Partida Rol por web

- Encantado Dariu. Te prepararé una veloz montura para que puedas viajar en tus misiones.- Dejo mi caballo a uno de los mozos para que lo vuelva a guardar en el establo; tras lo cual me acerco de nuevo a Dumastru.

- A nadie le gusta pagar impuestos, será mejor que un hombre experimentado en esos quehaceres se ocupe de tal empresa. Esperemos que venga algún recaudador de buen hacer...

- Me temo que nuestro Voivoda empleará a sus oficiales parcamente, tal vez en ciudades más pobladas del centro de la región. Seguramente nos enviaría a lo sumo una pequeña escolta para recoger el tributo y llevarlo con cierta seguridad, pero ni tan siquiera esto es seguro Fuksas. Es preferible que empleemos el tiempo en cobrar nosotros mismos los diezmos y decidiré la forma de enviarselo una vez acabada la recaudación. - le explico al tratante.

Mi temblorosa mano se acerca a su cuerpo para detenerle agarrándole de la capucha. Al desprenderse esta comprendo al terrible realidad...una calavera, con apenas unos cuantos trozos de carne putrefacta adherida al hueso, sobre la que bullen numerosos gusanos retozando en su festín. Mi mano se retira presa del instinto y el ser se retira escaleras arriba, casi arrastrándome, apoyando el peso del cuerpo contra la pared que asciende en espiral, logro llegar hasta un rellano. Una puerta se abre al exterior del paso; dentro, Dumatru y su figura, pero esta vez regia, altiva y con un porte renovado.Apenas debe contar con más de cuarenta primaveras, el cambio es sencillamente...asombroso.

- Extraordinario, absolutamente extraordinario - dice mirando sus manos con regocijo, enfundado bajo la túnica negra.
- Veo...que...mi alma te...ha sentado bien ¿En que me has convertido? - digo entre toses.
- Tenía razón, eres un hombre excepcional, serás un explendido aliado. - dice unicamente por respuesta.
- Eres...lo que algunos llamarían vulgarmente, un desalmado...en el sentido más literal del término - me indica como si tal cosa.
- Gracias, pero quisierasaber si voy a a acabar como eso - digo señalando al engendro infecto que acabo de descubrir escaleras abajo.
- Siempre existe ese riesgo... - dice tras reflexionar.
- Pero tu voluntad es férrea, deberás tomar precauciones. Sin embargo, lo primero es que cumpla mi parte del acuerdo, ¿te queda algo de sangre? - me explica interrogandome.
- Ansío tus consejos para no terminar así - digo con levantando mi temblorosa mano hacia el engendro pútrido.
- ¿Tu primo espariente de sangre tuyo? - pregunta.
- Es hijo del hermano de mi madre - contesto.
- Con eso bastará - sentencia.
- Toma este punzón y vierte unas gotas de tu sangre en el vial - me dice entregandome ambos.
- Es posible que no notes nada al hacerlo, se cauto - explica

El temblor de mi mano no me ayuda a atinar la punzada, al clavar el punzón en la yema a punto estoy de atravesar por completo la carne, pero esta no mana de la supuesta herida. Dumastru se acerca y coge mi mano observándola.

- Preocupante, no sientes nada de dolor - sentencia.
- ¿De verdad? - sonrio irónico.
- Prueba con la muñeca, tal vez quede algo en las venas - me dice.
- ¿Como puede ser que no tenga sangre? - digo tratando de entender.

En ese momento mana un pequeña cantidad de un líquido pastoso y maloliente de color oscuro,la sangrede un cadáver de dos días, introduciéndose lentamente en el vial. rapidamente Dumastru te deja sin respuesta e introduce el vial en un reciepiente dentro de un fuego, en el que comienza a espolvorear extrañas sustancias.

- Perdona si tardo en contestar, la alquimia requeiere cierta concentración - dice
- Según tengo entendido tengo toda la eternidad por delante, no tengas prisa - vuelvo a decir sarcástico.
- El proceso nunca se repite, seguramente vomitaste tu sangre al morir - aclara por fin.

Durante varias horas permaneces sentado en un banco de marmol pulido mientras dejas hacer a Dumastru con su arte, al cabo se vuelve con una sonrisa de satisfacción y me muestra una pequeña redoma de vidrio con un líquido negro en su interior.

- Creo que esto servirá...para curar a tu primo - dice

Asiento feliz ante su afirmación.

- Excelente, ¿he de aplicarlo a la herida, se lo doy a tomar? - pregunto con inquietud.
- Si tu primo es un hombre robusto, talvez pueda ingerirlo, aunque puede ser venenoso. - dice pensativo.
- Te recomendaría que ingiera una parte y el resto lo extienda sobre la herida - explica.
- Y ahora...- suspira - el resto de mi deuda - me mira fijamente.
- Puede ser extenuante, es mejor dejarlo para mañana - termina por decir.
- Como prefirais, quizas pueda solucionar alguna de mis dudas acerca de mi... nuevo estado - contesto.
- Eres libre de hacer lo que quieras mientras esperas a mañana por la noche, no te mentí al respecto. Sin embargo, te recomiendo que no te expongas innecesariamente al exceso de calor, al fuego o la exposición prolongada a la luz del sol. - expresa el rejuvenecido Dumastru.
- Entiendo - le digo
- En invierno no pasa nada, pero el verano es la peor época - explica.
- Quiza, debiese comer algo; aunque no tengo hambre - le digo.
- No sé si todavía estas preparado para eso - me comenta.
- Explicame mis limitaciones por favor - solicito del gobernante.
- En esencia, aquellas cosas que son malas para un cadáver de dos o tres días... son malas para ti. Debes evitar también a los carroñeros, los insectos y las ratas. - replica con sencillez.
- Disculpame, pero es la primera vez que soy un cadaver - le correspondo con una sonrisa.
- Verás, no hay una ley universal. Normalmente, los sujetos se quedan con un aspecto mucho más cadavérico... y la mayoría son incapaces de pensamiento racional...Tan sólo piensan en comer carne humana, o no piensan nada en absoluto; deberás ir descubriendo tus limitaciones por ti mismo. Sólo puedo decirte que seas precavido -
- Me desagrada la carne humana... Al menos antes me desagradaba...- le digo
- Y ahora descansa, este sirviente te mostrará un alojamiento adecuado a un noble de tu categoría - expresa solicito el burgomaestre
- Comprendo, trataré de descansar pues. ¿Es posible conseguir ropas nuevas? - solicito
- Por supuesto, mañana te llevarán ropas nuevas, aunque no te garantizo que sean de tu talla. -vuelve a mostrarme con amabilidad el anfitrión.
- Gracias Dumastru -respondo agradecido.

El cadavérico sirviente me guía hacia una habitación espaciosa en el ala principal con las
ventanas cerradas por contras de madera talladas. El olor ede la habitación te resulta desagradable pero más que cualquer otra sensación vana, las enormes sábanas de la cama por otra parte, parecen ligeramente mohosas, parece que nadie haya utilizado la estancia en mucho tiempo. Es la tumbarme en la cama cuando me doy cuenta de un primer detalle...no he cojeado desde que desperte en el subterráneo por la mañana, no acabo entenderlo pero al fin ya al cabo ahora no siento dolor, así que tiene algo de lógica.
El sueño vuelve a mi, fatigado como estoy por las noches en vela y el sufrimiento del ritual, las sombras vuelven a crecer, las mismas advertencias veladas por la figura bestial, el mismo lugar repleto de seres deformados y lánguidos que se debaten en un frenesí de violencia y desenfreno.
La luz me ciega bastantes oras más tarde, alguien ha abierto las contras y me despierto bastante fresco considerando los sueños tenidos. Uno de los engendros abre la puerta y posa unas ropas nuevas sobre una mesa, algo me dice que pertenecieron a un antiguo inquilino que yace ahora con sus huesos en una pila del subterráneo, yo podría haber acabado allí...aunque ahora no tiene sentido pensar en eso, me sientan razonablemente bien. Un par de estiramientos más tarde salgo de la habitación, otro sirviente me alcanza por la espalda y con gesto me invita a seguirlo, hasta los establos finalmente, bastante grandes, aunque en ellos sólo se aloja mi caballo, que relincha y se encabrita por miedo a los cadáveres andantes que están a sus alrededor.

No te culpo amigo...

Dumastru hatrazado un amplio círculo en el suelo, lleno de garabatos y simbolos indescifrables. La pena me invade, el animal es un de los pocos vínculos que me unen a mi anterior vida...

- Es un buen caballo, lleva muchos años conmigo - digo para mi.
- Si quieres podemos no hacer el ritual - dice Dumastru con indiferencia pasando la mirada de uno al otro.
- No tengo opción - replico negando con la cabeza - Entre mi caballo y mi pueblo, elijo a mi pueblo... Sin ellos, yo no seria Knezi de nadie - aclaro más a mi mismo que a cualquier otro.

Varios de los engendros sujetan al animal que no ceja de forcejear aterrado como está. Alguno se va al suelo por las sacudidas pero finalmente consiguen sujetarlo con firmeza.
El Burgomaestre asiente y comienza a colocar las velas en torno al círculo, encendiéndolas después en un orden muy concreto, usando para ello otra vela distinta. Después parece rezar ante un cuchillo curvo, algo que no entiendo ni procuro entender, como el resto de los sucedido en estos días.

- He de hacer lo que debe hacerse...Lo siento Honor - me repito mentalemente mirando al caballo.

Un tenue fulgor azulado llameante ilumina el filo del cuchillo durante apenas un momento cuando dumastru vierte unas sales.

- No toques el filo, está caliente - dice Dumastru tendiendome el cuchillo.
- ¿He de degollar a mi propio caballo? - le digo apesadumbrado e indignado.
- Debes arrancarle el corazón - dice con gesto de hablar con un niño pequeño.
- Mucho más agradable... - respondo
- Después sitúate con el corazón en alto en el centro del círculo - continúa.
- Esta bien - digo resignado.

No sin dudar unos segundo, abro el pecho del animal mientras este emite un relincho atroz que a buen seguro debe oirse hasta en la profundidad de mis sueños y, extraigo su corazon con todo cuidado, como si se tratase de algo normal en mi. Una parte de mi parece morir en ese momento, pues el enorme corazón todavía palpita.

- Los siento viejo amigo... - digo con un suspiro pero sin lágrimas que derramar.
- Tiberiu no hay tiempo que perder - dice Dumastru

Como un resorte me introduzco en el círculo..

- Estrújalo, deja que la sangre caiga en tu cabeza - me dicta el sabio.

Con pesar pero con fuerza, cierro cada vez con mayor presión mi puño, mientras siento como el líquido espeso , rojo y caliente se vierte en mi frente, mi pelo, mis ojos y enturbia por momentos mi mirada. Es salado y viscoso, como el mar y una miel muy diluida. Dumastrus alza la voz quemando unas hierbas ocres en un incensario mientras realiza un rezo caminando alrededor del círculo y dejando que el humo penetre dentro del mismo. Todo se vuelve gris, brumoso como una mañana de niebla, poco a poco se aclara vagamente mi visión...veo un hombre borracho, parece caminar por una callejuela de Satu Mare, tropieza, tal vez le empujen no lo veo con claridad por los oscuro de la imagen...se cae a un pozo seco...luz y oscuridad levemente sobre el cadáver...estelas y fogonazos, imagenes sueltas como si pasasen unas por encima de otras en una sucesión sin fin aparente...se ralentizan, veo ratas acercándose al cadáver descompuesto, lo comen y se hinchan como si las cebasen, después comen el grano del pueblo...otra ráfaga...la gente cayendo enferma en el campo, en sus casas, en los caminos...muchas muertes, cadáveres podridos y llenos de moscas, animales moribundos en los campos...el sol se alza y vuelve a caer docenas de veces...puede que cientos de veces...me veo a mí mismo, agazapado sobre algo...parece un cuerpo humano, o lo que queda de él, con el craneo abierto y sus sesos desparramándose por el suelo, mis manos llenas de la blancuzca pulpa del cadáver, como cons ansia, con voracidad y placer a la vez...el humo me quema por dentro de la nariz, caigo de rodillas con los ojos escociéndome, resecos por la falta de lágrimas...no puedo ver nada más.

Dumastru me mira con curiosidad cuando consigo abrir los ojos, parece que no sabe nada de lo que acabo de ver.

- Muy impresionante - digo carraspeando por la sequedad de garganta.
- ¿Como ha ido? - pregunta intrigado.
- He visto el comienzo de la enfermedad, su origen... - sonrio - y despues me he visto a mi, devorando el cerebro de un cuerpo humano...- relato.
- El cerebro, claro...- murmura.
- Seguramente, también te vendrán bien los corazones - dice con normalidad.
- El sol salia y se ocultaba continuamente - comento - como si pasase una eternidad -
- Ya no necesitas alimentarte a diario, lo cual es una suerte para ti - dice con obviedad.
- Pero... ¿Insinuas que he de alimentarme de corazones y cerebros humanos? -pregunto incrédulo.
- Además, te veo bastante tranquilo. ¿No sientes ansia todavía, verdad? - pregunta sin responder.
- ¿Ansia?¿De que? - vuelvo a buscar una respuesta.
- De carne humana claro, es un efecto bastante habitual... - dice con aparente desinteres
- Dime como se originó la enfermedad, ¿viste alguna bruja o hechicero? - pregunta dejando nuevamente las mias propias sin respuesta.
- Un hombre cayo a un pozo y alli unas ratas se lo comieron... Luego las ratas comieron trigo en el pueblo. Aunque dudo si cayó el solo, o lo empujaron. - le relato de nuevo.
- Mala cosa; esperaba que se tratase de alguna clase de maleficio...Si la enfermedad es de origen natural la cosa se complica bastante.- dice pensativo.
- ¿Que podemos hacer? - pregunto con cierta ansiedad.
- Me temo que tendrá que seguir su curso, aunque puedo prepararte unas medicinas con las que tal vez salves a unos cuantos. De haber sido un maleficio, algo bastante común; se hubiera podido deshacer. - explica el hombre.
- Si he de alimentarme de la población... - sonrio - Mas vale que se salven unos cuantos. - termino riendo levemente, algo sorprendido por mi propia respuesta.

Dumastru me devuelve la mirada con extrañeza...

- Ya me comprendes... - murmuro - Necesitare cerebros y corazones.-
- Te prepararé un saco con unas cuantas hierbas. - dice.
- ¿Pueden ser de animales? - pregunto - ¿O han de ser humanos obligadamente? -
- Deberás herbir agua con estas hierbas y dar de beber la infusión a los enfermos. También puede venir bien sajar las pústulas, y aunque sea cruel, echar vinagre y sal en las heridas puede ayudar. Debes ser cuidadoso., la enfermedad no te matará; pero puedes contraerla, contagiarla y sufrirla - dice ignorándome por completo.
- De acuerdo - suspiro - ¿Y acabaria como ellos eh? - pregunto con un gesto de la cabeza.
- No te gustaría. Debes procurar preservar tu cuerpo, es demasiado fácil que sufra daño, y seguramente ya no puedas curarte del modo normal... - me indica.
- Hare que lo hagan otros - asiento caminando - De todos modos, evitando la luz del sol como he de hacer... No creo que salga de día. - argumento.
- También es probable que cualquier deterioro físico sea irreversible o casi irreversible. - aclara el alquimista.
- No pasa nada porque salgas de día, pero la luz directa del sol acelera la putrefacción de la carne muerta - sigue explicando.
- Sino puedo curarme del modo normal, ¿Como he de hacerlo? - pregunto
- Creo que la visión te lo ha mostrado bastante claro...- responde encogiéndose de hombros.
- Entiendo -
- ¿Sabes leer? - me pregunta
- Claro - respondo ofendido
- Los Basarab no destacan por su carácter docto y erudito - dice mirándote con esceptismo.
- Precisamente...soy un Bratovich - le espeto.
- Bratovich...vuestro bárbaro linajes me confunden... - dice sin parecer querer mostrarse ofensivo.
- ¿Tienes algún sirviente que pueda intruirte en la lengua griega?- vuelve a preguntar.
- Tengo un sirviente, desconozco sus conocimientos de griego - le confirmo.

Coge un tomo encuandernado de la estantería de la biblioteca, a donde hemos llegado durante nuestra conversación.

- Este volumen vale por lo menos trescientos florines...Contiene los rudimentos de la alquimia; considéralo...un regalo de mi parte hacia ti. - me dice posándo el grueso libro sobre mis manos.
- No puedo aceptarlo - digo abriendo los ojos como platos ante la desobitada cifra.
- Entre otras cosas contiene fórmulas para elaborar líquidos preservadores de la piel y la carne y, algunas soluciones que esconden el olor a descomposición. Unos vendajes cubiertos de una solución preservadora te vendrían bien, especialmente en primavera y verano. Creo que también hay fórmulas para repelentes de insectos y otros parásitos. - dice ignorando mi reacción.
- Voy a necesitarlo...? - sonrio recogiéndolo y ojeándolo sin entender una sola palabra.
- Haz lo que quieras los dos próximos días, estaré ocupado preparando las medicinas para tu gente. - me dice.
- Muchas gracias - le correspondo

Con un gesto de la mano zanja la gratificación y seretira a sus habitaciones. En mi mente rememoro a mi caballo con el pecho abierto tendido en lapaja de los establos, mirandome con ojos acusadores.

Mi pueblo es mi responsabilidad, Honor...

- Gran observación Burgomaestre. Se nota que usted está al tanto en la política de Transilvania...- Fuksas deja unos segundos de silencio.- Pero no se entretenga más, vaya a realizar su tarea Burgomaestre.

Siguiendo con mis propios pensamientos acerca de las complicaciones que se avecinan y los últimos eventos que se han producido en la ciudad mis pies se dirigen hacia mi mansión no sin antes darmecuenta de como el joven mensajero vuelve a buscar solad del camino caminando hacia quien sabe donde, posiblemente a remojar su regreso en sus vanas aficiones...aunque finalmente soy consciente de que emerge de la herrería del bueno de Hekel, casualmente otro de los ciudadanos con los que en algún momento habré de topar.

- ¡¡Dariu!! - alzo la voz intentando que el muchacho se detenga.

El joven, pensativo, a duras penas se centra en mi llamada, por lo que supongo que finalmente tendré que desistir de mi ofrecimiento hasta más tarde...

Muchacho problemático, tendré que hacerte llamar

La solitaria einquietante mansión vuelve a abrir su brazos a mi regreso, uno de mis fieles sirvientes recoge mis pesadas ropas que me protegen de la intemperie, mientras me dirijo al interior para reposar tras un día bastante más activo de a lo que suele acostumbrarse mi vida pública en la pequeña ciudad.

- Hacedme saber cuando lleguen los empleados de Fuksas y él mismo. Quiero que mandeis llamar al mensajero, necesito hablar con él personalmente - le digo a uno de los criados.

El criado asiente con una media reverencia y se vuelve por donde ha venido con mis pertrechos haciendo ademanes a dos de los demás sirvientes que han salido a recibir a su señor.

La tarde de la, villa, más que ciudad, se distigue por su claridad, las gentes trasiegan en los campos, perfectamente visibles desde las elevadas ventanas de la mansión. La ciudad asentada en una suave colina, cuyo centro es la misma plaza que alberga mi propia hacienda, desciende salpicando alegremente la campiña, sorteando de cuando en vez un pequeño afloramiento rocoso demasiado pesado como para ser extraido por los campesinos y que se ha convertido en lugar de citas debido a su fácil identificación. Los ciudadanos, pudientes y menos afortunados a la par, conviven en casas arracimadas sin ninguna distinción de barrios o similar, siendo los primeros dueños de viviendas compuestas por varias alas destinadas unas al almacenaje, otras al empleo propio de señor del hogar y las terceras a la propia vivienda de la familia. Los menos pudientes por su parte, se apiñan en pequeñas casas de apenas dos plantas de poco más que cinco pasos de lado, donde en muchas ocasiones viven comportiendo techo con las escasas pertenencias que poseen, ya sean gallinas, cerdos o incluso ovejas si la fortuna sonrie en tiempos de necesidad como estos.
Sea como fuere, el polvo de las callejuelas que dejan las hileras de edificios se mezcla con el agua de las frecuentes lluvias formando verdaderos lodazales y riadas de desperdicios que descienden colina abajo llegando a los campos. Sin tal vez quererlo siquiera, estas riadas son con toda probabilidad responsables de lafertilidad de los campos más cercanos a las viviendas, pues las mismas riadas de barro y excrementos llegan hasta los límites de la villa, al arecer esta de ninguna empalizada o muro que la proteja. Apenas se puede distinguir las entradas al pueblo por los cuatro caminos que unen la ciudad de forma casi pareja con las direcciones de los cuatro vientos, conviertiendo a la villa en un importante núcleo de paso entre el norte y el centro de la región transilvana; algo que avispados comerciantes como Fuksas y su gremio de tratantes de caballos, o los múltiples ganaderos de la región ha sabido sacar partido para prosperar a lo largo de generaciones enteras de sus familias.
La villa en sí es un reducto de cierta civilización naufragando en un mar de colinas al norte y sur, de montañas desde poniente hasta donde emerge el sol, un paso franqueable en el enorme valle que conforma la región, salpicado por las enormes llanuras que permiten a los rebaños disponer de enormes pastos para su engorde y crecimiento. Año a año el mercado de la villa florece, pasando de apenas un solar polvoriento donde los comerciantes y los viajeros se juntaban para poder arrancar un puñado más de grano, una docena más de huevos por sus mercancías, hasta convertirse en una plaza de tierra compacta con al menos una decena de barracas de madera fijas, donde los mercaderes más pudientes, por medio del pago a la ciudad y su gobernante, podían obtener una seguridad y un beneficio en cuanto al lugar donde exponer sus bienes de comercio.
Y así, viendo como la ciudad poco a poco florece gracias a la habilidad de sus mercaderes y artesanos, desde lo alto de la única plaza adoquinada, el símbolo de florecimiento de de Klauserung se eleva por encima de las vistas circundantes y en una pequeña terraza de piedra, su Burgomaestre otea el horizonte pensando en lo que el futuro depara a su pequeña ciudad, a sus habitantes y a ese bribón de pies ligeros que se acerca por el camino que asciende suavemente hasta el empedrado de la entrada, para poner sus pies nuevamente en la morada de su señor.

Veo que esta vez no te retrasas Dariu....tal vez algo tu cerebro este cobrando algo de sentido.

Mi vista se posa en el joven mensajero hasta que el propio porche de la mansión me impide divisarlo; sabiendo que el joven a entrado en mi casa, desciendo a la planta inferior para recibirle...

- Has sido más puntual que de costumbre Dariu, me place que por fin parezca que tomas en serio mis recomendaciones - le digo a modo de saludo al joven cuando aparece a través de las columnas que soportan la entrada al salón principal.

- Es por esa misma razón por la que debo hablar contigo muchacho, tengo....algo que ofrecerte... - le sugiero al muchacho mientras le invito con un gesto a sentarse en una silla de madera labrada justo unos pasos enfrente mía.

Con cierto nerviosismo me acerco y ocupo el lugar que se me ofrece, todo esto es algo con lo que habia soñado desde hace tiempo, pero aun asi espero espectante las palabras de Dumastru, todos sabemos el poder que atesora y por eso nos mostramos fieles a el y a sus mandatos.
Se que llego un poco tarde pero la preparacion del viaje hasta Bucarest me tiene muy atareado y a la vez preocupado, este un largo camino que me llevara lejos de mi casa y a la vez es arriesgado asi que quiero dejar mis cosas terminadas, quiero informarle señor que mi primer destino sera Balgrad, y abusando de su confianza si me pudiese indicar quien es su gobernante y si hay algun peligro en sus cercanias le estaria agradecido.

Fuksas sube a su fiel montura, que lleva con él muchos años, y hace una señal para que dos de sus mozos, montados en una carreta, comiencen la travesía hasta la hacienda del Burgomaestre. Van a paso lento pero constante, por lo que no tardan demasiado tiempo en llegar a la vivienda de Dumastru.

El tratante baja de su caballo a las puertas de la hacienda y lo deja junto a uno de sus mozos; tras lo cual avanza para entrar dentro de la casa.

- Chico, guíame hasta el Burgomaestre.- Dice Fuksas a un joven sirviente que esperaba en el portón.

- Te preguntarás el porqué de mi llamada, no te haré esperar pues estoy ocupado. Ambos sabemos que tu cargo es para el servicio de la ciudad, ambos sabemos que unicamente estas bajo mis órdenes porque yo ostento el poder de la misma y te conozco lo suficiente como para saber que las recompensas que te ofrece el cargo no son demasiado generosas. Por eso hasta ahora te has centrado en tus vicios más que en tus obligaciones. Así que te daré algo en que pensar Dariu, te ofrezco trabajar para mi persona, no sólo como oficial del Burgomaestre si no como apoyo para mis propias metas y fines. Tienes....potencial muchacho, pero debes centrarte y tomar una decisión, tus servicios no estarán faltos de recompensas Dariu, de hecho, podrías obtener cosas que jamás has llegado a imaginar... - sugiero al joven que mira inquieto el interior de la tétrica mansión de fría piedra.

MIentras mi mirada se clava en los ojos del muchacho la estancia parece hacerse más pequeña, el aire más sofocante y especiado olor a moho se filtra por los poros de su piel produciéndole una sensación de ansiedad e inquietud que lo mantienen clavado a la silla. De un gran fuego en la chimenea incrustada a mis espaldas se filtra un pequeño torrente de luz que difumina la sensación calidez, pero cuyo efecto realmente, se parece más a la luz que un ahogado puede contemplar desde las aguas que lo engullen.

Es en ese preciso instante cuando un siervo penetra en la estancia y se acerca a mis espaldas inclinándose hasta mi oido...

- Parece que tenemos más compañía, por favor Fuksas, adelante.... - le digo al comerciante mientras Dariu me mira fijamente sin saber que responder.

La estancia, soportada por una serie columnas dispuestas en dos hileras a lo largo de la misma queda en una penumbra más que incomoda para vista a los ojos de los invitados, la sensación de oscuridad y la elevada alturaa la que se encuentra el techo de la estancia ofrecen la sensación de que las pilastras son engullidas por un mar de sombras, aparentemente sin soportar nada más que aire, como si de diez dedos se tratasen, desgarrando la oscuridad erguidos hacia el cielo nocturno. Pero la sensación más aterradora la producen unos rostros tallados a cierta altura en las propias columnas... retorcidos con muecas indescifrables, otorgan la impresión de tratarse de las almas encerradas en la piedra de aquellos que osaron desafiar alguna vez con su imprudencia a la suerte que se les ofrecía...

- ¿Y bien Dariu, di solamente sí o no, muchacho? - le conmino al mensajero a una respuesta aclaratoria.

Estoy sentado a duras penas parece que la silla estubiera ardiendo, pocos hombres reciben una oferta como la que se me acaba de hacer, y la sopeso sse que las recompensas estaran a la altura pero tambien las obligaciones.
Toda mi vida cambiara al instante ya no podre pasarme las tardes en la cantina, ya no podre fanfarronear delante de las jovenes, ya no podre contar la dificultad de mis viajes a veces imaginarios.
Con gran dificultad y casi con la boca seca, aunque sabiendo bien lo que contestaria dije:
Si, mi señor.

Complacido asiento mientras sonrio regocijado ante la respuesta.
- Excelente Dariu, sencillamente excelente, ahora dejanos a Fuksas y a mi solos, tenemos ciertos temas que tratar. Por el momento no es necesario que viajes a Bucarest, puedes disfrutar de tu hogar, pero ten presente que cuando te reclame necesitaré de ti que estes preparado y dispuesto a mis peticiones... - le digo al muchacho.

Dejando que el muchacho se retire centro mi vista en la entrada del salón, por donde uno de mis sirvientes acude con el acaudalado tratante.

- Espero no robarte demasiado de tu tiempo, pero es un placer que te hayas decidido a acompañarme en esta labor Fuksas. - le digo a modo de bienvenida.

-- Señor, como usted mande, si he de aplazar mi viaje que asi sea.
Cabizbajo y pensativo me levanto y abandono la habitacion, quiza hoy todavia pueda ir a la cantina ha probar esa nueva remesa de vino que ha llegado.
Al llegar al marco de la puerta me giro y digo:
-- Hasta luego a ti tambien Fuksas.

- Adios Dariu.- Se despide Fuksas del mensajero.

La estancia sorprende al tratante, es más grande de lo que imaginaba, y más tenebrosa; acostumbrado a su pequeño despacho con sus cuadros de caballos, la habitación le impresiona.

- Siempre que Cluj-Napoca me necesite, estaré allí.- Agacha un poco la cabeza, símbolo de una pequeña reverencia.- Cuando guste...

Una vez sentado en la cantina giro mi pequeño vaso de vino, mirando al infinito y pensativo, comienzo a ver mi nuevo futuro, hasta ahora valia con lo poco que hacia para sobrevivir, pero esta tarde me habian hecho una oferta que al aceptar habia cambiado mi futuro, antes de hoy era Dariu un joven alocado que se contentaba con malvivir, malgastando su poco dinero en mujeres y vino pero a partir de mañana eso cambiaria, me iba a convertir en el mejor mensajero, explorador y diplomatico que hubieran conocido estas tierras.
Asi que he decido que me tomaria mi trabajo en serio, a partir de mañana si el señor Dumastru no requiere mis servicios comenzare a explorar los alredores de la ciudad, buscare posibles escondites de bandidos, de lobos o lugares peligrosos, aunque tendre cuidado de no ponerme en peligro ya que muerto tampoco cumpliria con mi mision.