Partida Rol por web

Al final, terminaron por salir. L observaba como N parecía gustoso de estar en compañía. Le alegraba tener a aquel compañero canino, y penso en que lo protegería. A medida que avanzaban, no notaba nada raro en J. Quizá no fuese tan desconfiable como era, quizá la paranoia de creer ser el único superviviente en este mundo lo había puesto así de arisco, aún más de lo que ya lo era, sobretodo desde la muerte de Sahaquiel. Suspiró hacia abajo, y justo cuando pensó en hablar con J, sintió algo.

- Que es lo que percibes... N?

Sujeto a N con cuidado, pero sin restringuirle movilidad, a lo que miro fijamente hacia el bar, tomando con mi otra mano la tsuba de la Katana. Me encontraba preparado, y al parecer, me tocaría confiar en J, después de todo...

"Tener fe..."

Carl entra a la farmacia y se pone a mirar las estanterías. La gatita ronronea entre sus brazos, muy feliz de que los lobos se hayan ido. El hombre vé estos ítems:

*Caja de aspirinas de 30 pastillas (2)
*Banditas para las heridas, caja de 15 (4)
*Jeringas vacías (en su envoltorio plástico, o sea nuevas) (3)
*Caja de algodones (10 algodonespor caja)
*Pastillas para la acidez estomacal (2)
* Antibióticos para el dolor de garganta (3)
*Alcohol fino (botella de medio litro) (1)
*Antivomitivo en gotas, botella de 10 ml (2)

Después hay pastillas tiradas por todas partes, antibióticos vencidos (muchos de los cuales se habían emitido para curar la gripe, cuando se pensaba en que esto era posible, tarros semivacíos y muchas cosas más...

Ben se juega el todo por el todo. Carga con una silla del restaurante contra la criatura... Abre la puerta y el bicho está ahí, cerca, pero ante la súbita iluminación que baja por los primeros escalones retrocede, y por un pequeño chillido que ha emitido se nota que se ha quemado. Ben aprovecha eso y carga contra él, la silla le da de pleno en el pecho y el ser cae sobre sus espaldas por las escaleras. En su descuido suelta el arma, que queda a unos centímetros de él. Ben puede intentar cogerla ahora, pero deberá recargarla antes de poder disparar.

La criatura parece aturdida. Una voluta de humo, que sale de su brazo derecho, le hace notar que en ese lugar le ha dado el sol. Se ve que confiado, cuando Ben cerró la puerta, el bicho subió arriba de todo, para dispararle. Pero no pensó que el muchacho volvéría a bajar y que al reabrir la puerta del depósito, la luz ocuparía los escalones de antes, y quemaría a la criatura.

El perro comenzó a gruñir. Tanto Jota como Lucian se fijaron en la dirección en la que el can miraba, era el bar irlandés. La vidriera, medio sucia, tenía unas letras verdes que decían: "Bar Trébol de la Buena Suerte". Detrás del vidrio se veía la barra, en donde se sirven los tragos. Además había varias mesas rectangulares, individuales en su mayoría, y cubiertas con manteles que en otro momento serían verdes, pero ahora se veían bastantes descoloridos. Unas ratas se paseaban por el suelo, al menos dos, pero los chicos suponían que debían ser unas cuantas más.

En el fondo, vieron la silueta de otro perro. También parecía ser un pastor, y estaba recostado debado de la barra, en esa parte que se levanta y permite a los mozos y bartenders pasar de un lado al otro. El perro levanto la cabeza y comenzó a gruñir.

Aunque las sombras lo tapaban sus ojos de un verde iridisciente no hacían caber la más mínima duda: estaba infectado.

Carl recoge todas estas cosas, son ligeras y quien sabe cuando volvera a encontrar una farmacia en condiciones, luego revisa su reloj "aun tengo tiempo de sobra" asi que deja la gatita en el suelo y se va a buscar un poco mas a la trastienda.

-tu quedate aqui, y avisame si vuelven los lobos, o algo- dice a la gata, lo que era una broma para levantarse el animo acaba con una nota ominosa al recordar a los infectados, antes de meterse en el almacen hecha una nueva mirada  ala calle, el sol sigue brillando

Con un estremecimiento, provocado por la detonación del arma del hombre, Lenore soltó el carrito, y apartó el rostro, para no ver el cuerpo destrozado del niño. Trató de combatir las arcadas que amenazaban con hacerle expulsar el magro contenido de su estómago. Se oyeron unas pisadas provenientes del fondo del supermercado. Lenore retrocedió a los trompicones.

—¡¡Lánzales el carrito y vuelve aqui, chica!! —le gritó el hombre, mientras preparaba su rifle para un nuevo disparo.

Lenore no pensaba lanzarle nada a nadie. Ni siquiera sabía qué estaba haciendo allí. Se dio media vuelta y corrió hacia la puerta, como alma que lleva el diablo.

No hay tiempo de pensar, por el momento ya es un éxito poder sorprender al bicho que cae por las escaleras, aunque cae el arma me abalanzo para golpearlo, voy a hacerlo una y otra vez, estoy decidido, el bicho o yo, toda la ira por tantas muertes la estaba descargando en este preciso momento.

Richard le pregunta a Joy si conoce a alguna gasolinera cerca, pero la chica niega con la cabeza. El doctor entonces enfila para una de las rutas más cercanas y comienza a conducir, atento a cualquier lugar en donde haya gasolina, también se fija si algún hospital o clínica está cerca. Conduce despacio porque no sabe que puede encontrar y si lo hiciera a mayor velocidad, podría chocarse con alguno de los profundos baches que se encuentran en las rutas, que no han recibido el mantenimiento adecuado desde que esta plaga diezmó a la humanidad.

En eso frena, encuentra una farmacia, tiene las vitrinas completamente trasnparentes, es un lugar pequeño y la luz del sol da por todos lados, lo cual quita el peligro de los infectados cerca. Entonces los ojos de Joy se abren, llenos de sorpresa y señala con un dedo pálido el lugar. Richard mira mejor...

Hay un hombre calvo, de color, revisando los estantes y llevándose varios medicamentos. Cerca a él hay un gato durmiendo, como si se tratase de su mascota. El hombre aún no ha notado al vehículo ni a sus dos ocupantes. El reloj marca las 12:15 del mediodía.

Mark le grita a Joy que retroceda y lance el carrito, la chica simplemente se da media vuelta y hecha a correr hacia Mark, dejando el carro y todo su contenido, arriba del niño mutante muerto. En segundos nomás, se ven tres infectados más. Ellos corren hacia ambos pero se detienen antes de pisar el primer rayo de luz que hace de una barrera infranqueable. Sin embargo, una de las criaturas, corre el carrito y levanta a la criatura en brazos. Es una mujer de cara huesuda, con esos horribles ojos verdes iridiscentes y los dientes irregulares. Los otros dos son dos hombres, el segundo parece un anciano.

La mujer gimotea y entonces uno de los machos toma unas latas y las arroja con toda la fuerza hacia Mark y Lenore.

-Parrish DAA intanmiii!!!!!!!!!!!!!!

El anciano empieza a hablar en la misma lengua, toma algo blanco que parece ser sal, o harina, no se ve desde allí y comienza a hacer unos garabatos en el suelo.

Cuando veo aparecer a esas cosas estoy preparado.Me inclino hacia un lado evitando ambas trayectorias y a continuacion disparo al viejo que escribía en el suelo.

¡ESQUIVA TÚ ESTO! Le desafío.

- No me lo puedo creer... - musito. Llevaba desde que había comenzado esta pesadilla sin encontrara a alguien vivo; alguien como yo. ¿Y ahora salían dos como si nada? Aunque eso era bueno, significaba que había mas gente que no había sido afectada por aquel virus y que, quizás, las esperanzas de sobrevivir eran mayores. Miré a mi compañero un momento - ¿Nos acercamos o antes prefieres hacerle tu 'prueba de fuego'? - le pregunto en un tono desenfadado.

Mark dispara al viejo que estaba escribiendo sobre el suelo y esquiva con total facilidad la lata. El tiro le pega en el pecho y el hombre cae de costado, inerte. Los otros dos comienzan a chillar pero retroceden, buscando el refugio de las sombras. La mujer se ha llevado a su niño, o lo que sea que era. Ahora ya Lenore y Mark no los ven pero las voces le siguen llegando, bastante nítidas, con ese tono oscuro que las caracteriza, oscuro como todo en esos seres...

-A la noche, esperen la noche y serán comida nuestra, dim noitee lai...

El aire se llena de risas malignas.

Son las 10:40 de la mañana.

Son las doce y cuarto del mediodía cuando Carl termina de revisar la farmacia por segunda vez, ahora convencido de que no se le ha pasado nada en alto. Ha descubierto pastillas potabilizadoras, dos cajas con 10 pastillas cada una. Según las indicaciones, sirven para purificar de 1,5 a 2 litros de agua cada una. Son de las pequeñas, Carl conoce algunas que purifican 5 o más litros pero no ha hallado de esas aquí.

También encuentra las vendas, esas que son para cubrir una herida totalmente, enrollándolas sobre la misma. Ha hallado 3 cajas de vendas grandes que tienen un total de 2 metros de venda cada caja.

Carl recoge todo esto guardandolo en su mochila, algunas cosas no sabe si le seran utiles pero ocupan poco. Luego observa el venado muerto que estavan devorando los lobos y en el que esta vastante entretenida la gatita

- voy a tener que aprender a conservar la carne de caza de algun modo- tal vez en algun libro de supervivencia o algo, tendria que pensar en eso, pero no hoy

Sale de la farmacia recogiendo a la gata -tenemos que irnos, quiero alejarme un poco de aqui y encontrar un buen refugio para la noche-

mira los edificios a su alrededor, aun le son demasiado familiares, demasiado dolorosos

-creo que he conseguido bastantes cosas hoy, asi que vamos a caminar un par de horas- explica a la gata, aunque sea un gesto vacio le resulta muy agradable tener a alguien que parezca escucharle

Richard apagó el motor de la camioneta y se guardó las llaves en el bolsillo.

- ¿Quieres que nos acerquemos sin mas y le invitemos a tarta? No sabemos nada de este tio, puede haber huido de la carcel durante el caos o de algun tipo de institucion mental. No hay que fiarse de nadie, al menos al principio.

Se bajó del vehiculo con la escopeta en la mano e hizo un gesto a Joy para que le acompañase.

- Vamos, coge un arma y cierra las puertas. Si entramos en la farmacia y ese hombre no expresa temor o desconfianza es mejor no fiarse de él.

Esperó a que su compañera se equipase antes de aproximarse al local para encontrarse con el extraño.

Carl comienza a salir de la farmacia, con todo equipado y su amiguita en los brazos, cuando siente un motor que se apaga rápidamente. Mira en derredor, hay varios vehículos aparcados. No nota a alguno en particular, simplemente ve un ford viejo, una camioneta y dos coches de color rojo sucio.

El hombre de color sale de la farmacia con una gatita en brazos, de pronto se detiene y otea el rededor. Ambos se esconden por un momento de su vista, pero el plan de acción debe tomarse ahora.

 Carl se agacha un poco y observa los vehiculos con atención, un motor se apago hace un momento, los infectados no usan vehiculos, solo los humanos "que yo sepa".

Tras tanto tiempo no sabe que esperar de unos humanos, le resulta de repente tan rara la posibilidad de encontrar a alguien que le da algo de miedo y ansiedad.

Suelta a la gata en el suelo para tener las manos libres y le susurra -tranquila-