Partida Rol por web

Al ver una línea recta entre uno de los enemigos y yo, recargo a toda prisa mi ballesta y disparo un virote contra él.

Sirenia falló su ataque justo antes de que los Varags siguieran a su lider fuera de la sala, hacia el norte. De pronto, los aventureros se habían quedado solos allí. ¿Por qué? ¿Eran acaso unos cobardes? ¿Irian a avisar a alguien? Parecían moverse rápidos.

¡¡Me cago en las barrrrrbas de un gigante...!! ¡que se escapan a pedirrrr ayuda rrrrrubita!!! ¡¡espabila!! ¡¡Gerrrrrraald suelta al perrrrro!!

Thognar sale corriendo todo lo rápido que le permiten sus pequeñas piernas con armadura, siguiendo a los Varags teniendo cuidado eso sí de pisar por donde ellos lo habian hecho para librarse de desagradables trampas.

Anur corre detras del enano, sin tanto grito ni alharaca, pero claramente preocupado del hecho... las criaturas tontas no se retiran tan rapido.

-No tan aprisa, bien puede que quieran conducirnos a su propia trampa  o donde tengan refuerzos. Tranquilizate, Thognar! +indica

El gnomo siguió dejando que sus compañeros entraran en la habitación. Se habían demorado tanto que no había tenido la oportunidad de entrar tras ellos y disparar la saeta que acababa de preparar. 

No sabiendo pues lo que había de ocurrir aguardó a que los pesos pesados del grupo tomasen la iniciativa.

El hechicero sonrió ante el comportamiento del enano, pero aguantó en su posición mientras el resto entraban en la sala.

No tenía ninguna prisa por entrar en combate... Además, parecía un sitio estrecho y era mejor que pasasen antes los tipos "grandes" a intentar pensar con la fuerza de sus armas...

- Sinceramente, me parece una trampa. Claramente nos estaban esperando... pero... ¿y si han ido a avisar a su jefe? En ese caso, Thognar tiene razón.

Aaron se movió detrás del enano. Leera continuó cantando mientras se movía al final del todo.

-Lo mismo creo yo.-Digo manteniendo mi posicion en uno de los sarcófagos.-Y me preocupa algo más esto. Hay tres cajas vacias, con lo que lo que hubiese dentro... me entendéis, ¿no? Podríamos esperarles aqui y hacerles frente en un territorio menos desfavorable. ¿No os parece?

 La cosa había cambiado. Su plan había quedado desvirtuado, ya no merecía la pena quedarse allí entre los los muros, no después de que quedara reflejado la postura de sus adversarios en reagruparse más atrás.

 - Propongo hacernos fuerte en esta sala.

 Dando un vistazo a la misma, fijándose en los pellejos y paja que debían servir como lechos para algunas de las criaturas, luego centra su antención en el abismo que tiene a un lado.

 - Pasad la sima, lancemos las pajas y lechos en ella, para que no le prendan fuego después.- Dice mientras él se acerca a la esquina que da a las escaleras para montar guardia, con Guardián a su vera.- Os cubro, entrad.

El grupo pasó un rato en la habitación. Gerald descubrió, que entre la paja, había ciertos pinchos que impedian que se pudiera sujetar con facilidad. No podía arrojar la paja por el agujero sin arriesgarse a pincharse las manos, lo cual parecía ciertamente desagradable, dado el filo de los objetos.

Por otro lado, no parecía que los monstruos fueran a volver. Si seguian esperando, su jefe quizás podria estar avisado del número de integrantes del grupo, de su aspecto y de su situación antes de que ellos pudieran hacer nada.

 Al ver los pinchos ocultos entre la paja el sacerdote no pudo evitar su sorpresa. ¿Qué hacían esos chismes en un lugar en el que acostarse? Por que estas pajas debína servir para eso...¿no?

 En cualquier caso intentó apartar la paja hacia la sima, usando su escudo como se de una pala se tratara, arrastrando el borde a nivel del suelo para precipitar la paja por el agujero. Testarudamente.

 Mientras está faenando comenta.

 - Parece que la cosa ha quedado en tablas. No creo que tengan prisa en venir, no si han hecho de este lugar su hogar y han puesto lugares mejores para defenderse. Por desgracia nosotros tenemos necesidad de seguir para intentar dar con una salida. Cuanto más tiempo aguardemos aquí, peor.- Tras lanzar un montón de escombros levanta el rostro mirando el techo oscuro de la sala.- Y no sé vosotros, pero yo empiezo estar cansado de estar tantotiempo bajo tierra y sin ver el sol y respirar aire fresco.

-Thognar es el unico que pudiera sentirse comodo aqui por mucho tiempo, ciertamente...+comenta, desde la jamba de la puerta donde vigila...+ ... El problema es avanzar de una forma minimamente segura, para no caer en su emboscada. Alguien tiene que adelantarse a explorar, e informarnos que clase de terreno tenemos delante. 

- ¿Y qué pensais hacer? - miró su armadura - No creo ser el indicado para hacer este trabajo. - Aaron miró a Sirenia, también a Leera - ¿Vais a mandar a una de las chicas? ¿Estais de acuerdo con eso, todos? - dijo preguntando también a la pícaro y la bardo.

-Por mi no hay problema.-Digo esbozando una sonrisa.-Puedo ir y volver con cierta rapidez y facilidad. Aunque, eso si, preferiría ir sola para que hubiera menos probabilidades de... bueno, ya sabéis, de que se me oiga.

Continuabais hablando, pero el que no parecía querer hablar era el enano, quien agarrándo el hacha con más fuerza continuó andando fuera de la habitación y girando la esquina tras los Varags.

El aire estaba mucho más cargado de humedad y neblina de una cascada que suena cercana, pero eres capaz de ver una resbaladiza escalera que baja hacia una cornisa justo a tus pies. Una camara cavernosa se abre al noreste, pero no se aprecia demasiado pues el suelo se pierde en la oscuridad. Parece que alguien habría colocado una cuerda en la escalera para facilitar el descenso. Aunque los Varags, apostados unos detrás de otro a lo largo de la estrechísima cornisa, parecen esperarte dispuestos a hacerte frente en tan angosto escenario.

Malickud había esperado tranquilamente a que decidieran qué hacer. La propuesta de avanzar de forma sigilosa encontró rápida respuesta por parte de Sirenia, y su preferencia por ir sola hizo que ni se molestase en replicar. 

Fue entonces cuando el enano, impaciente al parecer por la espera o por la cháchara, comenzó su avance. Bueno no iba a ser él el que le detuviera y ni siquiera tenía la intención de seguirle.

Parecía que la dura cabeza del enano era resistente a aprender de sus propios errores.

Thognar continua su avance tras los varag hasta llegar a aquella caverna. Observa ceñudo el angosto corredor y por el sonido de la cascada abajo debía haber un pequeño lago. No le gustaba el agua, así que se esforzaría por no caer.

Con el escudo en alza y el hacha bien agarrada se acercó hacia los varag que le miraban desafiantes. Si podía luchar de uno en uno con ellos no estaría en desventaja.

Jojojo!! ¡¡Venid aquí marrrrricones!! ¡¡rrratas cobarrrrdes !! ¿a donde crrrreiais que ibais??

Cuando estuvo lo suficientemente cerca y con cuidado de vigilar donde pisan sus pies da un primer hachazo contra el varag.