Partida Rol por web

Ratko oteó el lugar con precaución, sólo cuando se percató de que el lugar era seguro se aventuró a pasar, en otro momento les habría venido bien para descansar, pero no era necesario parar y era mejor seguir avanzando.

- Este sitio está bien, pero yo ahora no podría sentarme. Debemos seguir- sugirió- ¿Tomamos el camino de la izquierda? parece que el aire no está enrarecido por ahí- se atrevió a indicar, esperando no haber metido la pata y que su olfato no lo hubiera engañado.

Me sorprendía tanto silencio, tanta paz, sabiendo que aunque en realidad era una buena señal, todos nos esperábamos emboscadas cada dos pasos y, al no encontrarlas, estábamos tan tensos que creía poder escuchar los dientes de Shany chirriar.

Al llegar a la sala segura miré al resto para comprobar si estaban en buen estado. Apenas habíamos comenzado a andar, no teníamos rasguños o heridas más allá que las que ellos mismos se propiciaban en la alcoba, tampoco estábamos cansados al haber prácticamente empezado, así que seguí mis pasos hacia la dirección que indicaba Rakto, confiando en su elección.

Estad atentos.

Sonrió al oír la aportación de Eärendil, aunque pronto la seriedad inundó su rostro. Era bueno ver que todos estaban preparados, atentos a posibles trampas y emboscadas, con la confianza de los años de experiencia pero sin dejar nada librado a la suerte.

Finalmente llegaron a una cámara despejada, sin peligros aparentes y donde podrían descansar sin problemas. Dio un leve recorrido al lugar, buscando huellas o pistas. Nada. Soltó un bufido y apoyó la espada en su hombro, inclinando su cadera al lado contrario.

-Estas cavernas parecen interminables- murmuró mirando la cueva que había elegido Ratko, le parecía tan peligrosa como la otra, pero confiaba en el criterio del mago, tenía buena mano para “encontrar el camino correcto”…-. Si es el equivocado pagarás las cervezas.

Y avanzó por ese túnel a la cabeza, asintiendo al pedido de su líder y comprobando la anchura y altura del lugar. Si se enfrentaban contra alguien, saber cómo atacar para que su arma no golpeara contra algún obstáculo seria esencial. Esos elfos usaban armas cortas y no era una casualidad, allí tenían todas las de ganar.

¿Nos habremos equivocado de sitio? – De la tensión, miedo y precaución pasamos al máximo aburrimiento. Las paredes seguían siendo las mismas, las rocas se repetían en un eterno copypast y los pasillos casi parecían calcos unos de otros, preguntándome si la cueva era artificial o natural. Eso o están esperando a que bajemos por completo la guardia.

Alcé el rostro para mirar entre las sombras, siguiendo la antorcha aunque temiera que terminara por apagarse antes de encontrar otro ser vivo.- No creo que sea muy profundo. Debemos estar cerca.

El tiempo seguía corriendo de forma ininterrumpida, sin que nada más que oscuridad les recibiera mientras avanzaban. Shany esperaba ver aparecer algo de un momento a otro, estando lista para enterrar su arma en el pobre incauto. Pero al cabo de un tiempo, solo quería encontrar algún cambio significativo. Casi parecía que no avanzaban, pues todo era igual. Seguramente sus compañeros sintieron lo mismo en el desierto, siendo ella la única capaz de notar las obvias diferencias entre un sitio y otro.

-Una roca es igual a otra- se encogió de hombros ante la pregunta de la alvene. El camino continuaba, asi que no tenian otra alternativa mas que continuar. La siguiente afirmación fué mas positiva-. Eso espero- afianzó el agarre de su arma, como queriendo asegurarse que estuviera ahí y continuó. Una larga espera debía ser recompensada y esperaba llegar a destino, sea cual sea, para acabar con esa guerra de una vez por todas.

Pues el olfato del demonio no era tan malo, al menos eso fue lo que se dijo así mismo casi animado por haber elegido la parte del camino más segura para la comitiva, mejor era una travesía rápida y sin obstáculos que una llena de enemigos, con suerte el siguiente tramo no les depararía demasiados problemas, aunque dudaba mucho que fuera así... en cualquier momento podían salir bichos de debajo de las piedras por lo que Ratko continuaba en alerta.

- El enemigo puede aparecer en cualquier momento, es mejor no relajarse- añadió a los comentarios de sus dos compañeras.

Un grito, un movimiento raro, una silueta que desapareciera… ¡Algo!

¿Hola? – Me cansaba de ir a hurtadillas en cada habitación temiendo que pudieran atacarnos. ¿Se habrían dormido? ¿Definitivamente estábamos en otra cueva? ¿Nos verían inofensivos y por eso directamente habían pasado de emboscarnos? - ¿Hay alguien? – Directamente me erguí para caminar recto sin importante el ruido, casi deseando que hubiera cualquier actividad viva en el ambiente.

Suspiré al recibir la respuesta de mi propio eco, girándome para fijarme que Shany debía ser la que peor lo estaría pasando. Era una guerrera orumita, deseaba la sangre y la pelea y ahora mismo sólo encontraba un silencio sepulcral.

Creo que los has intimidado.- Suponía que eso era algo bueno, nos ahorraría futuras heridas y estaríamos más descansados al núcleo central de la cueva, la cual no debía de estar demasiado lejos… ¡Ruido! – Por aquí.- Parecía impaciente, esta vez olvidando las formas de andar lentamente, apresurando mis pasos hacia la dirección del ruido, frustrada.

Pronto la monotonía empezaba a hacerle lanzar suspiros de bronca, buscando algo en lo que descargar esa frustración. Si bien era bueno el no recibir una puñalada por la espalda, la falta total de enemigos era ya casi insultante. Pero, si algo le hizo sonreír ampliamente y quitarse un poco la frustración, fue el comentario de Eärendil.

-¿Eso fue un chiste?- miró a Ratko como si hubiera encontrado algo sumamente raro e interesante, algo que no se ve todos los días-. Me pareció un chiste- le pasó el brazo por los hombros, apretándolo muy ligeramente, como si se fuera a romper si lo hiciera más rudamente. Era la primera muestra de cariño hacia su líder, aunque fuera por una frase simple.

Solo al oír el ruido de fondo le hizo cambiar su leve sonrisa por una enorme y febril, dando la sensación de ser un felino hambriento al que le sueltan en medio de ovejas. Quería tener acción de una vez, atravesando enemigos con su acero y combatir al lado de sus amigos…

Ratko enarcó una ceja cuando pasaron a otra sala vacía, parecía como si todo el mundo se hubiera de fiesta... bueno hasta las bestias infames y demás enseres tenía derecho a un poco de calma, se dijo a sí mismo. El problema es que estaba viendo venir que en cualquier momento le iban a salir todos juntos, eso era una ley no escrita que en el futuro llamarían Ley de Murphy.

Tras el comentario de Earendil y la respuesta de Shany, Ratko no pudo evitar sonreir.

- Ha sido un chiste- intervino metiendo baza... al fin y al cabo era un demonio- pero tranquila, jefa no se lo diremos a nadie, tu reputación está a salvo- le guiño un ojo, entonces al escuchar el bullicio miró hacia el origen del mismo- bueno... lo mismo nos tienen preparado una ronda de hidromiel. Vamos, tanto silencio es desesperante...

Después de haber pasado aquellos túneles y salas en solitario, accedisteis a un estrecho y laberíntico complejo de túneles que no hacía más que girar de un lado a otro.

Habíais perdido la noción del tiempo y no entendíais hasta donde os llevaría seguir aquel rumbo. Volver atrás significaría desperdiciar esfuerzo en lugares que ya habíais visitado así que avanzar se contemplaba como la opción más viable.

Os guiasteis por el ruido de un bullicio que cada vez era más prominente. ¿Eran realmente voces? ¿o era la locura que comenzaba a poseer vuestras cabezas? La falta de oxígeno iba haciendo mella en vuestros sentidos.

Fue entonces cuando encontrasteis una salida, un amplio arco os daba acceso a la sala más grande de todas... o eso es lo que pensasteis al principio ya que lo que teníais ante ustedes era nada más y nada menos que el acceso a una gigantesca ciudad subterránea.

La imagen hubiese sido fascinante de no comprobar como alrededor de esas estructuras había docenas de Alvene, todos armados, todos preparados. Aquel parecía ser su hogar, y os estaban esperando a todos.

Pudisteis comprobar como de otros túneles de vuestro alrededor asomaban otros grupos de La Compañía, os habían dividido en pequeños grupos y ahora estabais en el corazón de su territorio: el nido del proscrito, o en la lengua Nagashi: Laeneraan.

Desde la lejanía un grupo de Alvenes destacaban. Entre ellos y sobre un trono hecho de piedra y sostenido por esclavos se encontraba una Alvene cuya posición os hizo saber que era alguien importante.

 - Seres de la superficie - alzó la voz, la cual retumbaba por toda la galería de las cuevas. - Ahora estáis en presencia de la gloriosa nación Nagashi. Creéis que sois superiores a nosotros, pero la muerte ha sido siempre nuestra aliada. - se levantó de su tronó y desenvainó su espada.

- Mi pueblo está dispuesto a morir por saciar su sed de venganza. Una venganza provocada por aquellos que se creen superiores amparados por leyes, tradiciones o profecías sacadas de la mente ingeniosa y cobarde de los eruditos. Solo la sangre y la ley del más fuerte puede determinar el destino de un pueblo - se hizo un silencio sepulcral.

- Hoy todos moriréis aquí, simplemente os daré la opción de elegir cómo. Si os rendís tendréis una muerte rápida por decapitación, si elegís luchar vuestras tripas teñirán la piedra de rojo. Esto tan solo es una prueba de que Shan'rae es benévola, justo cuando vuestros antepasados no lo han sido con nosotros - avanzó varios pasos, el resto de los Alvene que estaban por los alrededores alzaron sus armas.

- Allá donde nos desterraron por nuestros pecados, cogeremos fuerzas para sembrar el caos y devastarlo todo - aquellas palabras las dijo casi como si se tratase de un salmo, teoría que fue confirmada cuando el resto de los Alvene allí presentes empezaron a repetir esa misma frase como un mantra.

De repente, si que supierais como, grupos de Alvene armados surgieron de túneles ocultos a vuestro alrededor. Donde en un principio parecía que había decenas de enemigos, ahora casi llegaban a un centenar ¡aquello era una locura!

- ¡¡¡Ahora están donde queremos, ¡¡¡atacad!!! - y entre gritos de furia, los Alvene de la luna iniciaron el combate. Los soldados de La Compañía no fueron menos, alzaron sus armas y ni se plantearon una rendición después de haber llegado tan lejos. Esta sería la lucha definitiva contra las fuerzas del subsuelo.

Caminaron mucho más, como si las voces o lo que fuera se alejara un poco más cada vez que daban un paso. Seguían oyendo algo a lo lejos, pero llegar a él era un suplicio. Shany en verdad necesitaba ver que todo aquello servía para algo, que recorrer las entrañas de la tierra culminaría con ellos ensartando sus armas en el culpable de todo esos ataques. Sin siquiera darse cuenta, salieron a donde Shany creyó que era la superficie, sumida en la oscuridad, pero pronto se dio cuenta que estaba al fin ante la ciudad Alvene. En verdad resultaba impresionante, pero su atención se vio centrada totalmente en los numerosos enemigos que tenía en frente.

El discurso que dio esa mujer le importó lo mismo que la mugre de sus botas. Si bien le entendía, también querría venganza contra aquellos que le trataron injustamente, estos sujetos castigaban a todos. Era una venganza que nunca se detendría hasta que sintieran lo mismo que ellos. Era una pataleta. ¡Sorpresa! La vida era dura, si no aprendes a endurecerte con ella mueres.

La guerrera se plantó en el suelo, calculando si podría llegar hasta la dichosa líder y luchar contra ella… pero si hacia eso, dejaba expuestos a Ratko y Eärendil a los ataques traicioneros. Su líder la tenía especialmente mal, pues le veían como una representante de aquellos que les expulsaron.

-Tú decides- le dijo con una de sus salvajes sonrisas y moviendo su espada de forma ambigua, como si fuera una serpiente venenosa a punto de saltar sobre una presa.

La gran sala tenía una belleza sin igual, sobre todo teniendo en cuenta que técnicamente se trataba de una erosión natural fruto de los propios caprichos de la madre tierra. Era allí donde se habían establecido para vivir, comprobando las construcciones no naturales que, lejos de romper la armonía del lugar, se fusionaba con ella.

Me hubiera gustado pasear por las calles para conocer más del lugar si no fuera porque nos estaban esperando, ¿por eso no los habíamos visto antes? ¿Estaban preparando el gran ataque en este lugar? Era extraño pensar que el refugio para algunos podría suponer una trampa mortal para otros, girándome para comprobar el camino que habíamos cruzado, todavía abierto, y viendo que en otro de los túneles salían algunos miembros de la compañía.

De entre todos pude distinguir perfectamente a aquella que atacó nuestro refugio y masacró a parte del equipo. Me daba verdadera lástima ver a uno de los míos desprender tanto odio por la humanidad, aquella que tantas cosas nos habían brindado. Escuchar las palabras de la supuesta líder me recordó bastante a la prueba de los Orumitas, donde sólo importaba el honor y la sangre en el campo de batalla. Por suerte o no para ellos, yo no era así.

- La quiero viva.- Aproveché que los hombre de la Compañía parecían cubrirnos las espaldas para iniciar la carrera hacia la líder, notando la magia influir desde mi interior.

Por fin se mostraron ante ellos los Alvene oscuros en todo su esplendor, el deambular por aquellos pasillos desiertos y vagar por aquellas salas vírgenes no había sido más que una trampa para guiarlos hacia "el hormiguero" pues por mucha belleza que aquella ciudas subterránea tuviese, el mago sólo veía una trampa mortal escupiendo enemigos, lo sentía por Earendil pero aquella gente carecía del respeto de Ratko, lo que había sido una gente sabia y venerada se había terminado por convertir en unos vulgares asesinos que justificaban sus actos por su mala suerte... detestable, la suerte no se tiene... se busca.

Tras las palabras de la lider de aquellos sedes caídos en desdicha el demonio lo tuvo claro, debían ir a por ella y terminar lo antes posible con aquel levantamiento, además con el apoyo del resto del ejército tenían una oportunidad para acercarse a ella. Entonces al ver como tanto Shany como en especial Earendil se decantaban por su misma opción, el diabal sonrió mientras invocaba su llama y el fuego fatua brillaba en sus dorados ojos... la dama del agua había pedido no matar a la líder de los alvene corruptos, pero él ni asintió ni desmintió... la vida de la alvene dependería de ella misma pues Ratko no era de hacer prisioneros...

La decisión estaba tomada, la líder de los Alvene sería vuestro objetivo principal.

Al unísono con otros gritos de batalla, todas las fuerzas de La Compañía se abalanzaron contra las hordas de la oscuridad. Mientras avanzabais hacia vuestro objetivo pudisteis comprobar como pequeñas batallas se iban llevando a cabo a vuestro alrededor. Observabais como los Alvene de la noche caían al igual que otros compañeros de la nueva formación militar a la que pertenecíais.

Allá en el  horizonte se encontraba Shan'rae, de pié y gesticulando órdenes a sus lacayos. Aún no estaba al alcance de vuestros ataques, había demasiados enemigos de por medio. Pararse a luchar sería perder un tiempo valioso así que tan solo os quedaba seguir avanzando envueltos en el frenesí de la batalla.

Mientras corríais tuvisteis la oportunidad de abatir a algún que otro enemigo, poco a poco disteis a entender que cualquiera que se interpusiese delante vuestra sería aniquilado.

Las batallan se sucedían a nuestro alrededor, pero había tantas bajas en ambos bandos que no sabía quién iba ganando. Los espadazos, flechas y hechos mágicos volaban hacia sus objetivos, derrapando en un cúmulo de gritos y destellos que cegaban momentáneamente.

Posiblemente fue a causa de uno de estos que mi camino se vio truncado, teniendo que apartar la mirada, antes focalizada en la líder, al causarme una leve ceguera que casi me hizo trastabillar, poniéndome detrás de mis compañeros.

Era relativamente fácil dejar a alguien con vida y que resultara inofensivo para uno: simplemente eliminabas sus piernas o brazos. Aunque en este caso, le preocupaban los muchos seguidores que tenía a su alrededor, los que harían muy difícil esa tarea. Como fuera, pensaría eso cuando estuvieran a punto de ganar.

Avanzó al frente de sus compañeros, lanzando tajos cortos y precisos a cualquier figura que intentara cortarles el paso. Mientras  a su alrededor los gritos de furia, dolor y agonía formaban ese cantico tan conocido por cualquiera aficionado a las batallas. Era atemorizante y emocionante al mismo tiempo, lograba que cada miembro de esa encarnizada batalla formara distintos instrumentos. Pronto Shany estaba riendo como una demente mientras avanzaba entre los enemigos con su arma manchada de sangre, dejándose guiar por esa “música”.

Ratko corrió tras sus compañeras tratando de esquivar a las hordas alvene lo mejor que pudo... eso sí con todo su estilo, que una cosa era que fuese un esmirriado y otra que no tuviera arte ¡Y de ese estaba sobrado! el problema es que aquel esfuerzo iba a pasarle factura a su cuerpo serrano como chocara una sola vez, por el rabillo del ojo vio como Shany si conseguía abrirse paso... algo que tampoco era de extrañar teniendo en cuenta el portento físico que estaba echa, así que trato de seguir su estela para poder apoyarla contra la lider... sin embargo a Earendil la perdió de vista... extraño, juraría que iba justo delante suya, mientras no terminara por tropezarse con ella...