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Las nieblas de Mnemósite

Irina y Xana - I

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18/04/2010, 21:52
Director

Y la puerta se abrió.

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18/04/2010, 22:52
Xana Haller-Reisberger

Las palabras llegaban a Xana como a través de un túnel enorme cubierto de niebla. Al principio, apenas si las distinguía. Sus oídos estaban llenos de los gritos de Richard, cada sombra y cada gradiente de su agonía y su dolor se le habían clavado en el cerebro mientras luchaba por cerrar los oídos. Incluso con su cuerpo casi convertido en cadáver, sus sentidos seguían alerta, y había sufrido el tormento de oír como le destrozaban poco a poco. A cada grito le saltaba el corazón en el pecho, pugnando por volver a latir, a latir con fuerza, a bombear sangre a cada músculo. Xana se había obligado a quedarse quieta, pese a que su propia pugna la estaba matando.

"Lo intento, Richard"- habría querido decir. Habría querido decirle como había atesorado sus palabras, sus caricias, su consuelo. Como había querido ser una buena alumna, como había querido demostrarle su amors siendo mejor para el, recorriendo su mismo camino, liberándose de su ira. Le habría gustado que le revolviese el pelo y la animase a luchar otra vez, a levantarse otra vez, a seguir aprendiendo a encontrar la paz como había aprendido a pulir su cuerpo para la guerra. Había intentado guardar su expresión de paz al pasarle un trapo húmedo por la cara hinchada, pero solo podía imaginar su expresión de dolor mientras le hacían daño, y entonces todo se rompía en pedazos. La rabia le quemaba el corazón como sal en una herida, los sueños volvían, cada vez más violentos, cada vez más llenos de sangre, sangre como para bañarse en ella. Su alma se volvía a hundir en la miasma del odio y la violencia, y con cada centímetro Xana sentía el dolor de saber que traicionaba a la primera persona que la había amado, y todo lo que le enseñó, lo cual acelaraba su caída.

He encontrado a Mineth.

La voz había sonado justo a la puerta de su celda. No, no podía ser. Ella no era...

El hombre le sonrió. Era esbelto y alto, con hombros estrechos y brazos y piernas largos. Se parecía a ella.

-Mira, Mineth -dijo señalando al frente.

Si su cuerpo no hubiese estado sumido en el letargo de la Falsa Muerte, habría dado un repsingo. Mineth. La mujer de sus sueños. La chica de alas rojas. Ella. No era ella, no podía ser ella, ella no era así físicamente, ella nunca había estado en esos rincones extraños del mundo, ella no tenía alas rojas sobre su espalda, y sin embargo...

 Mineth era ella.

Lo supo. Igual que supo al coger una espada de madera con su manita de niña que viviría por y para esas armas, igual que supo al aplasta el cuello de Justus bajo sus pies que su vida como Haller-Reisberger, su vida de humillación y burla había termninado, igual que supo al sentir los labios de Richard en los suyos que había encontrado la paz, supo que esa mujer era ella, de alguna forma.

Y quien venía a por ella tqambién. ¿Cómo?

Era demencial. Era imnposible. No tenía ningún sentido, ni pies ni cabeza, lógica de ningún tipo. Tenía que ser otra. Pero la voz hablaba con una certeza absoluta.

Xana se forzó a abrir los ojos. Era un riesgo, pero lo correría. Si había la más remota posibilidad de que esa voz supiese de sus sueños, tenía que ver a quien pertenecía. Sus pestañas, respondieron con lentitud exasperante, alzándose poco a poco antes de que volviese a quedarse inmóvil. Apenas distinguía bien la superficie de la piedra. Sus pupilas estaban totalmente dilatadas, y los lagrimales secos habían dejado de funcionar. Sus ojos estaban cubiertos de una película que les daba el aspecto de vidrio sucio. Aspecto de ojos muertos. Como el resto de ella. Xana Sentía con el ojo de su mente las débiles chispas de Ki en su cuerpo, y tenía conciencia fragmentaria de él. El pecho, totalmente inmóvil. Los ojos, fijos y sin parpadear. Las muñecas, el cuello, toda la piel fría y sin pulso. Estaba tan preparada como lo estaría nunca.

Oyó  pasos que corrían hacia ella, y unos pies descalzos entraron en su campo de visión...

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18/04/2010, 23:17
Irina Nóvikova

La sonrisa que Irina le había dedicado a Pyotr por su triunfo al conseguir abrir la puerta se borró de inmediato cuando vio el cuerpo de Mineth tendido en el suelo. Muerto. Su aspecto al menos lo era, y de eso Irina sabía bastante, pues no eran pocas las personas a las que había enviado a aquel estado de putrefacción.

Ninguno de los tres se movió. Sandalphon estaba bloqueado por aquel revés tan inesperado y Pyotr tampoco sabía muy bien qué hacer, pero la asesina no se dio por vencida. No había estado toda su vida padeciendo para que ahora estuviera muerta, y vuelta a empezar todo de nuevo. ¿Cuánto tiempo tardarían sino en encontrarla de nuevo? La muerte no era una excusa para Irina, no en aquellas circunstancias.

- Pyotr, busca a Gunnar. – le dijo en un susurro.

Observó como el sombra asentía y comenzaba a revisar el resto de celdas. Después la asesina apartó a Sandalphon de la entrada, conteniendo la respiración, y avanzó corriendo hasta el cuerpo desfallecido de la chica. Tocó la fría piel de sus mejillas y contempló sus ojos blanquecinos. No parecía tener esperanza. Con cuidado, como su tuviera miedo de romper aquel menudo cuerpo, le dio la vuelta dejándola boca arriba y tanteó en su cuello la arteria vital que a tantas personas había cortado. Por una vez en su vida quiso sentir el flujo de la sangre recorriendo la piel de ella. Pero no estaba, y parecía que hacía tiempo que había dejado de fluír.

- Joder… Que no. Que no puedes estar muerta, Mineth.

La asesina se sentó en el suelo con cara de pocos amigos frunciendo los labios y sin dejar de mirar el cadáver. No estaba triste, sino cabreada por haber llegado tarde, y la frustración se dibujaba como una sombra asesina en su rostro. Cogió la mano de ella y la dejó caer como esperando que se sostuviera sola. No lo hizo, así que Irina pasó los brazos por debajo de los muslos y del cuello para levantar el cadáver. Al menos esperaba que Gunnar estuviera vivo todavía.

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18/04/2010, 23:23
Xana Haller-Reisberger

Xana escuchó con atención. Algo parecido a un sonido curruscante le llegó a los oídos, pero no hubiese sabido decir si eran palabras susurradas, alimañas deslizándose sobre las piedras, simplemente el ruido del aire o algo más. Le parecío captar un nombre. Gunnar. Oyó pasos que se alejaban y como alguien abría más celdas.

Qué raro. Ella no recordaba a ningún Gunnar entre los conspiradores. Además, ésta gente no había entrado con las llaves, eso seguro. Había oído los sonidos de forzar un candado. Eso no sonaba a guardia... y mucho menos llamándola Mineth. Sus captores no sabían su nombre, y nadie conocía a Xana con su aspecto actual.

Alguien le dio la vuelta, y Xana rápidamente enfocó los ojos. Su vista no era perfecta, al fin y al cabo tenía los ojos secos y sus nervios estaban adormecidos, pero a través de una especie de bruma, logró captar bastante bien la imagen de una mujer joven inclinada sobre ella. No tenía nada que especial, parecía una chica común y corriente, diría que incluso anodina. Uno de esos rostros y cuerpo que uno ignora fácilmente entre la multitud y que rápidamente pierde de vista. Sus ojos esstaban clavados en ella, con... ¿ansiedad?.

Otras figuras estaban junto a ella. Un hombre bastante atractivo, a su forma delicada y grácil, con el pelo blanco. A su espalda se veían un par de alas. Xana tuvo una visión, como un fogonazo. Una figura alada que volaba con ella sobre un cielo de verano, en su sueño. Cuando había sido la mujer de alas rojas. Cuando había sido Mineth. Otro hombre, este aún más atractivo que el anterior, de una belleza intensa y salvaje, sobre la cual destacaba la figura de un complejo tatuaje, aguardaba, espadas en mano. Al hombre alado parecía que le hubiesen clavado una lanzada en las tripas. La consternación de su rostro esta absoluta, y el otro hombre la observaba, con más autocontrol, pero sus ojos dubitativos parecían indicar que no tenía muy claro qué pensar de lo que veía.

La palpó por todo el cuerpo buscando signos de vida. Sabía lo que hacía, pero Xana también. La Falsa Muerte no era un simple truco, era una téncica peligrosa de aprender y compleja de ejecutar, que sólo un experto podría detectar. Observó como la frustración y la la incredulidad cracían en sus ojos. Eran sinceros. La mujer buscaba señales de vida, y era obvio que quería encontrarlas fuera como fuese. Para todos ellos parecía importante.

Pero... ¿era Xana o era Mineth la importante?.

¿Importaba? De momento, le habían abierto la puerta. La puerta hacia Richard. Y hacia sus captores. La puerta a hacerles gritar a ellos también. El sólo pensamiento casi hizo que su corazón volviese a latir, y esta vez Xana dudó antes de detenerlo.

Joder… Que no. Que no puedes estar muerta, Mineth.

Ahora sí estaba segura. La frustración goteaba de cada palabra como el agua de un carámbano. La mujer la quería viva hasta tal extremo que se negaba a aceptar su muerte. Pero... ¿era prudente mostrarse?.

Cuando sintió como la agarraba, se decidió. Se la iba a llevar, quisiera o no. Habían venido expresamente a por ella, y ni la muerte parecía que podría disuadirles. La habían estado buscando, y conocían su sueño. Demasiadas coincidencias. Además.... la puerta estaba abierta. Muerta no podría ir a por Richard. Ni aplastarles si intentaban impedírselo.

Xana dio la orden. El Ki volvió a arder por su cuerpo. Los ojos le escocieron cuando los lagrimales le volvieron a funcionar, humedeciéndolos, y le picaron cuando el nervio empezó a recuperase, devolviendo la mirada de la vida a los orbes colo cobre. A medida que los músculos, los más rápidos en revivir, reaccionaban y empezaban a moverse para sacudirse la laxitud, la piel empezó a calentarse bajo los mismos brazos de la mujer. El pecho empezó a agitarse, irregular, expandiéndose, dándole pinchazos a cada movimiento, y finalmente, el corazón, que tánto la había importunado en las horas interminables de la tortura de Richard, rogando por volver a latir, empezó a bombear sangre, ansioso por darle fuerzas para levantarse y pelear, tan violentamente que el rubor le empezó a correr por la piel. Notaba la boca pastosa al abrirla para hablar, y su voz salió cono un graznido ronco. Pero salió.

No... estoy... muerta. Déjame en el.... suelo... yo... me levantaré sola.

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19/04/2010, 09:19
Irina Nóvikova

La asesina alzó el cuerpo inerte de Mineth, no sin cierta dificultad. Que tampoco andaba sobrada de fuerza. Contempló unos instantes a Sandalphon, esperando que le dijera qué debían hacer, qué iba a ocurrir ahora que no habían llegado a tiempo. Y entonces Irina lo sintió.

Al principio creyó imaginarlo, pero se fiaba firmemente de sus sentidos por encima de cualquier cosa. El cuerpo de la chiquilla comenzó a emanar de nuevo energía que fluía a través de ella. La sangre comenzó a calentar su magullada piel, y el pecho comenzó a moverse irregularmente. Vio con claridad como los lagrimales comenzaban a segregar lágrimas para devolver el aspecto natural a sus ojos blanquecinos, e irregulares espasmos casi inapreciables comenzaron a invadir su cuerpo.

- Sandalphon, está viva. – anunció la Nephilim contemplándola revivir.

Lo cierto es que Irina había llegado a estudiar aquella técnica, pero no le había interesado demasiado como para aprenderla. Ella prefería el arte de matar, no el arte de aparentar estar muerto o el de sanar. Pero lo cierto es que aquella chica la había sorprendido, pues no se le había ocurrido pensar que quizás fingiera. El shock había sido tal que no había tanteado todas las posibilidades. Lógicamente era mejor hacerse el muerto a permitir que te torturasen.

Escuchó un sonido ronco que provenía de la garganta de Mineth, parecía que trataba de hablar a pesar de que no se la entendiera muy bien. Irina se apresuró a dejarla en el suelo con cuidado de nuevo, y le apartó el pelo del rostro sin inmutar su expresión. Solo esperó a que ella estuviera algo mejor antes de hablarle, mirándola fijamente.

- Eres Xana, Xana Haller, ¿verdad? – murmuró con rapidez. – Necesito que me digas dónde está Richard Strobel para sacaros de aquí. ¿Sabes dónde está?

Si ella estaba bien Sandalphon la cuidaría entre que Pyotr y ella buscaban al otro y les sacaban de allí. Habían tenido suerte, pero no esperaba tener tanta de golpe. Irina no creía en esas cosas, así que debían darse prisa antes de que se alertaran de su presencia. Lo cadáveres, por desgracia,  no solían pasar desapercividos para la gente.

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19/04/2010, 10:16
Xana Haller-Reisberger

Xana gruño por lo bajo mientras breves espasmos de dolor le recorrían el cuerpo. Volver de una Falsa Muerte no era agradable. El cuerpo, entumecido, se resentía cuando volvía a notar la llamada de los vivos. La piel le picaba cuando la sangre volvía a correr bajo ella, notaba pinchazos en el pecho a medida que los pulmones empujaban la envoltura de músculos endurecidos que los comprimían, y las agujetas le asaeteaban los músculos.

Que apropiado. Uno se da cuenta de que la vida es dolor- pensó con acritud.

Pero poco a poco los dolores se fueron disipando y volvió a sentir su cuerpo como suyo. Volvió a ser plemamente consciente del tacto de la piedra y el olor del aire, y a ver con claridad a sus libertadores. También fue consciente del dolor del brazo herido. Gruñó de nuevo, y al tragar tuvo que hacer un esfuerzo para pasar la pasta espesa de saliva y mucosidades secas que le apelmazaba la boca. Su garganta ya no estaba tan irritada como antes, pero aún así no fue algo agradable. Xana rodó hacia su costado y se puso en pir, tambaleante, aunque en un par de segundos volvió a estar afianzada sobre sus piernas.

Miró a la mujer que le hablaba. No tenía tiempo para preocuparse por cómo sabía quienes eran ella o Richard, o cómo sabía que ella era la tan Mineth. La mención de su nombre le recordó que Richard esperaba. Cuanto antes acabasen las palabras y empezasen las ostias, mejor. Había muchos cráneos que partir...

Ahora no.

Xana luchó por controlar la rabia oscura que le roía el vientre. No era el momento. Aunque fuese libre, o eso parecía, seguía siendo prisionera en el corazón de una mazmorra enemiga. No era el momento de cargar aullando y atraer a toda la guardia sobre sus cabezas. Respondió con una voz lo más controlada que pudo, aunque la vibración denotaba sus verdaderos sentimientos.

Sí, yo soy Xana Haller. Y, de algún modo, soy también esa Mineth que mencionaste. No me preguntes cómo, pero lo se. "Y tú me dirás como lo sabes tú", pensó, aunque se guardase de decirlo en voz alta. Richard está cerca, aunque no se donde. Le capturaron conmigo pero a mi me dejaron inconsciente y desperté aquí. Le he oído gritar en esa dirección- dijo, señalando la dirección general en la que había oído su voz. Si le queremos encontrar tenemos que darnos prisa, ya llevan un rato con él y sus gritos cada vez parecen más débiles, de modo que vamos. Es hora de que sean otros los que griten.

Por el tono de su voz, estaba claro que lo que fuera que pensase hacer con esos "otros"no iba a ser nada bonito de ver.

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19/04/2010, 12:07
Irina Nóvikova

Irina no esperó a escuchar el resto de la respuesta. Sus ojos se entrecerraron con rabia cayendo en la cuenta de dónde estaba Gunnar, y si no se daban prisa entonces si que perderían a uno de ellos. Y después del alivio de ver que Mineth estaba bien, no podía arriesgarse.

La asesina, con un movimiento rápido que ni la chica pudo preveer, desenfundó su daga y la dejó en el suelo.

- Úsala. – dijo antes de levantarse y dirigirse a Sandalphon. – Se dónde está. Yo y Pyotr nos encargamos. Espabila para salir de aquí.

Dicho esto, Irina desapareció por la puerta corriendo con la gracilidad y soltura de alguien acostumbrado a moverse en las sombras.

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19/04/2010, 12:18
Irina Nóvikova
Sólo para el director

La asesina corrió silenciosamente por el pasillo bajo la mirada de Pyotr hasta que llegó a su lado. Le cogió del brazo y señaló el fondo del pasillo iluminado, de donde procedían los gritos. Le enseñó cuatro dedos de la mano y después dos, señalándose a ella misma. Repitió el movimiento, esta vez señalándole a él. Hecho el reparto de las víctimas, la asesina se encaminó hacia la sala desenfundando la espada y la otra daga. Tenían que liberarle cuanto antes, pues con lo avanzada que estaba la tortura no duraría mucho más. ¿Las causas? Poco le importaban, ya tendrían tiempo de dar explicaciones más tarde.

Notas de juego

Haz tu las tiradas oportunas. Pero irina usará su sombra aun con el penalizador de la luminosidad

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19/04/2010, 13:30
Xana Haller-Reisberger

La otra mujer se movió con rapidez. El cuerpo de Xana, atontado aún por su vuelta de la falsa muerte, y con la mente embotada por demasiadas preguntas sin respuesta, no reaccionó hasta que salió por la puerta.

Xana se encaminó a rápidas zancadas hacia la dirección en la que mujer había salido corriendo. Había muchas cosas a las que había que responder, muchas cosas que considerar y demasiadas que meditar, pero sólo una que importase.

Sabe donde está Richard.

Eso era todo lo que importaba. Xana gritó en dirección a la mujer:

Tú no vas a ninguna parte. Si sabes donde está, yo voy. Contigo al lado o llevándote a rastras, pero no te creas que puedes dejarme aquí.

Xana empezó a acumular Ki. Hablaba totalmente en serio. Iba a ir con Richard. Le daba igual el peligro o lo que hubiese que hacer, si ellos podían, podía ella. Ardería en el infierno antes de quedarse sentada sin hacer nada por él. Y ardería quien tratase de impedírselo. Lo que estaba claro para ella es que pronto iba a tener que pelear. Prefería hacerlo con los guardias. Pero si tenía que hacerlo con la mujer o con el hombre alado, lo haría.

Notas de juego

*Empieza a acumular Ki*

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19/04/2010, 15:05
Sandalphon

Sandalphon, el hombre alado, se había quedado paralizado al ver a Xana muerta. Su rápida recuperación le hizo dudar, aun así, y no fue hasta que ella se levantó y amenazó a Irina que se decidió a dar un paso hacia la chica.

-Espera -dijo con voz ronca-. No te preocupes. Somos amigos. Yo soy... soy Sandalphon.

Con la escasa luz que había, Xana había tardado en identificarle. Tenía el pelo blanco y largo, los ojos claros, la piel pálida y las alas inmaculadas. La última vez que lo había visto estaban volando cerca del enorme árbol en el horizonte.

El nombre de Sandalphon le produjo cierta conmoción. Aquel hombre, aquel amante suyo... era él. Puede que lo que sintiera ahora no fuese más que el recuerdo de un sentimiento en un sueño, que ahora no notase más que estupor, sorpresa o ira por el estado de Richard, pero no pudo negar que algo dentro de ella se removió al mirarlo.

-Mineth, ¿me recuerdas? Ha pasado mucho tiempo... Mil seiscientos años. Te he echado de menos.

No hizo ademán de acercarse mucho más. El hombre alado parecía algo incómodo, mirándola de aquel modo mientras que ella estaba más concentrada en amenazarle para encontrar a Richard.

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19/04/2010, 15:19
Director
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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19/04/2010, 15:28
Irina Nóvikova

Las manos de Irina se crisparon mientras apretaba la mandíbula con fuerza. Por ESO precisamente no le gustaba ir con gente, porque eran impulsivos, poco metódicos, y se liaban a conversar en vez de estar atentos a lo que tenían que estar. Si ahora alguien se hubiera acercado por la espalda de Sandalphon ni se hubiera enterado.

Irina giró la cabeza y miró a Mineth como si le quisiera arrancar el gaznate desde la otra punta del pasillo. Dio gracias que los hombres estaban demasiado ocupados torturando y no se habían dado cuenta, pero aun así luego tendría unas palabras con ella. En aquel terreno la experta era ella, y si iban a colaborar más le valía hacerla caso. Una vez dada la alarma podría dar palos a todo el que quisiera. Pero ahora todavía no sabían de su presencia, así que más le valía estarse callada.

La asesina miró a Pyotr a los ojos unos instantes, respirando lentamente mientras afinaba el oído, esperando el momento de atacar. Entonces se lanzó al interior de la estancia como un rayo, lanzado un espadazo horizontal al primero que se cruzó en su camino y dando un paso hacia adelante, intentando clavar la daga en el siguiente más próximo. Su sombra emergió de la nada materializándose, creando una lanza que emergió del suelo directa al último hombre que había atacado la asesina. Fue una combinación de movimientos elegantes, precisos y mortales, que hicieron que a Irina se le dibujara una sonrisa de satisfacción en el rostro al sentir la adrenalina.

- Tiradas (4)
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19/04/2010, 15:43
Pyotr

Irina entró en la sala de tortura y abrió en canal a uno de los guardias, mientras que al otro le hundió la daga en las tripas. Su sombra hizo el resto del trabajo de manera altamente eficaz, degollándolo y haciéndolo despanzurrarse en el suelo.

En cuanto a Pyotr, que pasó detrás de ella, le valió un espadazo horizontal para acabar con los otros dos guardias de un solo golpe. El quinto, el que estaba calentando la punta en el fuego, la levantó por instinto para defenderse. Pyotr dio un paso hacia él, con el rostro manchado de sangre, y le apuntó con su acero.

-Deja eso en el suelo si no quieres que te haga lo mismo que a tus amigos. Y ahora ponte de rodillas, cabrón.

- Tiradas (6)

Notas de juego

Efectivo 133

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19/04/2010, 16:03
Irina Nóvikova

Irina apartó el pie para que no le cayera encima el cuerpo del degollado y vio como los otros dos caían muertos de un solo ataque muy diestro ejecutado por Pyotr. Una vez el otro estuvo subyugado comenzó a buscar al que llevaba las llaves de las cadenas pendidas del cinturón.

- Richard, hemos venido a sacarte de aquí. A ti y a Xana, que ya la hemos liberado. – introdujo la llave y soltó aquellas pesadas cadenas, que sujetó con dificultad para que no hicieran demasiado ruido en el suelo.

El hombre estaba en un estado lamentable, lo cual dificultaría muchísimo su huída. Pero eran cinco, y al menos tres estaban a pleno rendimiento con la adrenalina por las nubes. Y no dudaba de que Mineth lo estaría pronto también, al menos si Sandalphon no la trastocaba mucho con sus recuerdos.

La mujer enfundó las armas y trató de sostener a Jayan procurando no tocar ninguna zona en mal estado, cosa bastante complicada. Hizo fuerza para que reposara su cuerpo un poco sobre ella, pero las piernas de Irina se tambalearon ligeramente por el peso del hombre.

- ¿Puedes caminar? – preguntó en un susurro.

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19/04/2010, 16:09
Richard

Cuando le soltaron, Richard estuvo a punto de caer hacia delante. Sólo su poderoso cuerpo lo mantuvo en pie. Pyotr no se acercó, pues estaba ocupado manteniendo a raya al último superviviente. El enorme daevar, cuya piel húmeda de agua y sudor relucía a la luz de las antorchas, farfulló algo ininteligible. Pero cuando Irina mencionó a Xana, notó que los músculos de Richard se tensaban.

-¿QUÉ? ¿XANA ESTÁ AQUÍ?

Apretó los dientes y los puños y se erigió sin ayuda.

-Hija de puta... dijo que... dijo que la dejarían en paz -murmuró para después escupir un salivado ensangrentado. Se giró hacia el torturador-. ¡Tú! ¿Dónde está la capitana Turner? -Le agarró del cuello y lo levantó en vilo. A pesar de la tortura, la energía le había llenado por dentro. Estaba furibundo-. ¿Dónde está?

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19/04/2010, 16:11
Xana Haller-Reisberger

Xana se paró en seco cuando el hombre salió, interrumpiendole el paso. Su puño se cerró. Sabía lo que probablemente vendría, alguna perorata acerca de que la mujer habia dicho que esto lo otro o lo que fuera. No necesitaba eso. Necesitaba ir con Richard, ya, y partir cada puto hueso del cuerpo de quien le tuviese en su poder en ese momento muy lentamente. Si eran los de esa zorra daevar, mejor que mejor. Se moría de ganas de ver si seguía teniendo ese aire arrogante cuando se la follase con los restos destrozados de su propio fémur. En cuanto arrancase a soltar el dsicurso, un puñetazo en el diafragma y pasaría directamente a la versión reducida. Hola, y adiós, Sandalphon.

... Sandalphon.

Xana se quedó tan quieta como si hubiese vuelto a entrar en falsa muerte. Los dedos se le abrieron solos, sin que mediase orden de su cerebro. Conocía ese nombre. Y conocía...

el viento le hacía cosquillas en el vientre. El sol le calentaba las alas, se derramaba por su espalda. Su piel blanca y suave brillaba en la tarde apacible de verano. Sentía las cosquillas del aire en el vientre, entre las piernas, en los hombros, mientras le levantaba el pelo, y sentía las cosquillas de la dicha en su corazón. Un hombre volaba junto a ella, las alas blancas batiendo el aire al compás de las suyas, como si fuesen latidos de un solo corazón. Volvió el rostro para mirarlo y el corazón se saltó de gozo. Recordó el templo. Recordó el beso. Como con el roce de sus labios en los suyos le sintió dentro de ella, como si su aliento ocupase cada átomo de su ser y su vida llamase a la suya, la abrazase, se fundiese con ella. Deseaba que fuera así. Deseaba estar todos sus días con él, abrazarle por las noches, cogerle la mano en sus éxitos, llevar sus penas y alegrías en su corazón y sus hijos en su vientre.

Ese hombre estaba delante de ella.

Xana retrocedió un paso, asustada. Era mentira. Ella no sentía nada por ese hombre. Era Richard a quien amaba. Era Richard quien le había dado todo eso que le martilleaba la cabeza, y estaba aquí en algún lugar, y este hombre venía a ella, una sombra surgida de un sueño que había tenido a las puertas de la muerte. Debería avanzar. Debería empujarle, sacarle de su camino.

Retrocedió otro paso.

Había matado a Justus, había atacado a los guardias de Varick, a Richard muchas veces, había aplastado el cráneo de un jaeger, había luchado casi cada día de su vida, pero su cuerpo se negaba alzar la mano contra ese hombre.

No era nadie. Pero...

pero lo había sido.

Había sentido a través de la piel de Mineth. Había visto a traves de sus ojos, escuchado con sus oídos. Y había sentido su corazón rebosar de amor por él. Había sido Mineth.

Le había amado.

Tragó saliva. No, no lo había hecho. Ella era Xana. Era Xana. Se lo repitió mil veces. Xana. Xana. Xana. Era a Richard a quien necesitaba, no a él.

¿Y entonces, los sueños?. No los de Mineth. Antes. Los sueños de cieno y sangre. Las veces que había actuado sintiendo como si no fuese ella, como si estuviese viendo a alguien con su cuerpo hacer cosas, como cuando apalastó la columna de su hermano.

Xana temblaba como una hoja por el esfuerzo. Quería alejarse de ese hombre. La confundía. La llenaba de confusión,y la confusión le agitaba el pecho como una olla hirviendo. No sabía qué pensar, que sentir. Ya no sabía quién era.

Pero quería ir con Richard.

Dos fuerzas tiraban de ella, y Xana, debilitada en cuerpo y mente, se estaba rompiendo, desgarrándose entre ellas. El miedo le aullaba en los oídos, y como siempre que eso sucedía, la furia empezaba a borbotear. Trató de hablar en tono amenazador, pero la voz le salía débil y cargada de dudas.

Apártate. No puedo hacerte daño. No quiero hacerte daño.

 

 

 

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19/04/2010, 16:44
Sandalphon

-Mineth... -susurró Sandalphon acercándose a ella, alargando su mano blanca para tocarla...

...haciendo que ella recordase una mano marrón oscuro recorriéndole el rostro...

...cuando escuchó un grito que provenía del fondo del pasillo. Había oído sonido de lucha y ruido de muerte, pero éste era diferente. Era Richard, en todo su esplendor, con la ira llenándole la garganta y ya no el dolor.

-¿QUÉ? ¿XANA ESTÁ AQUÍ?

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19/04/2010, 16:53
Irina Nóvikova

La asesina no impidió que el Jayan desatase su furia contra aquel desgraciado. Se lo merecía por todo lo que le habían hecho. Eso y mucho más. Pero sí se quedó sorprendida por la rápida recuperación a pesar de todas aquellas heridas. Se volvió hacia Pyotr y se quedó junto a él.

- Gunnar. Tenemos que irnos. – le dijo de brazos cruzados, y con la voz serena.

Irina volvió a sacar su daga y se acercó de nuevo a la puerta para comprobar que en el pasillo no hubiera ningún guardia.

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19/04/2010, 17:03
Xana Haller-Reisberger

Xana notó como el hombre se acercaba. Decidió no retroceder. Apretó los dientes y plantó los pies en el suelo. No iba a retroceder más.

Mineth... el suspiro del hombre había sonado tan triste que Xana se estremeció. Le vio acercarse, notó como levantaba la mano para tocarle la mejilla. Ante sus ojos, sus rasgos fluctuaban. No se sentía como si nada de esto fuera real. La mano que se tendía hacia ella parecía una sábana la viento, una paloma al vuelo en un cuadrado de cielo azul, un toldo inmaculado en una tormenta de arena. Cualquier cosa. Cualquier cosa muy lejos de aquí. Xana entrecerró los ojos e inclinó la cabeza...

¿QUÉ? ¿XANA ESTÁ AQUÍ?

Richard.

Esa imagen si le vino clara a la mente. Richard limpiándole la cara sucia de lágrimas y polvo, la mejilla hinchada por el golpe. Sus brazos en torno a ella. Sus músculos bajos sus dedos, su peso bajo ella, dentro de ella. Su mirada cuando se entregó para salvarla, y la rabia que destilaba su voz ahora. Rabia por saberla aquí.

Su furia agitó la suya. No podía perder el tiempo. Había apretado los dientes mientras el sufría, y ahora estaba aquí, parada, por un sueño de hace más de mil años, y no con el.

Xana se lanzó hacia la puerta. El codo de la tao salió disparado, como una lanza directa a la cabeza. Le daba igual si el hombre alado lo esquivaba o caía por el impacto. Le daba todo igual. Lo que tenía que hacer ahora era salir de aquí. Buscar a Richard. Ir con él.

Sin detenerse siquiera a mirar, Xana salió al pasillo, en dirección a la voz de Richard.

 

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19/04/2010, 17:13
Richard

Cuando Xana entró en la sala de tortura vio un escenario dantesco de sangre y muerte. Entre Irina y el hombre de los tatuajes habían matado a cuatro guardias, ahora desparramados por el suelo, sangrando por heridas en el pecho y el abdomen. Pero aquello no le importó demasiado.

Richard estaba estrangulando a uno de los guardias, que aún seguía vivo... aunque no por mucho tiempo. El daevar repetía sin cesar el nombre de Rosamund Turner, como intentando que el tipo al que ahogaba se lo dijera pero sin darse cuenta de que no le estaba dejando hablar. Irina, a su lado, se había cruzado de brazos y le decía algo. Pero nada de lo que dijera le importaba a Xana, porque se dio cuenta del estado de Richard.

Su torso había sido quemado, cortado y desollado. La carne rosada se adivinaba claramente entre retazos de marrón, carne que había sido abrasada antes y después de ser despellejada. Tenía sangre en el rostro, un ojo tumefacto, los labios partidos y una mejilla marcada por un acero al rojo. Su piel estaba bañada de sudor y el pelo blanco, rosado por la sangre en algunas partes, mojado. Pese a todo, parecía consumido por la rabia y el deseo de matar, algo que jamás había observado en él. Las venas de sus brazos se marcaban como cordones oscuros atados alrededos de ellos. Estuvo a punto de no fijarse en Xana, pero un ruido ronco emitido por ella al contemplar su aspecto le hizo girarse.

Aquello provocó que Richard soltase al tipo y se tambaleara otra vez, sin fuerzas. Mientras el guardia intentaba reponerse en el suelo, Richard se apoyó en la pared.

-Xana... Perdóname. Pensé que... cumplirían su palabra.