Partida Rol por web

Abres los ojos pero todo sigue oscuro. ¿Cuánto tiempo has estado inconsciente? Intentas recapitular los últimos sucesos: estabas de viaje a una entrevista de trabajo y te sorprendió la noche en una zona agreste. Mientras mirabas el GPS para saber cuan lejos estabas de la población más próxima algo irrumpió en la carretera.  Diste un volantazo y te saliste hacia la cuneta para chocar con un árbol. Lo último que recuerdas es como las ramas destrozaban el parabrisas.

¿Dónde estás? Intentas calmarte. Aparentemente no has sufrido ningún daño grave pero ¿quién te ha sacado del coche? ¿por qué te han dejado en el suelo de un sitio a oscuras? Tus manos tantean el entorno. Un suelo de madera, telarañas... no es el sitio donde una persona herida esperaría despertar. Huele a cerrado, a humedad. Huele a miedo.

La sensación de pánico vuelve a abrumarte. Respiras hondo. Tienes que intentar tomar el control de la situación. 

Me levanto y busco una pared.

Te incorporas y, avanzando a oscuras, intentas dar con alguna de las paredes. Tropiezas con algo y estás a punto de caerte. ¿Una caja? Tanteas con las manos y sientes un dolor intenso: te has pinchado con algo afilado. ¿Un serrucho? Con cautela rodeas el obstáculo y alcanzas una de las paredes. Es de mampostería irregular, está fría y húmeda al tacto.

Sigo la pared a tientas buscando un interruptor o una puerta.

Vas recorriendo la estancia siempre tocando la pared. Pronto llegas a una esquina y continúas tu periplo hasta pararte en una zona donde no hay pared. Tu mano desciende un poco para tocar unos escalones de madera que parecen ascender. La pared sigue al otro lado del estrecho espacio que ocupan los escalones. ¿Estás en sótano?

Subo sigilosamente las escaleras.

Sumido en la oscuridad subes las escaleras con cuidado. Notas como la madera se comba bajo tu peso, parece que ha visto tiempos mejores. Te mueves lo más lentamente que puedes para evitar que cruja contando dieciséis escalones. Cuando llegas al último tus manos se apoyan en una puerta de madera. No hay luz alguna bajo el resquicio, ni tampoco ninguna corriente de aire. Tanteas hasta encontrar la manija de una puerta.

Abro la puerta y escucho.

Echas la mano a la manija y la giras con determinación. Por desgracia está cerrada. 

Trato de abrir a empujones.

Tienes escaso espacio para poder echarte hacia atrás y tras un par de golpes con el hombro compruebas que la puerta de madera es más resistente de lo que parece. No se abre.

Bajo de nuevo en busca de un interruptor.

Desciendes nuevamente las escaleras.

Al llegar a la zona inferior vas rodeando la estancia tanteando en la pared en busca de un interruptor pero tras circunvalar todo el espacio estás de nuevo en el punto de partida sin haber encontrado interruptor alguno. 

A la desesperada me pongo a manotear el aire moviéndome por la estancia en busca de una lámpara colgando del techo.

Manoteas desesperado en busca de una lámpara. No encuentras nada colgado pero vuelves a tropezar con la caja de herramientas y caes al suelo. Se oye un estruendo cuando varias cosas caen al suelo a tu alrededor. Tanteas con la mano y reconoces un martillo, un serrucho y unas tijeras de podar, pero nada que pueda servir para iluminar la sala. 

Cojo el martillo y subo las escaleras para golpear el pomo de la puerta.

Recoges el martillo del suelo y deshaces tu camino en la oscuridad, subiendo por las escaleras, hasta la puerta.

Golpeas la manija con fuerza haciéndola saltar en pedazos pero provocando también un montón de ruido. Sea como sea has logrado abrir la puerta, así que la empujas para salir de donde te han encerrado.

Te encuentras en una vieja cocina de madera que se mantiene en semioscuridad iluminada únicamente por la luz de la luna que entra a través de varias ventanas. Al fondo puedes ver un antiguo horno de hierro, de esos que se alimentan con leña. El lugar parece sacado de una foto antigua en blanco y negro, de la época victoriana. Una vieja cocina de un caserío de madera. El polvo flota por el aire creando un ambiente de irrealidad a través la penumbra dominante.

Busco una puerta que me sirva de salida de la cocina.

Hay una puerta en la pared que se encuentra a tu derecha que parece conducir al exterior de la casa. Otra puerta, justo al lado de la que te ha servido de salida a ti, en la misma pared, está entreabierta y parece conducir a un pequeño corredor de madera.

Con cautela entro al corredor en busca de un teléfono para llamar a emergencias.