Partida Rol por web

- De improviso, un grupo de unos veinte jinetes llega al galope desde el norte y cargan contra los ciudadanos que tratan de escapar de la ciudad.

- Al frente de ellos cabalga un jinete inmenso que maneja una mortífera maza de bola y cadena.

- La carnicería es indescriptible y, antes de que los espectadores puedan hacer nada, los civiles son alanceados, pisoteados y masacrados sin piedad, incluso las mujeres y los niños.

- "¡JA! ¡VICTORIA HIJOS MIOS! ¡HEMOS DADO MUERTE A ESOS MALDITOS!" -

- "¡GLORIA A LA CASA BASARAB!" - Gritan los diez caballeros mejor armados y equipados. Hay otros diez jinetes sin armadura, que deben ser escuderos o lacayos.

Luego de ver aquella matanza pienso un poco en aquello, con miedo a encontrar un destino similar para los mios dentro de aquellas murallas.

"No es que me importe demasiado, pero deben haber tenido muy buenas razones para hacer aquello o nuestro futuro no será demasiado prometedor."

A continuacion miro a Zort y le digo:

 - "Señor Dravescu, tal vez usted deberia hablar. Es usted el miembro noble de este grupo y solo a usted se le respetará por aquello."

Espero su respuesta o sus palabras hacia los hombres antes de hacer que mi gente siga avanzando

- "¡Mirad, padre! ¡Más campesinos deambulando por nuestros caminos! ¿Los matamos?" -

- "¡Matadlos a todos y que no quede ni uno vivo! ¡Alto! ¡Esperad! ¿No es ese el carruaje de un noble junto a los campesinos? Que entren en la ciudad, escoltad a los nobles hasta el castillo, serán nuestros invitados. Los plebeyos arrojadlos a las mazmorras." -

Espolea su caballo y entra en la ciudad seguido de diez lacayos a caballo, mientras sus diez hijos caballeros se dirigen hacia el grupo de viajeros.

Los caballeros cabalgan hacia vosotros de forma amenazadora y con las lanzas en ristre como si estuvieran lanzando una carga mortal, pero se detienen a pocos pasos antes de arrollaros.

- "¡Alto en nombre del Conde de Balgrad! Venid todos con nosotros al castillo. ¿Es ese el emblema de la casa menor Dravescu? Los nobles seréis invitados en nuestro castillo, el resto aguardaréis en las mazmorras hasta que se aclare vuestra situación. ¡Rápido, andando!" -

Avanzo junto a la compañia y les digo a los mios:

 - "Obedeced, confiamos en la sabiduria de nuestros nobles."

Al acercarme a los jinetes les digo en todo de respeto:

 - "Somos gente humilde y estamos desarmados. Obedeceremos vuestras ordenes sin reclamos. Por favor, guiadnos a vuestros calabozos."

Camino obedeciendo a los hombres. Antes de alejarme de los nobles, miro a los ojos del Zort. Hay algo en mi mirada que trasmite un voto de confianza, pero un hombre sabio y perspicaz como puede ver que por alguna extraña razon, ya sea valentia o locura, Shigraat no teme a mazmorra alguna.

Mihail estuvo tentado de saltar sobre su montura -Distancia- y intentar huir, pues aquello no presagiaba nada bueno, pero su caballo estaba demasiado cansado y el gesto de escapar implicaba ser culpable, aunque Mihail no supiera de que se les acusaba o por que se les iba a encerrar. Lo único cierto y palpable eran los pobres campesinos muertos en el suelo.
Así que calmó a Distancia y marchó junto al grupo.

Sheil aprieta los labios y se mantiene al lado de Shigraat. La indignación que siente aleja cualquier lógico sentimiento de miedo, y casi no es consciente de la aproximación del hombre de la cicatriz, Mihail se llamaba, creía. Mira de soslayo a su Señor, intentando encontrar alguna señal mínima de que tuviera algún tipo de control sobre los acontecimientos que se estaban sucediendo, pero se encuentra con una única máscara de pétrea imperturbabilidad. A lo lejos, los cuerpos destrozados de los campesinos deberían servir como advertencia, pero sólo acrecientan aúm más su odio.

Quiero verlos arder.

MALGORZATA SHEIL AERELL:

- Estás utilizando el poder de las Nieblas para ocultar los Rasgos Menores de tu Semblante Feérico. Sin embargo, si sois capturados dudas de que puedas mantener mucho tiempo el engaño. De hecho ya te está costando un esfuerzo masivo de concentración el evitar que tantos humanos se fijen en tus rasgos inhumanos.

- Para Shigraat esto es fácil, el igual que los Cambiados, él puede cambiar a la forma humana de un modo natural. Tú como Primonata no puedes hacer eso, tu esencia feérica es demasiado intensa como para ocultarla mucho tiempo por completo.

- En cuanto a los duendes menores y tarados que os acompañan, dudas que logren mantener la charada más de unos pocos minutos, especialmente como los lleven a unas mazmorras (los duendes son muy claustrofóbicos y se pondrán histéricos).

- Necesitas hacer una TIRADA de Esconderse de los Mortales (4 dados a dificultad 7). Haz esta tirada en cualquier caso, decidas lo que decidas.

- En cualquier caso, debes decidir si te dejas capturar (lo cual va contra todo tu ser), o sigues tu impulso natural de huir.

- Posible plan de huida: Usar el Cantrip del Dominio del Día Declaración (7 dados de 10 sin expresar la dificultad, ya que esta es secreta: la Fuerza de Voluntad del blanco) para ordenar a uno de los caballeros que te saque de allí. Eso haría que te montase a la grupa de su caballo y saliese al galope. Probablemente otros caballeros os perseguirían, pero si lográis llegar a una zona arbolada podrías usar el poder Salto para saltar del caballo a la copa de un árbol y una vez allí Destreza + Sigilo para esconderte.

- Si te dejas capturar existe la posibilidad de que pierdas los nervios cuando te vayan a encerrar, por lo que tendrías que tirar Tejido (2 dados a dificultad 6) para mantener tu autocontrol.

- También puedes intentar convencer a tus captores de que eres noble, eso requeriría una tirada de Manipulación + Subterfugio a nivel 7. Si lo consigues es muy probable que te crean, porque en realidad sí que eres noble (al ser Primonata), pero no de la nobleza humana, sino de la feérica. Si te aceptan como noble, entonces te invitarán a cenar junto a los tres Dravescu a la mesa del Conde Basarab de Balgrad.

Las imágenes pasaron por los ojos de Zort como un flash. Casi no tuvo tiempo de reaccionar. En unos segundos todo había cambiado.

La mirada de Shigraat lo fortalecía. Le daba una nueva causa. Ahora debaría pelear por la seguridad de este nuevo grupo que el azar había juntado en aquel camino. Sin querer, de un instante a otro vieron sus destinos cruzados.

Caminó unos pasos hasta ponerse entre los caballeros y el grupo. Altivo, tratando de mostrar su firmeza.

Caballeros de Baldrad. Estos hombres irán con ustedes. Pero tratarlos como se debe. Son amigos de la Casa Dravescu y de la Casa Bratovich.

Giró y respondió a los ojos de Shigraat antes de subir a su carrruaje y ordenar que comiencen a avanzar hacia el castillo.

Sheil cree haber tomado la decisión correcta cuando se dispuso a dejarse escoltar pacíficamente, pero su confianza se tambalea cada vez más a medida que las murallas decadentes de la ciudad van haciéndose más y más grandes a la vista. Sus pupilas se contraen, mientras el completo significado de la palabra "mazmorra" va cobrando fuerza en su mente. Encontrarse encerrada en un espacio minúsculo, su mente libre encogida entre cadenas muros. La ausencia de luz. ¿Cuánto tiempo podría sobrevivir? ¿Horas, quizás? La imagen de hermosa señora noble se tambalea, se hace añicos. Nadie ha hablado nunca del renacer de los añicos.

Intenta interceptar la mirada de Shigraat, lanzarle un mensaje mudo de auxilio. Haced algo, pero su señor parece inmerso en sus propios problemas, sus propias posibilidades.Haced algo, pero las puertas de la ciudad se distinguen claramente, ominosas portadoras de las más negras perspectivas. No sobreviviría, no quería morir, aunque la muerte sería mil veces mejor que la vida anclada al espacio finito. Los guardias a su lado parecen indiferentes, incluso divertidos, ante el torrente de emociones que se le empieza a desprender. Las miradas lascivas de algunos incluso parecen prometer tormentos y ultrajes de otra índole. No podía permitirlo. No quería permitirlo. Con brusquedad, se gira hacia el guardia que tiene más cerca. Si su señor no podía poner fin a ello, ella misma buscaría una salida, aunque ésta desembocara en el frío agujero del olvido.

¡Sácame de aquí! pero ningún sonido articulado ha salido de sus labios, sólo la proyección de sus palabras, en un registro completamente al margen de la voz humana, golpea la mente del soldado.

Avanzo junto a la compañia en direccion a las mazmorras. Mientras veo como se acerca una ciudad humana en la que estaremos prisioneros, pienso en lo desagradable del lugar:

"Asqueroso lugar en el que nos meterán. No puedo esperar por que se solucione, de una u otra forma."

Miro de reojo a Sheil y noto la desesperacion que se apoderá de ella. Me giro hacia ella y le hablo en la lengua del Otoño, que nadie mas que nosotros conocemos aqui:

 - "¡Detente ahora! Si puedes huir con alguno de tus poderes, hazlo ahora y llevate a los duendes y a cuantos humanos puedas contigo. Si no puedes, sigue avanzando y fortalece tu alma para resistir lo que nos espera. Nada podemos hacer contra una docena de soldados armados, mas el reducido numero que nos rodeará en las mazmorras será nuestra carta de victoria. Pueden desarmarnos, pero no pueden quitarnos las nieblas, ni la capacidad de tejerlas. No pueden quitarnos lo que somos y no necesitamos mas que eso."

Luego cambio el tono de mi voz, y continuo diciendole en aquella lengua:

 - "Esperaremos el momento preciso. Si Zort soluciona todo, no habrá necesidad de violencia. Si nos sentimos en peligro, nadie sobrevivirá a nuestra ira. No ataques donde no puedes vencer."

Sigo marchando y espero que mis palabras le hayan hablado de mis planes.

- Repentinamente, Malgorzata Sheil Aerell suelta un grito ululante y vibrante que hace estremecer todo el territorio con un súbito temblor de tierra.

- El poder de las Nieblas entorno a ella se colapsa y falla, revelando a todos su verdadero aspecto: Una figura femenina de sobrenatural belleza, con orejas y ojos élficos, una estatura de dos metros y envuelta en una brillante luz blanca.

- Ante esto, los que parecen campesinos algo tarados que acompañaban a Malgorzata y a Shigraat se transforman en pequeños duendes maliciosos de color pardusco o en locos humanos aullantes de ojos rojos y pelo blanco.

- Se desata un caos terrible, mientras los duendes y humanos dementes huyen en todas direcciones. Los caballeros reaccionan enseguida, saliendo en su persecución lanza en mano con intención de matarlos a todos.

- En medio de la confusión Malgorzata agarra la mano de uno de los caballeros y domina su mente con el poder de Declaración. Rápidamente se sube a la grupa del caballo, y el caballero mentalmente dominado emprende una rápida huida hacia el norte, en dirección a la zona arbolada más cercana.

Mihail quedó absorto durante unos segundos ante la belleza de aquella mujer, la locura que se había desatado a su alrededor fué la perfecta distracción para saltar sobre su caballo Distancia y salir al trote tras aquella mujer. Solo la muerte esperaría a los que quedasen atrás, si uno de ellos huía todos serían culpables a aquellos ojos. Cabalgó rápidamente tras la bella mujer, deteniendose a una distancia prudente de aquel grupo. Saltó al suelo con total tensión -pues si alguno de aquellos soldados intentaba perseguirle volvería a emprender su huida tras aquel bello ser. No sabía si estaba hechizado, si se había enamorado o si simplemente ayudaba a sus nuevos compañeros de viaje.
Sacó su arco y disparó a uno de aquellos soldados para conseguir un caballo más a sus dos compañeros, tras la desbandada de la mujer y aquellos seres que la acompañaban había desaparecido la posibilidad de un final sin violéncia.

Viendo el peligro al que estoy sometido y desconfiando de el estado humanoide que tan debil me hace, intento ocultar magicamente mi forma y volver a ella, para asi estar listo para la accion.

- La situación se vuelve más y más caótica por momentos.

- Mihail se aleja un poco, desmonta y dispara contra uno de los Caballeros hijos del Conde de Balgrad. El flechazo derriba violentamente al finete, que cae pesadamente al suelo. Herido, pero no muerto, pues lleva una pesada armadura de caballero.

- Shigraat comienza a aullar con una voz que parece más una vorágine de tormenta, con rayos y truenos, que no una voz inteligible o humana bajo cualquier punto de vista. Su fachada mortal se desvanece y se transforma en una colosal criatura de más de tres metros de estatura, con garras afiladas y un cuerpo que sugiere una mescolanza de rasgos vegetales y demoníacos.

- Las campanas de la ciudad comienzan a sonar en alarma, seguramente algún centinela ha visto lo sucedido. Shigraat se tapa los oídos sintiendo un dolor atroz mientras por su boca vomita rayos y vientos huracanados. Sangre verde brota a raudales por sus oídos.