Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

1. El Señor de Damara

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21/01/2010, 20:20
Director

Khaila almorzaba uno de los famosos bocadillos de carne con queso que servían en Lanzad Vuestra Jarra. La taberna era un sitio limpio y acogedor, y las mesas estaban suficientemente separadas unas de otras como para que resultase cómodo… y para que en ellas se pudiesen discutir negocios de índole privada. Parecía que todos los mercaderes de paso utilizaban el mesón a modo de oficina mientras permanecían en Valle de la Rastra. Si deseaba encontrar un trabajo bien pagado, aquél podía ser un buen lugar. Khaila llevaba la reluciente coraza puesta, y el mandoble visible para que cualquier posible cliente pudiera reconocer su oficio de un simple vistazo.

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21/01/2010, 20:22
Fódel el Sirviente

Apenas hubo terminado su almuerzo, un anciano se deslizó hacia ella desde una mesa del otro lado de la estancia.

Bienhallada, buena mujer –el hombre hablaba en un tono bajo y educado, con un suave acento extranjero que Khaila no supo identificar–. Mi señor quiere saber si sois por ventura una espada de alquiler, y si lo sois, si estáis disponible para trabajar para él.

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22/01/2010, 01:24
Khaila

Una vez terminado el suculento bocadillo, Khaila apartó el plato con un gesto de satisfacción. Tras la comida, se llevó la copa de vino a los labios y le dió un buen trago. Justo en ese momento, un anciano que se encontraba sentado en otra mesa se acercó.

La joven no podía creer en la suerte que tenía. Llevaba un tiempo en el Valle, pero ahora que se había propuesto encontrar trabajo, aquí se hallaba el hombre, sirviéndoselo en bandeja. Aunque desconociendo quién era su señor, Khaila decidió no mostrar demasiado interés.

Bueno... Depende de qué sea lo que quiere vuestro señor... Respondió llevándose nuevamente la copa a los labios. Uhmmm... Esta taberna no será precisamente por su vino que tenga renombre... No pudo evitar pensar al sentir nuevamente la acidez del líquido carmesí.

Mientras entrecruzaba sus dedos delante de sus labios, ocultando una sonrisa, Khaila volvió a prestar atención nuevamente ¿Y bien, buen hombre? Decidme, ¿quién es vuestro señor? Preguntó tras chasquear la lengua con su paladar.

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22/01/2010, 12:45
Fódel el Sirviente

El sirviente ladeó la cabeza en un gesto de recelo ante la despreocupación mostrada por Khaila. Pareció pensar durante unos instantes antes de contestar.

Mi señor es un hombre de negocios con asuntos a resolver en la ciudad –dijo al fin, inclinándose levemente hacia Khaila–. Busca alguien fuerte que pueda guardar sus espaldas, discreto con lo que pueda ver y escuchar, y a ser posible que conozca la ciudad. ¿Reunís estas características, buena mujer?

El anciano echó una mirada apreciativa a los brazos de Khaila.

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23/01/2010, 02:11
Khaila

El anciano terminó despertando la curiosidad de Khaila. Parecía que allí sí que había una buena oportunidad de conseguir dinero, y la joven llevaba ya demasiado tiempo parada.

De acuerdo, llevadme a ver a vuestro señor... Las características las reúno, me defiendo bastante bien con la espada, y llevo bastante tiempo en esta ciudad, ¿discreción? No temais por ello...  Así que supongo que soy la persona que andais buscando. Pero antes me gustaría conocer qué clase de servicios quiere contratar vuestro señor... Uhmmm... Bueno, supongo que eso será mejor que lo discuta con él.

Terminó diciendo Khaila, apartando las manos y mirando fijamente al sirviente.

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25/01/2010, 15:06
Fódel el Sirviente

Lamento comunicaros que eso será un problema, buena mujer –replicó el anciano educadamente, haciendo una sencilla reverencia a modo de disculpa–, mi señor está indispuesto, postrado en sus aposentos. El señor ha tenido a bien confiarme a mi cualquier asunto que tengáis que negociar con él. Así como la libertad de ofreceros mil piezas de oro por vuestros servicios mientras esté en la ciudad, doscientas por adelantado y el resto cuando nos vayamos. No debería prolongarse nuestra estancia más de un día o dos. ¿Tenemos un trato, señorita...?

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25/01/2010, 15:33
Khaila


¿Mil monedas de oro por un par de días, guardando las espaldas a ese hombre?
La oferta sonaba muy tentadora, y Khaila no pudo evitar que una fugaz sonrisa asomara a sus labios. Aunque era consciente de que antes de aceptar un trabajo debería saber algo más sobre el hombre que le hace semejante oferta, Khaila acalló esa vocecita interior impertinente. Levantó la mirada y acercó su mano con determinación al anciano para cerrar el trato.

Así es, mi espada protegerá a vuestro señor... Decidme dónde tengo que ir, y allí estaré. Vuestro señor no podría tener una mejor espada. Terminó diciendo la joven quizás con demasiada prepotencia. Las mil monedas de oro, podían ayudarle a conseguir un poquito más sus objetivos. Se sentía algo estancada, aceptando a veces empleos que no le aportaban nada mas allá de pasar un par de meses sin penalidades. A veces se sentía perdida, únicamente el odio todavía latente hacia su hermano, hacía que no desfalleciera, sabiendo que tarde o temprano se verían las caras. Pero para ello, antes tenía que progresar mucho. Y de taberna en taberna no lo iba a conseguir.

Como otras muchas veces, Una imagen fugaz de Osweld cruzó su mente. Khaila endureció su mirada, con determinación miró al hombre que tenía sentado delante. Podía parecer que estaba poniéndose en su papel de guarda determinada, pero más allá de esa apariencia, la joven sentía como su estómago se disolvía como si de un flan se tratara. El recuerdo de su hermano, tanto tiempo maldecido, conseguía romper el temple de la joven guerrera. Con un gesto de cabeza reafirmó sus palabras, y su compromiso con el anciano.

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25/01/2010, 16:13
Fódel el Sirviente

El anciano estrechó lánguidamente la mano de la joven Khaila.

Sólo espero que no la necesitemos y resulte ser una preocupación innecesaria –por primera vez desde que se acercó a su mesa, el sirviente ensayó una sonrisa que mostró una dentadura de dientes ennegrecidos. Sin más, sacó de dentro de la camisa un pequeño saquillo de cuero anudado y se la tendió a la guerrera–. Aquí tenéis vuestras doscientas monedas, pagadas en monedas de platino de cinco veces su peso. Contadlas si gustáis.

El anciano carraspeó y se levantó de la mesa.

Si no podéis venir conmigo ahora mismo, presentáos lo antes posible en El Corazón del Puerto. Buscad un barco llamado El Canto de la Sirena y preguntad por Fódel, pues ese es mi nombre. ¿Puedo conocer el suyo?

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25/01/2010, 16:48
Khaila

Khaila cogió el saquillo y lo guardó a buen recaudo. Cuando el hombre saliera ya tendría tiempo de comprobar el contenido. Descuidad, en breve me presentaré donde me decís, pero antes me gustaría resolver un asuntillo. Dijo la joven mientras observaba como el sirviente se levantaba con intención de marcharse. Mi nombre es Khaila. Respondió la joven a la pregunta anteriormente formulada.

Khaila no tenía intención de ir con Fódel. En cuanto marchara, iría hacia donde le había indicado, y de esta manera podría intentar averiguar de quién era El Canto de la Sirena. Siempre le había gustado conocer la identidad del hombre que contrataba sus servicios. Y más, cuando ese hombre podía permitirse desprenderse de mil monedas de oro...

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25/01/2010, 17:05
Khaila

Khaila, pasados unos diez minutos de la partida de Fódel, se dirigió hacia el puerto. No estaba acostumbrada al ajetreo que suele haber. Los marineros descargaban barcos de pesca, y algún que otro mozo se cruzó con la joven.

Sabía que muchos la miraban con temor y respeto. No era conocida en ese lugar, pero con su armadura brillante, y su espadón cruzado a la espalda, la joven imponía bastante. La brisa marina se enredaba con su cabello, haciendo que algún mechón suelto cayera sobre sus ojos. Con gesto impaciente se los apartó y tras intentar averiguar algo sobre El Canto de la Sirena, Khaila se acercó al barco.

- Tiradas (1)
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25/01/2010, 17:13
Director

Quizá porque su aspecto imponía demasiado, o quizá porque los rastreños eran desconfiados con los extraños, Khaila no consiguió demasiada información. Un par de marineros coincidieron en señalar que el bajo calado de la nave era más adecuado para navegar ríos que para cruzar mares. No era una embarcación conocida, así que era de suponer que no era su ruta habitual y que su presencia allí era excepcional. Nadie parecía saber quién era su dueño o cuáles eran sus negocios allí, pero el acento de la tripulación parecía Damarano.

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25/01/2010, 17:57
Khaila

Khaila se encontraba disgustada consigo misma. Nunca había sabido indagar mucho, siempre se comportaba ante los demás de una forma bastante distante, y digamos que en este caso no iba a ser diferente.

Como casi siempre, los hombres la miraban con extrañeza. Eran marineros, y no debían estar acostumbrados a encontrarse mujeres con las cualidades de Khaila. Finalmente, con un encogimiento de hombros, decidió dirigirse al barco. Por un breve lapso de tiempo, se quedó mirando el movimiento que había a bordo. La tripulación, sin percatarse de su presencia, continuó con su quehacer, mientras la joven observaba.

Subió al barco, y con la mirada buscó a Fódel. Al no hallarlo se acercó a uno de los marineros.

Disculpe, ¿me podría indicar dónde puedo encontrar a Fódel? Preguntó, quizá con un poco de brusquedad en sus parcas palabras.

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25/01/2010, 18:15
Director

Fódel está en el camarote del capitán, atendiendo a su señor –el marinero subrayó su opinión sobre el asunto escupiendo por la borda con elocuencia.

Khaila llamó a la puerta que le indicaron con los nudillos, y por una rendija asomó el solícito rostro de Fódel.

-Ah, Khaila. Gracias por venir tan pronto –el sirviente dedicó a la guerrera su patética sonrisa de dientes podridos y trastocados–. Vigilad la puerta y que nadie se acerque aquí con ningún pretexto, ¿de acuerdo?

Tras asegurarse de que lo había entendido, Fódel volvió a cerrar deprisa. Khaila escuchó el sonido de un cerrojo al correrse. Suspiró, y se apoyó en la puerta cruzada de brazos.

La tarde pasó desesperadamente lenta, sin más complicación que las miradas lascivas de algún marinero. Pero después de mirar la inmensa espada de Khaila y su ceñuda mirada, ninguno tuvo arrestos para intentar ningún acercamiento. Su primer trabajo sería muy lucrativo, pero lo cierto es que no iba a ser precisamente heroico. Ni Fódel ni su misterioso señor dieron señales de vida en toda la tarde.

Cuando el sol moría en el horizonte, tiñendo las aguas de tonos dorados, rojizos y púrpura, se volvió a escuchar el sonido del cerrojo al descorrerse. Khaila se apartó de la puerta, y Fódel apareció en el umbral.

He de salir a hacer unos recados para mi señor. Pasad al interior del camarote mientras yo estoy fuera. Se encuentra mejor, pero si necesita algo, atended sus peticiones, ¿de acuerdo?

Tras esperar respetuosamente una respuesta de Khaila y alguna posible duda que él pudiera resolver, el anciano se marchó.

Notas de juego

Durante este turno ha pasado más tiempo que en los anteriores, así que siéntete libre de añadir detalles o cosas que se le hayan pasado por la cabeza a tu personaje.

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25/01/2010, 18:43
Kosef Starag, el Señor de Damara

La guerrera se penetró en el camarote del capitán cerrando la puerta tras de sí. Era una habitación, aunque pequeña, atiborrada de muebles de hermosa manufactura y carísimos instrumentos de navegación. Parecía hecha en madera de caoba y oro. Las cortinas estaban corridas, pero brillaban farolillos de aceite. También había una cama revuelta y deshecha. Detrás de un escritorio, repantigando en un sofá había un hombre joven de aspecto quebradizo y enfermo. Tenía la piel macilenta, y tan delgada que las venas y los músculos se veían claramente a través de ella. Su cabello era tan fino que la menor corriente aire los agitaba como nubes delante de su rostro. Sería un hombre muy apuesto si no tuviera una complexión tan delgada y un aspecto tan febril.

Miró a Khaila con unos hermosos ojos verdes sobre unas profundas bolsas y esbozó una sonrisa desvaída.

-Bienhallada, Khaila –dijo con un hilo de voz tan débil que la guerrera tuvo que aguzar el oído para escuchar el resto-. Me place que hayáis accedido a servirme en mi estancia en vuestra hermosa ciudad. Soy Kosef Starag, príncipe mercader de Damara. Aunque después de tantas lunas con Fódel llamándome continuamente “señor” casi he olvidado cómo me llamo. Un poco de conversación con alguien distinto me alegrará el corazón. Sentaos, por favor.

Señaló vagamente uno de los dos asientos que quedaban libres mientras el frágil señorito esperaba una respuesta de Khaila.

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25/01/2010, 20:35
Khaila

El tiempo pasó lento. Fólden le había ordenado que se quedara vigilando ante la puerta, y así hizo Khaila. Con mirada ceñuda, se quedó allí plantada varias horas.

Odiaba ese tipo de trabajos. Aunque nunca antes le habían pagado tanto dinero por un trabajo, éste le hacía sentir impotente. ¿Qué heroísmo hay en estar plantada ante una puerta? Bueno, ¿y quién habla de heroísmos? Khaila, convéncete, únicamente eres una burda mercenaria, que trabajas para el que mejor te paga. Con estos pensamientos en su cabeza, veía pasar las horas lentamente. Algún marinero hizo el intento de acercársele, cosa que Khaila con una simple mirada cortó toda intención. Mierda, como se acerque le corto los huevos... Quizás el hombre entendió sus intenciones con solo mirarla a los ojos, ya que rápidamente desvió la mirada y se alejó de la zona.

Khaila no podía evitar sentir asco cuando se le acercaban con intenciones deshonestas. Recordaba lo ocurrido hacía un par de años, y un sudor frío recorría su espalda. No permitía que se le acercasen, y tenía colocada una coraza alrededor de su corazón que evitaba cualquier intento.

El sol fue ocultándose, Khaila, maravillada, veía el hermoso panorama que se extendía ante sus ojos. Hacía mucho tiempo que no se deleitaba con ese momento del día, y casi no recordaba lo maravilloso que podía llegar a ser.

Finalmente la puerta se abrió a sus espaldas, y Fólder, con esa sonrisa que conseguía provocar una desagradable sensación en la joven, la invitó a pasar, indicándole que él debía hacer unos recados.

Khaila entró en el dormitorio, y allí, casi con la pinta de una marioneta rota, se encontraba un joven bastante guapo. Aunque la joven no pudo evitar sentir pena por él. Pero, acostumbrada a ocultar sus sentimientos, su rostro tenía la apariencia de una máscara de piedra fría y no dejó transmitir ni lástima ni simpatía. Con un breve vistazo, pudo apreciar la riqueza con la que estaba ornamentado el dormitorio... Vaya, sí que tiene pasta...Pensó la joven mientras cerraba la puerta tras de sí y se acercaba al asiento que el señor Starag le había mostrado. Descolgándose la pesada espada, y dejándola a mano, se sentó la joven y esta vez sí, una casi imperceptible sonrisa asomó a sus labios.

Encantada de conoceros señor Starag... Sinceramente, no creo que mi conversación sea mucho mas amena. Se atrevió a decir Khaila con voz tímida y sobrecogida ante la opulencia del dormitorio donde se hallaba.

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25/01/2010, 21:29
Kosef Starag, el Señor de Damara

El Señor Starag soltó una risita encantadora mientras hacía un gesto vago con la mano para restarle importancia a la respuesta de Khaila.

-Vuestra mera presencia aquí ya me resulta muy grata y estimulante.

El príncipe mercader resultó ser un brillante conversador. Sus ojos esmeralda brillaban con fuerzas renovadas mientras hablaba a Khaila de la belleza de su Damara Natal, y de las maravillas que había visto en sus viajes por todo Faerûn. Mucho antes de que la guerrera pudiera sentirse aburrida, Kosef Starag dio un giro a la conversación.

-Pero saciad mi curiosidad y habladme de vos –sonrió con calidez Starag-. ¿Por qué empuñáis vuestra espada por el mejor postor? El brazo de una mujer tan hermosa luciría mucho más agarrada del de un gentil caballero.

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26/01/2010, 11:27
Khaila

Khaila hacía mucho tiempo que no se sentaba junto a alguien para hablar tranquilamente. Siempre rehuyendo la compañía, buscaba la soledad como una especie de penitencia. Pero ahora, redescubría lo apacible que podía ser estar escuchando tranquilamente, las historias que contaba un joven educado. Hasta que llegó el momento que dejó de ser un monólogo para intentar convertirla en una conversación. La joven se ruborizó ante las palabras de Kosef... Su padre siempre le había dicho que era guapa, pero salido de los labios de un joven como él, esas palabras la incomodaban.

¿Yo? Consiguió decir en un susurro bajando la mirada. Un silencio incómodo se había extendido por el dormitorio. Khaila sabía que tenía que responder algo, ya que Kosef así lo esperaba. Finalmente levantó la mirada y miró nuevamente a los ojos del joven señor. Quedándose  prendada otra vez de lo hermosos que eran. ¿Y por qué no? Soy buena con la espada. No soy una dama como las que vos debeis estar acostumbrado a cortejar. Respondió con la voz rota. En sus ojos, por un momento, se pudo apreciar un pequeño atisbo de dolor. Un dolor que asolaba su alma, pero ese fugaz brillo pasó rápido, y sus oscuros ojos volvieron a ser impenetrables.

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26/01/2010, 13:08
Kosef Starag, el Señor de Damara

-Oh -el joven señor acompañó su exclamación de sorpresa con una cantarina risa que restó hierro al asunto-. Creo que al extralimitarme en la confianza que nuestra estricta relación comercial permite he pisado terreno cenagoso. Ruego seáis indulgente conmigo y aceptéis mis disculpas si mis palabras os han turbado de alguna manera.

Kosef Starag sonrió y sus ojos esmeralda brillaron con vivacidad. Parecía recuperar su vitalidad a ojos vista.

-Empero, quizá no os moleste hablarme de vuestro hogar. Trovadores de todo Faerûn cantan hermosas canciones sobre las Tierras de los Valles, tanto por su belleza como por las gloriosas historias de aventuras vividas en sus bosques y campos. Pero creo que mis negocios me llevarán lejos de aquí antes de poder conocer sus gentes y campiñas.

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26/01/2010, 13:54
Khaila

No os preocupeis... Estoy bien. Khaila no soportaba mostrar sus puntos débiles. Para enfatizar sus palabras una sonrisa asomó a sus labios, aunque en sus ojos todavía se podían ver dos pozos de oscuridad.

¿Los Valles? Bueno, sí, son unas tierras muy hermosas... Los Valles son amplios valles boscosos, hay varias granjas, que se encuentran unidas por estrechos caminos comerciales que atraviesan las hermosas arboledas. Rodean el bosque de Cormanzhor, donde nunca he estado, pero dicen que allí se encuentran grandes tesoros... Poco a poco Khaila había ido animándose, y sin darse cuenta, la joven empezó a sentirse cómoda y a desatar su lengua.

Si algún día volvéis y estáis más tiempo por aquí, buscad un buen guía, os puede enseñar cosas muy interesantes. Terminó diciendo la joven.

 

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26/01/2010, 16:55
Director

El joven señor escuchó la narración de Khaila con una leve sonrisa aleteando en los labios. Asentía en algunos momentos mientras que en otros pedía que le aclarara tal o cual detalle. Cuando la guerrera acabó su relato ofreciendo sus servicios como guía, Kosef sonrió. Abrió la boca para responder, pero fue interrumpido por el sonido de unos nudillos llamando a la puerta.

Khaila se levantó a abrir y del otro lado de la puerta apareció Fódel acompañado de dos jóvenes. Por lo abundante de su escote y lo embriagador de su perfume no cabía duda de que eran mujeres de vida alegre.

-Mi señor, la compañía que pidió –anunció el solícito sirviente.
-Gracias, Fódel, podéis retiraros a vuestros aposentos. Khaila, quedaos en la puerta por si os necesito.

La guerrera acompañó a Fódel a la salida y cerró la puerta tras de si. En cuanto hubo cerrado, escuchó el ronroneo y las risitas de las jóvenes del otro lado. Sólo unos latidos de corazón más tarde escuchó el tremendo estruendo causado al volcarse la maciza mesa del escritorio. No había nadie más en cubierta, y quizá Fódel no lo hubiera escuchado.

-¡Khaila, auxilio! –gritó Kosef, con su voz amortiguada por la puerta pesada.

Khaila abrió la puerta de un empellón. Una de las meretrices había caído de bruces en el suelo mientras otra sujetaba algún tipo de artefacto mágico frente a Kosef. La que estaba en pie giró la cabeza al ver aparecer a Khaila y el joven señor aprovechó su descuido para enviar el artefacto volando por los aires de un certero puntapié.

-¡Es una hechicera! ¡Acaba con ella antes de que nos hechice a ambos!

La joven tomó aire…

Notas de juego

No he hecho ninguna mención acerca de cómo se siente Khaila al ver aparecer a las prostitutas para que seas tú la que decidas :P.