Partida Rol por web

Después de un rato partiendo espadas de madera en la coraza de Durius le desarmo y le digo: Hora de un descanso.

Me comienzo a quitar la coraza y cuando le veo descansando le digo: El descanso era para mi, tu vas a correr, y dejate la coraza puesta. Recuerda, el mismo ejercicio del otro día pero ahora con espadas de metal.

Tras decir estome siento en una butaca y me sirvo una copa de vino.

Cuando estoy a punto de sentarme, la advertencia de Prato me alcanza como una bofetada. Por un segundo siento la tentación de quitarme la coraza, arrojársela a la cabeza, darme media vuelta e irme. Tomo aire, cuanto hasta diez, me resigno a este maldito entrenamiento y empiezo a correr como si fuera un Atlas cargando con el mundo a mis espaldas.

En los días sucesivos continuamos con el entrenamiento, pero cambiando a espadas de metal. El cuerpo de Durius tiene cada vez más moratones, pero cada vez empieza a evitarlos mejor. Comienza a improvisar cuando hago algo fuera de las series de movimientos y parece que le va cogiendo el truco, ya no me atrevería a quitarme la coraza porque sus golpes están cada vez más cerca de darme, esto tiene buena pinta.

Recuerda Durius que tu cuerpo está más dolorido que ayer pero consuelate pensando que lo está menos que mañana.

- Lo dudo si sigues golpeándome como a un saco de coles - señalo mientras esquivo uno de los golpes que me dirige -. Y ya que he de manejar la espada que te parece si al mismo tiempo manejamos las lenguas. Una esgrima por otra. Esa misión de pacificación en Tisa de Arges - digo entre jadeos -, ¿sabes algo de ese territorio y de lo que está pasando allí?

Sin parar de atacar le respondo a su pregunta: Los Krevcheski lleva un año de guerra civil sucesoria. La misión es poner paz, todos los nobles Krevcheski deben morir, excepto uno, Flaviu, que será el siguiente Señor de la Casa.

- Ya veo - señalo entre golpe y contragolpe -. Una forma expeditiva de poner fin a los problemas y disensiones. Si no hay contendientes no hay guerra. En definitiva, muerto el perro se acabó la rabia. El tal Flaviu tiene suerte de ser el elegido para ocupar el puesto de Señor de la Casa. Guerra civil... lo peor que puede ocurrirle al pueblo. Mientras los Señores campean, campesinos, ganaderos y el pueblo en general sufre hambre y ven sus arcas menguadas por los impuestos. Sí, poner fin a ese sinsentido me parece bien.

Otra aburrida noche más en este palacio, creo que me voy a morir de aburrimiento entre estas paredes, no hay nada interesante que hacer y lo poco interesante, está ocupado.. - Pienso dando vueltas por mi habitación cansada de la soledad y de no tener absolutamente nada que hacer.

Suspirando, decido que necesito salir a dar una vuelta - A ver si al menos puedo encontrarme con alguien al que le apetezca hablar, aunque sea de las flores silvestres en primavera..Creo que iré a ver si encuentro a mi hermano..

Garlu llega por la noche.

Garlu Basarab llega a Bucarest escoltado por el soldado del Voivoda. Al llegar es conducido directamente al Palacio donde llegan por la noche.

A medida que os acercáis a Bucarest el pequeño punto en el horizonte se va haciendo cada vez más grande. Pronto divisáis una enorme ciudad, completamente rodeada por un gran muro de piedra, salpicado cada cierta distancia por unas torres de madera que se levantan amenazadoras contra cualquier enemigo. Mientras os acercáis algunos pájaros curiosos se acercan volando por el cielo, son cuervos negros como el azabache que van y vienen sobrevolando la ciudad y sus alrededores. La ciudad de la alegría, ese era uno de los nombres con el que se conocía a Bucarest, pero cada paso que dais hacia adelante ese nombre queda en entredicho. Ahora podeis divisar bien las negras murallas y sus torres de guardia, también el castillo que se alza en medio, asentado en un islote del río Dambovita que recorre la ciudad.
El espectáculo a las afueras de Bucarest parece sacado de una pesadilla, veis un gran número de gente empalada o encerrada en estrechas jaulas a los lados del camino y colgando de las murallas. Algunos son esqueletos que llevan tiempo reclamando la libertad, pero otros son más recientes y todavía no se han descompuesto del todo. Así imparte justicia el Voivoda, implacable con los delincuentes ha conseguido que Bucarest sea una ciudad con muy poca criminalidad, pero la escena sobrecoge a cualquiera.
Cruzais el puente levadizo sobre el río y os adentrais en la población, una de las más grandes de Transilvania. La ciudad se encuentra vacía a esas horas, nadie parece querer salir por las noches a las calles y a vosotros tan solo se os ha permitido la entrada de noche por el salvoconducto que porta el soldado que te acompaña, de otra manera habríais tenido que esperar a las puertas hasta el amanecer, cuando se volvieran a abrir de nuevo. Desde vuestra entrada en la ciudad el soldado parece nervioso y notas como acelera su montura para llegar cuanto antes al palacio. Puede que con la cercanía del termino de su misión tenga prisa por llegar, o puede que como tú se sienta incómodo entre las luces y sombras que provocan las escasas antorchas que hay en las calles. Tu caballo parece también nervioso y alguna que otra vez parece negarse a seguir hacia alante. Al final llegais al palacio sin incidentes y el soldado vuelve a mostrar el salvoconducto, que os permite franquear las puertas fuertemente custodiadas del recinto y acceder a su interior. Tras cruzar rápidamente el patio llegais hasta la entrada principal, donde os aguarda alguien. Al desmontar el soldado se lleva tu montura a las caballerizas.

-Se bienvenido a la Corte del Voivoda, Garlu Basarab. Soy Szagy, el mayordomo personal del Voivoda y el encargado de recibiros y acomodaros. No puedo disimular una pequeña sonrisa al comprobar el pequeño gesto de sorpresa que se dibuja en la cara de Garlu cuando lo reconozco sin haberlo visto nunca. Esperabamos vuestra llegada. Digo a modo de breve explicación. Como sabreis desde la muerte de su amada esposa el Voivoda prometió no volver a ver el sol, así que la corte tiene una gran actividad nocturna. Ahora acompañadme dentro, os mostraré vuestra estancia, allí podreis descansar de vuestro viaje.

Garlu Basarab es recibido a la puerta del palacio por Szagy el Mayordomo. Se encuentran en la sala que hace de recibidor en el palacio.

 Al cabo de unos días, cuando creo que Durius ya tiene un cierto nivel con la espada, hago llamar a los entrenamientos a cuatro hábiles guerreros del ejercito del Voivoda para entrenar a Durius con series de movimientos en un combate múltiple.

Ahora te enfrentarás con varios guerreros a la vez. Una estocada será suficiente para que se retiren, pero si te dan a ti una estocada haras el ejercicio de correr diez veces antes de que te tire la espada y continues luchando contra ellos.

Mirando a Durius empiezo a ver a un guerrero en potencia, y no a la especie de patán que era al principio en cuanto al arte de la guerra.

- De acuerdo, Prato - gruño como si tuviera alguna opción a negarme. Realmente estoy disfrutando de esto. Mucho ejercicio y poco tiempo para pensar en apenas nada. Pero suspiro por algo de tranquilidad, un día libre, hablar con muchachas bonitas, pasear al aire libre... Nada pesa más que la monotonía. Creo que gritaré de alivio cuando finalmente Prato diga que ya estoy lo suficientemente preparado y disponga de tiempo libre para mí.

Llego hasta donde se encuentra Garlu acompañado por el soldado, junto con otros dos guardias de mi confianza.

-Garlu Basarab, acompañenos.

Escoltado hacia las mazmorras del castillo queda confinado en una de sus celdas, de la cual probablemente no vuelva a salir... vivo.

Te encuentras en tu habitación mirando alguno de tus libros cuando de repente en el forro de cuero de los Manuscritos Scipios encuentras una página suelta. Desdoblas con cuidado la hoja, parece una página arrancada de algún lugar del libro y no te explicas porque estaba allí guardada. La lees con atención y curiosidad:esa página describe con todo detalle el ritual para invocar a un espíritu oscuro llamado Rosch el Devorador y atarlo por completo a tu voluntad.
No puedes reprimir tu excitación al descubrir al fin algo de "verdadera brujería", algo más que controlar a una rata o una cucaracha.
Te concentras en el pergamino y de repente se visualiza en tu mente la imagen de un ser oscuro y poderoso desgarrando a una colosal águila negra de dos cabezas con una facilidad pasmosa.
Estás haciendo verdaderos esfuerzos para mantener el nivel de concentración que esto te requiere, pero por primera vez en tu vida has encontrado un hechizo verdaderamente poderoso. Te preguntas si podrás llamar su atención.

Iba a salir por la puerta dispuesta a ir hasta donde se encuentra mi hermano, y con un poco de suerte, el apuesto caballero que últimamente suele pasar mucho tiempo en su compañía. Se me había metido en la cabeza, y claramente, no iba a parar hasta que consiguiera que se casara conmigo, siempre y cuando que a mi padre le pareciera bien claro. Luego, me lo pensé mejor, estando mi hermano, no iba a poder tratar de embaucar con mis numerosos encantos al joven, así que decidí volver a sentarme frente a mis libros de nuevo, no sin antes dejar escapar un suspiro, estaba terriblemente aburrida.

Sorprendida de encontrar una hoja suelta en uno de mis libros, me dispuse a echarla un vistazo, pero tras leerla, una maliciosa sonrisa se escapó de mis labios, era puro gozo. - Parece que la suerte me acompaña esta vez. Tras la imagen que viene a mi cabeza, no me lo pienso demasiado, al fin y al cabo, ya era hora de poder demostrar todo lo que podía hacer y esta era la ocasión idónea. Mi arrogancia había tocado ya lo más alto de palacio..

Con el pergamino en la mano, tratando de averiguar todo lo posible sobre ese ser y sobre como invocarlo, me dispuse a ello: - tener una poderosa mascota siempre puede venirme bien.

El ser que visualizas parece que definitivamente ha fijado su atención sobre ti. Sorprendentemente comienza a hablarte de una manera un poco extraña:

En la distancia alguien me espía

y yo devuelvo su mirar.

A Zelev Rosch servía

pero ya no quiere gobernar.

¿Bruja, hechicera, arpía?

A Rosch igual le dará

Habla con Rosch señora

y veremos qué podemos ganar...

Escucho atenta las palabras del ser, pensándolas lentamente antes de tratar de responderle, aún así, acabo hablándole en alto en la soledad de mis aposentos.

- Si vos sois Rosch, criatura y ya no deseáis reinar, que es entonces lo que codiciáis? - Pregunto con curiosidad, sabiendo que los favores siempre son un negocio en el que tienen que acabar ganando las dos partes.

Hahahaha  rió estruendosamente el extraño ser ante la respuesta de la mujer.

De repente, sus ojos se tornaron aún más rojizos, como si una letal inteligencia se ocultara en ellos, al tiempo que comenzaba a bailotear de un lado a otro, dando giros y vueltas, sin parar ni un momento.

Zelev era el amo,

Rosch su servidor.

Con el chamán un trato hizo

mas éste no cumplió,

abandonando a Rosch,

perdiendo su atención.

Sólo una cosa busco,

fácil de otorgar.

Invócame en el plano

mortal y material.

Seguiré tus órdenes

si estás son matar.

Acallaré a tus enemigos

y mi sed de sangre humana,

podré por fin saciar...

Ahora, hermosa bruja...

¿sacarás a Rosch a jugar?