Partida Rol por web

Decidisteis dejar el robo de planos ingenieriles para otro momento y seguisteis al mendigo a través del Cenagal. Por el camino os deleitó con una lista expandida de sus aflicciones, alguna de ellas bastante original y colorida. Vuestro cicerone os llevó a la zona norte, al terraplén que marcaba el punto en el que Majoor se había hundido tiempo atrás.

—Ahí, detrás de esa lona de colores está la Guarida de la Mano Serpentina —dijo, señalando una tela que estaba ocultando un pasadizo en el terraplén que se adentraba en la tierra—. ¿Me puedo ir ya? Mis piernas están grises, mis oídos están nublados y mis ojos apenas oyen. Digo...

Shem-su-namun, que había estado ojo avizor durante todo el camino, se fijó en que había una suerte de riachuelo de agua sucia unos treinta metros más allá, que zigzagueaba por el Cenagal arrastrando basura y deshechos hasta en el Mar de Alamber.

He revelado el pasadizo que hay detrás de la lona para que os hagáis mejor una idea de la situación, pero vuestros PJ tendrían que moverla para ver lo que estáis viendo vosotros. Ni qué decir tiene que si vosotros no veis lo dentro, y obviando la magia, los de dentro tampoco os pueden ver a vosotros (asunto que sé que os preocupaba).

El riachuelo, como veis, brota del terraplén. Podría estar conectado (o no) con vuestro destino.

Podría ser un buen momento para que lanzarais vuestros conjuros de larga duración.

Vuestra presencia en el Cenagal llamaba poderosamente la atención, como había demostrado la avalancha de mendigos que os recibieron en vuestra primera visita. Todo el mundo parecía atento a vosotros y, aunque nadie os siguió, te preguntabas cuando de aquellos ojos informarían a las Manos Serpentinas de vuestros movimientos.

Atento como estabas, percibiste también un detalle. En vuestro camino viste varias manchas de sangre fresca. Unas gotitas en el suelo, la mancha de una mano en la pared... parecía que alguien sangrando había recorrido la misma ruta que vosotros. No te parecía, por la cantidad de sangre, que fuera alguien que estuviera desangrándose hasta morir, sino algo más leve.

Shem siguió en silencio al grupo, concentrado en cada detalle que había podido encontrar por el camino.

Cuando llegaron y el mendigo se retiró, esperó a que estuviera bien lejos para hablar con sus compañeros.

-Debemos tener en cuenta que es posible que la Mano Serpentina ya debe saber que estamos aqui en su busca. Igual por eso Amuir se encontró con el Loto Negro en la tienda del gnomo. -hizo una pausa y añadió- Por otro lado, no se si os habéis fijado, pero a lo largo de todo el camino, hemos coincidido con un rastro de sangre que lleva hasta aqui. No es un rastro claro de alguien desangrándose hasta la muerte, pero si de alguien que ha recibido heridas.

-Ahora que tenemos la puerta delante, no se si sería inteligente entrar o esperar a que alguno de esos criminales saliera o entrara. -miró a su alrededor*.

-¿Un rastro de sangre?-Teniendo en cuenta cómo se comportaban, no le extrañaría que los de la Mano Serpentina se metieran en reyertas con frecuencia, pero parecía bastante casual la coincidencia del rastro de sangre con la pelea entre Amuir y el Loto Negro.-Amuir, ¿heriste a alguno de los compinches del Loto o sólo a ella? En cuanto a entrar, ¿qué hay de ese riachuelo? Quizás podríamos explorar algunos metros y ver si conduce a alguna parte. Imagino que estará menos vigilado.

Madsul no se había fijado en ningún rastro de sangre, pero confiaba plenamente en que este debía conducir allí, si Shem lo decía.

- Parece que nuestra amiga, la escurridiza Loto Negro, quizá sí ha escapado con vida después de todo. - dijo sonriente - Lo que significa que las Manos Serpentinas nos esperan a unos con los dedos abiertos.

Hizo un breve gesto de estrangulación, dando a entender lo que pensaba. Después miró el riachuelo que señalaba Nathifa.

- Uno piensa que las aguas siempre mercen una atención especial, sobre todo si pueden ser una entrada alternativa a la guarida de uno. Pero quizá esas Manos no sean tan listas, y no tengan el arroyo vigilado. También pudiera ser que la entrada no estuviese bien guardada... uno puede esconder al diestro Amuir de la vista unos minutos, para que eche un vistazo, si le place a él.

Una vez más habría de recurrir al espíritu. ¿O era el espíritu quien deslizaba palabras entre sus labios para así gobernar sus actos? Hacía mucho tiempo que Madsul no lo tenía claro...

*¿Habría algún buen punto de vigilancia de la puerta? No sólo lo digo para montar nosotros guardia, sino por si, precisamente, alguien está montando guardia y nos está mirando ^^'.

No sé muy bien qué contestarte a esto. Hay casas en frente, supongo, desde las que sería fácil vigilar la entrada sin ser vistos por gente a pie de calle.

Kéfera escuchó atenta a Shem, y tuvo la necesidad de preguntar.

- ¿Crees que ese rastro pertenecerá a Loto Negro? - la exploradora se agachó a observar la sangre, la tocó con sus dedos para ver si estaba reciente, o por el contrario estaba seca. - Ya sé que dices que no es abundante... pero pudieron taponarlas las heridas con trapos y trasladarla hasta aquí.

Escuchó al resto, sus ideas y sus preguntas. Ninguna la hacía alusión a si que se dispuso a proponer.

- Creo que si entramos por ahí - señaló la cortina - seremos un blanco fácil, eso si nos descubren. No sabemos cuántas salas hay, ni si hay aposentos para que los bandidos descansen... Si hay algún tipo de pasadizo y nos encontramos en medio de algún pasillo estrecho... nos harían papilla. Creo que debemos darle una oportunidad al arroyo. Si queréis me ofrezco para ir delante, puedo adentrarme y observar si podemos pasar por ahí.

-Solo a ella -corroboró Amuir-. La herí de muerte, pero puede que haya sobrevivido, no lo sé porque huí de sus compinches antes de que me matasen a mí. Tiene sentido que ese rastro de sangre sea de alguien moribundo al que han intentado salvar, ¿no? -preguntó mirando hacia Kéfera.

Amuir sopesó las posibilidades.

-Puede que tengan el arroyo controlado; y si no está vigilado, puede que tenga una trampa escondida. Pero es una buena opción. Descubrir la lona, incluso aunque sea invisible, puede atraer a alguien. Aunque puedo ser lo suficientemente silencioso como para que crean que ha sido el viento. Pero vosotros tendréis que esconderos. Otra cuestión, sería interesante si Thot nos lanzase algunas bendiciones*

*Chicos, conjuros que tengáis que duren minuto/nivel y hora/nivel es momento de lanzarlos. Sobre vosotros o sobre nosotros. Una bendición, un escudo de la fe, protección contra el mal, alguna cosa de ese estilo.

Kéfera se hundió hasta la cintura en el río cargado de inmundicia para explorar a dónde conducía. Pronto, el agua le llegó hasta el pecho y tuvo problemas en hacer pie en algunas partes. A su alrededor flotaban basura y excrementos, rozándola suavemente al deslizarse. El hedor a alcantarilla saturaba su sentido del olfato.

Vio lo que parecía un muelle de carga, con un atracadero para barcas de poco calado. Había cajas y baúles amontonados a su alrededor. También vio un puente de cuerda que cruzaba el río, a seis metros por encima de su nivel. En él estaban apostados dos tipos armados con ballestas ligeras. No parecieron verla, así que se retiró para informar a los demás de lo que había visto.

Kéfera: sigilo (26).

Los matones están en el extremo norte del puente que se ve en B10, a unos seis metros por encima del nivel del río. En B14 se ve el muelle. B15 es una puerta.

Madsul arrugó el rostro al percibir el aroma que acompañaba a Kéfera tras salir de aquel arroyo inmundo. La mujer les explicó lo que había visto, y Madsul pensó que ambos caminos conducían irremediablemente al mismo destino.

- Uno no desearía oler como la poderosa* Kéfera por nada del mundo. - dijo el nómada, quien estaba acostumbrado a la peste del campo y los animales salvajes, pero no a la putrefacción acumulada de las ciudades - Y parece que allí dentro nos aguarda el destino del acero y el guerrero. Así que quizá sea mejor adentrarnos por el camino seco. Piensa uno.

El nómada rebuscó entre sus posesiones, sacando un viejo amuleto emplumado**, que agitó al tiempo que pronunciaba unas palabras tribales implorando su protección.

-No se puede negar que la ruta del río presenta algunos inconvenientes-dijo Nathifa, posando la mano en la cara en un gesto pensativoque le permitía taparse la nariz con discreción, mientras procuraba situarse a favor del viento de Kéfera-. Pero dudo que los dos centinelas que vió Kéfera sean los únicos, o primeros que encontremos yendo por la otra entrada, que probablemente esté más concurrida. Aunque tarde o temprano tendremos que luchar para abrirnos paso. Bien podemos empezar a despejar la entrada desde el principio. La cuestión es cuanto vamos a lograr avanzar.

-No tenemos porqué ensuciarnos tanto si vamos directamente al muelle y, desde ahí, tomamos una ruta alternativa a la que seguramente están guardando. No me fío de esas gentes. Seguramente podrían haber puesto trampas o puertas antes de llegar a ese puente. -enunció Shem después de haber pensado un poco las alternativas- Sin Xanjahar en el grupo, me parece que tendremos que usar más la astucia y el sigilo.

- Creo que debemos de entrar por el río, hacia el muelle. - miró directamente a Shem y le dio una palmada en la espalda - Si os fijáis bien, tenemos un buen desnivel. Allá, en el puente habrá unos 6m de distancia, por lo tanto si entramos por aquí, y las siguientes puertas llevan hasta allí - señaló imaginándose el puente - está claro que vamos a ir ascendiendo, y esos pasillos suelen ser estrechos... perfectos para una emboscada.

Miró al resto dándose cuenta de que el olor que estaba desprendiendo en esos instantes no era demasiado agradable y encima parecía que se la estaba quedando pegado.

Al ver los gestos de Madsul y Nathifa de asco se acercó a estos y agarró a ambos por el cuello con sus fuertes brazos y arrimó levemente sus cabezas hacia sus pechos apretando un poco.

- ¿Qué opináis? - dijo mientras liberaba ambas cabezas y esperaba una respuesta.

Madsul tosió y lagrimeó un poco cuando Kéfera se le pegó. En cuanto pudo, se separó de ella, no perdiendo la sonrisa.

- Bien, uno se bañará en inmundicias si es lo que todos consideran mejor. - se encogió de hombros - Uno ha estado en sitios peores. - mintió.

Aquello era lo más asqueroso que había visto jamás.

-Opino que no quiero mojarme la ropa, porque entonces, iré chapoteando y me escucharán llegar -comentó el asesino frotándose los dedos y mirando hacia la lona-. Madsul, ¿por qué no envías a tu amiga a ver qué hay tras la tela para que eche un ojo? O, si pensáis rodear el agua, podría entrar por la lona. Es más, ¿por qué no entro yo mismo por la lona, con un anillo de las manos serpentinas, y me hago pasar por uno de ellos?

La expresión de la cara de Nathifa no cambió mientras Kéfera la abrazaba, o cuando la hubo soltado. Aunque quizás su postura y sus movimientos fuesen algo más rígidos de lo habitual mientras se quitaba con las puntas de los dedos los restos de basura y otras cosas inidentificables que se le habían quedado pegadas.

-Por lo que te dijo el Loto Negro, que probablemente esté en alguna parte ahí dentro junto a los matones que te acompañaban, a tí ya te conocen, Habib-le contestó a Amuir-. Y lo mismo se aplica a los que fuimos al Faraón Sonriente. Quizás a todos los del grupo. Podría intentar disimular tu aspecto para que no fueras tan reconocible-Dijo, dubitativa-pero no sé cuanto éxito tendría. Es una cosa cambiar un par de rasgos para no ser inmediatamente reconocible por gente que no está buscándote, y otra por centinelas. Además, ya estuviste a punto de morir hoy una vez por separarnos. Dudo que lo que haya ahí dentro sea menos peligroso. Quizás sería más seguro que Madsul usara a su compañera para echar un vistazo antes.

Todos parecían reacios a atravesar el arroyo fecal... aunque fuera sólo unos metros hasta el muelle -según la descripción de Kéfera- asi que cuando Nathifa propuso que la serpiente de Madsul hiciera de avanzadilla, elevó los hombros.

-No es mala idea, pero convendría no demorarnos demasiado. A cada minuto que pasamos aqui fuera, más oportunidades tenemos de ser vistos y que, o bien nos preparen una trampa ahí dentro o que vengan a por nosotros aqui fuera. -terminó de decir viendo que el grupo no parecía decantarse por ningún plan.

Madsul asintió, y sacó de su mochila a la vívora negra, que serpenteó entre sus dedos. Los ojos del nómada se tornaron momentáneamente anaranjados, mientras su voz siseaba.

- Asómate bajo esa lona, y ven a decirme qué ves allí.

Dejó a la serpiente en el suelo, esperando a saber más cosas.

La víbora se escurrió por debajo de la tela de colores y regresó unos momentos más tarde. La serpiente le contó a su amo que había visto un pasillo con una puerta entreabierta a cada lado. Al fondo, había una habitación con bancos y taburetes iluminada por la luz de las antorchas. No vio nadie en aquella estancia, pero tampoco podía ver su totalidad desde la entrada. Había una puerta más al fondo, cerrada.

Kéfera observó como el grupo parecía obviar lo que les había contado y buscar otra alternativa, pues era posible que el llenarse de mierda para ellos fuese un sacrificio mayor que el pasar por medio de una zona controlada por una banda a los que no se les parecían en nada.

Finalmente, la exploradora vio como Madsul soltaba a su amiga, intentando averiguar más sobre el lugar menos sucio, y Kéfera algo indignada y molesta se apartó un poco, dejando ver que su mal genio estaba empezando a aflorar de nuevo.