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Milán, 25 de Diciembre de 1513.

Adoras la nochebuena. Desde tu abrazo, la adoras. Pero no sólo porque es el día en el que nació el Redentor, y ello conmueve tu corazón y revalida tu fe. No. Adoras la nochebuena porque es la única noche del año en la que las iglesias están llenas, y se celebra la santa misa. La misa del gallo, como la llaman, es tu celebración religiosa favorita. Una misa la que puedes asistir sin demasiado problema, usando la Máscara de las Mil caras, sentado con gesto de enorme felicidad en los primeros bancos de la Catedral de Milán. Del Duomo. Un templo majestuoso cuya sola contemplación te embarga el corazón de amor a Dios.

Esta nochebuena de 1513, además, tienes mucho por lo que dar las gracias al Señor. Ha sido un año duro para los de tu clan. No es que te metas mucho en política, puesto que lo tuyo es, evidentemente, la fe, pero sabes que Milán está siendo escenario de una batalla terrible entre dos organizaciones que llaman Sabbat y Camarilla. Los primeros están ganando en Milán, por lo que parece. Y con ello, eliminan a sus competidores. El lado malo es que todo apunta a que tu clan eligió pertenecer al bando equivocado, y este año han sido muchos los hermanos de tu clan que han muerto o que se han visto obligados a exiliarse.

Pero tú no. A ti, por la gracia divina, te han dejado en paz. Y eso es algo que ahora, que el coro eleva sus voces angelicales hasta la bóveda de la catedral, agradeces infinitamente al señor.

El padre resitaba en Ave maria

Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Fueron las palabras que salían de aquel rostro cambiado por la disciplina de ofuscación, sonriente y animado; en un sumo gozo en aquel corazón marchito que ya había dejado de latir hacia ya bastante tiempo.
Cada palabra era sentida más cuando el coro alzo sus voces celestiales en un ave Maria esplendido, puede jurar que mi corazón volvía a latir llenando mi cuerpo de adrenalina y amor; La imagen de Jesús me miraba desde la cruz…. Con aquella mirada de compasión y entendimiento…… sonreí sin mas, mientras mis manos contaban las cuentas de mi rosario mientras en voz baja recitaba un padre nuestro.

-Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.-

Mi cuerpo ahora se transportaba a otra dimensión, olvidándome del entorno y dejándome llevar por el amor de dios….¨ Mi Señor ¨

Y el mundo estaba en paz. Y vio el Señor que esto era bueno. Y tú, Isaac, de ése nombre nacido entre los mortales, oíste de labios del sacerdote, una vez más, tu historia:

"Dios tenía un siervo al que estimaba en más que a sus hermanos. Y sabed que su nombre era Abraham, y que el cielo lo había colmado con la dicha de otorgarle a un hijo, Isaac, que sobrepasaba a todos los jóvenes de la región. No había nada que Abraham quisiera más en el mundo, salvo al Señor, que a Isaac. Y no había nada que Isaac quisiera más en el mundo, salvo al Señor, que a su padre Abraham. Pero así como es grande el amor que Dios tiene por nosotros, grande es el que hemos de tener por él. Y nuestro Señor quiso probar a su siervo Abraham, y le dijo: 'Abraham, tienes un hijo que criaste con tu sangre y con tu carne. Ahora quiero que me lo entregues. Sube al monte Moriah y sacrifícalo para mí'. Y Abraham, cuando esto oyó, enmudeció de tristeza, pero hizo lo que su Dios le ordenaba, y subió a Isaac al monte, y lo ató a una piedra sacrificial, y sacó su cuchillo, y fue a darle muerte. Pero entonces el Señor envió un ángel y éste detuvo la mano del anciano. Y Abraham cayó de rodillas, bendiciendo el nombre del Señor. E Isaac vivió largos años, y fue un hombre justo, y está hoy en el seno del Señor. Amén'

Como él, Isaac, a quien Dios salvó en el último momento, así esperas tú la salvación. Ante el trance de tu no muerte, cuando todo te parece aún perdido: la fe, el amor, la caridad, la esperanza... aún esperas con ansia la llegada del ángel del señor que te redima, que te acoja en su blando seno. Que te perdone por ser un monstruo.

Cuando la misa termina, y los fieles se levantan para comulgar, tus ojos se fijan en una figura encapuchada, al final de los bancos de la catedral. Sus ojos son dos puntos de luz, pero te miran inapelablemente.

La santa misa de Año nuevo había terminado tras una hora y media donde aquel Nosferatu pudo sentir esa sensación de paz y calidez que le brindaba aquella presencia; sabía que debía aprovechar este día pues mañana todo seria igual que siempre.
Vio a los fieles marcharse por aquella puerta de roble macizo, pero su mirada se clavo en aquella figura que lo observaba tan fijamente que su sangre parecía helarse por completo en tan solo un instante; esos ojos brillosos le provocaron una sensación de escalofrió que recorrió toda su columna hasta la punta de los dedos, pero paso a paso comenzó a caminar hasta llegar a unos metros del sujeto.

Buena noche Expuso el Nosferatu ante aquella presencia, el rosario daba vueltas en su mano contando las cuentas una y otra vez, nervioso si…. Asustado? El miedo lo había perdido tiempo atrás.

- ¿Tambien sigue los pasos del señor ? -

La sombra habló desde lo más profundo de su capucha. Ahora que podías ver de cerca su vestimenta comprobaste como ésta era una especie de sayo.

-Todos seguimos los pasos del Señor, Isaac. Aunque algunos tengamos que esconder nuestro rostro para hacerlo.

Seguía inmóvil, en su banco, mientras los fieles iban abandonando lentamente el templo.

Con su permiso Dijo Isaac mientras se sentaba junto a esta figura Todos y cada unos de nosotros tenemos un camino que a veces se ve obstruido por el miedo y la guerra, se poco de los días venideros por que me concentro en vivir el presente; quizás sea tonto como algunos creen, pero si vemos el mundo así todo ira mejor.

La Vista del Nosferatu miraba de reojo al sujeto aunque no tardaba en perderse en los ojos de Jesús Perdón por la pregunta, así es de indiscreta pero parece conocerme Expuso el Cainita mientras se giro por completo mirando al lo que seria la cara de la sombra aquella.

La voz rasgó el aire una vez más, profunda y sombría.

-Os conocemos, sí, Isaac Bitlor. Y si estáis vivo es porque aún no os conocemos lo bastante, y si no estáis muerto es porque os conocemos lo suficiente como para saber que no lo merecéis.

El hombre habla en plural, pero junto a él no hay nadie. Hasta que reparas en dos figuras vestidas pulcramente de negro que aguardan en las puertas interiores del templo. Parecen montar guardia, y os miran a vosotros constantemente. El hombre reanuda su plática.

-Decidme, Isaac, ¿qué es para vos el pecado?

Quizás solo era una pregunta retórica pero necesitaba mas que una burda respuesta bien dada o con las palabras justas para expresar una solución ante aquella incógnita.

-Siento sus palabras, comprendo cada una de ellas pero sigo sin poder darle una respuesta factible a su pregunta, un pecado puede significar mil cosas…. Incluso usted podría creer que mis palabras llevan al pecado en este momento – Sonrío mirando a Jesús con aquellos colmillos y dientes disparejos

-Se lo digo mi señor El Hijo de Dios nos ha amado primero, “siendo nosotros todavía pecadores. Rom 5,8 – Lo había leído y creía para si que era una respuesta justa para aquella pregunta – Todos nosotros…. Y no me refiero a ¨nosotros¨ somos pecadores de alguna forma, solo que dios nos ha dado una pauta…… vivir eternamente buscando la redención y el perdón divino, se que algún día llegara… y ese día veremos las puertas del cielo frente a nosotros... y alli nos explicaran la verdad del pecado – Eran palabras sentidas y que salían como un mar embravecido desde el corazón marchito de aquel Cainita.

Isaac se levante excusándose para dar unos pasos hasta el altar, agachándose y persignándose ante aquella imagen del hijo de dios murmurando unas palabras - Si te sientes pecador y débil tienes derecho especial a estar entre los brazos de Jesús. – Se levanto nuevamente y se giro para ver a la figura – Mi Señor…. Con el respeto que usted merece…. Podría decir que es la vida para usted? – Realizo una leve reverencia mientras volvía a tomar asiento.

El desconocido alzo una mano por encima del grueso ropaje que lo cubría. Era pálida y gris como el marmol bajo la luz de la luna. Y con ella señaló al altar de la catedral.

-Así está escrito, Isaac Bitlor. Y también: "Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Jesucristo Nuestro Señor.", en Romanos seis ventitrés. Pero si la paga del pecado es la muerte, y si sólo Él triunfó de la muerte, si sólo Él pudo vencerla, ¿entonces que será de nosotros, pobres pecadores que no podemos morir siquiera para pagar nuestros pecados? ¿hay redención para nosotros, Isaac Bitlor, que no tenemos ni nuestra carne muerta que ofrecer a los cielos como justo castigo por nuestros pecados...? ¿No será que toda nuestra existencia misma es un pecado, a partir del momento en que debimos morir para ser juzgados por su Divina Justicia y no lo hicimos? ¿No será que el hecho mismo de que existamos, de que estemos aquí desafiando a la muerte e insultando con nuestra no-vida el gran misterio de la Resurrección del Cordero de Dios es un pecado? ¿No seremos nosotros mismos, me pregunto, el pecado...?

Los ojos de Isaac miraron aquel altar buscando y analizando las palabras del sujeto que aun no se había presentado formalmente.
Sus palabras decían verdades como también podían esconder un lamento que ocultaba bajo su fachada de mármol, esta se escondía bajo aquella vestimenta – Mil razones encuentro en sus palabras mi Señor, solo eh de corregir donde dice que somos el pecado…. No es así… - Murmuro el Nosferatu – Al no morir se nos ha dado una nueva oportunidad para purgar nuestras almas en el nuevo mundo, esta nueva ¨Vida¨ que nos han dado es una prueba mas de nuestro señor para lograr nuestros deseos que perdimos hace años; o simplemente ver a donde se dirige un mundo regido por el hombre – Eran palabras con una gran carga emocional y un reproche a los Hombres que manejaban el mundo y se aprovechaban de un pueblo inculto.

Isaac Bitlor un joven neonato que no callaba sus verdades y estaba dispuesto a llegar mas allá en la lucha de sus sueños y deseos, no era el poder que algunos deseaban…. Solo eran tareas pendientes que no había consumado cuando su corazón latía a mil por hora cuando pisaba el Umbral de la Iglesia; Aquellos cánticos celestiales que provenían de las voces de aquellos que conformaban parecían darle nueva vida a los sentidos de aquel cainita.

- Mi Señor, nosotros ni los que caminan de día somos el pecado….. pero si nuestras acciones, asi nos juzgaran en los cielos eternos cuando finalmente encontremos nuestra redención – Fueron las palabras finales, ante aquel hombre… esperaba que el entendiera un punto de vista distinto o similar.

La extraña figura hizo un gesto casi imperceptible con su cerúlea mano y los dos individuos que aguardaban junto a la puerta se aproximaron unos metros hacia vosotros. Parecían guardaespaldas, pero nada te hacía temer por tu vida. Quizá por encontrarte en un lugar santo, cualquier posibilidad de ataque te parecía inconcebible. El hombre volvió a tomar la palabra.

-Hablas con gran sabiduría para llevar tan poco tiempo recorriendo la senda de Caín, Isaac Bitlor. Es una lástima que hayamos tenido que conocernos en estas circunstancias, ahora que ya apenas queda tiempo. Eso hará nuestra misión mucho más difícil... pero... pero tu fe es fuerte, hijo, y esa es nuestra gran esperanza. Pues has de saber que serás tentado, y caerás. Pero se te pedirá que hagas un gran sacrificio, como a Isaac hijo de Abraham, y no vacilarás, y cumplirás con el señor. Y tu nombre será recordado entre el de los Justos. Recuerda bien lo que te digo, pues un día, cuando menos te lo esperes, volveremos a vernos. Y entonces sabrás lo que has de hacer...

El desconocido se levanta y puedes adivinar tras la gruesa capucha un rayo de piel gris y endurecida. Su cuerpo es alto, pero encorvado, y parece tener mucha más edad de la que aparenta su voz. Los guardaespaldas se apresuran a tomar su brazo y juntos caminan hacia la salida del templo.

Permaneces sentado en el banco, sin saber qué hacer a continuación, cuando ves en tu mano un trozo de papel que el anciano ha depositado en ella antes de marcharse. Lo despliegas con cuidado.

En él, escrito en lengua temblorosa, se lee: "Eclesiástico, 12:16".

Miro como aquel sujeto dejaba la iglesia por la nave principal junto con sus Guardias, miro aquel papel que ahora se encontraba en la mano…. Leyó las palabras ¨Eclesiástico, 12:16¨. Por primera vez no conseguía hilar sus pensamientos así que tomo la Biblia que se encontraba en el banco, ahora los sonidos se amplificaban con tan tremenda soledad, cada paso de una hoja del papel de arroz parecía una brisa de primavera….. Aquel dedo busco las palabras hasta hallar el verso

12:16 El enemigo tiene miel en los labios, pero por dentro piensa cómo arrojarte en la fosa.
El enemigo tiene lágrimas en los ojos, pero, llegada la ocasión, no habrá sangre que lo sacie.

Solo lo leyó y lo memorizó seguía con la Biblia en su regazo mirando la imagen de Jesús – Soy tu siervo mi Señor, cuídame en el camino que recorro y no me dejes caer en tentación, que mis palabras sean las justas y mis acciones por las que sea juzgado en tu reino eterno – Se persigno para luego levantarse y comenzar a caminar a la salida….. Aquel día, era un día de jubilo, así que vería a la ciudad en movimiento. Sus pasos finalmente lo dejaron frente a las escalinatas de la casa donde habitaba el Señor.
Si Isaac haria cualquier sacrificio por llegar lejos y finalmente reposar en los brazos de Señor, quizas esa noche habia comenzado su autentica redencion.

El desconocido había desaparecido y pronto te embargó una sensación de orfandad, como si los escasos minutos que habías permanecido en su presencia hubieran sido más valiosos que gran parte de tu existencia condenada. Tras unos largos minutos de desconcierto y otros tantos de devotos rezos, abandonaste la catedral de Milán, escabuyéndote entre las sombras. Milán era una ciudad en guerra entre vampiros jóvenes y vampiros viejos, e indistintamente entre vampiros de la Camarilla y vampiros del Sabbat. Y por si eso fuera poco, la ciudad, aliada de los franceses, vivía la amenaza constante de un ataque de los españoles, que estaban casi a las puertas de la ciudad.

No era un buen momento para dejarse ver. Pero era Navidad, la fecha de nacimiento del Señor. ¿Y qué otra cosa podías hacer, sino ir a presentarle tus respetos a Su casa?

De vuelta a tu refugio, callejuela tras callejuela, tus pasos se borraban entre los sonidos ahogados del agua que goteaba de los tejados. Tenías que esquivar a los borrachos, más numerosos de lo habitual, y a la guardia de la ciudad, que buscaba nerviosamente algún espía español.

Quizá por eso no notaste el filo del cuchillo en tu cuello hasta que fue demasiado tarde.

La mano que lo sujetaba era demasiado fuerte para ti: cualquier intento por liberarte forcejeando quedaba descartado. Mientras lo considerabas, una voz susurró, cerca de tu oído.

-Feliz navidad, monstruo.

Sintio aquella voz cerca de su oido, su cuerpo se estremecio leve mente mientras sus ojos intentaban ver el lugar en donde se encontraba.

-y prospero año nuevo para ti – Respondió Isaac mientras soltaba la mano que lo sostenía y sentía el frió filo de aquel cuchillo en su cuello.

Sus brazos se dejaron caer al costado del cuerpo por que ya era evidente que no tenia salida – Por que? – Fue una pregunta echada a la suerte de los vientos en aquel momento, su mirada se perdía en las penumbras de la calle mientras alguien amenazaba su vida, jamás había peleado y no lo haría; quizás la voluntad del señor ponía pruebas pero esta? Era algo mas que incomoda.

-Quien eres? Y por que me haz llamado monstruo?..... Se que todos tenemos uno en el interior y tu mi buen no eres la excepción – Una ligera mueca que asemejo una sonrisa se dibujo fugazmente en el rostro del Nosferatu – Si quieres dinero…. Pues mis últimas monedas las ofrecí como diezmo en la casa del señor- sus palabras como siempre fueron tranquilas y sin malas intenciones.

Este día era especial como cada año, aunque habían pasado ciertas cosas que podían cambiar de un giro toda la noche de por si…..

El desconocido relajó el cuchillo cuando percibió tu colaboración.

-Os llamo lo que os corresponde. Y ahora andad, el Arzobispo desea veros.

Y sin más, empuja con firmeza tu espalda con la palma abierta de su mano, "invitándote" a seguir en la dirección que te indica.

Accedio sin vasilacion, sabia no no era para nada bueno en combate y tratar de escapar pues bueno.... era habil pero, para que hacerse de enemigos sin ningun motivo.
Camino guiado por aquel sujeto sin mirarlo... su vista se perdia ahora en el rosario que guardaba bajo la vestimenta que tenia puesta.

El camino no fue muy largo. Desandando las calles hacia cerca de la catedral, siempre espoleado por el persistente desconocido, pronto llegasteis hasta un monasterio de imponente factura gótica, al que entrastéis por una puerta recóndita de un lateral. Tras ascender dificultosamente una maraña de escaleras y pasillos, pronto te encontraste en una habitación ricamente adornada con tapices púrpuras, salpicada con muebles de madera noble en su centro y, dominada por una enorme mesa de nogal al fondo. Tras la mesa, un cainita de aspecto apacible, ataviado con ropas eclesiásticas, te miraba con curiosidad. El desconocido que te había traído a punta de cuchillo cerró la puerta tras de ti y quedó en el pasillo. Junto a tu posición actual, las flores de una vasija cercana comenzaron a marchitarse irremediablemente.

El obispo miró a las flores y luego a ti, alternativamente.

-Sentaos, hijo. ¿Sabéis quién soy?

-Mi señor – Realizo una reverencia – Estoy pendiente de quien es usted, pero jamás pensé tener el honor de estar en su presencia – Expuso el Nosferatu luego de tomar asiento, su cuerpo pareció desganarse cuando observo las flores marchitar en aquella mesa, sabia que cargaba con aquello sobre sus espaldas… no podría amar a un ser material… pero el amor que sentía por el Señor parecía ayudarlo a sobrepasar todas y cada una de las pruebas.

Isaac parecía nervioso, casi podía verse temblar su cuerpo mientras estaba ante la presencia del Arzobispo – Aquella persona que me trajo aquí me ha dicho que usted mi Señor me estaba buscando – Aquella voz apagada soltó aquellas palabras.