -Y dicho lo cual, las mujeres de cabello rojo estamos besadas por el Fuego al nacer.-, un cuchillo afiladísimo aparece en una de sus manos como por arte de magia. -Debemos apoyarnos. Yo te ayudaré a rajarlo, hermana.

Desde tu escondite, notas gotas de sudor resbalar por tu rostro y por la espalda... Incluso por aquella zona en la que la espalda pierde su bello nombre. Tus calzones de tigre empiezan a resultarte incómodos por la humedad que atesoran y tus intestinos se remueven, inquietos. Un ligero error de esfínter podría resultar fatal en este momento.

Sabes que tu escondite no es, ni mucho menos, el mejor. ¡Maldición! ¡La habitación es demasiado pequeña! Pero a través de un pequeño agujero en la puerta del armario, logras vislumbrar la ventana de la habitación. Está cerca de tu posición.

Aún no se han percatado de tu embuste. Aún...

..... Quizá debería hacerle una visita.

El silencio de la taberna es de repente roto por una voz familiar y rimbombante. Comenzó el espectáculo. (Continúa del anterior post)

La forma de abrir la puerta le indicó que Gorsha había despertado, su forma de hablar era inimitable. No se quitaba de la cabeza lo que había visto. Le parecía algo muy extraño, demasiado. Aquella cosa que volaba, ¿podría ser un dragón? Le rondaba algo en la cabeza pero aún no le venía que podía ser sin duda el hombre que entró al Bazar lo sabía. No podía hacer nada por el momento y había oído como las fuertes pisadas de Kendra avanzaban y la voz de la mediana. Era el momento de salir a ver que ocurría, si hubiera sido el primero podían haber sospechado de él. Puso la mano en el pomo cuando escuchó a la mestiza, sera ja`pu..., y su mano se volvió hacía atrás. No podía salir con ella en medio, era muy peligroso, ya que de seguro lo estaba esperando.

Se centró y volvió a poner la mano en el pomo conjurando un simple hechizo que le ayudaba a llevar a cabo sus acciones. Con mucho cuidado abrió la puerta y volviendo a echarse el mismo hechizo sobre si mismo comenzó a moverse con cuidado y volvió a conjurar la invisibilidad. Era el momento de estudiar a aquel grupo y ver de qué madera estaba echo. Salió con cuidado abriendo la puerta lo mínimo posible y la cerró con cuidado moviéndose despacio hacia las tres mujeres que se apelotonaban ante la puerta en la que había una carretilla delante. Pudo comprobar lo fornida que era la semiorca pues llevaba solo un tapa rabos y mostraba todo su musculoso cuerpo. Esperó a ver lo que hacían y continuó tras ellas cuando avanzaron escuchando bien cada palabra que decían.

La semiorca estaba buscando a Daron como un depredador furioso buscaba la presa que se le resistía. Sin embargo no fue al humano al que encontró, sino a la mediana pelirroja que había estado bailando con el otro mediano tuerto. Y lo primero que dijo fue resaltar que estaba medio en pelotas.

 -Me fascina vuestra aguda observación.

¿Vais a intentarme ayudar?

¿O sólo vais a zascandilear?

¿Mientras resaltáis mi desnuda condición?

Que realmente no tenía motivos para ser borde con la chiquilla, pero entre la resaca y la urgencia por encontrar sus cosas, pues como que ser amable no le salía.

Y entoncs lo vio: la carretilla donde aquel humano había terminado la jornada, totalmente borracho por el auténtico licor de frutas. La semiorca no pudo evitar sonreír con cara de "ya te tengo, desgraciado" y empezó a avanzar a grandes zancadas hacia la habitación delante de la cual estaba el carretillo. La mediana la estaba siguiendo, dando saltitos, aunque Gorsha no sabía si es que los medianos no sabían caminar de otra forma o es que esta en concreto era feliz de la vida. Fuera como fuese, la guerrera abrió la puerta de la habitación de una patada, no muy fuerte para no romper nada, pero patada.

No tardó mucho en localizar al interfecto, en la cama y completamente tapado por la manta. Sin embargo, antes de poder ajustarle las cuentas, una voz a su espalda empezó a darle consejos sobre cómo debía actuar si quería cargarse al humano o, como mínimo, dejarle una cicatriz de por vida para que nunca olvidara el día en el que la deshonró. Claro que, aún no tenía ni idea de si la había deshonrado o no. Aparte, dejar cicatrices o dar de cuchilladas mientras el enemigo dormía eran tácticas de cobardicas o de torturadores. Y ella no era ninguna de las dos cosas. Era una orgullosa guerrera del clan Quebrantarrocas, los cuales enfrentaban el peligro y a los enemigos de frente, no de espaldas, hacia arriba, no hacia adelante y girando siempre, girando, girando hacia la victoria.

 -Vuestro consejo es de agradecer.

Pero los míos tenemos otras maneras.

Preferimos las directas peleas.

Que el cuchillo en la espalda meter.

Así que, dicho aquello, Gorsha entró en el cuarto de Daron y le dio una patada a la figura tumbada en la cama, con la intención de tirarle del lecho para que se despertara.

 -¡Despierta de una vez, excremento!

Tienes muchas cosas que explicar.

¡Como dónde demonios ha ido a parar!

¡Todo mi valorado equipamiento!

Te advierto que no estoy para bromas.

Y como tardes mucho en contestar.

Creo sinceramente que te vas a acordar.

Del día en el que cabreaste a una semiorca.

O lo que era lo mismo: o hablaba o le empezaba a cascar puñetazos en toda la anatomía.

 -Me fascina vuestra aguda observación.

¿Vais a intentarme ayudar?

¿O sólo vais a zascandilear?

¿Mientras resaltáis mi desnuda condición?

Kendra se queda absolutamente deslumbrada por la elocuencia de la semiorca y la perspectiva de poder ayudarla en su particular misión lo que no hace más que mejorar su estado de ánimo ya de por sí un tanto exaltado. "¡Cuenta conmigo, belleza acorazada!" le espeta mientras la sigue saltando animadamente y soltando lo primero que se le ocurre en un ataque de verborrea considerable. "Tienes músculos que creo que yo no tengo. ¿Cómo te hiciste esa cicatriz? Había oído que los orcos eran verdes. ¿Alguna vez te has planteado participar en un concurso de lanzamiento de troncos? ¿Es normal ir en pelotas por la calle en tu pueblo? ¿Dónde está tu ropa? Eres guapísima".  

Una vez en la habitación se produce una aparición inesperada a su espalda que interrumpe los pensamientos en voz alta de Kendra, centrando su atención...

-Sin ánimo de entrometerme, si pretendes acuchillarlo mientras duerme, deberías hacer MENOS ruido-, la elfa que vísteis ayer en la taberna permanece a vuestra espalda, apoyada sobre la pared con un gesto entre divertido y somnoliento.

 Kendra se gira y observa a la recién llegada con mirada interesada. "Y ¿tú quién eres?" - le pregunta a la elfa admirando su belleza un tanto salvaje. 

-Es mejor dejarle marca... Así nunca te olvidará-, la semielfa os guiña un ojo. -Y dicho lo cual, las mujeres de cabello rojo estamos besadas por el Fuego al nacer.-, un cuchillo afiladísimo aparece en una de sus manos como por arte de magia. -Debemos apoyarnos. Yo te ayudaré a rajarlo, hermana.

 -Vuestro consejo es de agradecer.

Pero los míos tenemos otras maneras.

Preferimos las directas peleas.

Que el cuchillo en la espalda meter.

Kendra abre desmesuradamente los ojos observando alternativamente a la semielfa y a Gorsha. De repente le parecen dos mujeres experimentadas y llenas de sabiduría. Tal vez pudiera aprender algo de ellas. Sin saber muy bien la razón, tal vez algún tipo de sentimiento de hermandad capilar, Kendra se lleva un dedo a la barbilla y con gesto interesado comenta incluyéndose en la acción"¿Vamos a marcarlo? Creo que Gorsha podría arrancarle los brazos al tipo y pegarle con ellos sin ayuda, aunque tal vez podríamos darle el beneficio de la duda antes de llegar a algo tan drástico...A lo mejor bastaría con soltarle un par de sopapos".

Sin prestarle mayor atención, Gorsha se lanza sobre el humano y le pega una patada que a Kendra le suena a hueso roto mínimo. "Eso también valdría, sí..." asiente Kendra con gesto aprobador. Viendo que Gorsha lo tiene todo controlado se vuelve hacia la semielfa: "¿Sabes? Yo una vez conocí a un mediano que se habría merecido que lo marcara. Me habrías venido muy bien entonces...Por cierto, me encanta tu pelo" le comenta con desparpajo mientras escucha el estruendo a sus espaldas.

Kendra observa con los ojos entornados la figura alada de considerable tamaño que se insinúa en aquel cielo plagado de nubes. Los pelos de los brazos y del cogote se le erizan y un escalofrío recorre su espalda. Sin embargo, en ese momento un fuerte golpe y unas voces en el pasillo distraen su atención y cuando vuelve a mirar ya no hay nada en el cielo. La sensación de desasosiego que por un instante la había invadido desaparece ante una súbita curiosidad que hace que se asome al pasillo.

***

-Un trío de pelirrojas entrando a mi habitación y preguntando por mi... qué más se podría pedir? Ah, si. Que no quieran asesinarme...-

Pensó Daron mientras las veía desde la rendija por donde se escondía. La pelirroja grande le dio con todo al falso maniquí que Daron dejó en su ligar en la cama -Jijiji- sonríe tapando su boca para no hacer ruido pero claramente no era risa burlona por la equivocación de Gorsha, sino que era una risa más bien nerviosa por imaginarse ahí en su lecho de muerte siendo apaleado por esas enormes manos que se gastaba la semiorca. 

Daron se quedó ahí lo más inmóvil que pudo para no hacer nada de ruido, además, si se movía tendría que correr lo más que pudiese hasta un árbol lejano de aquella mujer a poder soltar todo el líquido que ingirió la noche anterior, vamos que aunque su vejíga hiciera 2 litros, al despertar siempre tenía ganas... Y si orinaba en un arbolito cerca, los 5 minutos que le tomaba vaciar tremenda vejiga serían más que suficiente para que la orca lo alcanzase.

Y las otras dos pelirrojas? vamos, la enana no le daba miedo, pero si le perturbaba el escucharla balbucear sus ideas -No le des ideas, joder! Anda a coger con el tuerto- pensaba Daron mientras desdichado lloraba de solo pensar que quizás el también había tenido una alocada noche y no la podía recordar; solo podía recordar el dulce sabor de las bebidas espirituales de Tilford. 

-Maldito Tilford de Pomelo, tengo que volver a tomarte y domarte, pero para la próxima me aseguraré que las pelirrojas que me acompañen sean todas unas elfas-humanas clerigas o doncellas, o cualquier cosa sin dagas ni puños más grandes que mi cabeza-

Daron desearía quedarse en su escondite y ver a Gorsha pelear sola contra su armadura, pero la iracunda pelirroja seguro se enfurecería más al ver que le monté una trampa, -Joder, debí haberme arrodillado mejor, y rogar clemencia, ahora si que me matará- entonces trata de saltar lo más grácilmente de su escondite y de ser necesario arrancar a correr entre las dos pelirrojas de la puerta, saltándoles por encima si es necesario a la mediana (cosa no muy difícil) y por un costado a la otra medioelfa. Y ya luego dejar solo su estela y correr, correr lo más rápido posible hasta el árbol más lejano que encuentre.

La lluvia fría de la tormenta no podrá matar a Daron tan rápidamente como una lluvia de golpes que le prometía el destino, y tenía que mear primero que nada... No quería morir sobre un charco de su propia sangre y orines... Vamos, sobre un charco de su propia sangre le parecía una idea muy atractiva en comparación.

"Y ¿tú quién eres?" - le pregunta a la elfa admirando su belleza un tanto salvaje. 

-Oh... Modales. Siempre me olvido de ellos. Dhalarinn. Dhalarinn Stormwalker.-, la mestiza hace una leve inclinación de cabeza a la mediana.

 Por cierto, me encanta tu pelo

-El sentimiento es mutuo.-. La semielfa te dedica una sonrisa sincera. 

 -Vuestro consejo es de agradecer.

Pero los míos tenemos otras maneras.

Preferimos las directas peleas.

Que el cuchillo en la espalda meter.

 -¡Despierta de una vez, excremento!

Tienes muchas cosas que explicar.

¡Como dónde demonios ha ido a parar!

¡Todo mi valorado equipamiento!

Te advierto que no estoy para bromas.

Y como tardes mucho en contestar.

Creo sinceramente que te vas a acordar.

Del día en el que cabreaste a una semiorca.

La cara de la semielfa es todo un poema. Se lleva una mano a los labios para disimular su voz y susurra a Kendra.

-¿Qué le pasa? ¿Por qué habla cantando? Usa vocablos algo... "complejos" para tener sangre orca. Quiero decir... ¿A cuántos semiorcos has oído pronunciar la palabra "excremento"?-. Dhalarinn se encoge de hombros.