Partida Rol por web

-Pues será la sombra de tu imaginación porque la única sombra que veo por aquí es la de la gente que muere en mi casa, allí donde ofrezco la sal y el vino encuentran un destino fatal que no es propicio para mi familia. -Se tranquilizó inspirando por unos breves segundos antes de plantear su oferta. - Resuelve el asesinato e intercederé con Lord Gower o incluso con Benjamin Horpe

Una pedrada contra la superficie plateada fue toda la respuesta que recibió ante la mención del funeral. El espejo se rompió en miles de gotitas que se reprodujeron formando multitud de ondas circulares que chocaban unas con otras, tal vez el estado de ánimo de la joven.

-Quiero irme de casa. Por la razón que sea padre dispensa toda su atención a su hermana a quién llevó al funeral. A mí no tuvo a bien invitarme... Y sabéis la excusa... Que si me llevaba parecía que estaba buscándome un marido a la desesperada. -Se volvió a sacudir la arena que quedó entre sus delicados dedos. -La verdad lo prefiero, sería una buena razón para irse de casa.

-Gretch... Deberíamos irnos. -Dijo regañándola. Se acercó a ella y le dijo algo al oído que aún así era completamente audible para la pareja-Quieres espacio sin embargo insistes en comportarte como una cría. No debes hablar así de tu padre. 

Se tomó unos segundos y tras juzgar al joven se fijó en su hermana.

-Haz lo que quieras -sentenció- le diré que te he perdido de vista.

Y con esas palabras echó a andar, al cabo de varios pasos volvió a girar para comprobar que no se había equivocado con su juicio. Y siguió con su camino.

Asintió a las primeras palabras de Lord Ralph, más que dándole la razón, de una forma empática. Ante sus segundas, dejó apoyar discretamente la espalda sobre el respaldo de la silla. 

- Comprendo...- Asintió. - Como ya imaginaréis, estamos tan interesados en descubrir al autor intelectual de esta fechoría tanto como nuestro señor. Parte de esas tierras, vendrían bien a la Casa. Eso no os será ajeno...- Era sabido que la casa Thalassos no destacaba por poseer bastas extensiones, más bien al contrario. - Y comprendo la circunstancia de que vuestra familia se ve en la necesidad de borrar esta afrenta, de una manera o de otra. - O dándole todo el pastel a Ben o descubriendo al autor de semejante crimen.

- Podéis tener por seguro que desde el momento en que se confirmó que la muerte de Lord Cleon no fue fortuita, ya hemos comenzado a indagar. Llamadlo apego al difunto, lealtad a vuestra casa o interés propio. Os aseguro que en realidad las tres pues no son excluyentes. - Explicó con total sinceridad. - Y haremos lo que esté en nuestra mano.- Tras aquellas palabras, inclinó ligeramente el cuerpo hacia adelante.

- Pero eso no excluye lo que os he expuesto, Lord Ralph. La situación con Lord Alfric sigue siendo la misma y debe ponérsele fin. Sabéis que os somos leales. Os pido apoyo por suavizar el carácter de Lord Alfric, no por importunaros. Por mantener la paz entre ambas casas. Sólo puedo garantizaros un intento de descubrir, que ya se está produciendo antes de vuestra petición. Pero siendo honesto, no puedo garantizaros el éxito en descubrir al autor. Los dioses quieran que así sea.- 

Respiró como recapitulando. 

- Mi señor, las negociaciones de boda tendrán lugar. Vuestro apoyo sería casi garantía de éxito. Debo intentar agotar todas las posibilidades antes de llegar a un conflicto armado, que tarde o temprano tendrá lugar si las cosas siguen por el camino que han tomado en los últimos tiempos. - Anunció. 

- Nuestro apoyo a vuestra casa ya está demostrado y seguirá siendo así. No debéis pensar que no haremos todo lo posible para apoyaros y borrar el insulto que este crimen ha supuesto. No es necesaria ni vuestra petición. Pero he de insistir en reclamar vuestro apoyo, ahora, para este menester si en algo estimáis a vuestro leal súbdito, pues seguro entedéis que debo también mirar por el presente y el futuro de mis descendientes y mis ciudadanos.-

-¡Aahh!- Exclamo, menos mal que yo había entrado por voluntad propia, me alegraba saber que mi padre no me estaba buscando a nadie. Menos mal. Aunque me entristecía que la pobre lo estuviera pasando tan mal, al menos nosotros dos podíamos hacer lo que queríamos y eso ya era algo, bueno no nos dejaban salir sin escolta pero yo no era tonta y lo entendía, de momento.

Cuando habla el caballero, lo miro y atiendo a sus palabras, al menos él mentiría a su Señor para dejar que la chica hiciera lo que quisiera, ya era algo. Observo cómo se aleja caminando y cuando se gira me despido con la mano, mostrando una sonrisa, era mejor que estuviéramos los tres solos. -¡Gracias!-

-A veces que no te hagan mucho caso tiene sus ventajas, ahora mismo, no hay nadie que te vigile.- Miro hacia los lados y luego le sonrío. -Puedes hacer lo que quieras, eso es lo mejor, a mí me encanta ir a pasear sola o con Samuel.-

-¿A ti que te gusta hacer?-

Luego miro a mi hermanito y le guiño un ojo. -Esta parte es para mayores.- Me acerco a Gretchel y le susurro al oído. -No se lo digas a nadie, pero si algún día decides escaparte puedo ayudarte.- Aunque mi plan traería un montón de problemas, pero total ya estábamos enemistados con esa casa, al menos nuestros padres. A mí me importaba bien poco todo eso, era mejor centrarse en otras cosas.

Al separarme de ella, le muestro una tímida sonrisa. -Entonces que os apetece hacer, ya que nadie requiere de nuestra gran presencia.- Digo burlonamente. -Podemos seguir tirando piedras, aunque hoy aun no he ido a ver a Almendrita.-

-¿Te gustan los caballos Gretchel?- De reojo miro a mi hermano, quizás le gustaba esta chica y parecía que estaba deseando irse de casa, tanto que hasta no le importaría casarse, la verdad es que teniendo a un padre como el que tenía ella era lo más lógico. Creo que hasta yo preferiría casarme a compartir la mesa con él, por suerte mi padre era muy distinto.

Malos tiempos por aqui, pero todo poco a poco va volviendo a su sitio. Vosotros ya estáis de vuelta en Pazo del Pajar, aunque supongo que nunca estuvisteis aqui. Pronto habrá un nuevo señor para estas tierras y quizás para celebrarlo os deje libres o quizás para mostrar su mano dura os cuelgue de una soga o quien sabe que otra cosa. -deja un breve espacio para la imaginación. 

-Pero yo me pregunto por sus antiguos dueños, Lady Cathelin y su hija Rhae nunca no aparecieron tras la batalla, y los siete las guarden de caer en malas manos. De hecho es una idea que me atormenta. Si le pasasé algo a Rhae... - Y por eso debo actuar rápido. Si nombran a un nuevo señor para estás tierras antes de encontrarlas ellas nunca recuperarán lo que les pertenece. 

Y estoy seguro de que si puedo ayudarlas a recuperar su hogar ellas también tendrán a buenas restituir en lo posible vuestras vidas, olvidando la estupidez de uniros a una banda de depravados y criminales.  

No os miréis con esas caras, es casi seguro que la gente del pueblo las protege y esconde, y aunque no conocéis su paradero si alguien os conoce y puede dar valor a vuestra palabra me bastará para ganarme su confianza. Decidme con quien debo hablar de estas tierras, quien puede saber algo y yo buscaré. 

La escena entre el caballero y Gretchel me sorprendió un poco, pero la verdad es que prefería que ser Royland se vaya del lugar por ahora, así podríamos ser solamente nosotros los chicos los que quedasen. Tener a alguien ajeno al grupo escuchando las conversaciones no era algo que me agradase demasiado.

—La verdad, no sé cómo haces para soportar el tener a alguien detrás siempre. — Comenté a la chica cuando mi hermana señaló que ahora estaba sola. —Yo prefiero que nos dejen por nuestra cuenta y hacer sin que haya alguien respirándome en la nuca todo el tiempo. — Luego de eso, Myria se acercó para decirle algo al oído y tuve que contenerme para no poner una mueca al ser dejado de lado. 

—Podríamos ir a los establos. — Asentí a la idea de Myria. —Casi no conosco Pazo Pajar además de lo que vimos en nuestras caminatas, a lo mejor dar una vuelta nos sienta bien. — Miré a Gretchel, a ver qué opinaba de la idea.

-Está bien... -Concedió- Intercederé por ti y a cambio me darás lo que quiero.

El señor de la Casa Buckler se incorporó y se aproximó a donde se encontraba su mujer, entonces la dijo unas palabras al oído. Sus palabras parecieron ser algún tipo de invitación a marcharse. Mientras la mujer se marchaba sonrió educadamente a su invitado al pasar.

Ralph entonces tomó un par de copas y y una jarra de vino tinto y las llevó a la mesa donde se encontraba su interlocutor. 

-Toma. Brindemos... ¿Por quién? ¿Quiénes son las afortunados?

-No sé porqué fingís preocupación. Siempre sushacéis lo mismo... -Escupió, era un escupitajo pastoso y oscuro, casi negro. Pareció por un momento que no tenía mucho más que decir pero la boca del prisionero empezó a calentarse por momentos:

-Primero la secuestráis, y cuando su padre la va a buscar, guerra. Guerra por todas partes. Y ahora que padónde se metió... Vos veréis.

Aquello despertó la alarma de su compañero quién empezó a pegarle codazos para hacer que se refrenase y no siguiese hablando con ese exceso de cortesía al noble; más el hombre era ya mayor y bastante tozudo.

-Me importan una puta mierda los señores, o la señorita. Pero vuestros jueguecitos de mierda me dejaron sin molino y sin familia. Ganasteis la guerra y empezasteis el pillaje. Y ahora aquí estamos, encadenados.

-Por quién me tomáis Samuel -le dijo con total confianza y naturalidad- Esto son manías de mi padre por aquí. Inseguridad, guerra, es por ti... Ya sabes. -Arrojó un último guijarro.

-En casa me muevo con tranquilidad, acostumbro a estar con la septa y cuando me aburro de cuando en cuando salgo por ahí. Ventajas de estar en casa. -Añadió con una sonrisa. -Aquí sin embargo... Estoy encerrada. -Musitó pensativa- No me gusta ese castillo, todos están obsesionadas con el: mi padre, el vuestro, vuestro hermano, incluso diría que Lord Ralph también lo está. Sin embargo me gusta este lago, es tranquilo...

-Estás encadenado por violar a una muchacha, eso es pillaje. Has perdido tu molino y como seas tan estúpido perderás la vida, ¿o te crees que no hará falta un nuevo molino? 

Si aprecias tu vida de alguna manera será mejor que no vuelvas a decir lo que me has dicho. Otros que no valoran lo más mínimo la vida ya te habrían rebanado el cuello, o se lo contarían a quien estaría dispuesto a hacerlo. 

-tras terminar la conversación privada se separa de los presos y dice ya en voz alta que cualquiera pueda oir -Rezad a los Siete, si aprecias vuestra vida -después llama al guardia para salir y abandona la estancia para reunirse con la familia. 

Cleesten asintió conforme. A fin de cuentas a ellos les vendría mejor que a nadie un  pedazo de tierra más, que pudiera aliviar su economía y extender dominios para un comercio más fluido. Si las cosas se serenaban con los Gower, podrían centrarse en mejorar la seguridad de sus tierra y reducir el bandidaje en lugar de estar tan pendientes de un posible conflicto. Bueno para los Buckler y sin dudda, bueno para los Thalassos.

- Mi primogénito Rickard y la hermosa Falia.- Dijo alzando ligeramente la copa. - No tentemos la paciencia de Lord Alfric con la mayor de sus hijas.-  Propuso alzando ligeramente las cejas en gesto de circunstancia.

-¡Exacto!- Exclamo efusivamente. -A nosotros nos han dicho que no podemos salir porque… bla bla… pero como fuimos testigos del asesinato de un hombre, pues al parecer no quieren que salgamos sin escolta. Pero creo que el asesino nos preferiría vivos, total, algunos piensan que hemos sido nosotros, sale ganando.- Muestro las palmas abiertas de las manos y hago una mueca de resignación.

-Así que estamos aquí, en este lago que parece que atrae a la gente que ya no aguanta más en este aburridísimo castillo, no vuelvo a salir de casa para cosas como esta.-

Me agacho para coger una piedra y lanzarla al lago, imitando a Gretchel. Esta chica me cae bien, me alegra haberla conocido en el banquete.

-Yo no entiendo por qué les gusta tanto…- Me cruzo de brazos. -Si ni siquiera se ve el mar, más feo no podría ser. En cambio, en nuestra casa, aunque de aspecto no sea la más bonita, se siente la brisa marina y se puede salir a observar pasar los barcos que van al norte y al sur.-

-Mucho más bonito que esto, yo lo tengo claro, a mí no me vuelven a engañar para venir aquí, así que no sé para que lo quieren, si yo no vengo.- Digo refiriéndome a mi estimado padre y a mi hermano mayor.

Me quedé por un segundo pensando en lo que decía Gretchel. Lo que decía era cierto, pero la verdad era que desde que llegué que esperaba eso. Después de todo, lo que estaba en juego eran un montón de tierras que se unirían a la casa de ciertas familias, ¿cómo no estar obsesionado con ello? Si me preguntaban, la verdadera sorpresa venía en las muertes que habían ocurrido durante los eventos.

Agarré yo también un guijarro y tiré piedras al agua mientras mi hermana hablaba del mar. La verdad es que yo también añoraba todo aquello, y extrañaba el mar. —De todas formas pronto va a terminar todo esto. Lo único que queda es el torneo y luego el cierre de eventos. — Recordé de lo que me había dicho mi padre. —Después de eso podremos volver a nuestra casa, cada uno. — Hice una pausa. —Aunque la verdad eso también me parece un poco penoso. No creo que volvamos a vernos demasiado luego de eso. — Le dije a Gretchel. —Por lo que vi, nuestros padres no se llevan muy bien. — Suspiré.

Aquellas palabras le habían alterado, no acostumbraba a que la chusma y los bandidos provocasen aquella reacción en él más sus palabras dejaron al primogénito de los Thalassos con pocas ganas de prolongar su trato con aquellos indeseables.

No tardó en volver a llegar el guardián asignado al puesto, se apresuró en cerrar la puerta de aquella jaula que habían construído y volvió a cerrar las cadenas que hacían la función de cerrojo en aquella cárcel improvisada.

-Mi señor. Espero que vuestra visita haya sido provechosa. -Le dijo apresuradamente a modo de despedida el guardia en un intento de caerle en gracia.

-Los siete no quieran que cometemos la osadía de llevar su paciencia al límite. -Añadió con una sonrisa -Por los jóvenes Rickard y Falia... Thalassos pronto.

Para cuando Rickard llegó a las dependencias que habían asignado a su señor padre advirtió que éstas estaban vacías. Para cuando se marchó allí se encontraban todos reunidos intercambiando impresiones acerca de lo que había sucedido. Ahora tan sólo quedaba la suciedad y el polvo como única compañía.

Eso invitaba al optimismo, toda la familia se había movilizado espoleada por un sentimiento de unidad buscando resolver aquello, muchos eran los candidatos y muchas las posibilidades. Resolver aquello no sólo permitiría recuperar la posibilidad de repartir los terrenos de Pazo Pajar, si no que además posicionaría muy bien a la familia para el potencial reparto al traer de nuevo Gloria y Honor a sus anfitriones.

Sin embargo aquel polvo que cubría algunos de los muebles suponía también un mal presagio: soledad, caída y ruina. ¿Cómo terminaría aquel viaje?

Entonces se escucharon unos pasos al otro lado de la puerta, y como si fuesen el heraldo de lo que estaba por suceder, la puerta se abrió dibujándose en su hueco la familiar figura de Lord Cleesten.

Y los dos señores chocaron sus copas sellando aquel trato que beneficiaba a todas las partes. Nadie sabía cómo sucedería más Lord Bucker había dado su palabra y si algo es bien sabido, es que las palabras y los juramentos que se hacen de unos lores a otros son siempre sagradas.

No le entretuvo más y su anfitrión le invitó a marcharse. Debía realizar una serie de gestiones para que las negociaciones para la consecución de aquella unión llegase a buen fin. De repente la fortuna de la Casa parecía estar mejorando, nunca se sabía lo que podría pasar en el futuro, tanto la Casa Errol como el difunto Lord Horpe bien lo sabrían, más todo parecía empezar a mejorar para la Casa, incluso se podría decir que podría ser el periodo más glorioso desde su fundación.

En estas cosas andaba pensando Lord Cleesten cuando llegó a su habitación, allí se encontró a su hijo quién parecía haber vuelto ya de sus pesquisas.

-Es agradable hablar con vosotros... -Sentenció risueña al tiempo que subrayaba sus palabras con un puñetazo. -Y basta de quejas. Así que quieres competir cual caballero -Confirmó dirigiéndose a Rickard. -La verdad es que eso sí que me resulta entretenido. Casi lo único en lo que soy "más normal" -Añadió subrayando su carácter. -Prometo que estaré allí, animándote... Bueno no demasiado porque si no alguien más puede ponerse celoso. 

Cleesten pareció algo sorprendido al encontrarse a su hijo, aunque su gesto era algo más distendido, satisfecho. 

- Rickard, no te hacía tan pronto de vuelta.- Comentó mientras colocaba su ropa de abrigo en el colgador. Tras ello se acercó hasta su hijo.

- ¿Alguna novedad?- El hecho de que le estuviese esperando en sus aposentos, bien podría haberle hecho pensar que le urgía hablar con su padre.