Partida Rol por web

Contrato para un piloto mercenario.

- Y pensar que toda esta mierda comenzó como un contrato de lujo… - No puedes evitar pensamientos como este mientras maniobras con la chatarra de descenso que te han asignado en esta misión.- Joder, en el papel ponía que me harían entrega de mi propio CF/A-17G- La ira te embarga cuando recuerdas el hangar por el que te pasearon mostrándote los Cazas Wraith último modelo. Firmaste satisfecho por la generosa compensación económica, y te asignaron la primera misión con la nave de descenso que ahora pilotas. De momento, no había operaciones de combate y querían que siguieras acumulando horas de vuelo.

Tras 2 meses “acumulando horas de vuelo” la frustración está haciendo mella en ti, especialmente cuando fuiste a mandarles a tomar por culo y te indicaron una pequeña cláusula en tu contrato que lamentablemente pasaste por alto en mitad de tu euforia. Al menos eso dicen ellos, jurarías que la condenada no estaba ahí, pero tienes un maldito periodo de prueba de un año antes de que el resto del contrato como piloto de caza entre en vigor, obligándote a realizar tareas logísticas durante ese periodo. La sanción por el incumplimiento del contrato es excesivamente dura, e injusta. Al menos por el momento no pagan mal, aunque no es la fortuna que te esperaba junto a esa nena con impulsores de ión. - Hijos de puta.

En los últimos días parece que los indígenas se han mostrado hostiles ante la Confederación, e incluso se han iniciado encuentros armados. Por los rumores que te han dejado escuchar, parece que han llegado los Hijos de Khoral a apoyar la rebelión. Con suerte te harán entrega de algún caza de segunda, que has visto muchos últimamente en los muelles donde entregas tu carga y te pondrán una vez más en tu sitio, en la cabeza del combate dando ejemplo.

Ya estás llegando. En la parte posterior de tu nave el sonido metálico de las cajas de suministro chocando entre sí te devuelve a la realidad del momento. Dentro de unos momentos terminarás el envío de la plataforma orbital al puesto avanzado.

- Aquí Puesto Avanzado DN-2. Carguero M-1000 identificado, proceda a descender hasta el muelle de atraque 02.

Siguiendo las instrucciones del operario, realizas una maniobra de giro de 180º poco antes de colisionar con la nave contra el muro de duralita y con el rugir de los quemadores de descenso haces tu entrada en el muelle.

Dejas todos los sistemas apagados, y abres la puerta de embarque. A media apertura se engancha tratando de continuar, y tras propinarle una patada al servo lateral termina de abrirse.

Bajas de un salto, al suelo de chapa de la gran sala en que te encuentras, llena de cajas apiladas clasificadas y operarios trasladandolas de un lado a otro mediante elevadores magnéticos. De una cabina adosada a la pared norte sale un tipo regordete, con traje militar y el casco con los comunicadores sobre la cabeza para darte la bienvenida:

- Joder Jonas, no entiendo como aún no te has estrellado. ¿A qué venía esa absurda maniobra de aterrizaje? Ha estado cojonuda, pero me parece que estás loco forzando los quemadores de esa chatarra así- Troilo Razcjenko parece contento de verte, como siempre; desde que firmaste tu contrato la DN-2 es de las pocas estaciones en las que te gusta parar, siempre puedes tomarte unos lingotazos en compañia de este gordo cabrón y afable que parece entender tu situación.

Retiro un segundo las oscuras gafas de los ojos y miro a Troilo.

- Aún no me estrellado, amigo mio, sencillamente porque nadie sabe hacer esas cosas con estos trastos como yo - digo acompañando la frase con una sonora carcajada.

Vuelvo a colocarme las gafas en su sitio.

- Y... tienes razón, ha estado cojonuda.

Doy un par de golpes en el hombro del sargento.

- Hace tiempo que no vengo por aquí, Troilo. Me debes muchas copas. No perdamos el tiempo.

- Sí, claro, pero es porque es porque te desmayas cuando intentas seguirme el ritmo- ahora la carcajada es suya, y la acompaña poniéndote una mano en el hombro.- Quizás en un rato, amigo. Desde que han llegado esos Alfa estamos hasta las cejas de trabajo. Aprovecha y ve a tomarte algo por la cantina, y veremos si no tengo también alguna tarea para ti de parte del jefazo. Con mucha suerte podremos bebernos algo que me despeje la cabeza.

Con su eterna sonrisa en su faz rubicunda se despide de ti, y empieza a gritar ordenes a unos técnicos que al parecer debían llevar unas cajas a otro lado. Lo cierto es que el muelle está más lleno de trabajadores que lo habitual, y tu carga consistía mayoritariamente en piezas de repuesto para maquinaria pesada por lo que viste en los registros.

Me encojo de hombros mostrando desaprovación.

- No entiendo que es eso que tienes que hacer mejor que tomar una copa conmigo. En fin, seguro que hay alguien dispuesto a venerarme por la maniobra de aterrizaje.

Comienzo a caminar hacia la cantina saludando largamente con la mano en alto, despidiendome de Troilo.

- Cuando tengas ganas de divertirte, ven a verme, señor ocupado.

Abandonas el muelle de carga, pensando que seguramente encontrarás a otro que pague las copas, aunque Troilo siempre cuenta unas anecdotas muy graciosas. Sería capaz de sacarle una sonrisa incluso a un magmasaurio de Char.

De camino a la cantina te cruzas con bastante gente, la mayoría técnicos apresurándose de un lado a otro con herramientas y cajas enormes llenas de materiales. Girando una esquina ves la compuerta blindada, custodiada por soldados fuertemente armados, de lo que debe ser un muelle contiguo, el cual no estaba allí la semana pasada durante tu última entrega para DN-2. En ese instante la compuerta lanza emite unos breves pitidos y franquea el paso a una curiosa comitiva: tres silenciosos soldados en blancas armaduras completas escasamente blindadas guiados por un gigantesco soldado que viste los colores blancos de los Halcones Sangrientos. Cruzan el corredor en tu dirección, el gigante de raza negra te dirige una mirada evaluadora y continúa adelante con indiferencia marcial sin aminorar la marcha. Los dos hombres y la mujer que le siguen están embozados con un casco cerrado, con un multivisor de amplio espectro cubriendoles el rostro, pasan de largo junto a ti sin siquiera dirigirte una mirada. A pesar de ello, sientes como si una multitud estuviera observándote.

Desaparecen tras la esquina po la que acababas de llegar.

- Vaya, que recibimiento - pienso cuando veo a la comitiva acercarse hacia mi.

Pronto los veo pasar, pero uno de ellos se me ha quedado mirando.

- ¡Ja! Se creen que soy tonto. Se que me estáis preparando algo, sinvergüenzas. Jejeje, ¡vuestro heroe ha llegado, nenas!

La comitiva ha salido de mi campo de visión y recuerdo que iba a la taberna.

- Esta vez Troilo no puede ser el primo... ¡bah! Seguro que encuentro otro - digo en voz alta antes de ponerme de nuevo en marcha.

Tras ese pequeño incidente en que permitiste a la comitiva fantasma cruzarse en tu camino para poder contarlo, continuaste con paso resuelto por delante de un par de feos guardias de blanca armadura. Lo único que te interesa de los Halcones Sangrientos son sus cazas. Los Wraith del Escuadrón Alfa siempre incorporan la tecnología más puntera, fueron los primeros en emplear el módulo Spectre de camuflaje, y en adaptar los misiles Geminis aire-aire para añadir potencia de fuego a los tres cañones láser de bajo calibre.

Abandonas el edificio central, y tras cruzar un patio repleto de actividad, con marines entrenando, técnicos probando vehículos, y más gente llevando trastos de un lado a otro, alcanzas la cantina, justo al lado del barracón. Como es tu costumbre, haces tu entrada abriendo a la par la doble portezuela tipo saloon y quedándote plantado en el umbral con los brazos en jarras mientras echas una ojeada de lado a lado. Las mesas abandonadas, las sillas en su sitio, la barra vacía, el suelo limpio y despejado... Solo el cantinero está donde debería estar, tomándose unos lingotazos mientras ve una película guarra en el visualizador sobre los estantes de las botellas.

Miro a mi alrededor sorprendido y me dirijo decidido a la barra.

- Ey, Doc. ¿No has avisado a la parroquia de que venía? - digo sonriendo mientras dirijo la mirada a la pantalla.

- Pon algo fuerte de beber y pon alguna donde salgan hombres de verdad. Buah! Cada uno gana la pasta como puede... ¡Inútiles!

Me quedo sentado en una silla al lado de la barra esperando alguna palabra del solitario cantinero mientras sigo en busca del algún parroquiano escondido en algún lugar.

- No puede ser que no haya nadie en la cantina a estas horas. ¡Maldita sea! ¿Ahora de quien me rio yo?

Con la maestría que da la práctica, el cantinero coge una botella de un licor de color tostado sin dejar de mirar la pantalla y pasándola de la mano izquierda a la otra tras su espalda, se gira y la abre. Saca un vaso transparente de debajo de la barra y te sirve en buen lingotazo.

- Ahí tienes piloto. Levánta el trasero de ahí y cógelo, no pienso dar la vuelta a la barra solo por ti.- Hace un sonoro gesto de aclarar un gargajo en la garganta, que acaba escupido en algún lugar del suelo tras la barra.- Maldición, de todas maneras me alegro que venga alguien aquí. Estoy hasta las pelotas de ver programas educativos en el canal galáctico, aunque al menos no están hasta arriba de propaganda subliminal de la Confederación. Esa basura te pudre desde dentro lentamente, tío.

Me acerco contrariado a la barra y recojo de mala gana la copa.

- Ahora entiendo porque esta vacío este antro, cantinero. Si recibes igual a todos... - dejo la palabra en el aire y me quedo mirando a la pantalla.

Meneo la cabeza y me dirijo a una mesa a tomarme la copa. A medio camino doy de nuevo la vuelta y me apoyo sobre la barra.

- A ver, ¿qué co*o a pasado aquí? No recuerdo esta taberna como la casa de un amargado que gasta su tiempo mirando películas de pollas flácidas.

- Para ser piloto mercante estás poco informado de lo que sucede durante la guerra , ¿eh machote?- Saca otro vaso y se sirve un lingotazo del mismo licor que te ha servido, el cual es engullido con un sonoro sorbo.- Aaaah. Venga, liquida eso y acerca el vaso, al menos me harás compañía un rato.

Dándole vueltas a la botella mientras se sirve un segundo vaso con la botella bien dispuesta a morir el día de hoy, te mira con más seriedad y continúa hablando.

- ¿De verdad has estado trayendo tanto material de calidad a bordo de un transporte y no te has preguntado porqué? El Escuadrón Alfa hombre, piénsalo.- Se ventila el segundo trago de igual ruidosa manera que el anterior- Han llegado hace poco y más de media base es antigana. Aunque no sean partidarios de la rebelión no quieren que nadie entrometa sus narices en sus competencias. Con el magistrado de Antiga Prime muerto el General Duke está encargado de tomar el control, y eso implica que la autonomía de acción de la milicia local se ha ido al carajo. Todos tienen órdenes por parte de la jerarquía de los Alfas, y más órdenes por parte del mando propio con intención de hacer méritos para demostrar su competencia. Todo el personal de la base atareado en demostrar quién la tiene más grande, y por tanto mi cantina vacía. Bah, supongo que ahora que han empezado a lanzar algunas escuadras en incursiones se llevarán la competición fuera de aquí. Siempre que los Alfas les concedan la oportunidad a los milicianos, claro.

- ¡¿Piloto mercante?! ¡JA! - exclamo mientras fulmino mi copa y la golpeo sobre la mesa.

- Maldita mi suerte. Necesito algo de acción, tío. Un tipo como yo haciendo de transportista es como un cantinero con la cantina vacía - digo mientras el cantinero vuelve a llenar mi copa.

Casi me muerdo la lengua evitando decirle al cantinero todo lo que me importaba la política del lugar. Pude contenerme.

- Cuenta más, viejo. Creo que se me está ocurriendo algo.

- No hay más que contarte piloto. Si hubiera más gente por aquí tendría más información, pero yo solo sirvo licor y escucho historias. Los hackers- señala con la barbilla en dirección al complejo central de mando- están ahí dentro. Ah, qué demonios. Todos sabemos que no habrían montado esta base en mitad del páramo si no fuera por algo. Y no creo que se trate de vigilar lagartos ni avasallar a los mineros de las montañas del sur. Algo más debe haber.- Rellena ambos vasos y brinda contigo antes de apurar el suyo.- Por los bastardos que manipulan nuestras vidas, ahí se pudran en sus sillones de cuero.

Vuelvo a levantar mi vaso y lo apuro.

No tengo palabras para contestar al cantinero y me amarga el trabajo que hago.

- Maldita sea. Puñetero curro. Cuanto me gustaría pilotar uno de esos Wraith para otro fin...

Por un momento soy feliz viendome en otro sitio que en esta taberna bebiendo quien sabe que licor con el asqueado cantinero.

Me encojo de hombros y vuelvo a mi semblante habitual.

- Pues si, Doc, algo más debe de haber pero, ¿qué? - de repente vuelvo a examinar mis pensamientos y me acuerdo de Troilo.

- Un momento... Quizá conozca a alguien que sepa algo más... - digo mientras saco la bolsa con el dinero.

- ¿Qué se debe, jefe?

- Éstas te las llevas de gorra, aunque solo sea por entretenerme un rato. Si te enteras de algo más cuentamelo la próxima vez que vengas a remojar el gaznate.

Vacía la botella en su vaso y este a su vez lo liquida de un trago. Con gruñido de satisfacción por el regusto del licor te hace un gesto de despedida tras el cual comienza a recoger y a limpiar un poco la barra.

Ante la invitación del cantinero guardo la bolsa y me giro hacia la puerta.

Camino unos pasos y levanto una mano.

- Nos veremos, Doc.

Me dirigo hacia el complejo central de mando. Intento parecer despistado y camino por allí como si de un viandante cualquiera se tratase.

Saliendo de la cantina ves a Razcjenko parado dirigiendose a un par de civiles acompañados por un marine. Se separan dirigiendose a la central mientras Raczjenko toma tu dirección fijándose en ti y saludandote. Puede que al final haya decidido aceptar esas copas.

Y entonces se escucha una detonación cercana, aunque algo amortiguada.

- Parece que algo ocurre en el barracón- Se lleva una mano al auricular y parece escuchar unos instantes.- Jonas, ven conmigo. Tengo una misión para ti, pero antes vamos a ver que sucede.- El oficial echa a correr en dirección a la cercana entrada del barracón dando órdenes de continuar a lo suyo a un par de mirones que se han quedado parados tras oír la explosión y ver a Troilo a la carrera.