Partida Rol por web

Te encuentras enfrente de un gran edificio de cuya pared exterior cuelga un rótulo:

CUADRAS Y ESTACIÓN DE DILIGENCIAS DE RAGADORN

Un cochero con uniforme verde está sentado junto a un tablón de avisos en el que se informa:

—Duración del viaje a Port Bax: 7 días. —Te acercas para comprar un billete, pues ese es tu destino—. El billete a Port Bax cuesta 20 Coronas de Oro —dice el cochero en el bronco acento de Ragadorn.

Asientes y pagas las coronas necesarias para tu billete. El hombre te conduce hasta una diligencia que espera junto a la puerta oriental de la ciudad. Está vacía y tomas asiento al lado de una de las ventanillas circulares. Te alegra comprobar que el asiento es muy cómodo, pues el viaje a Port Bax dura siete días.

Metes tu equipo bajo el asiento, te acomodas y te quedas medio dormido.

Después de casi una hora de viaje, la diligencia se detiene en la capilla de Kalanane. Se dice que esta capilla fue construida sobre la sepultura del rey Alin, el primer gobernante de Durenor, y alrededor de la construcción crecen grupos de plantas de Laumspur.

Luego de escapar de mis enemigos que intentaban robarme mis pertenencias, el hecho de llegar a salvo al centro de diligencias y subir cómodamente a una de ellas fue algo que agradecer. No he descansado muy bien en absoluto, asi que la comodidad es algo que aprecio mucho actualmente. 

El encontrarme desarmado me preocupa, pero no podía darme el lujo de pasar más tiempo en la ciudad, especialmente con lo peligrosa que se encuentra. Si algo llegase a suceder, deberé defenderme con mis propios puños...

Al momento de avanzar y terminar en una capilla en donde tengo enterado que se encuentran Laumspurs, asi que no dude en conseguir un poco de material extra. Nunca sabes cuando la naturaleza te pueda otorgar alguna protección o beneficio en el camino, y no estoy para escatimar recursos tampoco. Decido recoger unas cuantas antes de que la diligencia se marche. 

Tomaste una decisión acertada y recogiste hierbas suficientes para una Comida. El Laumspur es una hierba deliciosa, muy buscada en el desierto por sus propiedades curativas.

En esa tarde de viaje charlas con los otros pasajeros y trabas conocimiento con ellos. No deseas revelar tu verdadera identidad y te haces pasar por un sencillo campesino. Los pasajeros parecen no estar enterados de la guerra que se está desarrollando en Sommerlund.

En el asiento frente al tuyo van dos hermanos que se llaman Ganon y Dorier. Son caballeros de la orden de la Montaña Blanca, nobles guerreros de Durenor que han hecho voto de defender el país de las incursiones de los bandidos del desierto en Tierras Salvajes. Poseen un castillo y tierras cerca de Port Bax.

Junto a ellos se sienta Halvorc, un mercader. Tiene la nariz hinchada y la cara magullada gracias a Lachlan, el señor de Ragadorn. Un pequeño malentendido sobre las tasas que debía pagar le hizo perder su cargamento y casi todo su dinero.

Al lado de la puerta más distante de ti viaja un sacerdote llamado Parsion. Como tú, es de Sommerlund y ha atravesado el desierto en diligencia con destino a Port Bax.

A tu lado se sienta la joven Viveka, una aventurera mercenaria que se gana la vida luchando y prestando sus servicios al mejor postor. Regresa a Port Bax después de haber cobrado por una aventura de la que ha salido triunfante en Ragadorn.

Al anochecer, la diligencia hace alto en una posada del camino a Port Bax. El coste de una habitación por noche es de 1 Corona de Oro para los pasajeros de la diligencia y de 3 Coronas de Oro para cualquier otra persona. Cuando te dispones a entrar en la posada, el cochero te pide el billete y asiente con la cabeza

La posada está caliente, pero pobremente amueblada. Los otros pasajeros se sientas en cualquier lugar y toman sus alimentos guardados o piden algo de comer. En tu caso, sabes que cazar en las Tierras Salvajes es sinónimo de muerte, ese territorio yermo sólo habitan unas criaturas llamadas Szalls, débil y cobarde progenie de los Giaks.

Más tarde, el posadero te pide 1 corona para dormir en caliente, o de lo contrario te dirigiría afuera.

Los rostros distintos que viajaban en la diligencia se me hacían muy peculiares. Dos hermanos, un mercader magullado, un sacerdote y una mercenaria. Cada quien tiene sus motivos distintos, pero eso no me quita lo peculiar a mí tampoco, pues sean cual sean sus objetivos, puede que todos se vuelvan envueltos en el gran problema que Sommerlund está intentando mantener a raya. 

De todos las personas, era algo horrible pensarlo, pero seguramente la amistad de Ganon y Dorier me puede traer beneficios en mi viaje, tomando en cuenta que me encuentro desarmado en un lugar tan peligroso como este, y con mis objetivos eso es lo mismo que el suicidio estar así. Alquilar a una mercenaria tampoco es una opción, no puedo confiar en gente así para esto, puede resultar mortal en mi futuro. — Saludos, honorables caballeros de la orden de la Montaña Blanca. Soy lobo Solitario, permítanme hacerles compañía, por favor. — les comente, intentando obtener información y contactos con ellos. Me sentía mal, pero era claro que deseaba obtener algún favor de ellos. 

De igual manera, elegi comer Larnuma y dormir caliente para poder proseguir, luego de platicar con los hermanos de la Montaña Blanca. 

Ganon y Dorier se miraron el uno al otro, y luego te miran, evaluando tu apariencia. Después de unos momentos de silencio, Ganon habló:

—Bienvenido a Tierras Salvajes, señor. Puede acompañarnos si lo desea. Hemos dedicado nuestras vidas a defender a nuestro país de los bandidos del desierto. La guerra estalló hace poco y las Tierras Salvajes es una zona delicada. Port Bax es una ciudad importante, ya fue atacada varias veces. Pero nuestra orden ha logrado mantenerla a salvo hasta ahora.

Dorier asintió, agregando:

—Hay otros problemas además del pillaje. Los monstruos salvajes vagan por estas tierras, y hay rumores de que un poderoso hechicero ha despertado en el desierto y está reuniendo un ejército.

Después de un rato más de charla, Ganon y Dorier subieron a su dormitorio y tú hiciste lo mismo. Mañana había que despertarse temprano para continuar el viaje lo antes posible. Pasaste unos minutos más pensando sobre la conversación que acababas de tener y los rumores de los guerreros en esa orden, tan armados como educados y con la prohibición de contar mentiras.

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Duermes profundamente sin ser molestado hasta que al amanecer te levantas, recoges tu equipo y te reúnes con los otros pasajeros, que ya están subiendo a la diligencia.

Durante dos días y dos noches, la diligencia sigue la ruta comercial a través del desierto, llano y sin árboles. Sólo se detiene para que el conductor duerma. Ganon y Dorier se prestan a más conversación para matar el rato.

En la mañana del quinto día de tu expedición sucede un desafortunado accidente.

Una rueda de la diligencia se ha atascado en un profundo bache y tres de sus radios de madera se han hecho astillas. Os veis obligados a deteneros y reemplazar la rueda para poder seguir el viaje a Port Bax. Te ofreces voluntario a ayudar al cochero a levantar el eje con un pequeño tronco y colocar al rueda de repuesto.

Cuando estás apalancando el sólido tronco con todas tus fuerzas, los caballos de repente se encabritan y echan a correr. El tronco sale despedido hacia atrás y te golpea en la cara, derribándote al suelo. Quedas aturdido durante unos minutos y recibes numerosos rasguños.

El cochero no es tan afortunado. El carruaje le ha atropellado.

—¡No ha sido un accidente! He visto... —El pobre hombre muere en tus brazos, dejándote sus últimas palabras sin terminar.

Presientes que eres tú la víctima contra la que iba dirigido el supuesto accidente.

¡Uno de los pasajeros está intentado matarte!

Despacio, uno a uno, van apareciendo los demás pasajeros y miran espantados al cochero muerto.

—Tenemos que enterrarle —dice el sacerdote.

Asientes en silencio y preparáis una fosa donde inhumáis el cadáver. Cuando todos volvéis a la diligencia, discutís lo que debería hacerse.

—Conozco el camino a Port Bax. Será mejor que yo conduzca la diligencia —se ofrece Halvorc.

—Espero que no nos acusen de la muerte del cochero —dice el sacerdote nerviosamente.

—Ha sido un accidente —replica Dorier.

—Y yo lo testificaré —añade Ganon—. Los caballeros de la Montaña Blanca nunca mienten.

Es cierto que en Durenor un auténtico caballero sólo dice la verdad, sea en su propio provecho o perjuicio. Las palabras de Ganon parecen tranquilizar al sacerdote y pronto la diligencia se pone de nuevo en marcha camino del este.

Al anochecer llegáis a una estación de diligencias en un pequeño pueblo costero llamado Cala Gorn, habitado principalmente por proscritos, ladrones y Szalls. Los habitantes del pueblo reciben con grandes sospechas la noticia de la muerte del cochero, pero las palabras de Dorier les convencen de que fue accidental.

En el pueblo sólo hay una posada, una fonducha conocida con el nombre de «La Esperanza Perdida». Su estado de abandono es típico de todos los tugurios de ese mísero poblado de la costa. Una habitación por una noche cuesta 1 Corona de Oro.

Al momento de hablar con los hermanos, fue de mucho beneficio el haber obtenido más información de lo que esta sucediendo afuera de Sommerlund, y mientras más conocimiento tenga de ello, podre idear una mejor estrategia para llegar a mi destino sin ningún problema. — Es agradable saber que Port Bax se encuentra seguro gracias a su orden, en verdad. Las cosas en mi tierra tampoco son lo mas favorables, y seguramente este desencadenando en el porque están sucediendo cosas terribles en estas tierras igual. — intente darles mas información sin entrar en detalles para que estén al tanto y no se vuelvan afectados por mi presencia, que suele atraer tempestad últimamente a donde vaya. 

Lo del hechicero en el desierto fue otra cosa que me preocupo. Ningún lugar es seguro actualmente, y mientras no tenga con que defenderme estaré en grandes problemas. Necesito conseguir armamento pronto... — Fue un placer haber hablado con ustedes, con su permiso, Ganon, Dorier. — y procedí a descansar. 

Los siguientes días de viaje me la pase en compañía de los hermanos que su juramento no les permite mentir, ¿En verdad será el caso? Espero que sea así, pero no puedo evitar desconfiar un poco debido a todo lo sucedido. Al momento de quedarnos atascados, era natural ofrecerme a ayudar para avanzar rápidamente. — No se preocupe, yo le ayudo. Tenga cuidado, por favor. — empecé a intentar ser de ayuda, pero para mi sorpresa los caballos se agitaron y aunque logre quitarme a tiempo para ser aplastado, recibí un buen golpe que me dejo aturdido unos minutos. ¿Como fue que paso? ¿Por que? Al intentar recuperarme mientras me sostenía con mis dos manos en el suelo, observe al cochero y mi rostro palideció. Me levante tambaleándome de lado y casi que arrastrándome un poco para agarrar al cochero entre mis brazos — ¡Oiga, resista, ¿esta bien?! — y aunque intente ayudar, las palabras de el antes de morir me dejaron a entender que no he escapado de mis perseguidores todavía. 

Alguien de los pasajeros esta intentando asesinarme... No puede ser...

Al momento de que salieron los demás, mi rostro los analizo uno por uno. No puedo confiar en nadie, y es claro que no fue una accidente, así que el primero en el que me fije fue en Dorier. ¿Como puedo confiar en el, aun con su voto de honestidad? Puede ser cualquiera, pero, no importa. Solo debo de estar alerta en sus actitudes... 

No dije nada mas para no levantar mas sospechas, y mantuve mis distancias con todos hasta llegar a Cala Gorn, en donde pague una moneda de oro por una habitación en donde pueda descansar seguro y mantenerme alerta.

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El posadero es un viejo delgado con un solo ojo. Te entrega una llave y te señala una galería al fondo:

—Puerta roja con el número 2 —te indica.

Los demás pasajeros pagan cada uno 1 Corona, recogen la llave y cruzan la concurrida taberna hacia las escaleras.

—Tenemos que hacer planes para mañana -dice Dorier. Los otros asienten—. Sugiero que nos reunamos aquí, en el bar, dentro de una hora para decidir lo que hemos de hacer.

Al cerrar por dentro la puerta roja de tu habitación, por alguna razón desconocida te vienen a la memoria las palabras del capitán Kelman cuando salisteis del puerto de Holmgard:

"Alguien nos ha traicionado vilmente y el enemigo ha puesto ya en marcha sus planes para hacer fracasar tu misión".

Ha transcurrido casi una hora cuando tus pensamientos se ven turbados por unos golpes dados en la puerta. Es el posadero que te trae una bandeja con comida caliente.

—Con los saludos de un amigo suyo —dice, y se va antes de que puedas preguntarle de quién se trata.

La comida despide un olor de lo más apetitoso.

Caza

A pesar de que es imposible aprovecharte de tu disciplina Caza en las profundidades de las Tierras Salvajes para tomar alimento, te sirve para no confiarte del plato que te acaban de ofrecer.

La comida despide un olor delicioso, pero descubres dos o tres gotas de un líquido transparente en el borde del plato y otra en la bandeja. Al principio crees que es sólo agua, hasta que tocas las gotas y notas que son viscosas. Reconoces el líquido: es la savia del árbol de gnadurn, un veneno mortífero que usan los asesinos porque no sabe ni huele a nada. La sorpresa de tu descubrimiento pronto se convierte en furor y sales precipitadamente de la habitación decidido a descubrir la identidad de tu enemigo.

Cuando llegas a la taberna, los demás viajeros ya están sentados alrededor de una gran mesa, esperándote.

Al acercarte a ellos piensas que allí debe de encontrarse tu frustrado asesino. Barajas las posibilidades valorando la experiencia que has tenido con ellos y las palabras de Kelman. Uno de ellos es tu enemigo y decides atacarle sin ponerle sobre aviso. Estudias cuidadosamente a tus compañeros de viaje antes de decidirte.

Debes decidir sabiamente y cuál es tu destino...

La intranquilidad poco a poco iba en aumento al momento de estar a solas en mi habitación. Me encontraba sentado en mi cama mientras daba un fuerte suspiro de preocupación. Sin armas, solo con mis puños y mi objetivo de proteger Sommerlund. Han pasado tantas cosas en verdad... ¿Quién podrá ser el que esté intentando acabar con mi vida, o por qué?

Me puse a pensar. Los hermanos no son ni siquiera conscientes de la situación de Sommerlund, y han vivido toda su vida en Port Bax en su castillo, en su orden. Sus votos de decir la verdad siempre los hacen incluso más difícil de pensar que ellos son aquellos que están intentando acabar con mi vida, no pueden ser ellos, aun cuando desconfió de Dorier. 

¿La mercenaria y el mercader? Provienen de Ragadorn, la mercenaria es la única que seguramente puede ser una amenaza, pero no tengo pruebas. No creo tampoco que sepan que es lo que sucede en Sommerlund tampoco...

Seguía pensando, hasta que alguien interrumpió mi análisis. ¿Comida? ¿Amigo? ¿Quién podría ser? Ya había comido anteriormente, pero un poco de comida extra no me caería bien. — ... ¿Eh? — mi rostro entro en duda al observar cierto liquido extraño. Lo analice con mas detalle, para darme cuenta de su oscura intención. 

Veneno.

Una vez más, me intentan matar. 

Con harto enojo agarro la comida y la estallo en contra de la puerta, mientras me levantaba de golpe a encontrarme con aquel que viene haciendo tanto destrozo desde mi partida y ha asesinado a tantos de quienes me han ayudado. 

Se encontraban todos en una mesa, mientras mi rostro estaba claramente enfurecido. Los mire a todos por igual, pero hubo uno que me centre. En el sacerdote. De todos los que he visto, el es el único que proviene de Sommerlund y habrá experimentado la situación. ¿Que hace aquí? ¿Por que? No tengo pruebas, pero las voy a obtener a base de golpes en este momento, pues ahora es en quien mas desconfio de todos en esta mesa debido a que venimos del mismo infierno actualmente. 

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El sacerdote no parece sorprendido por tu ataque y saca una espada negra de debajo de su vestimenta. Los demás se apartan de la batalla y observan sorprendidos vuestro enfrentamiento.

Parsion: DESTREZA EN EL COMBATE 16  RESISTENCIA 23

• Luchas sin armas, eso aplica -4 a tu DES.

• Tienes algunas comidas y poción que te dan RES, por si lo necesitas.

Tirada gratuita, 3: 5/0

Tiras D10 y aplicas la columna [0] hasta que uno de los dos muera. Si no te aclaras, dime por Off y lanzo yo.

En un abrir y cerrar de ojos, mi puño impacto directamente contra el sacerdote. La euforia del momento no me permitió en verdad pensar si era el o no, pero cuando se reintegró sin estar sorprendido y sacando una daga oscura mi mirada se inyecto en más colera, habiendo acertado por completo con mi suposición. — ¡Pedazo de basura inmunda, tu...! — retrocedí de un salto mientras levantaba ambos puños para defenderme de mi enemigo. — ¡Desde Sommerlund hasta acá, traidor asqueroso, has asesinado a demasiados con tal de intentar matarme! — aun estando desarmado, no di un paso atrás. 

Me lance directamente en contra del falso sacerdote, el hecho de este tener una espada me complicaba la pelea pues no puedo defenderme correctamente. Un tajo, dos tajos, tres tajos. Uno de ellos logro conectar en mi mejilla y otro me rozo levemente el abdomen, mas no evito el hecho de que lograra conectarle varios golpes en el rostro y estomago evitando más de sus ataques. — ¡No te dejare salir con vida de aquí, esbirro de la oscuridad! — la batalla fue complicada, pero mi velocidad era mayor. Aunque logro hacerme incluso mas daño, no pudo evitar que le tomase ventaja, lo cansara y asi le rompiese el cuello en una devastadora patada. 

Al matarlo, intente recuperarme mientras me quejaba de las nuevas heridas que mi cuerpo colecciona. El primer oficial Ronan, el capitan Kelman y todo el cetro verde... El conductor de la diligencia, todos murieron por culpa de este infeliz, uno de los enemigos que busca mi vida... —  Este infeliz fue el que causó el accidente de la diligencia, y intento envenenarme con comida... — fulmine con la mirada de igual manera al posadero, con clara intención hostil hacia el. 

220

Los viajeros te miraron alarmados cuando decidiste combatir a muerte con aquél pobre sacerdote. No podían creerlo. Necesitaban pruebas de lo que estabas diciendo. En ese momento revisaste las pertenencias de Parsion.

Al registrar el cadáver descubres cuanto necesitas para demostrar que era él quien ha intentado asesinarte:

- En sus bolsillos encuentras un frasco medio vacío de savia de Gnadurn, el mortal veneno introducido en tu comida.

- Un pergamino escrito en giak, en que se especifican los detalles de tu esperada llegada a Port Bax. Debe de haberte localizado en Ragadorn y tramado allí su plan asesino.

- El arma que lleva es una espada de los Señores de la Oscuridad, forjada con acero negro en los hornos de Helgedad, la ciudad infernal de los Señores de la Oscuridad situada al otro lado de la cordillera Durncrag. En todo el vasto Magnamund sólo allí puede fabricarse acero negro.

- La prueba definitiva de su verdadera identidad es la serpiente tatuada en su muñeca derecha. Los maleantes del puerto que intentaron matarte antes de tu partida de Holmgard llevaban exactamente la misma señal.

Además, encontraste 23 coronas de oro, que te guardaste junto al pergamino negro.

Los otros pasajeros te miran horrorizados ante lo que les has dicho. Siguen sin creerlo.

—¡Yo testificaré la verdad! —recita Dorier.

Después de explicarles, la puerta delantera se abre con gran estrépito y entran precipitadamente seis soldados provistos de armaduras y conducidos por el posadero.

—¡Aquél rufián! ¡Arrestadle antes de que escape, debe pagarme el mobiliario! —grita el posadero.

Decides huir por la ventana.

Aunque se ha hecho de noche, la luna llena arroja una luz resplandeciente sobre el pueblo. Detrás de la posada ves una pequeña tienda de carretas. A la puerta hay dos caballos enganchados a un carro cargado de paja.

Camuflaje

Ayudado de la disciplina que aprendiste en tus tiernos años del Kai, puedes esconderte entre la paja del carro hasta que desaparezca el peligro.

Cuando estás seguro de que la turba furiosa se ha alejado, saltas del carro y corres sigilosamente por la calle, ocultándote de sombra en sombra. A tu izquierda se una reluciente luz que emana de una ventana. Es una tienda con un rótulo sobre la puerta abierta:

Al acabar con su vida, me encontraba sudando. Los demás estaban tensos, y no tenía ninguna prueba en ese momento para respaldar aquello. Estaba asustado de pensar que me había equivocado, pero al revisar sus pertenencias un alivio horrible me invadio. Me sentía mal por haber dudado de los demás, especialmente de Dorier, pero no podía evitarlo. Las pertenencias de ese maldito me demostró que en verdad era el que desde Port Bax intentaba asesinarme. 

Tome todo lo que podía serme de utilidad más adelante mientras les explicaba la situación a los demás, me exalte al ver al posadero con otros seis soldados armados. — Sera maldito... — dije entre dientes al observar cómo me había puesto en esta situación complicada. Sin dudarlo dos veces, salte por la ventana mientras iniciaba mi fuga. La luz de la luna en definitiva no me ayudaba para mantenerme en las sombras, pero mis antiguos maestros me enseñaron el arte del camuflaje, cosa que actualmente aprecio con mucho cariño pues me ha salvado de la turba violenta que venía tras de mí. 

Sali de mi escondite para fijarme en una herrería, lo cual casi que me hace saltar de la felicidad. Era justo lo que andaba buscando desde hace ya días, y parece que finalmente poder abastecerme nuevamente de armamento para mi travesía y seguridad. 

55

Un hombre fornido con un mandil de cuero está ocupado en afilar un magnífico Espadón. La piedra de amolar despide chispas hacia lo alto cada vez que la hoja se posa sobre ella.

—Buenas noches —te saluda el armero—. Veo que le gusta mi nueva creación. Es un arma estupenda, forjada con acero durenés. Es suya por sólo 12 Coronas de Oro.

Antes de marcharte, el armero vuelve a llamar tu atención.

—Es una adquisición muy valiosa, fabricada tanto para llamar la atención como intimidar a los osados. Espero que no deba enfrentarse a la mala gente de este lugar.