Partida Rol por web

Las nieblas de Mnemósite

Sasuke - II

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19/03/2010, 23:50
Director

Cuando sacaron a Sasuke del barco, hacía días que no veía la luz del sol. Su estómago rugía hambriento. No los habían privado de comida, pero tampoco les habían dado lo necesario para que se saciasen. Y la bodega apestaba a orina y heces. Él mismo apestaba a orina y heces, pero ya no lo notaba.

Sus ahora amos lo llevaron a él y a los demás a través del puerto, con el sol sureño dándoles en pleno rostro. Tras días en la oscuridad, aquello se podía tildar de tortura. Una de las esclavas se mareó y su madre tuvo que sujetarla. Eran un par de chicas kwa, oscuras y hermosas, a las que habían capturado literamente en una cacería. No sabían latín, pero otro esclavo, Randall, un hombre regordete procedente del Mar Interior, le tradujo la historia a Sasuke en una de esas noches aburridas y pesadas dentro del barco.

Colocaron a la cuerda de esclavos en una hilera y les echaron agua de mar en cubetas. La mierda que Sasuke llevaba encima fue diluyéndose hasta abandonar su cuerpo, y el frescor resultaba muy agradable. Luego alguien ladró unas palabras en jashú y los llevaron al mercado de esclavos.

La ciudad, hecha de casas de barro que se amontonaban unas sobre otras, era un crisol de culturas y lenguas. Por todos lados había tenderetes coloridos vendiendo comida o joyas, o armas, o cualquier otra cosa imaginable. Sasuke no pudo evitar pensar que no hacía ni una semana él era una figura anónima más entre los tenderetes, una mano ágil que podía robar lo que quisiera sin que nadie se diese cuenta.

Los empujaron hasta una venta. Un hombre calvo como un huevo presentaba los lotes de esclavos y hablaba en jashú de las bondades de cada uno. Les enseñaba los dientes a los posibles compradores y les mostraba cuán sanos estaban y cuán útiles podrían ser. El amo de Sasuke se puso a la cola y susurró algo al oído de uno de los vendedores.

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20/03/2010, 13:44
Sasuke Lancaster

La parte de Sasuke que nunca había dejado de ser un niño desvalido que echaba de menos a su madre no hacía más que repasar una y otra vez los posibles destinos horribles que le esperaban como esclavo: hacer trabajos forzados bajo pena de látigo hasta morir de agotamiento; ser el sirviente de palacio de un sultán cruel y caprichoso; ser el calientacamas de un sultán cruel y depravado; ser el guardián de uno de los sitios esos donde guardaban a muchas mujeres y que no eran burdeles, previo desposeimiento de su virilidad...

La parte que continuaba siendo un golfillo callejero y oportunista contemplaba la, a pesar de todo, fascinante población, con una especial atención a sus habitantes más pudientes y a los tenderetes de los vendedores, lamentándose de no tener su capa y su daga para sacarse un buen dinero a costa de todos ellos.

La parte que aún estaba resquemada por la traición de Sandalphon repetía una y otra vez su nombre, mantra y promesa de futuros horrores para el hombre de pelo blanco si se volvían a encontrar.

Y la parte que era todo instinto de supervivencia y curiosidad paranoica intentó aguzar el oído para ver si distinguía lo que su "amo" le decía al vendedor.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Resultado total de la tirada para escucharles: 153.

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20/03/2010, 14:00
Director

Lo que le decía estaba en jashú, pero aún así, por el tono, Sasuke supuso que regateaban por el precio del lote de esclavos. Dando un tirón a la cuerda que los ataba, el amo empezó a subir uno a uno a cada uno de sus compañeros. Los clientes, desde abajo, contemplaban la mercancía y pujaban por ella. Fueron vendiéndolos a todos y destinándolos a diferentes trabajos a cada uno. Y llegó el turno de Sasuke. Lo subieron a la tarima, mostraron su esmirriado cuerpo, dijeron algo en jashú y se empezó a pujar por él. Ahora la fortuna de sus compradores dictaría cuál iba a ser su suerte.

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20/03/2010, 14:24
Sasuke Lancaster

Por contraproducente que fuera para su futuro, y por pocas fuerzas que le quedaran para ello,Sasuke se mantuvo erguido, algo desafiante, con el labio superior ligeramente levantado en una mueca desdeñosa, mirando uno por uno a los que pujaban como si contemplara los dulces de un puesto del puerto de Hong Kua. Ya que pronto iba a empezar la parte verdaderamente mala de su situación, al menos se daría el gustazo de no actuar como una cabra acechada por lobos mientras estuviera sobre la tarima.

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21/03/2010, 15:52
Director

Las ofertas se sucedieron a velocidad vertiginosa. Finalmente alguien dijo la cifra adecuada y el dueño de la venta bajó a Sasuke de la tarima. Dos hombres lo llevaron a un carro con una jaula de madera bastante recia, con cinco esclavos más en el interior. Lo empujaron dentro y cerraron la puerta.

Sasuke vio a sus compañeros de lote. Eran cuatro mujeres de etnias diversas y un hombre de pelo blanco. A juzgar por la debilidad aparente de los cinco esclavos, no se esperaba de él un trabajo demasiado arduo. Con él se consideró cerrado. El carro echó a andar tirado por un par de mulas y salió de la ciudad hacia lo desconocido...

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21/03/2010, 20:19
Sasuke Lancaster

Le daba mala espina salir de la ciudad para dirigirse a su nuevo destino: podía querer decir que iban a otra ciudad más grande, pero también que su amo vivía en una propiedad apartada de la urbe. En ese segundo caso, iba a ser mucho más difícil escapar.

Porque Sasuke tenía claro que, tarde o temprano, iba a escapar de ese destino.

Sin mucho que hacer en la estrecha jaula, decidió fijarse mejor en sus compañeros de cautiverio.

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24/03/2010, 13:32
Director

El hombre de pelo blanco tenía los ojos circundados por arrugas y la piel plagada de manchas. Debía de rozar los sesenta, aunque pareciera mucho mayor. Las cuatro mujeres se encontraban entre los quince y los treinta. Había una ryuan, una daevar y dos asher. A pesar de su juventud, todas tenían la mirada vieja, excepto la ryuan, que no dejaba de sollozar entre dientes. Las otras no se preocuparon de ella, aunque tampoco la despreciaron. Aquí cada palo aguantaba su vela.

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24/03/2010, 15:29
Sasuke Lancaster

Sasuke odiaba aquella situación; odiaba la situación en la que estaban sus compañeros de cautiverio; odiaba aquel puto lugar rebosante de gentuza de piel marrón que utilizaba a las personas de otras partes como mercancías, algo que dejaba pequeñas hasta las peores acciones del Octavo Gremio que conocía; pero lo que más odiaba era aquel lloriqueo incesante de perro apaleado.

Con el labio superior retraído hacia arriba en un gesto similar al de un perro que gruñe, cruzó su mirada con la de la sollozante ryuan y farfulló entre dientes:

- Deja ya de llorar. No te van a tratar mejor por soltar más lágrimas: guárdalas para cuando tengas que soltarlas de verdad.

Notas de juego

¿Hemos dicho ya que Sasuke es un tipejo con muy poca empatía? Pues así queda todavía más claro.

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27/03/2010, 10:15
Director

La esclava miró a Sasuke con fuego en las pupilas, pero no dijo nada. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y miró el paisaje. Le temblaba el labio, pero ya no lloraba.

El viaje de ida a su nuevo hogar no fue demasiado largo. Se detuvieron en un palacio no muy lejos de la carretera principal que conducía a la ciudad. Suntuoso, blanco y resplandeciente, con muros altos para separar sus jardines de la calle (y la libertad de Sasuke, también), el palacio  podía ser el edificio más hermoso que el ladrón hubiese visto en la vida. Una lástima que lo forzasen a vivir allí.

El carro entró por la segunda puerta, atravesando los jardines en los que paseaban y trabajaban muchas personas, cada una a lo suyo. Se detuvieron en lo que Sasuke comprendió era la puerta del servicio. Dos mozos abrieron la puerta y sacaron a los esclavos uno detrás de otro. Los llevaron a la cocina.

Allí, sobre el fuego, había una barra de metal incandescente con un símbolo labrado en la punta. Sasuke, que era el primero, descubrió pronto para lo que era. Un tercer mozo cogió la barra con guantes de cuero grueso y se lo puso en el brazo. La carne silbó al quemarse, el dolor le llenó el cuerpo hasta salirle por la boca. Era demasiado, insoportable. Pero antes de que se diese cuenta ya había terminado: su brazo tenía una quemadura con una letra en jashú de un rojo brillante y alguien le echó agua encima, lo que le calmó pero no demasiado.

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27/03/2010, 10:58
Sasuke Lancaster

¡Mierda puta, cómo duele eso! Y ese puto escozor que siento todavía donde me ha marcado... Bueno, ya ha pasado. Lo he resistido, aunque fuera chillando como un gorrino ante el matarife. Digo yo que el escozor se me pase en un rato, ¿no? Ahora queda ver en qué puta tarea degradante me ponen a trabajar estos pielmierda. Je, pielmierda: tienen la piel marrón igual que...

Las reflexiones de Sasuke sobre su (no tan) ingenioso insulto racial a sus captores se vieron cortadas al darse cuenta de que a sus compañeros de cautiverio les esperaba lo mismo. Con una mezcla de preocupación (poca) e interés morboso (mucho), observó a los otros cinco, preguntándose si soportarían mejor o peor que él la marca... sobre todo la muchachita llorona.

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30/03/2010, 19:55
Director

Los demás esclavos soportaron con dolor. La daevar miró a sus nuevos amos con orgullo y fue golpeada por su atrevimiento. La ryuan derramó lágrimas, pero no más de las necesarias. Las demás se dejaron hacer y pasaron sin pena ni gloria, y en cuanto al anciano, no lo marcaron; ya tenía la marca hecha, antigua, sobre la piel.

Llevaron a Sasuke al barracón de esclavos, donde compartiría dormitorio con otros quince hombres. Luego le encargaron su primera tarea: ayudar en la cocina. Era un trabajo fácil: ir al patio, coger agua del pozo, volver... Si derramase el cubo, le castigarían: aquello le quedó claro desde el principio pese a no saber el idioma.

Tras una tarde de trabajo continuo le dieron una comida frugal y le permitieron ir a descansar. Al día siguiente la rutina fue la misma, sólo que esta vez en lugar de llevar agua a la cocina estuvo encargado de mover muebles en una de las salas del palacio. Allí vio a una mujer de ojos oscuros y semblante decidido, quizás demasiado para ser mujer. Daba órdenes a los demás criados, y a él se dirigía en perfecto latín.

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30/03/2010, 22:48
Samiya

-Ese diván, a la izquierda -dijo. No hablaba con desprecio, sino con firmeza. En sus ojos había decisión y fuerza, y costaba creerlo teniendo en cuenta el color de su piel. La mayor parte de las mujeres tayahar andaban mirando al suelo, cuando no eran obligadas a ponerse velo por respeto a sus maridos. Ella no, tenía el rostro al descubierto y estaba contenta de mostrarlo, aun cuando no fuese especialmente atractiva.

Sasuke dio por sentado que se trataba de un ama, pero cuando ella se dio la vuelta vio que en su espalda había una cicatriz, la misma quemadura que él tenía en el brazo y que le escocía horrores, pero en su caso, ya curado.

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30/03/2010, 22:53
Sasuke Lancaster

Vaya, vaya. Parecía que, después de todo, incluso entre los esclavos había clases. Y, o mucho se equivocaba, o a aquella le había salido la jugada comparativamente bien, a juzgar por lo poco que sabía de aquellos cabronazos de piel marrón y habla rara. Incluso estaba dispuesto a admitir que, en otro tiempo y circunstancia, no le hubiera importado tirársela. Gratis y de mutuo acuerdo, claro, o pagádolo barato.

Pero una cosa era eso, y otra muy distinta desatender el trabajo, así que tampoco se distrajo lo bastante como para retrasarse. Movió cada mueble tal y como ella le indicaba, imaginándose que no eran esclavos sino simples mozos de mudanza siguiendo las órdenes de la señora de la casa.

Hablando de lo cual, a lo mejor la tía se movía con tanta seguridad, y daba órdenes, por ser la concubina favorita del señor de la casa, o alguna mierda así. Vete a saber.

En un momento dado, cuando acababa de acercarse a un sillón, se atrevió a decirle:

- Perdón, ¿y el trasto este dónde va?

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31/03/2010, 09:39
Samiya

La chica se acarició la barbilla, pensativa, y señaló una de las esquinas. Poco después otra mujer entró en el salón. Vestía de seda, cosa que la esclava no, y su mirada desafiante y despreciativa la colocaba aún más por encima que ellos. Era libre.

Le dijo algo a la esclava, ésta le respondió con lo que parecía una evasiva, y la primera le contestó con una palabra dura como un látigo. La esclava suspiró, tragándose las palabras, y salió del salón.

Sasuke fue dirigido por la otra mujer, y después se le requirió de nuevo en la cocina. Tras trabajar un poco más, pudo comer algo breve y fue requerido en una de las habitaciones superiores. Allí estaba de nuevo la esclava de alto rango, escribiendo en un pergamino sentada en un escritorio. No levantó la vista.

-Ah, eres tú. No sé tu nombre. Yo me llamo Samiya.

Ahora sí levantó los ojos y esbozó una sonrisa. No era guapa, pero tampoco fea. Si te gustaban las mujeres fuertes, podrías considerarla atractiva.

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01/04/2010, 15:24
Sasuke Lancaster

- Sasuke. Un placer, Samiya. -sonrió, dándose cuenta de que, después de todo, tal vez hubiera estado dispuesto a pagar el precio estándar por una mujer como ella en los barrios bajos de Phaion. O quizá algo más: aquella era una mujer orgullosa, de las que hubieran pedido un precio extra en esa situación. No, se corrigió: una mujer como ella estaría dirigiendo su propia banda.

- ¿Para qué me necesitabas?

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02/04/2010, 12:07
Samiya

-Nuestro amo necesita esclavos que sepan jashú para poder darles órdenes convenientemente. Él no, claro. Pero con el tiempo la cocinera te dirá que vayas al mercado a por tal y tal cosa, y si les traes azafrán cuando han pedido comino te ganarás algo más que azotes.

Dejó de escribir y echó unos polvos sobre la tinta para que se secase.

-Y dado que soy la única que sabe latín entre los esclavos, me han dicho que te enseñe a manejarte con el idioma. También que te haga trabajar, pero tranquilo, yo no te obligaré a hacer grandes esfuerzos. ¿Sabes? Has tenido suerte de que te comprase el sultán. Podrías haber acabado en un prostíbulo, y te aseguro que allí les importa un comino el idioma que hables mientras sepas manejar la lengua. Ya me entiendes -dijo sonriendo-. El sultán tiene tantos esclavos que puede permitirse el lujo de formarlos.

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02/04/2010, 13:45
Sasuke Lancaster

Una mezcla de miedo y de furia apareció en la cara de Sasuke cuando Samiya mencionó lo del burdel, pero el muchacho hizo un esfuerzo por recuperar la compostura de inmediato. Después de todo, no le había pasado, ¿verdad? Había tenido suerte de acabar sirviendo a un pez gordo, que se preocupaba por darle una formación, aunque sólo fuera para que desarrollara mejor sus tareas.

De todas maneras, si algún día volvía a toparse con Sandalphon le pediría explicaciones por estar a punto de acabar en un prostíbulo. Con una hoja afilada directa a los cojones, a ser posible.

Pero no era momento de preocuparse de eso. Iba a aprender el idioma de esa gente, ¿no? Pues manos a la obra.

- Estoy más que dispuesto a aprender. ¿Cuándo empezamos?

Era curioso, pero su situación empezaba a recordarle cada vez más a cuando estaba en el orfanato. Con la diferencia de que, de momento, no había ningún Gourry Yakushi haciéndole la vida imposible.

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02/04/2010, 15:11
Samiya

En los días siguientes, mientras él ayudaba a Samiya con diversas tareas ligeras, ella le fue explicando los rudimentos del jashú.

-Si pudiera, te enseñaría a leerlo y escribirlo, pero probablemente no quieran gastar papel en ti.

Ella siempre solía estar en un despacho, copiando documentos. Sasuke no sabía si en Kushistán se enseñaba a escribir y a leer a los plebeyos, pero probablemente las mujeres no ostentaran ningún cargo burocrático. Samiya debía de ser una rareza.

-Mi padre y yo vivíamos en Haruma -explicó en jashú cuando Sasuke le preguntó al respecto-. Siempre fue muy claro al respecto: mi sexo no cambiaba el hecho de que debía tener algo en la sesera. Por eso me educó como a un chico. Tenía recursos suficientes como para permitirse enviarme a la universidad. -Su rostro se ensombreció-. Habría ido a Lucrecio para convertirme en una científica. Ahora le copio las cartas el sultán. Toda una suerte...

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02/04/2010, 16:22
Sasuke Lancaster

Hacía mucho tiempo que a Sasuke no le importaba demasiado las miserias de otra persona. En la calle, uno no podía estar pensando todo el rato en los demás, porque en caso contrario no sería capaz de hacer lo necesario para sobrevivir. Pero lo que le contaba su profesora de jashú encendía una llama, pequeña pero dolorosa, de ira. Él había perdido a su madre y se había visto conducido sin remedio a una vida de crimen y abusos, pero ella había perdido la oportunidad de desarrollar un potencial que iba mucho más allá del que podía tener un ladronzuelo de Hong Kua: aquello era suficiente para reavivar su odio por esa mierda de país.

Pero como no era más que un esclavo, y tampoco quería buscarse líos (ni buscárselos a Samiya), sólo respondió:

- Joder, menuda putada -en latín, y cambiando luego a su todavía tosco jashú- Yo acompaño sentimiento a ti.

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03/04/2010, 13:54
Samiya

-¿Y tú cómo has llegado aquí? -preguntó ella.