Partida Rol por web

Las nieblas de Mnemósite

Irina y Xana - I

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03/05/2010, 12:44
Richard

El daevar resopló.

-No soy feliz cuando hago daño. No debería ser así -murmuró-. No volverá a pasar. Tranquila. Y... Xana... para estar seguros... ¿por qué no le preguntas a Irina si tiene algo para... bueno, ya sabes? Las cosas de mujeres. La verdad es que no me gusta la idea de tener un hijo. No quiero que vuelva a pasar algo así por accidente. Y ella y Pyotr están juntos.

Era extraño ver a Richard así, como avergonzado. La había tocado, lamido y besado en todas partes sin incomodarse, siempre con una sonrisa en los labios, pero a la hora de pedirle que buscase métodos anticonceptivos parecía un adolescente recién iniciado en el sexo.

Le dio un beso en la barbilla y se levantó, procurando no dañarla más.

-Escucha, he visto un lago cerca. Hace un poco de frío, pero creo que es lo que nos hace falta ahora.

La ayudó a levantarse y, tras recoger la ropa, se encaminó hacia allí con Xana de la mano. El lago era más una poceta de agua que un verdadero lago. Un pequeño río fluía hasta ella y se acumulaba, con una profundidad que serviría para cubrir a Richard por la cintura y a Xana por el pecho. El daevar entró enseguida, soltando un pequeño gemido al hacerlo. Luego sonrió. Ayudó a Xana a entrar y le quitó la tierra y las hojas de la espalda y del pelo con suma delicadeza. El agua estaba bastante fría, pero era un alivio para sus muslos doloridos. Cuando terminó de limpiar su piel, Richard la estrechó entre sus brazos con afán protector. Su corazón latía tranquilo bajo las costillas.

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04/05/2010, 00:29
Xana Haller-Reisberger

Xana se sonrojó como un tomate al mencionar Richard el tema. No sabría decir por qué, pero el ver a Richard, normalmente tan seguro y en control de si mismo hablar tan aturulladamente del tema, Xana sintió un ramalazo de timidez aguda. La mujer no la había tratado mal, realmente... ni bien, de ninguna forma en particular, pero a Xana no le gustaba la idea de hablar con ella de ese tema. En ciertos sentidos, seguía siendo poco más que una niña. En eso la daever que la curó por primera vez había tenido razón. Pero Richard tenía razón. Ella... no estaba preparada para ser madre. Quizás, en algún momento, le gustaría la idea de llevar sus niños en el vientre, pero ahora era demasiado... inestable, demasiado volátil. Demasiado hambrienta e impredecible. Necesitaría madurar y crecer mucho, en años y en vida, antes de poder afrontar la posibilidad de tener un hijo. La sola idea hizo que el estómago se le volviese un mar en tormenta. 

No, aún no. Le quedaba mucho, demasiado. ¿Qué le podría ofrecer a su hijo? Una vida de peleas y una muerte joven? ¿Y si era una niña? Ni siquiera eso, entonces. No, tenía razón. Tenía que hacerlo.

Escucha, he visto un lago cerca. Hace un poco de frío, pero creo que es lo que nos hace falta ahora.

Xana asintió, sonriendo. Lo único que me hace falta eres tú- pensó, pero desde luego que un baño les vendría bien. Cogío confiada su mano y se dejó llevar. Le encantaba caminar de la mano. Se sentía como una niña, como una niñe feliz. Se sentía relajada y a salvo, a pesar de que el dolor empezaba a ser intenso y muchas veces tuvo que apretar los dientes y girar un poco las caderas para aliviar su mordedura en las entrañas. Estaba decidida a no mostrar dolor ante él, aunque no pudo evitar un gemido cuando el ague fría le tocó su sexo irritado y dolorido.

Pero pronto el gemido fue sustituido por suspiros ahogados a medida que las manos de Richard le limpiaban la espalda, con tanta delicadeza que Xana se sintió como si fuese arcilla entre sus manos. El frío le ponía la piel de gallina, endurecía sus senos y sus pezones y era agradable entre sus muslos, y pronto Xana estaba tan a gusto que empezó a buscar con sus manos la mejillas del daevar, acararicíandosas con suavidad cuando se inclinaba sobre ella. Richard no tardó en responder, dándole la vuelta para abrazarla, y Xana respondió con gusto, estrechándole contra ella y arrimansdo su mejilla a su pecho, para sentir el cosquillero en la piel suave cuando la sangre corría por su pecho, al ritmo lento y poderoso de su corazón.

Ojalá esa máquina de la que habla Sandalphon pudiese parar el tiempo. La pediría que lo parase en este instante y sería feliz para siempre. Eres tan hermoso para mi que tu belleza repele las leyes del tiempo.

Xana y Richard se quedaron un largo rato, abrazados, dándose calor en la noche, hasta que finalmente, con un suspiro, se separaron y volvieron al campamento. Se metieron en la tienda, pero Xana salió al poco rato. Tenía aún un asunto que atender.

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04/05/2010, 01:52
Irina Nóvikova

Irina estaba no muy lejos del campamento, subida en un árbol cercano y rascando con la punta de la daga en la corteza de la rama. Sus pies quedaban colgando en el aire, balanceándose ligeramente a la par que la trenza que formaba su pelo castaño. Llevaba allí un buen rato, y de vez en cuando alzaba la mirada hacia el cielo por si aparecían las alas blancas de Sandalphon, pero no había habido suerte. No tenía ganas de dormir ni de volver a la tienda con Pyotr, su mente estaba demasiado alterada y preocupada como para hacerlo. Prefería estar allí un rato más.

Había contemplado el movimiento del campamento durante aquel rato. La luz de la luna le proporcionaba a sus ojos la luminosidad suficiente como para que pudiera verlo todo como si fuera de día. Había visto a Minet irse y la había visto volver (con un andar ligeramente raro) junto con el Jayan rato después, no habría sabido precisar cuánto. Sonrió cínicamente de medio lado al verla, y después se había puesto a tallar en un pedazo de corteza, recostando la espalda contra el tronco del árbol y subiendo un pie para apoyarse.

No pasó mucho rato cuando el movimiento de la tienda de Xana le hizo levantar la cabeza de nuevo. Contempló a la tao salir de la tienda, en dirección a la suya, sola. Enarcó una ceja intrigada, tratando de adivinar qué querría ahora después de la charla con el Ebudan. Consuelo desde luego no, de eso ya había tenido. Pyotr parecía haberse dormido hacía un rato, o al menos no le escuchaba moverse, y no quería que lo despertase. Miró el pedazo de madera que tenía en la mano y se lo lanzó cerca para llamar su atención. Sino no se habría dado ni cuenta de que estaba allí.

- ¡Chst! Dudo que vayan en busca de mas hombres por esta noche.

Irina se puso de pie unos instantes antes de descolgarse de la rama. La corteza se desprendió antes de que su cuerpo se estabilizara por el movimiento y calló de cuclillas sobre la capa de hojas y ramitas que cubría el suelo. Algo se le clavó en la planta del pie haciendo que pusiera una mueca de molestia. Se irguió de nuevo y esperó a Mineth llegase hasta ella.

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12/05/2010, 17:51
Xana Haller-Reisberger

Xana apartó el trozo de corteza de un manotazo, y estaba en guardia antes de que hubiera tocado el suelo, aunque tuvo que apretar los dientes al bajar a posición caballo, y pronto movió los muslos de forma que las piernas le quedasen cerca del cuerpo. Aunque su rostro no cambiase de expresión, la lina fina de sus labios, las mandíbulas marcadas y el leve temblor en los miembros denotaban que le dolía bastante. Se relajó al ver a la otra mujer, aunque solo se manifestó en que adoptó una posición normal. Por lo demás, la tao parecía hosca y hostil, y en cierto sentido lo estaba. El dolor acrecentaba esa sensación, clato, pero lo cierto era que, simple y llanamente, no le gustaba la mujer.

La enervaba su frialdad, su falta de reacción y sentimientos a todo, su forma de atacar y luchar, por la espalda. El silencio que parece envorverla como una mordaza, la sensación de quietud y falta de vida, como un glaciar. Ella y su hombre eran como dos estatuas de hielo asesinas, frías y aceradas, y Xana odiaba esa frialdad. Ella era todo furia, fuego y hambre. Sus sentimientos eran como ríos de lava, la quemaban, la hacían arder hasta que dolía tanto que estallaban en su cerebro, en un lugar donde el dolor era tan intenso que se volvía placer, y el placer tan culpable que daba dolor.

Podía ser muchas cosas. Una asesina de su sangre, una niña perdida, una muñeca rota, un torbellino de fuego, una tormenta de verano. Paz y calma, una rabia interminable o una ternura sobrecogedora. Pero era todo eso porque estaba viva, viva por la fuerza de su tremenda voluntad y sus pasiones salvajes. Era todo lo contrario que la mujer que tenía delante, y lo odiaba.

Casi tanto como deberle la vida. Y casi tanto como deberle aún. Xana sentía un regusto amargo solo de pensar en lo que le iba a preguntar. Si la otra mujer la hubiese paseado desnuda encima de un burro por la calle más concurrida de Gabriel, con uhna correa de perro al cuello no se habría sentido más humillada. Pero la necesitaba. Richard... algo le decía que había mucho de verdad en lo que dijo de no querer un bebé. Algo muy profundo y que hacía daño. Quizás el jayan no fuese el más tierno ni el más delicado de los hombres, pero si era con diferencia el mejor, el más honorable y fiel a ella que había conocido. Si no lo quería hacer por ella, incluso entonces, por el sí lo haría.

Tú....- empezó. Tú... vives con ese hombre. Sois algo más que compañeros de viaje. Compartís tienda. Hay algo en vuestra forma de moveros, de miraros, de estar espalda contra espalda. Habéis yacido juntos, por lo que se durante un tiempo ya.

Su voz carece de inflexiones. Se limita a anunciar un hecho. Ya no es una doncella, y jamás fue inocente. Y desde luego no será ella quien juzgue a nadie. Es demasiado consicente de sus defectos, de sus pecados, de su hambre y su necesidad.

Bueno... y... bueno, salta a la vista que nunca has tenido hijos. No se te nota en la figura, ni...- Xana pensó un momento en su propia madre. En el halo que la envolvía. Aunque hacía mucho que no sentía cariño cerca de ella, sus ojos y sus manos si que hablaban de otras cosas cuando a veces, muy pocas, le acariviaban el pelo o la nuca. Miedo. Y pena.

... bueno, otras cosas. Yo, bueno. Quiero decir, tengo una edad... y bueno. Hay... accidentes, y... bueno... quizás no accidentes, pero podría pasar... ya sabes... y...- Xana se madlijo a si misma. Se notaba la cara ardiendo, y seguro que estaba roja como la grana. ¿Por qué demonios le costaba tanto admitirlo? ¿Vergüenza? ¿Culpa? ¿Miedo de herir a Sandalphon? ... bueno. Digamos... digamos que no quiero traer hijos al mundo... todavía. Por eso me preguntaba... bueno, como lo hacéis vosotros.

 

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13/05/2010, 11:41
Irina Nóvikova

La asesina se plantó delante de Mineth de brazos cruzados y la contempló de cerca, ya que no había podido antes. Mientras, ella tartamudeaba lo que le iba a decir dando infinitos rodeos, cosa que la exasperaba. Pero tenía paciencia y todo el tiempo del mundo.

Aquella chiquilla representaba para Irina todo el ímpetu que ella jamás tendría ni desearía, ¿o sí? Era varios centímetros mas alta que ella, con el cuerpo delgado y fibroso por el ejercicio, y el pelo corto. No se parecían mucho, a decir verdad, aunque tampoco era relevante para su forzada alianza. Pero hablar de su carácter y de lo poco que sabía de ella eran palabras mayores. Palabras que, por supuesto, se guardaba para ella y que en cuyos fríos ojos ni se llegaron a atisbar.

A todo esto, Xana seguía hablando mientras ella procesaba la información sin moverse un ápice, aparentando atención.

- Pyotr. – dijo cuando se refirió a este. “Hombre” a secas era como muy despectivo dado que le había salvado la vida.

Cuando la chica terminó ella enarcó una ceja y sonrió de medio lado con cierta burla. Se hubiera reído, no de Xana, sino de lo avergonzarte de la situación. Hubiera sido muy placentero hacerlo, pero en el fondo era grato saber que procuraba cuidarse y era una chica sensata capaz de tragarse su “orgullo” para hablar con ella. Lo último que necesitaban era un niño ahora. Irina había tenido la suerte de que Pyotr era un ligón ya antes de conocerla y se sabía todos esos “trucos” de memoria. Los bastardos no le hacían gracia a nadie, y menos con dieciocho años. Aunque ella ya rondaba los veinticinco.

- Hay maneras: la primera de ellas no hacerlo, controlando tus días fértiles. Pero es complicado si tu cuerpo no es regular o si no paras cuidado. Y tranquila, ya se que contenerse es difícil, y mas a tu edad y con pareja reciente. – también se le notaba a la legua que lo de Richard no venía de mucho. Para Irina, que acostumbraba a observar a la gente, era datos que le llegaban a los pocos minutos de conocerlos - Las otras que conozco siguen la misma línea y creo que no es lo que buscas. Espera un momento.

Irina echó a andar hacia su tienda tan silenciosa que ni se la escuchaba en la calmada noche. Desapareció tras la tela y volvió un poco después con un vial que contenía un ungüento de color claro que Xana no llegó a distinguir por la oscuridad.

- Esto es veneno. – anunció remarcando la última palabra. – Por lo tanto como no lleves cuidado con las cantidades te puedes quedar mas dolorida de lo que ya estás. Porque te eches mas no hace mas efecto y, niños no tendrás, pero te aseguro que hasta que se te pase puedes pasar un infierno ahí abajo y olvídate de acostarte con quien sea en una temporada.

La Nephilim desenroscó el bote y lo volcó un poco sobre sus hasta que tubo la cantidad justa.

- Mas o menos con esto es suficiente. Te lo aplicas por dentro, cuanto mas hondo mejor, extendiéndolo bien después de terminar ese día y otro mas. Si la haces de continuo adopta la rutina de una vez al día y rebaja la cantidad un poco. No se nota, ni parta ti ni para él, aunque igual te pica un poco las primeras veces hasta que te acostumbres, pero procura no tocarlo. Es porque a fin de cuentas es un veneno y te hace reacción, pero está disuelto con otras cosas para paliar la irritación. Y la receta por supuesto no te la voy a dar si no sabes de herbolaria y venenos ¿de acuerdo? Ya te prepararé mas viales cuando tenga ingredientes de sobra.

Irina pasó los dedos por el borde dejando el unto de nuevo en el frasco de cristal. Lo cerró dándoselo a Mineth y después se agachó para coger tierra que restregó por su mano limpiándose los restos.

- Cada vez que lo toques límpiate las manos, si no es con agua usa tierra o una tela áspera.  No te va a pasar nada si no lo haces, pero tampoco es saludable. ¿Alguna duda?

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13/05/2010, 19:26
Xana Haller-Reisberger

Xana escucho con expresión neutra las explicaciones de la asesina. La enervaba su forma de tratarla como a una cría, como si fuera una niña idiota que dejara que cualquier príncipe azul le bajase las bragas. Richard desde luego era atractivo, y probablemente no serían pocas las adolecentes, e incluso las chicas de su edad, a las que se le caerían las calzas de gusto con que solo las mirase, pero de todo él eso siempre había sido lo que menos le había importado. No encontraba belleza solo en sus músculos fuertes, sus miembros recios, su voz grave y su pelo sedoso. Para Xana, lo más bello de él siempre había sido lo glorioso que era ver ese cuerpo magnífico en movimiento, sudando, sintiendo su potencia al cambiar golpe por golpe, viendo el brillo de sus ojos cuando atacaba o el acero frío en ellos cuando observaba y corregía. No era su cuerpo, era su fuerza, su intensidad, su vida. Eso es lo que Xana había llegado a amar, a necesitar como el aire, y no era tan simple como haberse quedado encoñada de alguien.

Pero la necesitaba. No estaba preparada para un hijo, y para una hija aún menos. Era demasiaado voluble, demasiado insegura. Aún estaba luchando para encontrar su sitio, y sabía que no podría amar a algo que le saliese ahora de las entrañas. El amor seguía siendo todavía algo demasiado oscuro y complejo, lleno de exigencias extrañas, incertidumbre y confusión. Y si algo sabía la tao, es que no traería al mundo algo que no puediese querer. Después de tantos años y tanto dolor, lo último que quería era repetir con el fruto de su propio vientre los errores de sus padres. No creía que pudiese soportar mirarse a un espejo otra vez en toda su vida.

Finalmente acabó. Xana había sacado dos cosas muy en claro: que era peligroso y que le iba a doler como el infierno, por lo menos ahora. La sola idea de tocar algo dentro de los pliegues irritados de su entrepierna era desagradable, pero no tenía muchas opciones que digamos.

Ninguna. Todo muy claro- replicó, cogiendo el frasquito. La otra información también me vendrá bien. Si crees que contenerse es difícil, intenta dormir tres cuartos de hora por día. Intenta comer una vez cada tres dias y medio. Intenta correr un día entero. Eso SI es dificil, y te aseguro que yo he hecho todo eso tantas veces que perdí la cuenta. Tu tienes tus sombras y tus espadas, pero mi cuerpo es mi arma. Lo conozco tanto como si me lo follase todas las noches, y lo puedo controlar exactamente igual. La cuestión no es poder contenerse. Es querer. No se por qué te acuestas tú con Pyotr, pero si se por qué me acuesto yo con Richard, y te aseguro que no es por la necesidad. Es por el hambre. Es necesitar a alguien hasta que su simple recuerdo te roa las entrañas por dentro y hagas cualquier cosa por volver a sentir a tu hombre cerca tuyo. Quizás sea joven, quizás no llevemos mucho juntos. Pero no me tomes por cándida. Te aseguro que por mucho mundo o mucho tiempo que hayáis visto, ni tú ni él- dijo, moviendo la cabeza hacia el cielo nocturno por donde Sandalphon había desaparecido- sabéis, ni por asomo, qué o quién soy.

Xana se dio la vuelta, molesta consigo misma. ¿Por qué se molestaba en contarle esto a esa mujer? No sabría decirlo. Había sido un impulso. Una confesión. Pero la confesión era el alivio de una conciencia culpable. ¿Acaso sentía culpa?.

Gracias por el vial. Y por los consejos- dijo, en tono más sereno, mientras volvía a su tienda.

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13/05/2010, 23:07
Irina Nóvikova

Irina pestañeó varias veces durante el discurso de Xana, pero no hizo nada mas. Se quedó un poco perpleja por su reacción, pero no por lo que dijo. Lo que decía le daba realmente igual. Llegó a la conclusión de que si era una niña bastante tonta, pero ya se daría cuenta sola, pues ella no iba a emitir ni una sola opinión al respecto.

La asesina podía haber sido mucho mas mordaz y burlona, y se había contenido porque Mineth había demostrado ser sensata, pero lo acababa de tirar por tierra. Pyotr se habría reído de ella abiertamente, Irina no, y en cierto modo le molestaba que no hubiera valorado ese pequeño gesto de tomarse las cosas en serio.. La gente a veces era ridícula. Sin esperar a que acabase se dio la vuelta y se fue.

Entonces se le pasó una pregunta por la cabeza: ¿Qué tenía que ver que se pasase tres días sin comer para no ser regular con su periodo de fertilidad? Precisamente aquellos actos eran malos para el cuerpo, y tanta lucha también.

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13/05/2010, 23:43
Irina Nóvikova

Ni lo dijo ni lo mostró, pero con aquel discurso Xana ya había puesto todas las cartas sobre la mesa. Podía decir que no era una niña, pero demostraba la incapacidad de estarse callada de tal y de emitir juicios prematuros.

Irina había estado internada durante cinco años en un monasterio de asesinos, donde desde luego el entrenamiento era como mínimo equiparable a lo que ella había nombrado. Y, a demás, había pasado todo ese tiempo lidiando con Pistis Sophia, mas todo lo que vino después. Los sueños, las pesadillas, las locuras… Estaba segura de que exceptuando Sandalphon ninguno de los demás había tenido que sufrir tanto como ella o Pyotr, y por eso precisamente, por todos los años que llevaban juntos padeciendo aquello, la que no tenía ningún derecho a cuestionar su relación con él era aquella niña engreída. Le amaba hasta la locura y más. Y comprendía mejor que nadie la diferencia entre “necesidad” y “hambre” ¿Una novata le iba a venir a decir a ella lo que era acostarse con alguien por el hecho de follar y punto? ¡Ja! Que hablasen las pobres almas de los muertos que habían perecido bajo el filo de su daga no hacía tanto tiempo.

Realmente era Xana quien no tenía derecho ninguno a juzgarla o a insinuar nada de lo que acababa de hacer. Ella si que no se hacía una idea de lo que era no tener esa llamara de sentimientos intensos, de la incapacidad que había desarrollado y que en parte le habían obligado a desarrollar internándola en Kirion. Y cuando algo la desbordaba demasiado, cosa que ocurría poco, se le iba de las manos hasta el punto de cometer locuras como internarse en Mnemósite o tratar de matar a Pyotr.

El día que ella tuviera una ligera idea de lo que se le pasaba por la cabeza entonces igual se planteaba darle validez a sus estúpidos comentarios. Hasta entonces todo lo que pudiera decir no tenía ninguna importancia.

 

Irina, serena, entró en la tienda con cuidado y contempló a Pyotr durmiendo. Le encantaba verle dormir porque era como rozar la paz interior que tanto anhelaba. Si no le hubiera conocido las cosas hubieran sido tan diferentes…

Le acarició la frente apartando unos mechones de pelo y se tumbó a su lado. Echó la manta por encima de ambos y le besó brevemente, procurando no despertarle, antes de cerrar los ojos y dormir.

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14/05/2010, 01:11
Sandalphon

A la mañana siguiente, cuando Irina y Xana despertaron y salieron de las tiendas, descubrieron a Sandalphon cocinando el desayuno. Se trataba de unas gachas muy cocidas e insípidas, pero nutritivas al fin y al cabo. El Ebudan evitó mirar a los ojos a ninguna de las dos y se mantuvo muy callado todo el tiempo. Pyotr, en cambio, se echó a reir a carcajadas al ver cómo caminaba la tao. Sólo un codazo de Irina le hizo callar.

Tras el desayuno, Sandalphon tomó la palabra.

-Éste es el final del camino. Aquí decidís si seguís u os quedais. Irina y Pyotr: sé qué vais a contestar. Vosotros dos, no lo sé. ¿Vais a luchar contra el Árbol Madre? ¿Vais a iros y a vivir vuestras vidas como si tal cosa?

Su tono era duro, inflexible. Hablaba a Xana y a Richard con resentimiento, a pesar de que racionalmente no eran culpables de su despecho. Incluso el Ebudan debía saberlo. Pero entre saber algo y dominar los sentimientos hay un trecho.

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14/05/2010, 01:16
Richard

El daevar se rascó la nuca, incómodo. Miró a Xana dubitativo y tragó saliva.

-Yo... lo he estado pensando. No sé qué es el Árbol Madre ni quienes sois vosotros. No sé si me gustais, siquiera. Pero me habeis sacado de esa prisión. Nos, mejor dicho. Os debo una. Y aunque no os la debiera... soy un guerrero. No sé hacer otra cosa. No quiero irme y jugar a ser una persona normal, no después de todo lo que ha ocurrido. No podría.

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14/05/2010, 21:22
Xana Haller-Reisberger

Xana  se sentía más incómoda que nunca. Y no solo porque parecía que alguien le hubiese metido un dragón enfurecido entre las piernas. La sensación había pasado de dolorosa a agónica, y aunque había tratado de caminar y moverse con normalidad, aunque solo fuese por ahorrarle más dolor al hombre alado, había caminado hasta la hoguera encorvada, andando con un anadeo tan vergonzoso como revelador. So forzó a sonreir ante la mirada azorada de Richard, pero estaba seguro de que hasta ese pequeño gesto había dado indicio del dolor que sentía, aunque probablemente el daevar no supiese que no era un dolor solo físico. Pero era su felicidad. Ese dolor había venido de lo único que la había hecho feliz en la tierra. Viendo los ojos preocupados y avergonzados del hombre, Xana supo que siempre sería un precio pequeño a pagar por tenerle.

El otro hombre parecía encontrarlo cómico. Xana de buen gusto le habría roto la carcajada junto con buena parte de su mandíbula, pero por una parte no la entusiasmaba combatir presa de ese dolor. Y por la otra, al menos eso le debía a la mujer, que mal que bien, le había proporcionado su secreto y, objetivamente, y por mucho que su tono implícito molestase a Xana, no había sido excesivamente burlona ni cruel. La sorprendió al hacerle callar de un codazo, y la joven tao le agradeció mentalmente el gesto.

Con todo, las risas de Pyotr no fueron, con mucho, lo peor. Lo peor fue el tono frío y duro de Sandalphon.

Debería alegrarme. Que me odie si le place. Lo hará todo más facil para los dos. Dolerá menos, interferirá menos, cortará el cordon que nos une sin que ninguno de los dos lo deseemos más rápido.

Debería alegrarse, sí.

Entonces, ¿por qué se sentía tan dolida?

Recordó lo que le había dicho Richard anoche. No disfruto haciendo daño. No debería ser así.

No, claro que no debería. Ese hombre había viajado milenios tras una sombra que habitaba en un rincón de su corazón. Se merecía algo mejor que Xana. Se merecía alguien que le correspondiese, se merecía el olvido, se merecía poder seguir buscando, tener su propósito. Se merecía alguien más compasivo, más empático, que hubiera sabido hacerle sentir mejor que ella. Se merecía a alguien más como la Mineth que anhelaba... que le anhelaba a él. Alguien capaz de amar de forma pura y completa, sin reservas, con todo su ser, sin la fea sombra del hambre, del miedo, de la furia. Del huevo frío en su pecho.

No, claro que no debería ser así. Claro que merecía más. Pero así era, y lo que tenía era a ella. Xana odiaba tener que hacerle daño. Sabía que cada vez que se viese, alada y espléndida en sueños, se despertaría con ganas de llorar y un vacio aún mayor en el pecho. No era justo. La voz de Sandalphon era un reflejo de su propio resentimiento. Por eso dolía.

Quería irse lejos. Lo más lejos posible de ese hombre que la amaba en sus sueños, de ese sentimiento tan extraño, de la culpa, de la amargura. Pero no estaba segura de poder, no ahora que se había visto como Mineth. Esa mujer era parte de ella, y sabía que si no llegaba a entenderla, a saber por que vivió, por qué murió y quién había sido, jamás se sentiría completa. No dormiría una sola noche en paz.

Las palabras de Richard acabaron de convencerla. Aunque no lo hubiese llegado a decidir por ella misma, aunque estos dias hubiesen cambiado todo lo que fue su mundo, algo permanecía inmutable en el. Donde fuese Richard, iría ella. La joven se obligó a mirar a Sandalphon.

Me has salvado la vida. Has salvado incluso la de Richard, y apuesto a que lo lamentas, pensó. Y me has buscado durante muchas vidas. El dedicar una a  que se cumpla tu destino... nuestro destino, es lo menos que te debo. Lucharé con vosotros contra el Arbol Madre.