Partida Rol por web

Penza. 11:00pm

Llevas años viviendo en aquella nave. Es tu casa. Tu laboratorio. Es tu nueva vida pero también tu antigua vida. Por que antes de aquel incidente investigabas lo mismo que ahora. Ya no perteneces a la orden pero sigues dedicando tu vida a una cosa. Al conocimiento. Y eso no es algo que puedas cambiar. Día tras día en aquella ciudad industrial y ferroviaria haces tu vida. Lograste reorganizarte y poder seguir con tu investigación. No estas muy lejos de la zona donde opera tu base lo suficiente para que no sospechen de donde estabas en todos estos años. Al fin y al cabo para ellos estabas muertos. ¿Y por que no? Mejor asi.

Hace una hora que ha anochecido y sigues invesgando, mirando con lupa cada escrito antiguo cada señal sobre La Revelación...

Penza. 11:00pm

Tan solo hace una hora que ha anochecido. Justo el tiempo que lleváis vigilando la nave industrial. Industrial como lo es la propia ciudad. El lugar donde estáis no es el barrio más acogedor que halláis visto, esta oscuro, la calle mal iluminada y desde luego hace frío. Pero sabéis lo que estáis haciendo. Él está ahí. No estaba muerto, si no viviendo cómodamente en una gran nave industrial en una ciudad. Y ni siquiera se ha molestado en cruzar el mundo para alejarse de la Orden. Está ahí a unos kilómetros y vosotros lo tenéis ahora al alcance de la mano. Penrod Steidel. Él único que sabe lo que ocurrió en aquel incidente y vosotros estáis listos para saber la verdad.

No tardaréis en recibir la imagen del plano del interior de la nave y mientras seguís vigilando, asegurando cada movimiento que hace, cada persona que pasa por la calle que hay ante vosotros. Algunso cansados, otros nerviosos pero todos con un mismo objetivo en mente, completar con éxito la misión que Los Templarios os han encomendado.

La noche no ha hecho más que comenzar, o eso me parece a mi. Llevo bastante tiempo sin hacer misiones, y ni siquiera sé por qué acepté esta. Bueno sí, pero nunca lo admitiré en voz alta.

Mi vista aguileña vislumbra todo, mi experiencia me ha enseñado a estar en constante alerta ante todo lo que pueda ocurrir.

-Somos un buen equipo, sé que conseguiremos el cometido-digo con mi voz grabe después de carraspear pasando mi vista de unos a otros.

No sé cómo se encontraran, pero todos ellos tienen gran potencial y sé que pueden llegar lejos, pero esto, tampoco lo diré en voz alta.

Observó a la gente que pasa delante de nosotros mientras esperamos a que nos manden el mapa. 

—¡Claro, jefe!— respondió con voz socarrona el musculoso Adrian mientras jugueteaba con una carta en sus manos. La carta se movía con una destreza y una rapidez que nada tenía que ver con el aspecto rudo de Adrian. Pero claro, el pasarse horas jugando sin parar a las cartas proporcionaba habilidades de ese tipo.

La mirada del hombre se paseaba por los rostros de sus compañeros, posandose finalmente en su viejo compañero Roe (no sin antes guiñar el ojo a la hermosa Ilse)

Todo irá bien si hacemos las cosas bien respondió con su escepticismo habitual. Así era él. Todo tenía que encajar en la meticulosidad de la metodologia de actuación. Todo debia estar debidamente planeado y estudiado. La improvisación era para Roe la excusa de los incompetentes.

Por fin había llegado el día. Llevaba tiempo esperando una misión como esa y ahora, se trata de ni más ni menos que de que hemos encontrado a Penrod. Se supone que estaba muerto, aunque nunca apareció su cadáver. 

Mientras todo eso pasaba, entre otras cosas, por la cabeza de Ilse, no podía encontrarse de otra manera que no fuese nerviosa, expectante, todo su cuerpo en tensión, como si fuera la primera vez que iba a enfrentarse a una misión. La diferencia era que esta era distinta, lo presentía. Ya está bien de tonterias, Ilse, aparta los nervios  de tu cabeza, estás plenamente capacitada...

Cuando fue capaz de centrarse de nuevo, siguió oteando a su alrededor, a la espera de cualquier movimiento raro. Mientras estaba ocupada con esto, vió como Adrian le guiñaba un ojo descaradamente. ¿Qué se habrá pensado éste? Pensó mientras le arqueaba una ceja. 

Adrian soltó una risilla por lo bajo ante la expresión de Ilse. No era mal tipo, pero era demasiado aficionado a las bromas faciles —Tranquila nena, solo bromeaba, lo mismo que cuando te llamo nena—añadió al ver la mirada que la joven lanzaba. El hombre se rascó la cabeza, justo encima de la oreja, como hacía cada vez que estaba nervioso.

—Parece que a nuestro amiguito le va el lujo— murmuró evaluando el dineral que se habría gastado en montar aquel tinglado de su desaparición.

No soy muy hablador, más bien seco y distante y las bromas de Adrian me parecen fuera de lugar. Casi bufo como un gato pero vuelvo a centrar mis ojos en el ambiente de nuestro alrededor.

-Si tuvo tanto tiempo para organizarse mientras el resto del mundo pensaba que estaba muerto, es normal que le vaya tan bien-digo como respuesta a la frase de Adrian.

Vuelvo a mirar a ver si los malditos planos llegan y podemos comenzar.

Durante un instante permaneció sentado en la pequeña silla de madera. La habitación de estudio era pequeña, quizá demasiado, pero a Penrod le resultaba más fácil alcanzar el estado de máxima concentración así. Junto a la mesa se encontraba la cama desecha.

Levantó la mirada y miró el reloj que colgaba de la pared. Resopló. Otra vez había trabajado demasiado. Se levantó de la silla y llevó las manos a los riñones para estirar la espalda.

Los papeles seguían sobre la mesa y Penrod los observaba desde su posición elevada.

—No, por hoy ya basta —pensó antes de girarse hasta la raída cortina que hacía las veces de puerta del improvisado estudio. Junto a la cortina una pequeña estufa de gas calentaba la diminuta estancia.

Tras la cortina el ambiente era radicalmente distinto. El cálido aliento se marcaba blanquecino mientras el hombre caminaba bajaba las escaleras para dirigirse a la parte principal de la nave. Un improvisado salón destacaba en una esquina junto a otra de esas estufas de gas y, junto a él, la vulgar cocina donde Penrod preparaba las pocas cosas que guardaba en el arcón que hacía las veces de congelador.

El resto de la estancia estaba desierta. Por la noche reinaba la oscuridad en todos sitios excepto en el rincón donde estaba el pintoresco salón y la cocina. Una tímida luz asomaba por la ventana de la habitación que estaba en el altillo donde Penrod pasaba las horas muertas estudiando los manuscritos. En la parte inferior una única bombilla iluminaba la esquina habitable de la nave. Junto a la puerta, en la zona más oscura, se encontraba el pequeño baño.

Su vida era agradablemente rutinaria. Dormir, estudiar, comer eran las tareas que ocupaban a Penrod. De vez en cuando salía de la nave para traer comida que guardar en el arcón pero evitaba salir en la medida de lo posible.

Terminó la cena y se acercó a una caja que hacía las veces de armario. Sacó una botella de vodka y se sirvió un poco en el vaso. Encendió la radio que se encontraba sobre la estufa, colgada de la pared, y se recostó en el andrajoso sofá a disfrutar de la bebida.

De pronto vibró el teléfono de Kellen Schwuchow. Aceptó el codigo entrante que provenía de Los Templarios y bajó la pantalla para que todos pudieseis verlo.

La calidad de la imagen no era demasiado buena pero podíais ver la distribución del interior.La nave era amplia. Rodeada cerca del tejado por unos pequeños ventanales, demasiado pequeños para el acceso. La única ventana se encontraba en la parte de atrás y daba directamente al altillo donde Penrod había instalado su parco laboratorio al que se accedía por unas escaleras de metal. El laboratorio estaba separado del resto por una cortinilla. El piso de abajo estaba casi vacío excepto por una estufa y algunos muebles donde guardaba los objetos de necesidad diaria. Al lado de la estufa la "cocina" Debajo del altillo se encontraba lo que podría considerarse como el cuarto de Penrod. Toda la zona estaba muy mal iluminada, a excepción del laboratorio que se ayudaba de aquella ventana. En la parte más oscura se encontraba el cuarto de baño, que era el único cuarto que de verdad estaba separado del resto.

Ya teníais todo lo que necesitábais era el momento de poner en marcha el plan.

-Bien, ¿sugerencias?-pregunto pasando mis ojos de unos a otros y deteniéndolos un instante en Ilse, el necesario para que se diera cuenta que era a ella a quien quería escuchar primero.

Observo el mapa en silencio. No parece un gran hogar y me gustaría saber qué se trae entre manos alguien que se hace pasar por muerto aunque no lo esté. 

Mi seriedad es signo de mi personalidad y de mi fama como caballero, así que no creo que a ninguno el extrañe mi expresión. Espero paciente.

Parece que las unicas entradas posibles son esa ventana y la puerta dijo Martin La ventana está en un lugar elevado. No será fácil entrar por ahí. Y la puerta...mmm Si yo fuera Penrod hubiera puesto algun sistema allí para evitar tener visitas sorpresas. Claro está que no soy Penrod... a Roe no le habia agradado aquella mision desde el principio. Habia algo que el olía a chamusquina. Algo que no acababa de encajar en su cabeza. Claro que todos los demás sabían que la cabeza de Roe era muy cuadriculada.

Por fin han llegado los planos, pero, qué extraño, me imaginaba otra cosa, siendo la residencia de Penrod... Tras darle unas cuantas vueltas, seguía existiendo algo que no me gustaba ni un pelo. Parece que el acceso es demasiado fácil, aunque es de suponer que tendrá algún as en la manga.

Tras darle vueltas al asunto, se dirige hacía sus compañeros. Creo que la puerta deberíamos olvidarla, probablemente será la zona que más vigilada tendrá. Eso hace que la opción más asequible para entrar parezca, a priori, la ventana que da lugar al altillo. Sin embargo, existe alguna opción de subir al tejado? Me explico: Parece que no podemos entrar por esas  ventanillas, pero, es posible que si alguno de nosotros sube ahí, pueda vigilar el interior para facilitarnos un acceso franco, bien desde la ventana, bien desde la puerta. ¿Qué opinas Kellen?

Ninguna de las opciones que se le ocurrían le parecía lo suficientemente buena, tenía la sensación de que había algún tipo de trampa que no podían ver...

Hacía un frío de demonios. En aquella nave siempre lo hacía. El echo de que todo fuera una misma habitación excepto el baño hacía del lugar, pese a ser acogedor(a excepción del laboratorio), un sitio frío. Al menos el fuego te calentaba. Y te relajaba también. Eso te permitía pensar en La Revelación, en aquellas palabras de Braschi que nunca se alejaban de tu cabeza...

—Bah, yo creo que si queremos entrar podemos entrar tranquilamente por la puerta. Puerta abajo, nosotros dentro. El viejo se esperará maniobras sofisticadas pero no eso—repuso Adrian con tranquilidad. Al joven le gustaban más los planes directos al grano.

—Por otra parte ¿Para que queremos entrar cuando podemos hacerle salir? Bloqueamos la chimenea para que no salga humo y listo. O se ahoga o sale—

-Lo de subir para ojear el ambienta es una buena idea. Igual alguno de nosotros podría trepar a esa ventana y echar un ojo. Contarnos cómo está el panorama y de ahí decidir. Por contrapunto lo de entrar por la puerta no lo veo, no porque no lo espere, sino porque estará cerrada y haremos más ruido y gastaremos más tiempo que haciéndolo por la ventana. Desde luego, necesitamos saber cómo está el interior, si esta sólo, con cuántos guardias cuenta, posibles trampas invisibles al ojo inexperto...-explico con mi tono de voz ronco.

Rasco mi barba mirando insistentemente los planos. Algo se nos escapa seguramente, pero nunca se esta seguro de todo al cien por cien.

-¿Y bien?-pregunto buscando objeciones o corroboraciones. 

Soy el que más rango tiene, pero si he llegado hasta allí no ha sido sólo por seguir concienzudamente con mis ideas, sino por saber escuchar a mi alrededor y tratar de hacer las cosas en equipo.

Adrian hizo sonar las articulaciones de sus hombros y dio un trago de la petaca de vodka que llevaba. La quemazón en la garganta del liquido elemento le hizo sentir como nuevo, bajo aquel terrible frío. No dijo nada ante los comentarios del jefe, al fín y al cabo el sabía que no era el más agudo del alfiletero, y estaba acostumbrado a acatar ordenes.

—Bueno jefe. Si no le importa iré yo, o se me quedará el culo como el de un pingüino— soltó el hombre mirando la "mansión" con el entrecejo fruncido. Antes de que Kellen hubiese llegado a responder, Adrian había comenzado a hacer unos discretos ejerciciós de calentamiento. Fuese él el que subiese al tejado o no, tendría que entrar en acción  en breves y prefería estar preparado

Creyendo ver un gesto afirmativo en el adusto rostro de su jefe, no sin antes advertir al grupo de que no le quitasen ojo de encima.

—Vigiladme bien con esos trastos, que obviamente no voy a ponerme a vocear ni a usar los walkies— dijo con media sonrisa antes de calcular la distancia para saltar y añadir con picardía guiñando un ojo a Ilse —¿No me deseas buena suerte, preciosa? Me rompes el corazón.

El agente saltó con rapidez y se deslizo camino a cumplir su misión.

Martin sacó los binoculares de visión térmica, decidido a echar un vistazo antes de hacer ningun movimiento precipitado. Miró a Adrian alejarse con esos gestos de seguridad tan típicos en él. Muchos decian que Anioukov era decidido. Quizás fuera así, pero para la concienzuda maquinaria que era la burocratica forma de trabajar de Martin, el sirviente era demasiado impulsivo. Quizás por esas diferencias ambos habían tenido algunos roces en el pasado. Nada importante pero lo suficiente como para que Martin se distanciara ligeramente de las decisiones y modus operandi de su compañero.

Penza. 11:13pm

Martin empezó a escudriñar el edificio y la calle, al cabo de un par de minutos Adrian ya estaba cruzando la calle hacia el edificio. No parecía que tuviese ningún tipo de vigilancia, ni cámaras de vídeo ni nada y la calle estaba vacía. Adrian se colocó junto al muro, cerca de la esquina y se dispuso a subir...