Partida Rol por web

- Yo soy Erika, y yo acabo de llegar hace nada.. - dije mientras levantaba un pie del suelo y apoyaba el talón del pie en el mismo asiento en el que estaba sentada.

Como cada vez que tebía que esperar y no sabía cuanto tiempo, metí la mano en uno de mis bolsillos y saqué un cigarro y me lo puse en la boca. Tras encendérmelo tranquilamente y dejar escapar el humo de la primera calada les enseñé el paquete haciendo un gesto con la mano, ofreciéndoles un cigarro.

- Entonces espero que no nos tengan mucho tiempo a la espera... - Murmuro al oir el comentario de la chica y suspirando despues. Cuando acerca la cajetilla niego con la cabeza - No gracias, aunque si ahora sacas una petaca con algo que tenga una graduacion superios a 20 de otro bolsillo te hare mi nueva mejor amiga. - Comento con una ironica sonrisa levantandome un segundo apra mirar por aquella ventana.

Me encogí de hombros y negué con la cabeza.

- Lo siento, pero no llevo alcohol encima.. sólo tabaco. - Y en realidad después de todo lo que había pasado en la última de mis borracheras no es que tuviera demasiadas ganas de que se volviera a repetir, aunque ahora ya no tenía que preocuparme por nada, pues ya estaba encerrada.. Como mucho me darían un par de azotes y me dirían que me he portado mal.

Por mi bien, esperaba que en aquel lugar la gente no fuera demasiado borde, ya que sino me ganaría todos los castigos habidos o por haber y bueno, también sería de agradecer que no tuviéramos que aguantar al jodido listo de turno, ya que cuando mi paciencia se acababa solía pasar a liarme a patadas.

Rechazo el cigarrillo con un gesto negativo de la cabeza...Yo llevo un poco más... No sé, aquí el tiempo pasa lento. Digo en respuesta a la pregunta de la rubia. Ahora que estais aquí supongo que será más amena la espera. Le guiño un ojo a Xiana, a modo de buen rollo.

Me estiro un poco, desentumeciendo mis músculos acartonados. El viaje ha sido largo y nada más llegar me han metido aquí. Supongo que quieren estresarnos o algo por el estilo.

Me levanto del asiento y empiezo a caminar por la sala. Eso reactivará mi circulación. Vaya putada que aquí no nos sirvan alcohol, ¿verdad? Pregunto a la rubia...

- Que no lo sirban no quiere decir que no lo haya... te aseguro que los empleados necesitaran mas d euna copa y si son polis donnuts tendremos asegurado... - Comento sin dejar de mirar por la ventana, buscando un posible escape de aquel lugar, pues no habia ciudades cercanas pero si algo que me gustaria visitar - Esto por dentro es deprimente pero el exterior es una pasada... quiero ir al lago que vi de camino... - Lo dije sin mas como un comentario en voz alta, aquello me recordaba a cuando era pequeña y vivia en Galicia con mi padre, aunque el verde no era igual, se acercaba bastante a lo unico que conoci como un hogar.

¿Ese lago? Bahh... Está bien, sí... Pero si fueras a Escocia sí que disfrutarías. Estuve hará dos años, y la verdad, eso sí que fue una pasada tía. Me acerco a Xiana y miro hacia el exterior junto a ella.

Apoyo el brazo en la ventana y mi cabeza descansa sobre él. Mi mirada por un momento ha perdido la chulería y se vuelve soñadora. Esos recuerdos de Escocia... Hace ya tanto tiempo de eso.

Miro al chico arqueando un ceja ¿Ha sonado a niño rico o me lo ha parecido a mi? Sigo mirando por la vetana hasta que se acerca poniendose a mi lado y lo miro de reojo, sabiendo el tiempo que pasare aqui me conformo con ese lago - Contesto simplemente a su explicacion de los lagos escoceses.

Finalmente el coche se detuvo ante la puerta. Hicieron salir a Kayla, que sobrecogida observaba el gran edificio que tenía delante. El frío se había levantado, y más por esta zona de los Pirineos. Hacía lo que comunmente llamamos rasca... A la vista no se veía a nadie, todo estaba silencioso...

Una mujer bastante fea, con una cara que parecía haberse comido unos cuantos limones, salió para recibir a la joven. Iba con uniforme, dejando claro que era una vigilante de aquél lugar.

Después de cruzar unas palabras con ella, los agentes de policía sacaron la bolsa del maletero del coche y se fueron. Dejando a la joven Kayla a solas con aquella mujer, que la miraba con cara de pocos amigos...

- Bien, acompáñame... - Fueron sus únicas palabras. Detrás de Kayla sonó como la gran verja se cerraba. Ya había llegado a Black Tears.

Caminaron por unos cuantos pasillos. Así como por fuera el edificio imponia, se veía hermoso... Por dentro era todo lo contrario... Las paredes las habían pintado de un gris feísimo, deprimente. Las puertas eran más oscuras...

La mujer se detuvo ante una de ellas. Delante había un guardia bastante apuesto. Iba vestido con un uniforme parecido al de la mujer...

- Qué Eva, ¿alguien más? - Preguntó el guardia ante la llegada de ambas... La mujer lo miró friamente, con hastío... - Sí, ésta es Kayla Montfort - Presentó a la joven poniendo los ojos en blanco.

- Hola Kayla, yo soy Roberto... Ahora entrarás en esta sala y esperareis a que vayan llegando los demás. - Se presentó el hombre abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

La sala en la que entró Kayla, era parecida a una sala de actos. Unas sillas de plástico se encontraban alineadas en el centro. En una de las paredes había un gran espejo. En la otra, una ventana con barrotes, no era muy grande, pero se encontraba abierta y dejaba entrar una temperatura un tanto fría. Y al fondo de la sala había una tarima de madera.

Sentada en una de las sillas se encontraba una joven de cabellos oscuros. Entre sus piernas tenía apoyada lo que parecía la funda de una guitarra.

Y de pie, junto a la ventana, se hallaban un chico y una chica.

La puerta se abrió nuevamente, y entró una chica nueva...

Los tres educadores se miran, la reconocen como Kayla Montfort... La pirómana...

En absoluto silencio, Kayla sigue a la mujer agria, hasta llegar dentro...

Allí, había otro guardia, al menos era de buen ver, y Kayla gastó algunos de sus segundos fijándose en él. Pero, por supuesto, en su expresión nada se reflejó, ni siquiera le contestó al saludo, aunque, le hizo entender que había captado la "idea".

Así pues, arrastrando sus bártulos entro en la sala. Caminaba despacio, pero con elegancia, apenas se fijó en los demás y se sentó directamente en una de las sillas más apartadas, contra la pared.
Una vez sentada, apoyó su cabeza en el frío hormigón, colocó sus pies en la misma silla, y descansó las manos en sus propias rodillas.

Su expresión indiferente parecía más propia de algún objeto inerte, que de una chica de su edad. Pero eso, allí, seguramente no fuera para nada algo poco común, más bien todo lo contrario, algo así como "el pan de cada día".

Seguro que muchos de los chicos de allí no expresaban nada, o si lo hacían, expresarían sentimientos frustrados, llenos de rabia y odio.
Al pensar en ello, Kay involuntariamente emitió una leve sonrisa de lado.

"Interesante... "

Al ir a coger la silla, las cuales están todas alineadas en el centro... Kayla se dio cuenta de que no pudo moverla, ya que se encontraban atornilladas al suelo.

Tras comprobar que la silla estaba pegada al suelo, Kay desistió de sentarse en ella, y se dirigió simplemente al sitio más alejado para sentarse en el suelo si hacía falta...

"Estúpidos sitios reformatorios..."

-Sólo faltaría que se creyesen que vamos a robar la silla o algo así...-Murmura más bien poco consciente de estar hablando en voz alta...

Apoyada en la pared, se dejó caer hasta el suelo, donde se acomodó con sus trastos al lado.

- Vendrán enseguida - Respondieron los agentes...

El frío se había levantado, y más por esta zona de los Pirineos. Hacía lo que comunmente llamamos rasca... A la vista no se veía a nadie, todo estaba silencioso...

Una mujer bastante fea, con una cara que parecía haberse comido unos cuantos limones, salió para recibir al joven. Iba con uniforme, dejando claro que era una vigilante de aquél lugar.

Después de cruzar unas palabras con ella, los agentes de policía sacaron la bolsa del maletero del coche y se fueron. Dejando al joven Alex a solas con aquella mujer, que le miraba con cara de pocos amigos...

- Bien, acompáñame... - Fueron sus únicas palabras. Detrás de Alex sonó como la gran verja se cerraba. Ya había llegado a Black Tears.

Caminaron por unos cuantos pasillos. Así como por fuera el edificio imponia, se veía hermoso... Por dentro era todo lo contrario... Las paredes las habían pintado de un gris feísimo, deprimente. Las puertas eran más oscuras...

La mujer se detuvo ante una de ellas. Delante había un guardia que iba vestido con un uniforme parecido al de la mujer...

- Qué Eva, ¿alguien más? - Preguntó el guardia ante la llegada de ambos... La mujer lo miró friamente, con hastío... - Sí, éste es Alex Escobar - Presentó al joven poniendo los ojos en blanco.

- Hola Alex, yo soy Roberto... Ahora entrarás en esta sala y esperareis a que vayan llegando los demás. - Se presentó el hombre abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

La sala en la que entró Alex, era parecida a una sala de actos. Unas sillas de plástico se encontraban alineadas en el centro. En una de las paredes había un gran espejo. En la otra, una ventana con barrotes, no era muy grande, pero se encontraba abierta y dejaba entrar una temperatura un tanto fría. Y al fondo de la sala había una tarima de madera.

Sentada en una de las sillas se encontraba una joven de cabellos oscuros. Entre sus piernas tenía apoyada lo que parecía la funda de una guitarra.

En diferentes sillas, se hallaban otros dos jóvenes...

Y sentada en el suelo, junto a la pared, se encontraba otra chica...

El rato había ido pasando, lento pero firme. Los jóvenes continuaban en la sala, casi no habían hablado entre ellos... ¿Qué hacían allí? ¿Por qué los mantenían encerrados en esa sala?

Xiana e Ivan al rato se apartaron de la ventana, sentándose donde más rabia les dio... Nuevamente se abrió la puerta, entrado otro joven.

El frío se había levantado, y más por esta zona de los Pirineos. Hacía lo que comunmente llamamos rasca... A la vista no se veía a nadie, todo estaba silencioso...

Una mujer bastante fea, con una cara que parecía haberse comido unos cuantos limones, salió para recibir al joven. Iba con uniforme, dejando claro que era una vigilante de aquél lugar.

Después de cruzar unas palabras con ella, los agentes de policía sacaron la bolsa del maletero del coche y se fueron. Dejando al joven Leo a solas con aquella mujer, que le miraba con cara de pocos amigos...

- Bien, acompáñame... - Fueron sus únicas palabras. Detrás de Leo sonó como la gran verja se cerraba. Ya había llegado a Black Tears.

Caminaron por unos cuantos pasillos. Así como por fuera el edificio imponia, se veía hermoso... Por dentro era todo lo contrario... Las paredes las habían pintado de un gris feísimo, deprimente. Las puertas eran más oscuras...

La mujer se detuvo ante una de ellas. Delante había un guardia que iba vestido con un uniforme parecido al de la mujer...

- Qué Eva, ¿alguien más? - Preguntó el guardia ante la llegada de ambos... La mujer lo miró friamente, con hastío... - Sí, éste es Leo Vazquez - Presentó al joven poniendo los ojos en blanco.

- Hola Leo, yo soy Roberto... Ahora entrarás en esta sala y esperareis a que vayan llegando los demás. - Se presentó el hombre abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

La sala en la que entró Leo, era parecida a una sala de actos. Unas sillas de plástico se encontraban alineadas en el centro. En una de las paredes había un gran espejo. En la otra, una ventana con barrotes, no era muy grande, pero se encontraba abierta y dejaba entrar una temperatura un tanto fría. Y al fondo de la sala había una tarima de madera.

Sentada en una de las sillas se encontraba una joven de cabellos oscuros. Entre sus piernas tenía apoyada lo que parecía la funda de una guitarra.

En diferentes sillas, se hallaban otros dos jóvenes...

Sentada en el suelo, junto a la pared, se encontraba otra chica...

Y de pie, todavía con la bolsa en la mano, había otro joven...

Casi al momento, la puerta volvió a abrirse, entrando otro joven en la sala...

Volví a levantar de nuevo la cabeza, esta vez, para observar como entraba una chica morena, que parecía no estar de demasiado buen humor, sobretodo por lo que murmuró de robarse las sillas, aunque una sonrisa irónica se dibujó en mis labios, compartiendo aquel pensamiento.

- En el fondo seguro que a alguno de los guardias ya le habían estampado una silla en la cabeza y eso era algo así como seguridad..

No tardó en volver a abrirse la puerta y enarqué una ceja al ver que aparecía un guapo joven.

Comenzaba a creer que quitando al Don Juan que no paraba de repetir " Hola soy Iván " y de mirar a las mujeres como si fueran caramelos, aunque estaba segura de que de mí ya pasaría olímpicamente, ya que por suerte era única espantando gente, sólo iban a entrar por aquella puerta más mujeres, pero estaba claro que me equivocaba. Casi no había dado tiempo a que se cerrara la puerta cuando otro segundo y atractivo joven accedió también al mismo lugar.

- Como siga entrabdo gente al final vamos a parecer un maldito equipo de fútbol.. - Murmuré mientras tiraba la colilla del cigarro al suelo, sin molestarme en levantarme a apagarla y luego volvía a bajar mi pierna del asiento, dejando escapar el humo suavemente de mi boca.

Como si me diera miedo que se rompiera, que así era, coloqué de nuevo bien la funda de mi guitarra para evitar que se cayera.

Veo que entran uno tras d eotro, una chica bastante gusapa y dos chicos con un punto interesante - Joder mas que un reformatorio parecemos el castin de un anuncio... - A cada cual mas variopinto y cada vez mas en la sala, Solo esperaba que terminara de entrar gente para que finalmente no dijeran como iban a ser nuestras pateticas vidas alli...

Como si de una colleja se tratara, su cuerpo se encoge al sentir la puerta metalica cerrarse tras de si.

- He llegado, mi libertad se acaba ahora....

Leo continua por los pasillos, siguiendo a la fea mujer. Aun con el cigarrillo en sus labios. Y lo llevan a una sala, donde habia mas jovenes.

Futuros "amigos"

Vestido con una chupa negra de cuero y una camiseta del mismo color, vaqueros gastados y botas de hebillas, Leo entra en la sala, fumando su cigarrillo sin importarle lo que sus "captores" pensasen. Su petate a la espalda cogido con su mano derecha era todo cuanto poseia.

Ironico, mi vida en una mierda de maleta

La cara seria del joven obserba con sus ojos verdes a los presentes. Se adentra haciendo un movimiento de cabeza al joven que aun estaba de pie juto a la puerta, parece que habian llegado al mismo tiempo. Y en silencio, se apoya en una de las esquinas, lo mas separado de todos. No le gustaba la compañia, y estaba dandolo a ver.