Partida Rol por web

Wintwood lo hacía todo a lo grande. Ello quedó patente cuando se presentaron dos mejicanos que apenas chapurreaban el inglés, Miguel y Pablo, con sendas camionetas pequeñas cargadas con bidones de agua, latas de conservas y material de acampada, además de un par de rifles, linternas y munición.

Os repartísteis en las dos camionetas con vuestros bultos y los mejicanos condujeron durante un par de horas pasando del oasis del cine hasta un desierto inhóspito en el que la civilización brillaba por su ausencia, cada vez veíais menos casas y menos vida.

Por fin llegásteis a un macizo montañoso y ascendísteis por una pared para llegar a lo alto de una montaña, desde ahí se veía un cañón rodeado de montañas y con una estrechísimo camino de acceso, El Cañon del Diablo...

Un poco más tarde estábais cruzando el camino de tierra serpenteante que algunas veces bordeaba barrancos horripilantes de muchísimos pies de altura, sólo con asomaros al borde de las camionetas se os ponían los pelos de punta, una caída desde ahí arriba...

Unos minutos después, véis en el centro del cañón el gigantesco decorado de la película, una enorme ciudad que da el pego de ciudad persa o algo parecido. Ahora entendéis cómo pudo costar lo que costó la superproducción, una lástima. Un poco más arriba, en las montañas tras los decorados al final del cañón, en la ladera de una montaña, hay apenas una docena de casas de color blanco que sin lugar a dudas debe tratarse del poblado indio.

Las dos furgonetas se detuvieron por fin frente al gigantesco decorado. Ahora que lo veíais de cerca, os dísteis cuenta de que se caía a pedazos, uno de los edificios que simulaba ser un enorme palacio, estaba despedazado. Hay por lo menos una veintena de estructuras y una enorme torre.

Henry se había recuperado. Bueno, decir que se habíua recuperado era un eufemismo demasiado positivo, pues la mente del hombre estaba destrozada. No tanto como la de Milo o la de Lew. No. Lo suyo era peor. Era completamnete consciente de todo lo que ocurría a su alrededor y capaz de moverse. Sin embargo en los pocos días que habían pasado  desde quew ingresaran a Milo su carracter había cambiado. Se había vuelto silenciosos y serio. Algo que días antes parecía improbable, por no decir imposible. Nada parecía quedar ya de su fingida jovialidad o quizás simplemente ya no le apetecía volver a fingir.

¿Creeís que hemos hecho bien dejando sola a Caro? Quizás deba llamar al tal Nigel. Ese fue el que tirotearon ¿no? preguntó mientras observaba desinteresado los edificios. Meses antes huibiese dado lo que fuese por estar allí pero ahora todo parecçía darle igual.

Marion miraba a Hughie con aprensión cuando la furgoneta conducida pro aquellos mexicanos  recorría aquella serpenteante carretera a través de acantilados de vértigo. ¿Cómo del suntuoso y  despampanante Hollywood podían pasar al más inhóspito desierto?.

- Espero que al menos tengamos un buen camerino.- Después de todo iba a ser una superproducción pro lo que estaba segura de que las estrellas tendrían unos buenos camerinos que, ahora vacíos, podrían usar ellos. 

Al llegar observó con cierto desasosiego el estado en el que todo se encontraba, incluso Henry. El hombre, que normalmente no callaba, permanecía pensativo y en silencio. Podía entender el por qué, obviamente, pero no dejaba de ser raro.

- Wow, esto es increible...-Dijo observando la cantidad de estructuras que había.- ...Bien, ¿Por donde empezamos?.- Se volvió hacia Henry para contestarle.- Sabrá cuidarse sola, supongo. ¿Y tú?¿Cómo estas?

El viaje fue tranquilo, algo que agradeció Hughie. Aún tenía en mente todo lo ocurrido: aquella extraña película, el internamiento de Milo... a decir verdad, que su compañero se hubiera vuelto loco había afectado a todos de una forma u otra. Y es que ver aquello les hizo mas conscientes aún de a lo que se enfrentaban: ya no era solamente a la muerte, sino a algo peor, a la locura misma. Y no podía decir que le aterraba mas. 

Asintió en silencio ante las palabras de Marion durante el viaje, aunque no le apetecía mantener una conversación en aquellos momentos. A pesar de ello, tras llegar a su destino, no le faltó el detalle de ayudar a la dama a bajar de la camioneta. 

Aquel lugar era bastante amplio e impresionante- quizás sea conveniente encontrar el camerino del director de la película. Con suerte puede que encontremos algún tipo de mapa que describa el lugar. 

El doctor Call bajó de la camioneta al llegar y te tomó unos segundos para escudriñar todo lo que había sido el lugar de rodaje de la película. Después de eso recogió sus cosas y, aliviado porque el viaje había terminado al fin, dirigió sus pasos hacia los decorados.

- Bien, será mejor empezar cuanto antes -dijo el doctor Call apremiándoles para que la cosa fuese fluida.

Henry negó con la cabeza medio ido ante la pregunta de Marión. El hombre parecía estar en los inicios de una depresión bien fuerte y ni siquiera había hecho una broma en todo el trayecto, pese a que el acento de los mejicanos lo ponía muy facil, especialmente el tartamudo. SIn embargo obvió esos detalles y decidió callar. Cuando salió del vehiculo -por llamarlo de algún modo- Henry miró hacia arriba.

Empecemos por el poblado—sugirió

Los dos guías se cruzan de brazos dando a entender que no os van a ayudar lo más mínimo, que su cometido no es caminar hasta el poblado colgado de la pared del cañón. Así que tenéis que ir solos. Con todas vuestras armas, váis hacia la entrada al estrecho cañón ascendente hacia el poblado. Apenas son unos cuarenta metros pero en una cuesta bastante empinada, ascendéis a buen paso a través del estrecho desfiladero en el que resulta haber agarraderas, salientes y algún que otro escalón que facilitan el ascenso.

De repente se escucha un ruido enorme y el suelo vibra bajo vuestros pies, cuando os queréis dar cuenta, una avalancha de tierra y rocas van cuesta abajo hacia vosotros...

Cuando empezó a subir por aquel estrecho desfiladero Marion supo que debía haber ido al camerino del director como había sugerido Hughie y ella misma.

Cuando la avalancha de piedras cayó sobre el grupo, Henry ni siquiera reaccionó esquivandolo. Tan solo pudo agacharse y cubrirse la cabeza con las manos para que el daño fuese menor.

Hughie se movió muy lento y no pudo evitar la avalancha que se le venía encima

Mientras las piedras caían Henry apretó el medallón que se había hecho con la estrella de siete puntas. En teorçia protegía contra algo, probablemente no contra las piedras pero por intentarlo...

A pesar de su falta de reflejos aún sabía reaccionar a tiempo (aunque la suerte también estuvo algo de su parte). Rodó con suficientemente eficacia como para evitar buena parte de las piedras que le caían encima. 

La avalancha de rocas, piedras y arena engulló a todos menos al Doctor Call que rápidamente se echó a un lado y se quedó colgando en una de las escapatorias de la ascensión.

Hughie, Marion y Henry se despeñaron montaña abajo hasta llegar a la base, Call les perdió de vista por un momento y sólo vio una enorme polvareda más abajo.

Cuando el Doctor Call volvió a por sus compañeros, vio que Hughie salía como podía de debajo de un montón de tierra más muerto que vivo y vio a Henry hecho un verdadero guiñapo no muy lejos. Tuvieron que buscar bastante hasta dar con una mano femenina que emergía de un montón de rocas. Cuando la sacaron, resultó estar herida, pero en mejor estado que Henry.

Los guías estaban ayudando al Doctor Call y debieron de sentirse bastante mal, porque se ofrecieron a quedarse con los heridos mientras Call subía al poblado si era eso lo que había decidido. No dijeron nada, pero parecían muy asustados por el temblor, era como si no pudiesen creerlo.

El Doctor Call consiguió apartarse a tiempo para evitar la avalancha, aunque el resto no tuvo tanta suerte. En cuanto cesó el desprendimiento, el doctor bajó hasta el punto de partida, dónde esperaba encontrar a sus compañeros en un estado no demasiado grave. Tal fue su sorpresa que, aunque vivos aún, todos ellos se encontraban en muy mal estado.

Rápidamente echó mano de su maletín y comenzó a sacar instrumental diverso para practicarles curas de primeros auxilios: limpiar y cerrar heridas, colocar huesos...

Varias horas estuvo el Doctor Call ocupándose de los tres heridos, que ya eran mayoría. Demostró que además de ser un reputadísimo médico de Boston, era un buen médico, no sólo era fama lo que tenía. En unas horas hizo que Hughie se sintiese mejor y obró casi un milagro con Marion, dejándola en condiciones de correr incluso. La peor parte la seguía llevando Henry.

Faltaba poco tiempo para el anochecer, estábais todo el grupo en los barracones.

Bueno, su suerte fue no haber muerto sepultado por todas aquellas piedras... eso, y tener al lado a un doctor que hizo un magnífico trabajo y logró curarles con el material que disponía, lo suficiente para mantenerse en pie. 

Gracias doctor- le dijo nada mas poder incorporarse. Aún así sus heridas eran muy feas y no podía hacer mucho esfuerzo, por su bien. Observó al resto de sus compañeros, viendo que habían sufrido igual o peor heridas que las suyas- si que hemos empezado bien- su mirada se posó en Marioh y se acercó a ella- ¿como te encuentras? 

El enorme estruendo había paralizado a la mujer que se había visto arrollada por la avalancha de piedras.  Tragó polvo y estaba llena de magulladuras pero consiguió conservar la consciencia y agarrar la mano que le sacó de entre las rocas.  El Dr. Call había hecho maravillas con ella en un improvisado campamento.

- ¡Ay!- Chilló la chiquilla cuando el doctor acabó de vendarle las heridas.- Gracias Doctor. - Se quedó mirando la cima del desfiladero pensativa.- ¿Nos han tendido una emboscada?.- La sola idea de volver a tratar de subir allá arriba la ponía los pelos de punta. Apenas había salido de esta por muy poco.- Está claro que en el poblado indio no somos bien recibidos.- Pero la pregunta era, ¿por qué?.