Partida Rol por web

Su arma se clavó profundamente, incluso atravesando a su enemigo de lado a lado. En cuanto quiso sacar su espada, vio el filo de una daga que a su vez le hizo algo de daño. “Nada grave”, pensó al orumita, sin contar con la locura que generaba esa religión o culto. Su víctima, en los últimos esténtores, la aferró con fuerza para que no pudiera esquivar el siguiente ataque. No supo de donde vino, solo sintió que todos sus músculos y huesos se reventaban, sintiendo un dolor como nunca antes había sentido. El hechizo, sea lo que sea, le dejó con la cara en el suelo, sintiendo como la sangre abandonaba su cuerpo por múltiples heridas. Malditos hipócritas que usaban magia cuando la estaban suprimiendo.

-Esto no es grave- dijo escupiendo sangre, con la mirada perdida y oyendo como la magia de Ratko hacia vibrar el aire. No podía verle, pero estaba segura que lograría matar a esos malditos…

Niella si había visto a Ratko caer y aquello le había horrorizado...y se sintió mucho más asustada al ver que Shiany estaba gravemente herida. La dibumae no estaba preparada para el combate ni para la violencia, aquello estaba claro. Por un momento, la chica miró hacia el cielo, planteándose huir de allí, dejando a todos a su suerte. Pero no lo hizo.

La chica alzo las manos, tratando de controlar el temblor y apretó los labios, tratando de recordar las palabras y los movimientos de aquel hechizo que, en teoría, no debía saber. Siguiendo al murmullo tenue de sus labios, una brisa de viento levantó su cabello y se dirigió a toda velocidad contra los cultistas.

La magia de Ratko consumió a su enemigo... pero con su propio coste, al fin y al cabo el principio de la reciprocidad era una de las permisas, no sólo de la alquimia sino de la magia en sí... todo lo que la magia generaba lo hacía por un precio, bien por la energía vital del popio mago, el uso de ingredientes o el elemento más preciado... la sangre y esta fue precisamente el pago que hubo de hacer el nigromante, porque la sangre es vida y la vida era lo que había cercenado bajo las llamas azuladas de su arte. 

El diabal apenas sintió dolor, una punzada en el estómago como si le hubieran presionado para después abrirlo, por instinto posó una de sus delgadas manos en la herida, al verla cubierta de sangre supo exactamente lo que le acababa de pasar, inundado por un repentina debilidad le fallaron las rodillas y cayó al suelo mientras trataba de no caer cual largo era, luchando consigo mismo... su venganza no estaba completa, no podía caer ahora... se repetía a sí mismo mientras su fluído vital manaba sin control formando un charco a su alrededor, tintando de intenso carmesí el suelo.

- Mierda...- maldijo con la vista nublada buscando a Shany, no sabía por qué o tal vez sí... pero aún en aquel estado no se atrevía a reconocerlo, el caso es que sólo deseaba ver a la orumita, que ella fuera su última imagen antes de fundirse en el olvido, quizás también era el momento de decir algo bonito, pero el aire se le escapaba así como sus fuerzas que tras aquella breve lucha por mantenerse erguido y consciente, acabó por hacer que Ratko se sumiera en la oscuridad en el momento que su cuerpo terminó por hacer contacto con el suelo. ¿Sería aquel su final? al menos moriría con más dignidad de muchos años que había vivido... trató de consolarse con aquella idea dejando que el sueño se terminara por apoderar de él.

—No... no... —al ver que Shiany a duras penas podía levantarse y que Ratko luchaba por respirar, la joven saltó al suelo como una liebre, esta vez con la daga en la mano— Aléjate...de...ellos.

Sin saber muy bien cómo lo estaba haciendo, levantó la mano libre y volvió a murmurar aquel pequeño hechizo que había logrado aprender por su cuenta, a pesar de que a la gente como ella le estaba vedado, por su condición social. De nuevo, una corriente de aire se levantó a su alrededor y agitó su melena, concentrándose en un punto más y más pequeño a medida que se acercaba a su objetivo, hasta que prácticamente atravesó su garganta como si fuese un puñal. Después de aquello, la chica cayó al suelo arrodillada, como si acabasen de meterla una paliza.

Pum, pum, pum, pum...

El corazón del diabal se negaba a pararse

Pum, pum, pum...

Pero era tanta la sangre que estaba perdiendo, que era difícil saber si la mera voluntad de Ratko sería suficiente para no sucumbir a la llamada

Pum, pum...

La llamada era fuerte... y su deseo de vivir también... algo que jamás pensó que le llegaría a suceder... todo sería más sencillo si se dejaba ir, ya no tendría que seguir sufriendo...

Pum...

Puede que sí... puede que no...

Sentía las rodillas débiles, la mirada perdida y los oídos embotados. Pero seguía en pie. Tercamente se mantuvo erguida, quizás medio inclinada hacia adelante y necesitando del peso de su espada para equilibrarse, pero la guerrera no caería ante esos patéticos cultistas. Pero un escalofrío recorrió su espina, obligándole a mirar hacia atrás, como cuando su instinto le permitía evitar una estocada trapera. En este caso era algo totalmente diferente, pero igual de doloroso. Ratko estaba tirado en el suelo, en un charco de su propia sangre, sus ojos mirando al cielo y más pálido de lo que nunca jamás lo vio.

-¿Ratko?- su mente de guerrera parecía luchar con su corazón, uno siendo más realista que el otro. Primero los enemigos, luego se ayuda a los heridos. Era algo que todos sabían… pero Shany no podía apartar la mirada de él, creyendo que podía oír su corazón latiendo cada vez más débilmente.

Casi al mismo tiempo que atacaba, Niella recibió el impacto mágico del siervo de la tendera en pleno pecho, haciéndola caer al suelo con una herida mortal... antes de disolverse, dejando a la vista a la verdadera Niella.

Casi de forma instintiva, y al mismo tiempo que conjuraba aquel golpe de viento, la chica había gastado sus últimas fuerzas en intentar duplicarse, recordando un hechizo que había leído a escondidas de uno de los libros de Ratko, mientras él estaba a otras cosas. Era un hechizo que apenas había practicado y sobre el cual casi no tenía ningún control. Ni siquiera podía alejarlo demasiado de ella si no era con un gran esfuerzo de concentración y, sin embargo, precisamente el que estuviese tan cerca era lo que le había salvado la vida, impidiendo al cultista ver el truco.

El cultista estaba muerto, y ella viva...cogiendo aire a grandes bocanadas, como si acabase de salir del agua. Pero las cosas estaban muy lejos de haber acabado. Sus compañeros, especialmente Ratko, necesitaban ayuda inmediatamente.

—¿Shany? 

La voz de Niella sonó débil y asustada mientras, trastabillando, se acercaba a sus dos compañeros de infortunios. Por la expresión de la guerrera, la joven se esperaba lo peor cuando se agachó junto al diabal. Un simple vistazo al herido y una exploración superficial de la herida, devolvió el corazón a su pecho y, aunque no había motivos para sentirse feliz, si que se sintió aliviada. Agarrándose a Shany para volver a incorporarse, la chica se acercó al carromato para recoger una manta. Cada paso le dolía como si le clavasen mil puñales, pero no le importó demasiado.

—Está vivo —dijo pasando la manta a Shany para que lo tapase— Por poco pero está vivo...

La chica, agotada, se limpió las manos en la ropa. Estaban manchadas, tanto de la sangre del mago como de la suya propia. Con un gemido, se dejó caer en el suelo, apoyada contra el carro.

—La herida ya no sangra, creo que podría hacer algo...—musitó encogiendo sus doloridos dedos. Sentía que le ardían por la magia que había usado y no se veía capaz de manejarlos con la habilidad habitual.— Pero no ahora. Ni yo me veo capaz de hacerlo sin dañarlo ni él tiene fuerzas para soportarlo... Por suerte son heridas mágicas. No se desangrará.

Mientras hablaba, la chica buscaba con la mirada algún sitio donde poder refugiarse. El carromato podía valer, pero si había otro ataque mientras descansaban sería objetivo claro. Finalmente, su mirada se posó en un roble cercano. Era enorme y parecía tener las raíces levantadas por el lado opuesto al camino. Pasaba bastante desapercibido para cualquiera que no hubiese tenido que utilizar aquel tipo de refugios naturales con frecuencia. La joven dudaba...

Ratko abrió los ojos con pesadez, al hacerlo una repentina tos le hizo escupir sangre, después vino el desconcierto... creía que estaba muerto, pero no... el dolor le indicó que no lo estaba, pero que había faltado muy poco, una rápida mirada le hizo comprender que sus compañeras le habían salvado la vida, estaban a su lado exhaustas... quiso incorporarse pero le dolía el pecho de manera que volvió a cerrar los ojos vencido por un nuevo sueño.

La confirmación de Niella sobre el estado de Ratko le provocó una sensación idéntica a cuando el sol salía en su tierra, ahuyentando la oscuridad y el frio con sus rayos. La guerrera se acercó al mago, apoyando una mano en su rostro, notando lo fría que estaba su piel. No era muy dada los sentimentalismo, por lo que solo apretó los dientes con rabia. Debía mantenerse fuerte.

-Lo hiciste muy bien- le dijo a Niella sin dejar de mirar al diabal-. Muy bien- como pudo, llevaron al inconsciente Ratko hasta un escueto refugio, ahí donde los ojos avispados de Niella descubrieron un viejo roble.

Acomodaron al herido y le taparon, Shany se quedó mirándole, apoyada en unas raíces. Lentamente sus ojos se fueron cerrando, sintiéndolos pesados, su cuerpo mismo parecía hundirse en ese árbol. Debería vigilar, pues eran muy vulnerables… pero su cuerpo exigía descanso, había perdido mucha sangre y las heridas eran profundas. Comenzó a decir algo, pero el sueño le venció a mitad de una frase inteligible. Solo el agarre de su arma era firme, pero no estaba en posición de atacar a nadie.

El sueño no tardó en llegar y, a pesar de que dudaba que fuese posible, durmió todo el tiempo de un tirón. Podía haber habido una batalla a diez metros de donde se encontraban, que no se hubiese despertado. Cuando finalmente comenzó a desperezarse, se dio cuenta de que los dolores prácticamente habían desaparecido, salvo un extraño peso en las piernas. Cuando se levantó dio un leve respingo al ver un conejo enorme y gordo sobre ellas.

—Desayuno— se dijo relamiéndose mentalmente mirándolo fijamente. Por desgracia, el animal pareció adivinar sus pensamientos y desapareció a toda velocidad. Tendrían que tener un desayuno más soso. La muchacha suspiró y miró a sus dos acompañantes. Seguían dormidos, pero parecían respirar con normalidad. Se habían librado por los pelos. Procurando no despertarlos, la chica se levantó con cuidado. Sería una buena idea encontrar buscar algunas hierbas curativas por si volvían a tener problemas. Y algo para desayunar que no fuesen aquellas porciones de viaje. Serían nutritivas, pero nada sabrosas.