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Las nieblas de Mnemósite

Irina y Xana - I

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19/04/2010, 17:30
Xana Haller-Reisberger

Sin mirar si el hombre alado la seguía o no, Xana siguió a la voz. Casi no tuvo consciencia de cuánto había corrido o hacia donde. Creía que era el final del pasillo, pero podría haber sido el final del mundo y ni se habría dado cuenta. Se encontraba en una habitación amplia. Las tripas se le empezaron a revolver al ver los instrumentos. La mujer y el otro hombre estaban aquí. Richard también. Aún no le veía, pero le sentía. Sabía que estaba ahí igual que un cachorro sabe quien és su madre o que un ave sabe hacia donde vuela. Estaba. Xana quería verle, y a la vez, era lo último que quería. Le dolía el estómago y se encontraba débil, pero se obligó a mirar.

Sintió arcadas. Si le hubiesen dado algo de comer, lo habría vomitado.

El aspecto de Richard era un retablo de horror. La cabeza le daba vueltas al contemplar la masa húmeda y rosada de su torso, punteada de negro. Sangre por todas partes, hasta en su pelo. Piel maltratada, abultada, quemada, violácea. Xana se acercó, temblando como una hoja.

Dios... tú... oh, dios... qué te han hecho...- levantó los brazos para abrazarle, pero los volvió a bajar al ver el estado de su pecho. Llevó las manos hacia su cara y las posó en sus mejillas, acariciándolas con ternura. Las lágrimas le rodaron por las mejillas. Richard murmuraba una disculpa.

Idiota. Como para pensar en disculpas ahora.

Xana le cerró los labios con un beso. Lento, deliberado. Apoyó las manos en sus hombros, metió su boca en la suya y la mantuvo así hasta que se separó. Se separó y volvió a hacerlo de nuevo. Le miró a los ojos, con tanta dulzura como jamás ceyó poseer, y sus manos le pasaron por la maraña de pelo blanco, limpiando la sangre.

Que más da. Has vuelto. Conmigo. Donde debes estar, siempre.

Quería abrazarle. Quería acurrucarse contra él como antes, como esta misma mañana. Quería besarle cada pulgada de piel y llevarse el recuerdo del dolor. Quería darle su piel para que olvidase la suya.

Pero no podía hacer nada de eso. Le haría más daño aún. Pasaría tiempo hasta que pudiese. Notaba el calor de su piel, el calor de la fiebre, pero no se atrvía a tocarla.

¿Y a quién se lo debía?

El guardia se retorcía en el suelo, tratando de incorporarse. Xana le dió una patada en el costado para darle la vuelta, y cuando estuvo boca arriba le hundió el talón en el diafragma. Para que no intentase levantarse.

La vista de la tao recorrió la sala, y pareció dar con lo que buscaba. Caminó hasta el brasero en el que calentaban los hierros, una bandeja semiesférica llena de brasas al rojo blanco monada sobre tres patas de hierro forjada.  De un manotazo, tiró al suelo los hierros. Agarrando dos de las patas, movió toda la estructura hasta donde el guardia estaba caído, doblado de dolor. Pisándole el cuello para obligarle a mirarla, Xana habló con una voz que estaba segura que Richard no había oído nunca. La voz que le salió de dentro el día que mutiló a su hermano.

Tienes suerte de que no me pueda permitir hacerte gritar mucho. Tendrás una muerte mejor de lo que mereces.

Agarrando el caldero lleno de carbones al rojo por las asas, Xana le dio la vuelta a la vez que se arrodillaba rápidamente. El recipiente metálico cubrió la cabeza y el cuello del hombre, derramando su contenido sobre ellos. Xana se puso en pie en medio del siseo agudo que emitió el hierro y al carbón en contato con la piel, y levantando la pierna, pisó con firmeza el fondo del caldero, hunidéndolo aún mas en la carne del pecho y manteniéndolo quieto. Notaba el calor a través de la suela de sus zapatos, pero se mantuvo quieta, con los ojos vacíos, mientras el cuerpo del hombre saltaba y se convulsionaba como golpeado por el rayo, sus aullidos apenas audibles como un retumbar sondo por debajo del grueso metal. El olor de la carne quemada le rascó la nariz y el huno negro y aceitoso se le metió en los ojos, pero Xana se mantuvo, apretando el caldero, hasta que el hombre dejó de moverse.

Miró a Richard. Sabía lo que iba a ebncontrar antes de verlo. Desaprobación. Pena. Culpa. Sabía que la quería demasiado para sentir horror ante lo que había hecho, pero también sabía lo que había hecho. Había vuelto a matar, de una forma atroz, regodeándose y disfrutando de cada segundo. Había escupido en todo lo que la había enseñado y en todo el amor y buenos ejemplos que le había dado. Xana sabía que le acababa de hacer más daño que ninguna tortura que le hubiesen podido infligir, y lo había hecho a sabiendas. No había sido capaz de evitarlo, a pesar de todo, a pesar de todas las buenas palabras, los abrazos, de todas las noches lánguidas bajo las sábanas, feliz, en paz consigo misma y con él, la rabia le había devorado el pecho aún mientras le decía que le quería, y había hecho...

esto.

Se acercó de nuevo a Richard, y sin decir palabra, se deslizó bajo su hombro para ayudarle a caminar. Estaba cansada. Cansada de Sandalphon, que la había estremecido sólo con una palabra y el recuerdo de un sueño. De pensar en el daño que debió hacerle al apartarle así. Del que acababa de hacerle a Richard. Cansada de ser una guerrero, cansada de luchar. Se sentía un ser miserable y dañino que sólo había logrado lastimar a quienes la amaron. Se dirigió a la mujer, con los ojos tan opacos como si hubiese vuelto a morirse.

Vosotros entrásteis, así que sabréis salir. Vamos. Salgamos de aquí.

 

 

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19/04/2010, 20:00
Irina Nóvikova
Sólo para el director

Irina contempló cómo Mineth entraba corriendo en aquella habitación y besaba al daevar de forma dulce, como si renaciera después de haber estado en el infierno. No le hicieron falta palabras para darse cuenta de que allí sobraba, así que se encaminó hacia afuera para vigilar con una sensación amarga en el estómago. Apoyó la espalda contra la pared, justo al lado de la puerta, y giró la cabeza hacia el fondo del pasillo. Vio a Sandalphon inmóvil, todavía consternado y con sus hermosas alas desplegadas. Pero solo a fin de cuentas. Mineth había optado por aquel pasional amor. No le recordaba…

En cierto sentido era bonito e idílico, pero la desesperación hizo que sus ojos se volvieran acuosos. Ella también estaba allí, y vivía y sentía lo terrenal como suyo. Estaba con Pyotr, buscaba un futuro y dar fin a una historia que se remontaba eones atrás. Pero Nar’Tyel en algún lugar de su mente también sentía añoranza, y era muy triste no poder recordar por qué y a quién. Sentía una parte de ella vacía, una parte que había descubierto mediante sueños y pesadillas y que habían llevado a Irina casi hasta la locura. A veces se sentía como la cáscara de un ser perdido, porque realmente no le quedaban muchas metas en su vida después de aquello.

Irina había sido entrenada para acabar con Pistis Sophia, y Pyotr vivía también por y para Sandalphon. Cuando acabase aquello ¿qué pasaría con ellos? ¿Qué haría? No sabían cómo vivir, al menos ella no tenía ni idea. Llevaba casi media vida haciendo aquello, y la otra media se la había pasado en la ignorancia. En cierto sentido envidiaba a aquella chica, porque de una manera u otra parecía tener salida, parecía segura de lo que quería y de lo que quería que fuera su vida. Ella no. Y cuanto más avanzaba todo aquello más incierto le parecía.

Apartó la mirada de Sandalphon y cerró los ojos escuchando los gritos ahogados de aquel hombre que, por los ruidos, estaba siendo abrasado. Pobre diablo…

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19/04/2010, 20:00
Irina Nóvikova

Irina contempló cómo Mineth entraba corriendo en aquella habitación y besaba al daevar de forma dulce, como si renaciera después de haber estado en el infierno. No le hicieron falta palabras para darse cuenta de que allí sobraba, así que se encaminó hacia afuera para vigilar con una sensación amarga en el estómago.

Cuando Xana se acercó, Irina, que estaba en el pasillo haciendo guardia, se limitó a hacerle una seña para que la siguiera.

- Pero déjame ir a mi primero y procura no hacer ruido. ¿De acuerdo? Cuanto menos llamemos la atención mejor.

No era ni una orden ni una petición. Era la lógica de alguien que había hecho eso en numerosas ocasiones.

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19/04/2010, 20:11
Sandalphon

Richard miró la acción de Xana y no dijo nada. Su mandíbula se crispó y sus ojos la observaron con severidad, pero en ellos aún brillaba la rabia. Richard le había contado cómo la ira le había convertido en un monstruo sediento de sangre. Antes de que ella llegase aquel monstruo había vuelto a tomar el control. Y aún rondaba tras las pupilas del daevar.

Su piel ardía y su peso era abrumador, pero Xana lo ayudó sin más dificultad que la de procurar no rozarle demasiado las heridas. Alguna vez lo hizo y Richard soltó un maullido, pero en poco tiempo consiguieron acompasar el paso para evitar ese problema.

Una vez salieron de la sala de torturas, que se llenaba de peste a cerdo quemado, se encontraron a un Sandalphon pensativo y ceñudo. Al mirar a Xana y a Richard enarcó una ceja y soltó el aire despacio. Cuando Xana lo miró, tan cerca de Richard, recordó de nuevo al gigante. Se dio cuenta de que algo en Richard le recordaba a su amigo en sueños. Gunnar... ¿no lo habían llamado así? Gunnar, era su nombre.

Sandalphon se acercó a ellos y se cruzó de brazos. Ladeó la cabeza, chascó la lengua y suspiró.

-Entiendo.

El Ebudan levantó una mano y la posó sobre el brazo de Richard. Poco a poco la piel volvió a crecerle, los moratones desaparecieron, los labios regresaron a su estado original. De las quemaduras sólo quedó la mancha del tizne y de los cortes, la sangre. La fiebre pareció abandonarlo y sus músculos recobraron la fortaleza. Incluso dejó escapar un suspiro de alivio.

-Puedo sacaros de aquí igual que hemos entrado, pero sólo si subimos hasta el nivel del suelo.

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19/04/2010, 20:32
Richard

-Gracias, quienquiera que seas -respondió el daevar-. Pero no pienso irme así como así. Tenemos que sacar de aquí al resto de los detenidos.

De pronto, su gesto se ensombreció.

-Pero a Varick... se lo habrán llevado a la capital. Ni tú ni yo somos importantes. Su ejecución será toda una atracción para los seguidores de Gaul. No han hecho más que repetirmelo desde que han empezado.

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19/04/2010, 20:35
Pyotr

-No, de eso nada -dijo el sombra con una sonrisa forzada-. No somos una brigada de rescate de traidores al Arconte. Hemos venido a por vosotros y punto. Así que vamos a subir esas putas escaleras y nos vamos a ir pitando. No es que tenga miedo de unos cuantos imbéciles como los de antes, pero me da que los siguientes no van a estar viendo cómo torturan a alguien como quien ve un partido de Edén.

Y dicho esto, Pyotr apretó las empuñaduras de las espadas y echó a andar tras hacerle una señal a Irina.

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19/04/2010, 20:45
Irina Nóvikova

Irina suspiró, miró a Pyotr y le siguió sin pensárselo dos veces. Ya habían arriesgado demasiado allí como para pasar mas tiempo. Los asuntos de Gunnar y Mineth que los arreglaran ellos. Irina al menos ya había cumplido lo que tenía que hacer.

- Espera. – le dijo al sombra, de manera que solo él la escuchara.

Caminó hasta alcanzarle y avanzó la primera, seria como siempre, y tratando de centrarse en lo que estaba haciendo. Le dio un suave pellizco al pasar a su lado y se colocó delante, fundiéndose con su sombra de nuevo mientras corría escaleras arriba.

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19/04/2010, 20:39
Xana Haller-Reisberger

Xana caminaba al lado de Richard, aguantando sin quejars el peso del hombre. Richard era enorme, sí, pero Xana era mucho más fuerte de lo que parecía. Aún así, un par de veces se rozaron, y notó el quejido de Richard, que hizo que se encogiese ella también.

El hombre alado estaba en el pasillo. Sólo con verle, algo volvió a aletear en el pecho de Xana. La tao ya estaba harta. ¿Por qué? Había pasado sus casi 19 años sin querer ni ser querida, hasta tal punto que Richard casi había tenido que abrirle el corazón a golpes. El proceso le había dolido más de lo que quería recordar, ¿y ahora esto? Era una broma obscena y cruel. Tenía que luchar contra sus sentimientos por dos personas, y a una de ellas ni siquiera la conocía, ni siquiera eran SUS sentimientos. Era un amor nacido de un sueño.

¿Pero por qué le dolía tanto?

Hubiese querido decir algo. Hubiese querido decir "Lo siento". Hubiese querido decir que entendía lo que era anhelar el cariño de alguien, hubiese querido explicarle que ella nunca había querido que las cosas fueran así. Que no había sido justo haberla hecho elegir, que le había dolido. Que quería creer en él, pero que su realidad, su vida, era esta.

Ni siquiera eso podía. ¿Que le diría a Richard, entonces? ¿Cómo le explicaría lo que había sentido si ni ella lograba saberlo?

Xana permaneció en silencio mientras el hombre curaba a Richard. Los remordimientos se la comían, pero no podía hacer otra cosa. Era una decisión, y viviría con ella.

Richard se encaró a los recién llegados. Cierto. Había más prisioneros. Xana no quería ir. No quería arriesgarse a perderle de nuevo, a volver a luchar, a que volviesen a cogerle, a que le matasen. Solo quería irse, irse con el y descansar entre sus brazos hasta que supiese al menos qué diablos era y que se suponía que debía hacer. Pero tampoco podía.

Richard era demasiado honorable para huir sin los demás, y Xana sabía que le seguiría a donde fuera. Se lo debía. No, no se lo debía. Quería hacerlo. Quería estar junto a el en la batalla como lo había estado en la cama.

Cuando le aplasté el cuello a Justus creí que era libre. ¿Por qué entonces tengo la impresión de que mi vida está siendo un guión que alguien escribe, y que no puedo ni siquiera decidir sobre mi propio corazón sin que alguien meta mano? ¿Tan horrible fue mi crimen que Abel Cristo se empeña tanto en castigarme? Quería decirle que lo olvidasen, que se marchasen, que estaba cansada. Que sólo quería olvidar. En vez de eso dijo lo que sabía desde el principio que diría. Lo que debía.

Razón de más para que le matemos antes de que suceda. Si logramos sacar de aquí al resto, quizás aún tengamos una oportunidad. Menor todavía que antes, si es posible. Pero ya lo sabíamos entonces, igual que lo sabemos ahora. ¿No es así?

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20/04/2010, 12:44
Richard

-No, Xana -murmuró él-. Esta vez no. Me conformo con que salgamos vivos de aquí. Acabar con Gaul es una tarea titánica, demasiado... No. No podemos con él. Ni siquiera nos dará la oportunida de morir honorablemente, luchando. Nos cazará antes como a perros y nos colgará en la plaza mayor para disfrute de todo el mundo. Y tú morirás. No voy a permitirlo.

Le pasó una mano por el pelo mientras la miraba con infinito afecto.

-Cuando te vi siendo atacada por los guardias supe que no podía dejar que murieses. No a costa de mi salvación. Ahora sé que no puedo dejar que te hagas matar a costa de un sueño imposible desde el principio. Lo siento. Siento si te desilusionan mis palabras. Sigo queriendo un mundo mejor, pero soy sólo un hombre. Y tú una chica. Cuando te están torturando tienes tiempo de arrepentirte de muchas cosas.

Richard apretó el puño y los dientes.

-Pero eso sí, pienso sacar de aquí a cuantos amigos pueda. Y encontraré a Rosamund Turner y le haré pagar por su falta de palabra. Te lo prometo. Y yo sí cumplo lo que digo.

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20/04/2010, 12:52
Sandalphon

-No sé muy bien en qué guerra estais luchando ahora -dijo Sandalphon-, pero si he venido ha sido para reclutaros en otra contienda. Una en a la que os unisteis hace mucho, mucho tiempo. No hay tiempo para explicaciones ahora. Sólo os diré que mi cometido aquí es sacaros de este lugar sanos y salvos. No somos miembros de ninguna resistencia ni queremos derribar a ningún político. Sólo hemos venido a rescataros. Y eso es lo que haremos.

El hombre alado dio un paso hacia ellos.

-Por favor, venid con nosotros. Podemos liberar a vuestros amigos y despejarles el camino, pero vosotros venis conmigo. No hay otra forma.

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20/04/2010, 13:13
Xana Haller-Reisberger

Xana se apoyó brevemente en el hombro de Richard cuando éste le pasó la mano por el pelo, y cerró los ojos con un suspiro. Sentía la presencia de Sandalphon cerca de ambos, pero no pudo evitarlo, ni quiso hacerlo. Las manos de Richard eran demasiado dulces, se sentía demasiado bien. No sentía pena por lo que le había dicho. Había pensado que odiaba a Gaul por todo lo que sucedió anrtes de que la echasen de casa. Seguía ondiándole, a él y a todo lo que representaba, pero ahora era demasiado consciente de que matarle no cambiaría las cosas. No mucho, al menos. Es posible que su patria sufriese bajo el puño de Gaul, pero ella ya tenía una patria al fin y al cabo.

Estaba aqui, a su lado.

Y quien sabe, puede que incluso aún pudiesen hacer algo por Togarini. Porque hubiese en el mundo más ojos como los de Richard. Habría más rebeldes. Habría otro día. Mientras los dos estuviesen vivos, podrían conseguirlo, o al menos ser felices intentándolo.

Es todo lo que quiero que seas, Richard. No necesito santos ni héroes. Solo a tí, tal como eres.

Las palabras de Sandalphon la sacaron de sus pensamientos, y notó una punzada en el pecho. Xana podía ser irascible, temperamental y violenta, podía hacer cosas terribles cuando estaba llena de ira. Pero nunca había sido cruel, y se sentía culpable. Sentía que lo que hacía era cruel. Pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Ya amaba a Richard antes de que él llegase. ¿Que otra cosa podían esperar que hiciera?. Miro al daevar a su lado. Y le apretó el brazo.

Tenemos que ir con ellos. Yo... no pedo explicarlo. Saben algo. Saben algo que llevo viendo en sueños desde que era niña. Podemos fiarnos de él- dijo, clavando los ojos en el hombre alado. ¿Podemos?. No me preguntes como, lo se. Por favor, confía en mi y salgamos de este lugar. Yo... hay cosas que necesito saber, y este no es sitio para hacer las preguntas.

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20/04/2010, 15:29
Richard

-Yo también le conozco -dijo Richard en voz baja-. De mis sueños. Nunca te lo he mencionado, pero de vez en cuando tengo visiones extrañas. Por eso me fijé en ti. Era como si te conociera de antes. Y Gunnar... es como si me llamase así. Cuando lo usan, algo se despierta dentro de mí.

Miró a Sandalphon y negó con la cabeza.

-Los sacaremos y nos aseguraremos de que puedan huir a Kanon. Esas son las condiciones.

Y dicho esto, se puso a mirar en las celdas contiguas y a abrirlas.

-Ayúdame, Xana.

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20/04/2010, 15:40
Rosamund

Sandalphon no impidió que Richard hiciese lo posible por sacar de allí a los presidiarios. En poco tiempo tenían detrás a un grupo de cinco daevar, algunos heridos y otros asustados, pero pocos de ellos capaces de luchar o de plantar cara a ningún guardia.

Hecho esto, iniciaron la subida por las escaleras. El segundo piso estaba desierto, mientras que en el primero les aguardaban cinco guardias a los que entre todos aplastaron sin que pudiesen oponer ninguna resistencia. El piso superior, a nivel del suelo, ya había sido alertado de la fuga masiva. Tras Richard había ocho traidores, algunos de ellos armados con las espadas y las dagas de los guardias, y sus armaduras.

Ante ellos aguardaban catorce guardias con armaduras completas, escudos y espadas. Y Rosamund Turner, la capitana, con vendas en la cabeza y el torso. Richard rugió como un animal al verla.

-¡Preparados! -gritó ella a sus hombres-. ¡Atacad!

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20/04/2010, 16:30
Director

Tres soldados salieron a la carga a por Xana y la atacaron entre todos. La tao evitó el roce de su filo excepto en el último golpe, que le rozó el hombro e hizo brotar la sangre.

- Tiradas (13)

Notas de juego

Xana -5 pv

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20/04/2010, 16:44
Irina Nóvikova

Irina contempló el regimiento de soldados que tenía frente a ella con cierta aprensión. Tenían que luchar, pues sortearlos no era una opción, así que se lanzó a la carga por el lateral intentando no llamar demasiado la atención. Fueron tres los que le salieron al paso, cortándole la retirada y el posible ataque por la espalda, así que blandió la espada y daga, acercándose más de lo que le gustaría para tratar de acertar. Del tercero se encargaría su sombra, que con la luminosidad que allí había era una buena compañera.

- Tiradas (3)
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20/04/2010, 16:53
Director

El encarnizado intercambio de golpes con el trío de guardias estuvo a punto de costarle una herida a Irina, pero la asesina era demasiado ágil como para que acertasen a darle en un punto vital. La sombra, en cambio, tuvo más suerte y atacó a uno por la espalda, hiriéndolo en un muslo y provocándole un gruñido de dolor.

- Tiradas (6)
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20/04/2010, 17:04
Director

Xana atacó a los tres soldados que se le habían echado encima con varias patadas encadenadas, mientras su ki se acumulaba dentro de ella. Los golpes que los soldados recibieron no parecían muy graves, pero aún así los frenó bastante.

Pyotr desenvainó las dos espadas y corrió hacia otro grupo de tres soldados. Abrió los dos brazos como en un abanico, provocando cortes a los tres soldados, que retrocedieron, asustados por su ímpetu.

Sandalphon giró sobre sí mismo y envió un corte transversal con su ala como arma. Su aspecto era totalmente celestial, como el Arcángel Miguel luchando contra las huestes satánicas.

En cuanto a Richard, cargó contra Rosamund en cuanto la vio, pero dos de sus hombres saltaron a protegerla. El primer ataque encadenado del maestro lo detuvieron con el escudo, pero la patada giratoria que lo siguió impactó contra uno de los soldados y lo dejó un poco alelado.

- Tiradas (12)
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20/04/2010, 20:05
Irina Nóvikova

La asesina trató de hacer frente a sus enemigos, pero eran tres espadas tratando de acertarla y con tanto barullo no era capaz de controlar bien la situación. A demás, usar sombra, la cual si estaba siendo efectiva, requería mucha concentración por su parte, pero entre que les distraía, ella atacaba por la espalda.

Retrocedió varios pasos interponiendo la espada a uno de los golpes y giró sobre si misma para esquivar otro. Después lanzó dos ataques directos, tratando de alejarlos ya que acertarles no lo estaba consiguiendo.

- Tiradas (3)
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20/04/2010, 20:30
Director

La sombra de Irina realizó su cometido a la perfección. Alzándose tras uno de los que la acosaban, le clavó la cuchilla que era su puño en el cuello y cayó rodando al suelo. Ahora sólo quedaban dos más.

En cuanto a Xana, esquivó un ataque con maestría y de una patada giratoria le rompió el cuello a otro de los que luchaban contra ella.

Pyotr asestó tres puñaladas a uno de los que tenía delante y al segundo le cortó un brazo. A Sandalphon le bastó con conjurar un hechizo de luz para acabar con cinco de un solo golpe. En cuanto a Richard, golpeó a los dos soldados que tenía delante y les hizo clavarse las espadas mutuamente. Al tercero le arrancó la espada de las manos y, con un golpe seco, lo derribó. Avanzó hacia Rosamund, la cogió del cuello y la levantó, empotrándola contra la pared. Le clavó la espada en el vientre, encajando el acero entre los sillares de piedra y provocando un grito de dolor en la capitana.

Sin decir nada, la dejó colgada ahí y volvió a la lucha. Rosamund, aún viva, se debatía con demasiado acero clavado a la altura del estómago.

En cuestión de minutos terminaron de despachar a todos y pudieron continuar el camino. Sólo dejaron vivo a algunos guardias que se arrastraban por el suelo y a Rosamund, colgada en la pared como un Cristo.

-Vámonos ya -dijo Sandalphon, señalando la salida.

El cielo nocturno y el aire fresco los recibió cuando salieron al exterior. Xana y Richard, que tan poco llevaban encima, notaron algo de frío y se acercaron instintivamente. Sandalphon echó a volar llevando a varios consigo cada vez, hasta que se encontraron al otro lado de la muralla, libres al fin.

Después de que Richard se despidiera de sus amigos, Sandalphon les dijo que era momento de abandonar Waldemar y dirigirse a Kanon, donde estarían a salvo de los soldados togarenses. Debían moverse deprisa, antes de que fuesen tras ellos.

Poco después llegaron a la Cordillera de la Cicatriz y pudieron respirar tranquilos. Ahora sí que era momento de explicaciones.

Los amigos de Richard se alejaron a marchas forzadas, pero él y Xana se quedaron con Sandalphon y los demás. Richard quería saber quiénes eran, después de todo. Así pues, junto a la hoguera del campamento, mientras Pyotr e Irina descansaban en una tienda, Sandalphon se dispuso a explicárselo todo.

- Tiradas (5)

Notas de juego

He hecho un FF porque me aburren las batallas xD

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21/04/2010, 04:05
Xana Haller-Reisberger

Xana no había dicho ni una palabra desde que salieron de las mazmorras de Les Jaegers. Había sonreído cuando notaba que Richard la miraba y le había rozado el dorso de la mano con los dedos cuando estaban cerca, pero su mente claramente estaba en otra parte, muy lejos, y se limitaba a seguir mecánicamente a Sandalphon y los demás, perdida en sus propios pensamientos.

¿Quién infiernos había sido Mineth? ¿Quién era este hombre de pelo y alas blancas al que había amado tanto que incluso a ella, a través de los siglos y de los sueños, y probablemente de la muerte, le había llegado su recuerdo? ¿Y Richard? ¿También él había soñado con todo esto? ¿Su mismo sueño?

¿Quienes habán sido? Y, más importante aún, quiénes... no, ¿QUÉ eran?. Xana se sentía como una marioneta. Tenía la impresión de que algo estaba pasando, que un mundo giraba a su alrededor y todo el mundo estaba dándose cuenta menos ella. De que había  huido de la trampa que era su vida en el castillo Haller-Reisberger para ir a caer en otra que ni siquiera conocía. Richard parecía tener las mismas dudas. Exigía saber quiénes eran y que significaban los sueños. Xana le dejó hablar sin decir nada. No le importaba que llevase la voz cantante. Ella lo único que quería ahora mismo era que los hados la dejasen en paz, aunque fuese solo cinco minutos. Cinco minutos sin tener que pensar, que decidir, que sufrir por algo o alguien.

No era demasiado pedir.