Partida Rol por web

https://youtu.be/R-4OaG3KmRA

Los guardias consiguen irrumpir en la celda de forma sorpresiva. Ese matón apenas tiene tiempo de reaccionar. Alza su garrote cuando recibe el impacto de flecha que le raja la mejilla.

Robin aprovecha ese momento con la guardia baja para atacarle en las patas reprimiendo su furia para no matarlo. Aún y así la pesada alabarda le hace un profundo tajo que le hace caer de inmediato al suelo. Un grito de dolor retumba en la celda. Esa herida probablemente le dejé sin poder volver a andar.

Una vez su grueso cuerpo cae sin remedio sobre el frío suelo de piedra, es Dain quien con la espada apuntado a su garganta, le impide mover un sólo músculo.

En el suelo, Sadie se arrastra como puede para llegar donde se encuentra Isaac. Este no parece ser otro de sus custodios, sino más bien otro preso al igual que ella.

Quentin guarda el arco e intenta ayudar a ambos a incorporarse. Salir de aquí antes de que llegen los demás matones es crucial.

- No vais a salir vivos de aquí... consigue decir el tipo con una espada apuntado a su peludo gaznate. - Jerome no es un ratón compasivo, si os atrapa os destripará a todos, empezando por ella. - dice mirando a Sadie de reojo, pues Dain no le da márgen ni a girar la cabeza...

Con la respiración agitada y la tensión que crispa el húmedo ambiente, tenéis que tomar una decisión.

Marcharos rápidamente dejando a Isaac o entre dos de vosotros llevarlo a cuestas, sabiendo que puede retrasar e incluso truncar vuestro plan de huída.

Sadie se sujeta del hombro del ratón que ha llegado a ayudarla. Evidentemente, son amigos... Bonnie debió dar la alarma y por ello miembros de la guardia han venido a rescatarla de Jerome... Ahora se encuentran en una encrucijada, lo sabe... Llevar a Isaac supone un retraso... Pero aún así... 

- Por favor... - dice Sadie jadeando, aún sin poderse recuperar de la paliza - Por favor, llévaroslo. El... en gran parte está en este lío por mi culpa, de hecho lo hirieron por intentar ayudarme... Llevároslo a el, y yo me quedaré aquí, si hace falta... Solo dejadme un arma para acabar conmigo antes que ese malnacido de Jerome.  - Agrega la ratona. Y lo dice en serio. No está dispuesta a dejar a Isaac atrás, no después de los riesgos que tomó con ella, y por ella. 

- ¡ja! - exclamaba Robín viendo que aquel ratón no era uno de los malhechores - ¿acaso no sabes que la guardia nunca deja a nadie atrás? - era un poco chistoso que aquello se lo dijera un zarpatierna, pero eso le habían enseñado. Dejar a un compañero atrás era solo aceptable en caso de a que el ratón abandonado estuviera muerto, y ya había mostrado en su corta carrera que incluso así no estaba dispuesto a dejarlo sin más, ahora llevaba el arma de dicho ratón, y una historia sobre él que contar, dejada una tumba a un lado del camino, y una señal que delatara su clara ubicación.

Puede que en un futuro tuviera un granero repleto de armas y una historia que contar junto a cada una de ellas, aunque lucharía para que esa colección de armas no creciera en demasía.

Pasó la vara de su alabarda a través de las mangas del hombre comprobando de manera previa que la ropa fuera lo suficiente fuerte para soportar el peso del tipo a transportar - esto nos permitirá no retrasarnos tanto, solo necesitaremos que alguien vaya detrás por si necesito retirar bruscamente mi alabarda, para frenar su caída.

Maña, cabezonería y honor, era lo que había sacado por el momento de sus compañeros, luchar por lo que se creía justo lo que le habían confirmado que debía hacer, y ser fiel a sus ideales lo que se había llevado de casa. Tal y como le decían a veces era demasiado blando, pero la frialdad a veces del líder de escuadrón también la necesitaba acomodar en su sesera.

- Jeromé, no es un ratón compasivo, ¿sabes lo que hará contigo cuando se entere de que bajaste la guardia hasta el punto de dejar escapar a su presa? - miró a Dain, no acababa de entender como funcionaba eso de la frialdad, pero no podían cargar con aquel malvado ratón también. Si bien el joven muchacho hubiera preferido llevárselo y que lo ajusticiaran debidamente, sabiendo que no podrían ir todos, quiso hacer sufrir a aquel grandote.

Sinceramente esperaba equivocarse, y que ese tal Jeromé se compadeciera de su compañero y le ayudara, pero por algún motivo, ese "no es un ratón compasivo" le sonó a "es un ratón cruel". Sin duda el mundo no era así en época de guerra, por lo que siempre le habían explicado, todos los ratones se ayudaban, dejando a un lado el color de su pelaje o el vivo rojo de sus ojos... ¿Que debían estar haciendo mal?

Con delicadeza, Quentin ayudó a la joven ratona a incorporarse, y luego hizo lo propio con su acompañante.

—¿Eres Sadie, no? Bonnie nos habló de ti y nos dijo dónde buscarte. Creo que hemos llegado justo a tiempo —vio cómo Robin intentaba usar su alabarda para colgar a Isaac como si fuera un peso muerto crucificado y negó, bajando el asta de su arma suavemente— Está malherido, Robin. Llevarlo a cuestas como si fuera un fardo agravará su estado.

Sus compañeros usaban armas cuerpo a cuerpo, y en aquellos túneles su arco no era la mejor herramienta, así que él se encargaría de llevar a Isaac consigo. Hizo que se apoyara en su hombro mientras el zarpatierna se dirigía a aquel matón.

—Una salamandra nos ha guiado hasta aquí, pero el camino no tiene pérdida. Dain, ¿qué hacemos con este rufián?

Dain aún le apunta al cuello con su espada. No duda de que en el momento en el que el rufián tenga un mínimo resquicio de libertad llamará a gritos por sus compañeros, o quizás salga corriendo en busca de ellos. 

Llevar a los heridos hará que vayan retrasados, y mucho más aún si tienen que pararse a luchar. Isaac está en pésimo estado, pero es mejor arriesgarse a llevarlo que dejarlo a merced de una muerte casi segura si no lo sacan de ahí en breve tiempo.

Todo eso pasó por la cabeza del ratón a la velocidad de un rayo, y otra opción se le ocurrió.

-O lo dejamos inmovilizado y amordazado aquí mismo, o se viene con nosotros a pesar del riesgo. Y no veo con qué amordazarlo... Dará la voz de alarma en cuanto le demos la espalda. ¡Mejor que sea lo más tarde posible! A pesar de lo sagrado de mi capa, con gusto sacrificaré un trozo para que éste mantenga su boca cerrada. Atadlo a él a la pared, ahora.

Dirigiéndose al bandido, le espetó:

-Nos vamos a ir te guste o no. Tú sabrás cómo quieres enfrentarte a Jerome, si como un valiente o como un traidor. Sadie... ¿tienes algo pendiente con este tipo? En cuanto tengamos a Isaac acomodado nos iremos. Y si lo dejas sin sentido nos ahorramos la mordaza. ¡Tú misma!

Maltratadores y torturadores... algo que Dain no soportaba.

Salís de aquella sala dejando a ese carcelero, a ese torturador, fuera de combate y os marcháis a prisa. No hay tiempo que perder, pues ya hace un minuto que se ha dado la voz de alarma. Al salir de la celda oís como un grupo de centinelas se acerca. Sabéis que lo primero que harán será entrar a inspeccionar la celda, pero en cuanto vean que Sadie e Isaac ya no están y que en cambio hay uno de los suyos, encadenado, no tardarán en ir tras vuestra pista.

Vuestros perseguidores os pisan los talones, comenzáis a correr por el pasillo iluminado por la antorcha. Vuestras sombras se alargan sobre el suelo de fría y húmeda piedra. No sabéis cuanto margen habéis podido conseguir, pero está claro que ayudar a Sadie, que apenas puede corre y llevar a Isaac a cuestas puede ser una decisión fatal.

Rápidamente os zambullís en el canal que aún siendo poco profundo, tiene la suficiente corriente como para perjudicar vuestro avance. El túnel que lleva al cubil de la salamandra todavía queda lejos, no sabéis si conseguiréis llegar a tiempo...

¡Qué angustia! El ratón apenas escuchaba algo más que los desbocados sonidos de su corazón. No dudaba en haber traído a Sadie y a su acompañante con ellos, pues es su deber y su misión ahora, pero no estaban en las mejores condiciones para una huída como aquella, y Dain tenía perjudicarles.

-Chicos... si no... -jadeba del esfuerzo mientras avanzaba-.. si no conseguimos llegar a tiempo.... Tendremos que defendernos. ¡Mejor... mejor que nos enfrentemos preparados... a que... a que nos pillen.. desprevenidos por la espalda!

Toda ventaja que consiguiesen sacar era buena, pero aún quedaba mucho trecho. Si los interceptaban corriendo, el estar cargando a Isaak sería un estorbo para Quentin, que no podría armarse a tiempo, y también Sadíe tendría que guarecerse pues carecía de arma alguna.

Si los esperaban donde pudiesen defenderse bien, su ataque sería el doble de efectivo. Eso, si no conseguían salir a tiempo.

Quentin estaba agotado. No sólo llevaban todo el día recorriendo los caminos, habiendo tenido que lidiar con el problema de la riada, el desprendimiento y, por supuesto, el enfrentamiento con aquel par de lechuzas, sino que luego habían cenado y bebido copiosamente, y ahora su cuerpo le pedía a gritos tumbarse en una cómoda cama y dormir a pierna suelta. Y sin embargo ahí estaba, recorriendo subterráneos inundados cargando con un pobre desgraciado que había tenido la mala suerte de verse involucrado en una situación como aquella. 

No se arrepentía de haberlo llevado consigo, por supuesto, pero estaba claro que tenía que parar de un momento a otro si no quería desplomarse con Isaac encima.

—Dain... yo... —se detuvo asfixiado, apoyando una mano en la fría piedra— No puedo más... necesito unos minutos...

Robín vio como Quentin estaba por desplomarse ¡estos ratones adultos! No saben que los años no pasan en balde... Vio a su mentor trastabillarse, y le vio hacer un gesto semejante al común del que pierde la consciencia. El joven ratón se colocó delante del moribundo para que este le cayera encima.

Si bien la alabarda no podía utilizarla para colgar al hombre, si le servía para colocarla a su espalda y que el pobre tipo quedara tumbado sobre la espalda de Robín, con la vara de la alabarda por asiento. Sin duda, habían lugares que le obligarían a caminar de lado, pero pensó que de ser su mentor quien siguiera llevando al herido, deberían cargar con otro más.

- no intentes sobre esforzarte, si ves que estás agotado es mejor ceder responsabilidades en los demás - ¿no le había dicho algo semejante en algún lugar del camino? Robín sabía que si su primera misión era la de repartir el correo, era por su capacidad de carga, era joven y rebosante de energía, lo que le hacía pensar en que la matriarca Gwendolin se llevaría las manos a la cabeza por preocupación si supiera en que problemas se estaba metiendo en sus primeros pasos.

Agradecía de algún modo que recibiera al acabar la misión en forma de informe todo lo acontecido. De otro modo aquella amable y poderosa ratona, capaz sería de enviar a una segunda y tercera patrulla, preocupada por el pequeño zarpa tierna.

Sadie a penas podía mantener la mente despierta, le daba vueltas y tenía las tripas revueltas. Aquel malnacido, que por suerte había obtenido su merecido a manos de sus salvadores, le había dado una paliza brutal, y no le extrañaría tener incluso alguna costilla rota. Sin embargo la parte de su mente que seguía pensando correctamente se hizo cargo de ella, como solía suceder en situaciones de crisis, y se impuso. Tenía que caminar, seguir, seguir, seguir. No podía ser una carga. Aquellos ratones habían venido a rescatarlos, pero todo sería en balde si los pillaban, y ya tenían bastante con cargar a Isaac. 

Haciendo un gran esfuerzo irguió su cuerpo y se puso a caminar todo lo rápido que pudo, siguiendo el ritmo de los ratones. Se acercó al ratón que llevaba a Isaac (parecía muy atribulado) y le dijo con seriedad - Si vas a llevarlo a el, deja que cargue con algunas cosas de las tuyas, o no avanzaremos lo suficientemente deprisa. 

No iban a morir ahí, no. Sadie soportaría la caminata, era una ratona dura. 

Robín estiró hacia Sadie su alabarda, no porque a él le costara cargarla, si no porque quizás pudiera utilizarla ella como vara para apoyarse en su caminar.

La carrera a través del canal es agotadora. Tenéis que hacerlo levantando agua y salpicando a cada zancada. A demás de eso lleváis con vosotros a Isaac, que está inconsciente sobre los hombros de Robin y Sadie intenta hacer un último esfuerzo para no retrasaros. 

Oís voces a lo lejos dando la alarma de nuevo. Están cada vez más cerca. Apretáis el paso como podéis, pero el túnel que lleva al cubil todavía queda lejos. En ese momento llegáis a una encrucijada. Todo recto el canal va cuesta abajo junto con la corriente que desciende. La otra opción es seguir el camino que conocéis pero que dudáis que podáis llegar a tiempo y eso suponga un enfrentamiento. 

Podéis asomaros y lo único que oís es el discurrir del agua borboteando y dando saltos. ¿Quizá sea el momento de rendirse o de darse la vuelta y plantarles cara? ¿De tomar una decisión arriesgada? ¿O tal vez de dividir al grupo?  

Todo eso os pasa por la mente en cuestión de segundos. debéis tomar una decisión rápidamente u os alcanzarán y entonces serán ellos los que decidan vuestro destino por vosotros... 

El veterano arquero estaba decepcionado consigo mismo por tener que recurrir a Robin para cargar con Isaac, pero estaba claro que su pupilo tenía muchas más energías que él. Eso le permitió moverse con más libertad a sabiendas de que si seguían a ese paso, no tardaría en tener que tomar su arco y ponerse serio.

—Hmm —gruñó al llegar a la encrucijada. Recordaba aquella caída de agua de cuando habían hecho el camino en sentido contrario, y ya entonces le pareció una auténtica locura ir por ahí. Sin embargo, ahora no las tenía todas consigo de que fuera una mala idea. Preparó su arco y apuntó pasillo atrás, dispuesto a darles tiempo si alguno de esos rufianes asomaba el hocico— Dain... ¿alguna idea?

- La corriente...- dice Sadie - Isaac y yo pensamos en lanzarnos por la corriente. Aunque no se si es el mejor plan - dice la ratona mirando la caida de agua. Con dos ratones heridos, era quizás muy arriesgado, más sin saber donde conducía... Pero a este pasó los iban a alcanzar, y ella no estaba en condiciones de luchar. - ¡Ah! maldito hijo de una comadreja tiñosa, por todos los cielos - maldijo - Juro que cuando esté del todo recobrada volveré a por Jerome y le terminaré de desfigurar la otra mitad de la cara. ¡Que me lleve el diablo! - su frustración era demasiada. Llevaba mucho tiempo sin que nada le saliera bien, incómoda, adolorida... Sus deseos de acabar con aquel bastardo eran equivalentes a los que tenía de tomar una buena comida y ducharse. 

Dejarse llevar por la corriente, no es algo que le importara mucho, pero que alguien inconsciente fuera a caer por ahí le aterraba, para ellos sería tal vez aceptable, pero el hombre que cargaba, correría el mayor de los riesgos.

- si nos apresuramos por el cubil de las salamandras y decimos que nos siguen "comedores de colas", crees que atacarán en masa? Una puede parecer indefensa, pero me apostaría la alabarda que si atacan juntas harían retroceder incluso a un zorro.

Luchar no le daba tanto miedo, podía retroceder poco a poco. Tal vez diciendo que cargaba a quien buscaba evitar que comieran colas de salamandra aquellos malhechores, las salamandras se alzarían en su contra... Y no siendo buenas personas, tal vez era verdad que comían cruelmente colas de esos bonitos animalillos. Solo recordar como jugaba con ellas un instante atrás, ya le daban más ganas de tener una granja de ellas. Seguro que podrían ser fieles compañeros ratoniles.

-¡Parece que no nos dejan mucha opción, amigos! La caída no sé cómo será, pero regresar junto a las salamandras implica enfrentarse a ellos seguro, quizás en inferioridad numérica. Cuento con que este tobogán sea una salida de agua que vaya a dar a algún otro lugar donde se acumule, de ese modo la caída sería más blanda. Si estáis de acuerdo.... ¡abajo que vamos!

No había mucho tiempo que perder, y las salamandras no habían estado muy dispuestas a ayudarlos en el viaje de ida. Quizás en el de vuelta huyesen, o se desentendiesen... No era algo seguro. La caída tampoco, pero un pálpito le obligaba a considerar muy en serio la locura de saltar sin saber bien a dónde. Aún con heridos, estaba seguro que éstos  preferirían la muerte a nuevamente la tortura.

- Vamos- Dice Sadie con determinación. -Este era el plan inicial de Isaac y yo. Esa corriente debe acabar en alguna parte, esperemos lo mejor. De todas maneras prefiero despeñarme que caer de nuevo en manos de ese mal nacido. - termina por sentenciar, arrojando un escupitajo al suelo de forma bastante poco femenina. Estaba harta, quería dejar este sitio atrás ya, al costo que fuera. 

Mientras decidís que camino tomar comenzáis a oir esos pasos que chapotean en el agua. El tiempo apremia y parece que no tenéis claro que camino tomar cuando Dain finalmente salta por el canal descendente, seguido de cerca por Sadie. Quentin aguarda unos segundos para darles tiempo y cubrir sus espaldas con el arco.

Robin hace lo propio y se despide momentaneamente de sus compañeros. Quentin aguanta durante unos segundos hasta que se da cuenta de que se les van a echar encima. Entonces, siendo precavido, guarda su arco y flecha y se lanza. Disparar era delatar su posición y hacer una baja quizá no era tan importante como conseguir evitar a sus perseguidores despistándolos.

Los tres saltáis por el canal. La corriente os arrastra velozmente. Teméis llegar a una trampa que os ahogue, a alguna especie de pozo que no pueda treparse. Con ese miedo en el cuerpo caéis sin freno por ese túnel oscuro, carente totalmente de luz. Por suerte vuestros ojos se adaptan fácilmente y comenzáis a ver una ligera claridad al fondo junto a un ruido. 

El vértigo que os produce al veros escupidos por una apertura a una gran altura os hace soltar algún que otro grito contenido. El salto de agua es tremendo y el ruido de esa cascada contra la superficie ensordecedor. La gravedad hace el resto, vosotros sólo atináis a coger todo el aire que podéis antes de zambulliros en la masa de agua que os aguarda abajo. 

Uno tras otro caéis amortiguando la gran caída libre. Intentáis nadar hacía la superficie de esas aguas revueltas pero dos de vosotros comenzáis a enredaros con la capa y esta a tirar de vuestros cuellos hasta el fondo. Dain y Quentin han de quitarse el broche y dejar hundir sus capas para no ahogarse de la fuerza que estas ejercen en sus cuellos.

Los tres llegáis a duras penas a la superficie de agua. Desde donde estáis podéis ver una serie de pasarelas que están conectadas a una gran columna principal que sostiene todo el techo.

El lugar está iluminado, haciéndoos pensar que aquí también puede haber más de esos tipo de los que huíais. Desde ahí también pueden verse varias celdas como en la que estaba Sadie encerrada.