Partida Rol por web

Estamos perdidos.

Shany acababa de confirmar lo que ya temía, que estábamos dando vueltas al mismo lado todo el tiempo. Alcé el rostro para ver la posición del sol, calculando la hora que sería y cuánto nos quedaría al anochecer, sobre todo teniendo en cuenta que el tiempo corría en nuestra contra.

Necesito que te concentres. Es importante llegar a Akeep, Shany.- Me detuve al tiempo que ella también lo hacía, esperando las nuevas indicaciones esperando que esta vez fueran las correctas.

Tal y como era de prever, el sol estaba afectando a Ratko... hacía demasiado calor, el paisaje era feo de monótono y ya de aburrido ni te cuento. De seguir así mucho tiempo no sabía lo que podía pasar con el demonio... afortunadamente el velo lo ocultaba lo suficiente para esconder su amargado rostro... una amargura que llegó a su punto álgido cuando sus compañeras anunciaron la peor de las noticias... ¡Se habían perdido! ¿Pero como había sido posible aquello? ¿Significaba que iba a morir allí? ¿en aquel asqueroso desierto? NOOOOOOOOO

- Si somos capaces de volver y preguntar me parecerá estupendo y si eres capaz de reorientarte y llegar a Akeep... también...- "¡¡PERO POR TODOS LOS DEMONIOS, SÁCANOS DE AQUI!!!" pensó Ratko para no parecer desesperado y conservar su halo de misterio, uno era genio y figura hasta el final...

Puede que fuera que realmente estuviera distraída por el calor del desierto, teniendo que empapar en varias ocasiones mi pañuelo o el de mis compañeros si así lo pedían para darles un poco de frescura, pero en varias ocasiones había jurado escuchar algún sonido que no era propio del ambiente. Puede que fuera una pisada, haciendo que parara el camino y agudizar el oído, tal vez un susurro o el movimiento de las rocas, como si de un choque se tratase.

Miré a todos lados concentrada, entrecerrando los ojos enfocándome sobre todo en las esquinas de las rocas más grandes, esperando cualquier movimiento o sombra. Cuando creí que pasó el tiempo suficiente sin ningún cambio llegué a la conclusión de que era mi propia paranoia la que estaba obstaculizando el camino, siguiendo adelante.

-Algo no está bien- esos sonidos le hicieron sacar su arma, posicionándose para un ataque. Esperó pero no ocurrió nada. Eso no la engañaba, estaban esperando el momento para atacarles, cuando estuvieran más indefensos y predispuestos. Pues esperarían sentados, la orumita no se rendiría y se mantendría alerta. Mantuvo su arma cerca, aún más cerca de lo normal, lanzando fieras miradas al horizonte y cualquier sombra que hubiera. No hacía falta saber que si alguien se le acercaba tratando de ser sigiloso o sorprenderla, podría terminar partido en dos de un tajo. Su pueblo era peligroso, pero estando así era aún peor.

Ratko estaba agobiado... El calor lo agobiaba, la sed también, el sol ni te cuento para mayor mal ¡Estaban jodidamente perdidos! Y... Y por qué desde que habían ido a aquel maldito desierto siempre había un Y... En mayúsculas. El demonio tenía la horrible sensación de estar siendo observado.

Ratko mira a hacia un lado y hacia otro, mientras lo hacia, de lo que si se dió cuenta es que sus compañeras estaban tan mosqueadas como él, lo que significaba que tenía que haber alguien escondido... Esperaba que al menos fuera un desconocido, no muchos...

-En realidad todo está mal desde que llegamos... Y no es por ofender.

Shany no dejaba de mirar a su alrededor, reaccionando bruscamente a cualquier movimiento, incluyendo a los de sus compañeros. Seguramente Eärendil agradecería que ahora no hablara, como era costumbre en la guerrera, pero ese silencio hosco era bastante peor, pues pareciera que saltaría sobre alguien de un momento a otro. Cada tanto se detenía, olisqueaba el aire, observaba algún punto en el horizonte o simplemente murmuraba alguna maldición entre dientes.

La visión de su desierto le arrancó una sonrisa, la primera desde que habían oído esos raros sonidos. Pero lo que dijo a continuación delataba que aún no se sentía segura.

-Es desierto se encargará de matarles- de reojo miró hacia atrás, en una muda promesa de muerte lenta y agonizante. Luego volvió su mirada hacia el desierto, desde donde el reflejo del sol en sus arenas obligaba a cerrar un poco los ojos y desde donde venía un cálido viento con arena-. Hermoso. ¿No lo creen?

Decirle que era horrible y peligroso podía ser tomado de muy mala manera, sobre todo porque la pregunta era retórica. Para ella era el lugar más hermoso del mundo. No se había dado cuenta de lo mucho que extraña su hogar hasta que vio esas arenas ardientes ante sus ojos.

Mirara donde mirara había arena. Era evidente, al fin y al cabo estábamos caminando hacia el inhóspito desierto, pero a medida que andaba tenía la sensación de estar andando estática en el sitio. Podría estar horas caminando pero la arena bajo mis pies seguía igual de blanquecina, las dunas decoraban la lejanía y el vacío rodeaba a nuestro grupo. Si no fuera porque, al girarme, podía ver levemente la silueta de nuestras pisadas creería que nos habíamos vuelto a perder.

Hermoso. ¿No lo creen?

Le falta color. Y agua.- Naranja sobre marrón, marrón sobre rojizo y rojizo sobre naranja. La gama cromática no podía compararse a la naturaleza que mi región, donde las tonalidades verdes de los árboles, las claras aguas y el conjunto de flores eran un collage digno de cualquier paisaje paradisíaco.

Me encogí de hombros como única respuesta, sabiendo que tampoco iba a ponerme a alabar el lugar, continuando los pasos tras Shany.

Cuando todo parecía que iba de mal en peor y que terminarían aún más perdidos... ¡Se hizo la luz! bueno, en realidad luz, no les faltaba pero pareció que Shany por fin se había orientado y ese mucho mejor que estar tan cegados por precisamente exceso de luz, algo que mejoró el agriado humor del demonio.                                                                                                                                                                                                                                                                                     Entonces cuando la orionita dijo lo de que si les parecía hermoso el desierto, Ratko no pudo evitar enarcar una ceja en absoluto convencido de aquella apreciación, aunque lo cierto es que normalmente eran muy pocos los parajes o lugares que provocaran algún tipo de sentimiento o reacción en el demonio, para él sólo había dos tipos de lugares, los que eran útiles y los que no, y el desierto eran un cúmulo de cosas pocos útiles, no había agua, no había sombra, no había plantas con las que poder fabricar pócimas, no había animales de los que obtener materiales para emplear en la magia... en resumidas cuentas un montón de cosas aburridas y a punto estuvo de decir algo sobre esta apreciación, pero al mirar a Shany intuyó que aquello podría molestarla y era mejor no ofender a aquella dama en concreto, así que se limitó a decir...                                                                                                                                    - Claro... claro

De entre las dunas, el grupo divisó como una banda de orcos surgió de un posible escondite. En cuanto os detectaron se lanzaron inmediatamente a por vuestras cabezas ¡era hora de luchar!

Creo que el encuentro con enemigos fue un brote de energía para todos. Para ellos porque parecían estar en un estado catatónico, mirando continuamente atrás temiendo por las sombras, eso o habían tenido alguna discusión de cama que no sabía ni quería saber; y para mí porque tenía un cúmulo de rabia que agitaba las aguas y quería expulsar.

Antes de que los orcos pudieran siquiera acercarse, entrecerré los ojos fijándome en uno de ellos, el céntrico, mientras dejaba que mis manos acariciaran en pequeños semicírculos al báculo, el cual ahora levitaba a ras del suelo. Unos pendientes de agua salieron de la arena, creando un remolino a mi alrededor que redirigí señalando al orco, haciendo que esa especie de serpiente de arena húmeda abriera sus encías para devorar al enemigo.

Ratko se giró a tiempo para ver como un grupo de orcos salía de debajo de las piedras... o de la arena, ya no sabía exactamente de donde, el caso es que lo que parecía que iba a ser una travesía solamente sofocante, iba a ser algo más entretenida y eso era algo que estaba empezando a molestar al demonio, cuyo estado de animo iba de mal en peor.

Maldiciendo algo en lenguaje demoniaco, se echó para atrás el turbante para estar más cómodo y comenzó a conjurar la bola de fuego, estaba harto de aquel calor, de la arena... que se le había metido en las botas, de la sed constante y... ¡De aquellos puñeteros orcos!

La maldición a los orcos se mezcló con las palabras rituales para conjurar su ataque mágico, de manera que le costó unos segundos más de lo habitual tenerla lista, aún así consiguió prepararla para cuando uno de ellos se le echó encima lanzándole el fuego fatuo con rapidez.