Partida Rol por web

Una gracil mano movida por la fría brisa del Bosque Invernal indicó a taliesin que guardara silencio por un instante. La situación había cambiado de tercio a tercio. Sin ordenar a Shigraat retirarse de su dominante posición, el soberano avanzó hasta el fianl de la escalinata, con las facciones tensas, cuan gato a punto de saltar. La duda las pintaba tanto de odio como de alegría, sin saber cincelar con veracidad un rostro bañado en la más refinada belleza sobrenatural:

-Bienvenida a mis dominios, primonata Malgorzata Sheil Aerell. Vuestra audacia os precede, por osar personarte en esta sala fría y por cemeses olvidada por el otoño. Vuestra audacia o vuestra demencia... eso dejaremos que lo decida la caída de las hojas, hermana fae.- saludó Noderoth a la recién llegada -Ya sentis el influjo de Transilvania sobre vuestra esencia, ¿no es así? Tan débil, tan desamparado, como el Marqués Sdersath se sintió cuando puso un pie sobre el ajado Bosque Otoñal, Bruja de las Estaciones. Ahora comprenderéis su dolor y beberéis de su pena, privado del calor de los que creía suyos, privado del arrullo de su tierra natal, obligado a copular con el frío invierno por mantener el status quo de unos pomposos irreverentes que se jactaban de su control sobre estas tierras.- escupe en larga retaila, sujetando al recién nacido que reposa en sus brazos con uno solo de ellos.

El regente mira al niño con ternura, mientras se gira hacia la escalinata, y su movimiento parece arrancar de los árboles circundantes una espiral de agujas de conífera que descienden lentamente enmarcando su figura. Alzó al niño contra la tenue luz del atardecer, mientras recuperaba la palabra:

-Pero ahora una nueva era ha nacido. Una en la que los viejos lazos quedan difusos y las raíces crecen sobre tierra nunca pisada.- le dice al pequeño crío, en un tono que evidencia sus ganas de llegar a todos -La Selva Negra ya no es bienvenida aquí, hada del otoño; bien has visto lo futil que resulta su poder más allá de MIS fronteras.- aduce mientras se gira para enfrentarla de nuevo en la distancia. La mujer puede notar el fresco soplo del viento del norte emanando de las palabras del Señor de los Témpanos, conforme habla:

-Ahora este territorio pertenece a las Sombras Gélidas, mujer; te presento al Senescal de su Señor, Shigraat, el Portador del Odio, el anciano entre los ancianos, regado en el calor de la guerra. A mi siniestra puedes ver a Taliesin, Portador de la Tristeza y Voz de su Señor.- hace un barrido en torno a él e indica -Más allá de la fronda, el resto de mi reino y mis servidores; un incipiente imperio construido en sangre, sudor y lágrimas, que hará palidecer al olvidado auge de la Selva Negra en las leyendas.- declara volviendo junto a Taliesin.

El soberano deja al niño con ternura en brazos de quien se lo había entregado. su efigie evoca la de un padre amante y entrañable; su atractivo es demoledor y esclavizante. Entonces vuelve a incorporarse y continúa:

-El Caído Imperio del Este, en Germania,- comenzó refiriéndose a la Selva Negra -tuvo a bien en el pasado ofrecer su eterna hospitalidad a quienes envié en su auxilio. Siervos otrora fieles y necesarios para defender la Marca que se me asignó del constante flagelo de la difunta Safne, la Reina Frígida, que su sangre corra una y mil veces por mis manos.- continuó hablando, con un leve cambio terriblemente amenazador... letal... en su aura -Dejaron de ser hijos de Transilvania para serlo de mis perdidos orígenes, y jamás volví a saber de ellos. Ahora yo les devuelvo el favor, querida compañera.- camina hacia ella y le tiende una mano ante el rostro, como para ayudarla a levantarse -Has llegado en el albor de la estación amada, como este pequeño que nos ofrece el destino.- argumenta Noderoth -Ningún hada bajo las copas de mis árboles rechaza un fruto del otoño, Malgorzata Sheil Aerenall. Sé una de mis hijas y sírveme con lealtad, y nunca volverás a tener el más ínfimo deseo de regresar a lo que antes llamabas hogar y ahora tan parco e insuficiente te resultara. Viajas en lomos del futuro, y tus propios ojos han comprobado cómo la luz de la que provienes pierde brillo y se apaga. Brilla en este cielo límpido, te pido, entonces; sé una de mis Sombras Gélidas.- propone el Señor del Bosque.

Su penetrante mirada taladraba el alma de la forastera con avidez. Su rostro, de nuevo cincelado en indescriptible mármol tostado, albergaba más verdades de las que sus labios habían pronunciado; pero esas aguardarían a la respuesta de su "invitada".

Sheil miró a su interlocutor a los ojos, bebiendo de la inmensidad que se adivinaba tras sus ojos. Una sonrisa casi afloró a sus fríos ojos...casi, mientras se volvía a poner erguida.

Vuestra confianza en mis palabras es ya una recompensa a mi venida, dijo al Señor de los Témpanos, y vuestro ofrecimiento un honor, dudó un momento mientras recordaba a aquellos que había dejado atrás, aunque lo que significa sea doloroso para mi ser, pues conlleva abandonar a aquellos que son mi pueblo. No dudo de que vuestro poder es inmenso, simplemente mi cercanía a vos sirvió para verme indefensa como un recién nacido, si no más, y con gusto os llamaré Señor de mi voluntad.

Avanzó un paso hacia él. Mientras hablaba sus pensamientos se habían tornado más claros, y cuando continuó ya sabía lo que iba a elegir.

Por ello deseo que comprendáis que esta es una decisión difícil, y que cualesquiera sea lo que finalmente decida entrañará dolor. Sin embargo, y al llegar aquí miró directamente a los ojos del Señor del Témpano, siempre busco cualquier mejora en mi condición, y el poder no me es indiferente. Vuestra petición me ha honrado, Señor, y gustosa adeptaré colocarme bajo vuestra voluntad, si con ello consigo unir un poco más a nuestros pueblos y, ya sea en vuestro nombre o en el de los que a partir de ahora serán mis antiguos dueños, disfrutar de la Libertad de los que manejan el saber feérico.

Una destelleante sonrísa llenó el rostro de Noderoth en agradecimiento a las palabras de su otrora invitada, ahora servidora. El susurro del territorio anunció la algarabía de su señor a los cuatro vientos, mientras una suave cama de hongos multicolores saludaba al mundo desde los pies del regente, liberando al mundo la felicidad de su amo:

-Es la tristeza la que nos hace disfrutar de las alegrías de la vida, mi querida Sheil; sea así pues el Bosque Invernal tu lágrima de ahora y tus sonrisas del futuro. Mucho tenemos que compartir aclarar y organizar, pues largo tiempo han estado mis atenciones prófugas de la Vieja Corte, y por primera vez se posan tus intenciones en esta que nos rodea.- aceptó las conclusiones de su invitada el Señor de los Témpanos -Mis siervos te acompañarán a tus nuevos aposentos. Me consta que el invierno retrocede ante tu presencia en este mismo instante.- aventuró la cautivadora hada.

A pesar de la corriente fría que anunciaba sus palabras, las mechadas pieles de armiño del soberano se abrieron para dejar volar una brisa templada hacia uno de los claros del bosque. La temperatura en él se volvió más dulce y la caída de las hojas más cadenciosa. Las Sombras Gélidas le ofrecían a Malgorzata su primer regalo: un lugar donde vivir en paz.

Noderoth se giró entonces hacia su senescal y solicitó con voz considerada, pero firme:

-Shigraat, acompaña a nuestra nueva amiga a sus aposentos. Infórmala de lo acaecido desde que te convoqué a este lugar; del resto me encargaré yo más adelante. Acompáñala mientras redacta una carta de presentación a la corte y un informe para su señor sobre sus pesares previos, que pronto quedarán olvidados. Nada hay que temer de Taliesin.- añadió acercándose al cambiado que se encontraba al pie del estrado y acariciándole suavemente la barbilla -Me es fiel como la hojarasca al ocaso. Podéis marcharos, y venid a mí cuando el informe esté terminado. Tengo trabajo que encomendarte, mi apreciado senescal.- concluyó antes de despedir a ambos con un gesto.

Patente quedaba que el Señor de las Sombras Gélidas no era ningún estúpido. Una declaración de fidelidad y todas las puertas se habían abierto para la bruja de las estaciones; y, conforme entró, ramas como cadenas habían caído sobre ella, en la forma del más portentoso troll del otoño que jamás hubiese visto. En efecto, era una más de ellos y se le darían los secretos del lugar... pero a cambio de los suyos propios y ante la atenta mirada de cortezas milenarias. ¿Una mansión o un calabozo? Eso dependía única y exclusivamente de ella.

Una vez ambas figuras se hubieron alejado fronda adelante, Noderoth retiró la mano, aún delicadamente apoyada en el rostro del elfo, y volvió a ascender un escalón, muestra de quién llevaba la voz cantante en la conversación:

-Bien, mi buen servidor. Parece que has traído los vientos más propicios para el otoño en tus alforjas. Ahora explícame aquello que aún atenaza mi atención: ¿de dónde viene este pequeño que has traído a mi presencia, Portador de la Tristeza? ¿Cual es su historia y de qué árbol arrancaste su fruto?- pregunta mientras regresa a su trono, haciendo volar su capa y con un gesto que indica a Taliesin que se levante y se acerque con el recién nacido.

El Inanimae avanza para guiar a la visitante hacia sus aposentos, y al lado de ella comienza a hablar:

- "Te doy la bienvenida en nombre del bosque. Como ya sabras, mi nombre es Shigraat, el Portador del Odio, Azote de Humanos, Daño de Invasores, Senescal del Bosque Invernal."

Extiendo mi mano para mostrar el paraje:

- "Este bosque es el dominio de nuestro señor. Lo cuidamos y mantenemos vivo. Un grupo de griegos se estableció en los limites, pero despues de una campaña de "domesticacion", esos insignificantes seres nos profesan devocion"

Sigo caminando, esperando las preguntas de Sheil.

Llego con el paso firme con el cual el bosque toma la tierra ante el trono del Señor de los Tempanos, luego me levanto para mostrarme firme ante él y luego me acerco para preguntarle:

- "¿Que es lo que el señor del crepusculo desea de esta vieja madera?"

Y me inclino para recibir sus instrucciones.

La bruja había irrumpido en medio de la sala, había roto el clímax que era para Taliesín postrarse ante el Señor de los Témpanos y ser su fiel servidor, para poder llegar a coneventirse algún en ser el mejor.

La magia de la bruja podía captarse ya desde lejos. Algo en su corazón de Cambiado le había predicho este acontecimiento y él mismo estaba embelesado ante tanto ir y venir de gente y los últimos estresantes sucesos para la Corte de el Señor de los Témpanos.

Pronto salió de su aturdimiento, cuando sintió el tacto de la mano de Noderoth, frío, altivo y protector, y así comenzó a hablar:

-Mi señor, lo único que sé de esta pequeña criatura es que nació en la casa de al lado de donde me alojaba en Alexandría. Lo poco que pude observar de ellos es que eran personas normales. Pero quizá sólo sea una apariencia. Se encontraban increíblemente asustados, debido al nacimiento del niño, que podría ser una criatura feérica. No habían llamado al cura más cercano para que le bautizase por miedo a desetara una maldición de las hadas. De la familia no sé el nombre y no crea que pueda volver a Alexandría, como bien sabe, ya que todo el pueblo me reconocería y me mandarían ahorcar.- Taliesín hizo una pausa y dió un par de pasos, con una expresión triste y demoledora.- Noderoth, espero haber cumplido con sus espectativas y si no ha sido así le ruego que me perdone... pero ahora debo pedirle un favor.- respiró hondo una vez más y miró fíjamente a los ojos de Noderoth - Mientras luchaba con los milicianos que me persguían, utilicé demasiado mi magia y mi poder y caí dentro del bloqueo. Debo pedirle que me ayude a salir de él, para poder cumplir con mi nueva misión de la mejor manera posible-

Los ojos de Taliesín, que estaban temblorosos, seguían mirando a Noderoth. La mirada de éste era fría y penetrante, pero ante todo demostraba mucho semblante. El cambiado esperaba la respuesta, fatídica o esperanzadora, con el corazón en un puño.

-Me has servido bien, Taliesin, me has traído un nuevo súbdito, y has aprendido una valiosa lección. Te traeré de más allá de la Ley, como otrora despertara a Shigraat, desde luego. Pero luego necesitaré que cuides de los míos, como yo cuido de ti.- declaró el soberano -Ahora sígueme, pues el otoño está maduro y es hora de despertar el recuerdo de la maravilla en tu sangre.- terminó guiando a Taliesin hacia el corazón del bosque.

Sheill considera innecesario dar su nombre al Azote, pues ya lo dio a todos los presentes durante el breve diálogo que ha acontecido hace poco, pero recibe la presentación de su interlocutor con una inclinación de respeto y reconocimiento ante quien es más poderoso que ella. Después, pasea una mirada maravillada en torno al territorio que los rodea.

En verdad, vuestros dominios dan fe de vuestro poder. Me ofrecéis respuestas, lo cual agradezco en mayor medida que la que podáis imaginar. He de confesaros que mi conocimiento de esta zona es más bien escaso y que mis anteriores amos no juzgaron conveniente informarme acerca de los entresijos que se tejen en torno a este lugar, por lo que estimaría mucho si pudiérais ponerme al día de aquello que atañe a vuestro pueblo, en especial los motivos que os impulsaron a enemistaros con el mío.

Despues de escucharla, la miro fijamente y con actitud severa le respondo:

- "Los motivos de la enemistad de nuestro Señor con la Selva es algo que solo él puede responder. Pues a pesar de conocer los motivos, no es correcto que los revele. La confianza se debe pagar con silencio. Si quieres saberlo, preguntale directamente a él."

Sigo caminando para guiarla hacia sus aposentos:

- "Mas puedo decirte perfectamente, como un hada mas de la Corte del Otoño, que nació y vivió toda su vida en el Bosque Otoñal, que la Selva Negra fue en la antiguedad una directora y jueza, altanera y despectiva con los que tambien eramos sus hijos y que nos veiamos continuamente asediados por el invierno. Juzgaba y se preocupaba mas de dominar las tierras que de defender a sus habitantes. El aporte actual que ofrece a estos dominios, y que mucho mejor recibido es comparado con su actitud anterior, es el aporte de su ausencia."

Sheil agacha la cabeza con sumisión, a tiempo para ocultar el leve relámpago de ira que surca sus ojos.

Disculpadme si os he ofendido con mis preguntas, dice, pero debéis comprender que estoy sola en este lugar y, pensaba, pienso, que, si he de vivir una temporada alejada de los míos, lo mínimo sería que suìera cuáles son las razones por las que mi ahora señor les odia tanto. Pero, como muy bien decís, eso es algo que tengo que tratar con él en persona, y ha sido improcedente por mi parte el haberos interrogado al respecto.

Pasea una mirada maravillada en torno a sí. Los cambios que ha dado su vida no son óbice para reconocer la sombría belleza del lugar en el que se encuentra.

He de reconocer el poder de vuestro Señor, Azote de los Hombres. Sin duda no habría sido capaz de mantener tal armonía en estos parajes si no fueran en verdad magníficas sus capacidades. Casi agradeco que tomara el control aquí en lugar de aquellos a los que serví.

Me detengo para mirar a la Primonata, al escuchar su tono de voz y captar lo que siente. El odio y el recelo no es para los miembros de la Corte del Otoño que domina el Señor de los Tempanos. Siento que debo apoyarla y guiarle en su transicion hacia nuestras filas.

- "No me he ofendido, no te preocupeis. Es solo que hasta el roble antiguo tiene algo de sentido comun. Y este me dice que no soy quien para revelar los sentires de mi Señor."

Me giro hacia los parajes, entre estos susurra el viento otoñal, camuflado por el frio del invierno superficial del ambiente. Pero por suave que sea, el ambiente comunica la idea que pasa por mi mente inanimae:

- "Hasta el bosque esta agradecido de haber sido tomado por mi Señor, no se por que tu estas CASI agradecida"

Me giro nuevamente hacia ella, la expresion de los nudos de mi cara es mas severa que antes, pero no demuestra ira, sino mas bien la expresion de un maestro.

- "Este bosque era antes los dominios de la Reina del Invierno. Fueron tomadas por mi Señor a base de guerza, valor y la sangre de sus fieles servidores. Lo bello y calido de este paraje fue sembrado por mi Señor con mas habilidad que la que los señores de la Selva Negra soñarian poseer. Le hizo un favor a este lugar en adoptarlo, al igual que los de la Selva Negra le hicieron un favor a él desterrandolo. Lo alejaron de la debilidad y torpeza que se acrecenta entre sus hadas. Nuestro señor se crió entre dolor y esfuerzo, soledad y lecciones tan duras que os harian morir antes de aprender y es asi como se convirtió en el Soberano Feerico mas poderoso del mundo."

La expresion de mi rostro de madera cambia a una expresion distinta, incluso en el fondo de mis ojos rojos ya no se ve odio ni ira, sino un poco de piedad y fraternidad. Poso mis manos suavemente sobre los hombros de la Primonata y le digo con una voz suave y paternal.

- "No temais mas, Sheil Aerell, porque no tengo nada que entender de tu lejania con quienes os criasteis. Eres tu la que debe entender que desde ahora y hasta que la muerte nos aleje de nuestro señor, tu jamas estaras sola. Ya no estas sola."

Sheil vuelve a inclinar la cabeza en gesto de respeto.

Agradezco vuestras palabras de apoyo. Sin duda acabaré habituándome a este cambio, por ello sólo os pido un poco de tiempo.

Queda un momento en silencio.

Noderoth habló de guerra. ¿Llego buscando la paz entre dos facciones y me encuentro de un conflicto a otro? ¿A qué nos deberemos enfrentar, y cuál es el papel que jugáis cada uno de vosotros en este momento?

Taliesín siguió a Noderoth aún con el niño en brazos al que acariciaba la cabecita de vez en cuando. No llevaba ni un mes con ñel y ya se había encariñado de la criatura.

-Señor debo hacerle muchas preguntas...¿Qué recuerdo es el que vamos a despertar? ¿Qué es lo que me va a mostrar? Y por último: ¿Qué es lo que vamos a hacer con el bebé y quién se va a encargar de él?...

Además de todas estas preguntas la idea de tener que cuidar de la nueva aldea griega y hacerla prosperar también rondaba por su cabeza. Sabía perfectamente que no iba a ser una situación difícil, que daría problemas, pero sería algo tedioso de hacer.

-Mi buen Taliesin,- comenzó Noderoth con cierta condescendencia -No voy a liberar tus ecuerdos; eso no funcionaría para sacarte de tu bloqueo en la Ley. El pasado nos ancla a las cosas que ocurrieron; el futuro es la incertidumbre. ¿Acaso no esta más cerca el futuro de las impredecibles Nieblas que lo escrito en la historia? No, para liberar tu alma feérica debes abrir tus miras, disfrutar de lo inmediata y abarcar cuanto puedas sin aferrar nadas. Para liberarte, vas a aprender a viajar como la hojarasca que rueda al viento; solo a través de las Nieblas puedes dejar de vislumbrar las distancias y borrarlas de tus preocupaciones.- dijo el soberano deteniéndose al lado de un tocón.

El árbol apartó su madera a un lado ante el avance de la mano del hada, y Noderoth extrajo de él un viejo rollo de pergaminos:

-He aquí la palabra que Korkasse dejó para nosotros y que recuperé dos estaciones atrás del abrigo de su antiguo laboratorio en el noroeste.- dice tendiéndole el rollo a Taliesin -De sus escritos aprenderás mucho... pero sobre todo aprenderás a reconocer sus huellas, pues no olvido para siempre la labor que te encomende, cambiado. Tarde o temprano volverás a buscar las señales de mi primer senescal en ese mundo de ahí afuera; no podrás seguirlas sin la capacidad de moverte.- concluyó Noderoth su explicación -Ahora comenzará tu aprendizaje. Si no lo consigues... morirás; así que esfuérzate.- terminó el Señor de los Témpanos, liberando su espinada espada de su funda y blandiéndola ante Taliesin.

El terror en la cara de la fae fue instantáneo. Su señor cerró los ojos y comenzó a contar:

-Mil, novecientos noventa y nueve, novecientos noventa y ocho...

Comienzo a caminar hacia los aposentos de La Bruja para guiarla, a la vez que hablo con tono relajado:

- "Que no te preocupen los rumores. Si hay algo que los nuestro señor tiene, es un gran sentido del momento preciso. Si aun no te ha dicho algo, es porque aun no debes saberlo y en el momento que se te informe, será el momento preciso para saberlo"

Bajo un poco la velocidad de camino, para hablar mas suavemente:

- "No creas que es una censura de informacion, conmigo es igual, solo es para evitarnos lidiar con todo lo que él lidia. Cuando nos necesite, se nos informará. Si aun la guerra no ha sido mencionada en forma de ordenes o planes, es porque aun no es una guerra."

Sigo caminando.

Sheil se detiene, mirando con una mezcla de sorpresa y desencanto a su acompañante.

¿En eso nos convertimos? ¿En siervos, en objetos que él puede deshechar o solicitar a su antojo? ¿Cómo, no contar nada, no informar nada, dejar que sus heraldos conozcan la información imprescindible para lo que sea necesario, arriesgarse por él, morir por él? ¿Acaso no piensa...? Se detiene, consciente de que quizás ha ido demasiado lejos. Baja de nuevo los ojos, esta vez con amargura.

Os ruego que disculpéis de nuevo mis palabras. No estoy acostumbrada a este mundo, no lo conozco y, sin embargo, me permito criticar a quien me ha acogido sin una pregunta y confiando, solicitando a cambio mi solo servicio. No he reflexionado lo suficiente, e intentaré adaptarme lo antes posible a mi nuevo hogar.

Despues que se detiene, me giro y la miro. La expresion de mi rostro ya no es amable y familiar. Los nudos se han endurecido y mis ojos reflejan el odio incandescente que se agita en mi interior y da vida a mi materia. Con tono grave y una voz solida, como la de la tormenta le digo:

- "Por supuesto que lo que sois es una sierva. Ganate un lugar mas alto si quieres, pero solo será a base de servicio fiel y lealtad absoluta, como yo me lo he ganado."

Me giró para seguir caminando:

- "Deberia gustarte ser una sierva. En la Selva Negra no existen los sirvientes, solo los esclavos."

Sigo caminando con paso atronador.