Partida Rol por web

Emprenden el regreso, y mientras caminan Shiro les explica lo que hizo la Bayushi.

-Hablo con un monton de mendigos. Les ofrecio algo de dinero a cambio de que simplemente busquen informacion sobre objetos robados a un samurai importante. Pff... los pobres infelices se aterraron al principio, pero cuando lo pensaron estaban encantados con la idea de ayudarla... o de ganar unas monedas para comer.

Se encoje de hombros. En las tierras Dragon, ni el crimen ni la miseria son tan intensos como aqui. Y al comparar las calles que acaban de transitar, con las elegantes y ornadas mansiones del distrito Noble que ahora transitan, algunas duras reflexiones les asaltan. Pero todo eso puede quedar cuando llegan a la mansion... y la chance de verse con el Embajador. Curiosamente, la guardia en la puerta es doble esta noche... 

Suspiré al ver que estaba todo apagado. -Bueno. Por un lado, esto nos da un poco más de tiempo para buscar lo que pasó.- Le dije a mi compañero, intentando ser positiva. -Me pregunto qué le habrá dicho Sichi a Yogo-sama.- Pensé en voz alta.

Miré a Chumoku. ¿Ahora qué hariamos? Yo tenía que ir a buscar de nuevo al vagabundo a ver si había encontrado algo. Pero no quería hacerlo sola. ¿Me acompañaría él a pesar de lo tarde que era? Lo mejor era saber si tenía algún plan antes. -¿Qué vas a hacer tu?- Le pregunté.

El día había pasado y casi no había logrado nada, estaba muy frustrado por lo ocurrido a su compañera y a la dragón *y lo peor vendrá mañana, cuando tengas que dar explicaciones a Yogo-Sama* me recordé a mi mismo, sin tener muy en claro el por que, tal ves para no olvidarlo.
la actitud positiva de Hitomi-san me había relajado un poco, de no ser por la máscara hubiese visto una media sonrisa en mi rostro. Sin embargo, el comentario que le siguió sobre nuestro compañero Sichi le había borrado algo de ese humor -Seguramente le describió nuestra situación de manera tal a Yogo-Sama que nos cubrió las espaldas y cargó con toda la culpa- dije en manera levemente sarcástica -ahora en serio, lo más seguro es que Yogo-Sama lo ponga a la cabeza de nuestras acciones, eso o, mínimo, le encomendará que nos mantenga vigilados, en caso de que cometamos algún otro error-.
Me quede pensando un momento *Lo mejor sería volver y seguir buscando, que Yogo-Sama no esté disponible no significa que debamos cesar en nuestros intentos por recuperar los objetos robados*. Giré la cabeza hacia Hitomi-san, en pos de responderle -Siendo sincero, no lo se con certeza. durante el día intenté encontrar la forma de mantenerme en contacto con alguno de los distritos mediante algún informante, mas la precipitada reacción de los dragón frustraron dichos intentos, supongo que puedo volver a algún distrito para ver que puedo rescatar de esta situación, aunque probablemente no encuentre nada realmente útil- decía mientras bajaba los hombros, sus mejores se habían ido y no aparecen muy a menudo.

De camino a la corte, Kasumi vuelve a pensar. Había sido un día duro e incómodo para ella. Volvió a divagar al ver la doble guardia. ¿Qué motivo tendrán para que dupliquen la guardia? ¿Esperan algo? Recordó que lo que le habían dicho antes sobre que sólo paraban a los heimin y los samurai. Aquello era extrañamente sospechoso, a menos que fuese una práctica habitual por algún motivo. Dudó. ¿Querrán algo de nosotros? Su mente apuntaba a los escorpión, algo tenían que ver. El problema era averiguar el qué.

- ¿Ofrecer dinero a los mendigos? - preguntó interrogante.

Era una idea, ellos no habían hecho nada sin embargo. Sin embargo, a veces era mejor no hacer nada. Aquello podría alertar a los mismos que habían robado. Sin duda era una error aquella acción. En la corte quizás podría enterarse del motivo de la doble guardia y posiblemente preparar la trampa que tenía en mente. Es posible que sabiendo lo que había hecho la Bayushi, ahora fuese inútil, pero es mejor que nada.

- Encontraremos los pergaminos - y la wakizashi. Dijo para animar a Aiko.

De algún modo le llamaba más la atención el asunto del robo del wakizashi que de los propios pergaminos. Lo único que le venían a la mente al respecto eran recuerdos del pasado.

-Quizá yo tengo una idea un poco más acorde con estas horas.- Le dije a Chumoku, antes de proceder a contarle lo que hice cuando nos separamos. -Yo y el bushi dragón visitamos los callejones. Me comprometí a pagarle a un par de vagabundos para que averiguen dónde está la espada. Unos personajes como ellos pasarán desapercibidos ante cualquier persona en ese distrito.- Le expliqué con una sonrisa. -Se supone que más o menos por ahora tengo que reunirme con ellos, pero no quiero volver sola a ese lugar.- Estaba segura de que comprendería de sobra el por qué. -¿Me harías el favor de acompañarme?- Mi compañero ya había sido de mucha ayuda hasta ahora, no podía culparle si decía que no, pero tenía la esperanza de que siga conmigo en esto.

-Como ya te había dicho hoy, esta pérdida también me significa a mi, sería imprudente de mi parte no acompañarte, Hitomi-san- le respondí mientras inclinaba levemente mi cabeza hacia ella, en pos de agradecimiento.
*Una nueva oportunidad, ahora no había opción a errores* me reprochaba a mi mismo mientras le agradecía a Hitomi-san

Le di una sonrisa sincera a mi compañero. Era bueno saber que aun contaba con él. -Entonces lo mejor será que vayamos yendo. El tiempo apremia.- En algún momento teniamos que dormir, y al día siguiente tendriamos que estar bien despiertos para hablar con la Yogo.

El regreso al distrito viene acompañado de la noche ya cerrada. Los guardias son mucho mas perspicaces y reacios, mucho mas alertas que los de las horas diurnas. Es logico. Por la noche, es cuando se mueve la gente sospechosa por las calles. A la luz del dia, son las cortes y casas los lugares de peligro... En las Cuevas Cangrejo, este no es poco. Los borrachos abundan, asi como hombres de miradas furtivas y apariencia desagradable. Es indudable que dos samurai Escorpion no pasan desapercibidos. Pocas de las miradas son amistosas...

En el lugar acordado, solo hay dos de los mendigos convocados. Los otros no han vuelto, y es imposible saber porque. Los dos se pelean por dar la informacion, que resulta ser la misma.

-Escuchamos de un grupo de fumadores muy felices, sama... Al parecer, vendieron en el muelle un par de objetos muy valiosos, y con ellos se compraron grandes suministros... Una de las cosas vendidas era sin duda un wakizashi, por los gestos que hacian al hablar de que podrian haberlo conservado. Luego se fueron a la Puerta Ardiente.

La Puerta Ardiente. Tambien llamada la puerta del Desdichado, la misma que contacta con el distrito Eta. A pesar de la vigilancia de los hombres de Chillon, hay un sector que es conocido como fumadero, justamente aledaño a la puerta, del lado del distrito Curtidor. Tanto "fuego" corre por alli que la puerta ha merecido ese otro apelativo...

Sonreí a los vagabundos. -Yo sabía que podía contar con ustedes.- Les dije a mis "amigos", mientras metía la mano en el interior de mi kimono y sacaba dos pequeñas monedas. -Lo prometido es deuda.- Comenté mientras le daba un bo a cada uno. -Puede que algún otro día necesite su ayuda otra vez. Hasta entonces.- Di una reverencia a los mendigos y emprendí el camino de vuelte con Chumoku.

-Nunca en la vida pensé que iba a reverenciarme ante unos vagabundos, y menos con una sonrisa.- Le comenté luego de perder la curvatura de mis labios. Me sentía un poco sucia después de ese trato, pero sabía que actué de la manera que más me convenía. -¿Qué hacemos ahora? Podemos esperar hasta mañana e ir con los dragón a la Puerta del Desdichado, aprovechando a los dos bushi, pero dudo que se queden ahí toda la noche. Por otro lado, quizá a esta hora ya se fueron.- Escuchaba sugerencias.

-Sugiero pasar por la puerta del Desdichado y buscar caras que podamos reconocer de los etas vistos hoy, así tal vez estemos mas cerca de los que vendieron tu espada y también, por que no, los pergaminos de la dragón- le dije a mi compañera, ya teníamos un inicio, no era necesario dejar que se alejaran todavía más.

-Entonces lo mejor será que vayamos yendo.- Dije emprendiendo la marcha. -También tenemos que dormir en algún momento.- Le comenté.

Mientras caminabamos, me pregunté si los ladrones habían vendido también los pergaminos. Los mendigos no habían mencionado nada de esto, en gran parte porque no les había pedido que lo hagan, así que no podía quejarme. No es que realmente me preocuparan los pergaminos, pero hubiese sido bueno encontrarlos. Los dragón harían lo mismo por mi espada, después de todo.

La zona llamada "La Puerta Ardiente" no es mucho mas que un grupo de casitas y callejones pobres, similares a cualquier parte del distrito Curtidor. La diferencia es la poblacion, solamente.

Gran numero de miserables se acomodan en las abundantes sombras, entregados al indolente vicio del opio. El aroma dulzon de la droga casi apaga la peste natural del lugar, mientras el humo se escurre como una fina niebla por los callejones. No es de extrañar que los guardias de la Puerta del Desdichado les hallan mirado con suspicacia cuando pasaran. Solo cierta clase de gente vendria a este lugar, a estas horas. Que dos bushi solos lo hagan resulta muy llamativo, por decirlo suavemente.

Ahora bien, ¿por donde buscar? No hay muchas pistas y si bastante gente idiotizada. Preguntar seria dificil, cuando menos, si es que son capaces de entender. 

Aiko parece muda ahora a medida que el peso del fracaso se hace mayor al regresar a la embajada. 

Por fortuna, los embajadores se han retirado ya ha descansar, aunque han dejado todo preparado para que les sirvan uan cena tardia, que pueden departir juntos o en sus habitaciones. Les veran al desayuno...

La noche, el reino de Fu Leng, se abre despues a vosotros. Solo queda soñar... y rezar porque mañana sea un dia mejor. Pero la ciudad en torno a vosotros se siente opresiva, y no pocas veces, sus corazones vuelven a recordar los dias en las montañas Dragon, cuando las cosas parecian mucho mas sencillas...