Partida Rol por web

Sabía que Akeep había sido la elección correcta cuando me di cuenta que habíamos sido los únicos en ofrecernos. Ya no solo eran las leyendas que corrían sobre la excesiva violencia de sus gentes, sangre caliente que no dudaban en matar y que había podido comprobar con la incorporación de Shany, sino de las áridas tierras que debíamos cruzar, una especie de laberinto desértico donde solo los más afortunados podrían salir airosos.

Dediqué una última inclinación de cabeza ante la orden de Ardron aunque no respondí. Todavía notaba las aguas agitadas y, a cada palabra que soltaba, peligraba con un maremoto capaz de arrasar con naciones enteras. Sigue sin ser el momento.- Teniendo en cuenta que ahora mi raza se consideraba una amenaza, sabía que cualquier movimiento por mi parte podría ser considerado un acto de traición y, por lo tanto, no podría ayudar a mis hermanos. Llegaba el momento de callar y asentir, de tragarse el rencor y el dolor de mi gente, el mismo que sería vengado de una forma u otra.

Al salir de castillo y ver el fuego todavía propagarse por las calles lo tenía más claro que antes, no iba a ayudarles con mi magia, avanzando tranquilamente hacia el camino que Shany nos indicaba y escuchando de forma lejana las historias de su tierra.

Dado que la jefa no había querido seguir hablando con el rey... él tampoco quiso añadir nada más, en realidad solo tenían dos opciones, o estar a la altura y sobrevivir al viaje por la tierra natal de Shany o perecer. Siendo esta última una opción inaceptable, pues Ratko deseaba seguir en aquel mundo unos años más decidió, mientras marchaba con sus compañeras, ir revisando algunas notas sobre herbología, le iba a hacer falta alguna especie de protector para su nívea piel... el problema es que no sabía si podría encontrar las hierbas necesarias para su elaboración.

Mientras la orumita relataba historias sobre sus peripecias y la dama de agua callaba, el demonio revisaba con más interés sus apuntes... preguntándose como era posible que aquella gente considerara bello un desierto...

Avanzábamos el camino prácticamente en silencio (al menos por mi parte porque Shany no callaba ni durmiendo) cuando, a la lejanía, creí ver una torre. Al principio pensé que sería una montaña difuminada por la vista cansancio, pero a medida que nos acercábamos podía ver con más claridad la estructura defensiva.

Allí, parece un campamento, o un pueblo.- Señalé hacia la torre por si alguno no lo había localizado.- El viaje es largo, puede que nos venga bien reponer recursos, o encontrar más guerreros que quieran ayudarnos.- Pensé, ¿había prisa? Sí, pero el hecho de saber que era para combatir contra los míos me hizo plantearme tardar lo máximo posible, aunque no perdiéramos el tiempo.- Vamos.

-Y nos podrían decir de problemas más adelante- asintió mirando el poblado, no recordando si había pasado por allí en su viaje fuera del desierto. Si había pasado, esperaba que nadie le saliera a pedir explicaciones por alguna pelea que ocasionara. A Eärendil no le agradaría un retraso domo ese-. Algunos viajeros informan de oasis secos o la presencia de bandidos. Pueden ser una buena fuente de información sobre el camino que tengamos más adelante.

Así fue como logró llegar tan lejos, tomándose su tiempo para saber sobre a donde se dirigía y evitando los problemas más peligrosos. A veces iba de cabeza hacia ellos, sobre todo cuando pasaba demasiado tiempo siendo precavida. Se giró hacia sus compañeros con ojos suspicaces.

-Deberían comprar alguna tela para protegerse las cabezas. El padre Sol es inmisericorde con los extranjeros- le guiñó el ojo a Rakto, el más blanco de todos ellos (incluso de cualquier otro hombre que hubiera visto), al que seguramente le molestaría más las quemaduras del sol. La visión de un torso desnudo, blanquecino y musculoso acudió a su mente. Otra vez le miró pensativa, pero continuó hacia el poblado.

Ratko agradeció como agua de mayo, que la jefa dijera de ir a echar un vistazo al campamento pues se estaba dando cuenta que no podría tener su unguento para el sol a tiempo.

- Sí, las tierras de los orumitas son áridas y duras, es mejor ir preparados- dijo guardando el cuaderno de notas.

-Y nos podrían decir de problemas más adelante- asintió mirando el poblado, no recordando si había pasado por allí en su viaje fuera del desierto. Si había pasado, esperaba que nadie le saliera a pedir explicaciones por alguna pelea que ocasionara. A Eärendil no le agradaría un retraso domo ese-. Algunos viajeros informan de oasis secos o la presencia de bandidos. Pueden ser una buena fuente de información sobre el camino que tengamos más adelante.

Así fue como logró llegar tan lejos, tomándose su tiempo para saber sobre a donde se dirigía y evitando los problemas más peligrosos. A veces iba de cabeza hacia ellos, sobre todo cuando pasaba demasiado tiempo siendo precavida. Se giró hacia sus compañeros con ojos suspicaces.

-Deberían comprar alguna tela para protegerse las cabezas. El padre Sol es inmisericorde con los extranjeros- 

Tras aquellas palabras miró a Shany, si todos sus paisanos eran como ella lo iban a pasar mal... entonces al comentar lo de la tela se dio cuenta de que seguramente lo habría dicho por él, su piel era la más alvina de los tres... al mirarla un poco más no pudo evitar estremecerse un poco, le había venido como un recuerdo extraño que no supo identificar con una piel morena y una bodega... pero se encogió de hombros y "tiró para alante"

- ¿La tela no proporcionará más calor?- le dijo a su lado, interesado por protegerse- he de admitir que soy bastante sensible a los rayos del sol ¿Cómo os protegéis vosotros?

-Sensible ¿he?- su sonrisa parcia brillar burlona, pero rebuscó en sus alforjas hasta sacar una tela no muy grande, de color blanco y que había pasado por mejores tiempos. No es que estuviera sucia, estaba bien limpia y olía de forma agradable, como si fuera a alguna hierba o flor exótica. La Orumita la desenvolvió y le la pasó por detrás de la cabeza de Ratko, estando muy cerca de él. Con unas pocas vueltas, Ratko tenía su cabeza cubierta, incluso podía cubrirse el rostro si así lo deseaba, dejando solo los ojos al descubierto.

-Sirve para el sol y la arena- mirándole arrugando el ceño-. Pareces uno de esos espíritus del desierto que gustan devorar almas- había muchas otras formas de doblar eso, incluso otros atuendos dependiendo del estatus. De momento eso le protegería la cabeza, rostro y cuello, lugares donde el sol le destrozaría-. Le conseguiremos una a Eärendil. En mi tierra se protegen así, aunque nuestra piel es más resistente. Fuimos bendecidos por el padre Sol.

Luego se separó del el para admirarle con mas detenimiento, asintió un par de veces y se giró hacia al campamento. 

Decidisteis que lo mejor era echar un vistazo a aquel asentamiento que habíais divisado por casualidad.

En pocos minutos llegasteis al lugar, una pequeña aldea humilde donde casi todos los habitantes eran humanos imperiales, lo cual indicaba que este lugar que casi hacía frontera con el desierto de Grisor sería de los últimos bastiones de Ardron.

Las gentes sencillas del lugar apenas os echaron en cuenta, no visteis nada especial salvo una ruidosa herrería que ofrecía servicios de reparación y un bullicioso mercado que servía casi como punto de reunión.

Lo curioso es que parecía que por fortuna, dicho lugar no había sido víctima del ataque de los "Alvene corruptos" ¿Será por mucho tiempo? ¿o ellos no son un blanco prioritario?

Sin especial interés, miré por encima las localizaciones que había dentro del asentimiento, parándome frente al mercado para mirar los productos. Era cierto que siempre venía bien tener suministros extras, pero hasta ahora apenas había gastado demasiado como para que ahora supusiera una amenaza.

Tal vez encontremos en Akeep mercancía.- Miré a Shany, imaginándome que ella sabría qué venderían en su hogar, tanto de armas como de suministros.- Aquí no hay nada interesante.- Pasé de lado por los puestos, deteniéndome en uno pequeño que vendía telas. Comprobé la tela, imaginándome que valdría para cubrirnos momentáneamente del caluroso sol, dándole las monedas del precio y tendiéndole a mis compañeros las suyas, del color que quisieran.- Esto nos ayudará.- Mi turbante era blanco, sin ningún detalle, el cual pasé la yema de los dedos por el centro para humedecerla antes de enrollármela en la cabeza.

Vamos.

El asentamiento era bastante pobre, pero al menos no estaba infestado de pálidos dispuestos a destriparles. Quizás era demasiado pequeño y pobre para resultar de relevancia. No tenía sentido gastar recursos cuando debías deshacerte de los enemigos más fuertes. Lo veía lógico.

-Eso seguro- le contestó a su líder con una mueca-. Solo hay que llegar- en su tierra había cosas que comprar, armas, algunos animales del desierto, halcones entrenados, algunos venenos… No por nada tenían fama de ser los mejores asesinos, guerreros temibles y una población acostumbrada a derramar sangre. Era lo que los extranjeros solían ver, pero había mucho más detrás, claro que los visitantes morían antes de poder verlo-. Me quedo con este- tomó una tela violeta, con un bello bordado dorado en las puntas. Con rápidos movimientos, cubrió su cabeza, dejando solo sus ojos a la vista-. Ahora no destacaremos para nada- estaba siendo sarcástica, aunque con Eärendil y Ratko se necesitaría que se acercaran para ver que eran de otras tierras-. La tela es gruesa, así que en la noche nos ayudará a cubrirnos- sonrió a través de la tela-. Las noches son heladas en nuestro desierto.

Miró a Ratko cuando dijo lo frías que eran las noches, sin dobles intenciones, su intención era bien clara y a Shany no le gustaba ser sutil.

Ratko se dejó hacer con el turbante que Shany le ofreció, con aquello podría resistir las temperaturas extremas que les deparaba el desierto... o al menos eso esperaba, entonces recorrieron el mercado sin que ninguno de ellos encontrara nada de interés, salvo varios turbante para sus compañeras. 

Cuando se hicieron con la mercancia, Earendil sugirió ponerse en marcha y lo cierto es que Ratko no tuvo objeción alguna, cuanto antes llegaran a su destino mejor. Entonces las palabras últimas palabras de Shany y la forma de mirarlo lo pillaron totalmente desprevenido.

 La tela es gruesa, así que en la noche nos ayudará a cubrirnos- sonrió a través de la tela-. Las noches son heladas en nuestro desierto.

Miró a Ratko cuando dijo lo frías que eran las noches, sin dobles intenciones, su intención era bien clara y a Shany no le gustaba ser sutil.

La sonrisa del demonio fue bien recibida por la Orumita, no le gustaba repetirse y era obvio que no tenía la paciencia de la líder. Continuaron el viaje, aunque Shany notaba que no reconocía el camino, sabía que estaban por llegar al desierto, pero pareciera que había vuelto por otra parte. Ese era el camino más directo, pero la guerrera había dado muchos rodeos y deambulado sin criterio, por eso estaba francamente confundida sobre la senda que estaban tomando. Una vez en el desierto, terreno que ya conocía, las cosas deberían mejorar. De momento, dependían de la suerte y las habilidades de sus otros compañeros.

Puede que estuviera demasiado distraída pensando en mi hogar y familia, siguiendo a Shany casi sin fijarme si estábamos andando en línea recta o dando vueltas en círculos. Tampoco ayudaba que ellos dos se mandaran continuas indirectas, haciendo como si yo no estuviera, lanzándoles una mirada perezosa a la par que amenazante para que controlaran sus impulsos carnales, al menos hasta que llegáramos a la ciudad. Estos humanos jóvenes.- Me acomodé la tela que cubría mi cabeza, subiendo la parte que tapaba la parte inferior del rostro para que sólo fueran visible los azulados ojos.

Ratko no conocía el desierto y teniendo a la orumita de guía lo cierto es que tampoco se preocupó por saber dónde estaban... Quizás por que de vez en cuando se centraba más en los andares felinos de Shany,a pesar de las furtivas miradas de Earendil... Todo fuera dicho de paso, lo que en general hacía de aquella tediosa travesía un deambular más ameno.

Sin embargo y dado que tenía su atención puesta en la guerrera, pareció percatarse de que la cosa no iba tan bien, ¿sería posible que se hubieran perdido? El demonio enarcó una ceja pero no dijo nada mientras se acomodaba su turbante y esperaba que su compañera se centrase, no iba a increparla, los nervios no servían en aquella circunstancias y Shany tenía carácter, además confiaba en ella.

-Estamos perdidos- dijo al fin la Orumita girándose hacia los demás con el ceño fruncido y torciendo el gesto-. Debemos volver para retomar el rumbo.

Era a la que menos le agradaba eso, pero no podían continuar caminando sin una meta clara, debían volver. Con suerte en el desierto las cosas mejoraran, por eso de haber estado allí y ser su hogar. Tenían cierta suerte de no haberse perdido en un desierto potencialmente mortal. Seguramente no era el escenario que Eärendil había imaginado, sobre todo teniendo a una orumita que les guiara… pero en su defensa diría que ella conocía el desierto, no el camino hacia él…

-Podemos preguntar en el poblado que dejamos atrás- comentó como para echar tierra sobre el asunto y que tuvieran al menos un plan de emergencia en caso de que no supieran como demonios encontrar un enorme desierto.