Partida Rol por web

Chardru asquea el rostro ante la señora Ruxandra Danislav. Temía en lo más profundo de su ser conocer la respuesta y ahora sus temores se han confirmado. En silencio, baja la cabeza y por vez primera desde que se conocen y veladamente unieron sus destinos, Chardru suelta la mano de Irina en un acto reflejo.

Luego, pausadamente se levanta, besa la frente de quien más amó en este mundo y mientras su voz se arrulla en sus oidos con un amargo "Vuestro es mi corazón, allá dónde vayais os amaré" su cuerpo se aleja hasta alcanzar las mismas puertas de la estancia. Una vez ahí, se vuelve a los presentes y alzando nuevamente su cabeza, su voz se hace dueña del aire.

"Siento que mi espada carezca de utilidad para Vos, mi señor Danislav. Lamento que unas almas errantes supongan atraso en vuestra marcha, mi Señora Danislav. Perdono, sin el menor de los rencores, la obediencia ciega de vuestros hijos incapaces de alzar la voz. Pero no, no abandonaré a mi pueblo, ni traicionaré a mis ancestros faltando a su juramento para con ellos." Y antes que sus ojos vuelvan a encontrase con los de Irina, cierra la puerta tras sus pasos.

Chardru sube raudo las escaleras que conducen hacia los aposentos de invitados, nuevamente cambia sus ropas por la armadura y busca a su mayordomo mientras recuerda lo acontecido en esa noche. Si tal es mi destino hora es de afrontarlo. Los magiares solo podrán matarme una vez. Traicionar el alma es morir cada día. Apenas tiene tiempo cuando al fin encuentra a Mhikalkov Apremiad, Nos y nuestra gente partimos de inmediato. Haced sabed que todo aquel que quiera es libre de seguirnos"

- "Como ordenéis, mi señor. Ordenaré que vuelvan a preparar el equipaje. ¿Qué hay de las cosas de la Señorita Irina?" -

Chardru guarda silencio y su mirada es suficiente para dar a entender que esa pregunta tiene una respuesta dolorosa Mucho me temo que esta vez nuestros caminos no son el mismo.

Veo como Chardru se levanta lentamente y se, perfectamente, que es lo que hara a continuacion. Las palabras de mi madre han hecho mella en el y han tocado en la unica cosa que para el es intocable. Su gente, lo unico que le queda de Galati.

-Madre...asi solo conseguiras que se aleje de nosotros.... -le reprocho mientras me levanto de la mesa y sigo los pasos apresurados del boyardo. Al abrir la puerta que el cerro tras su marcha, siente sus pasos escaleras arriba. Comienza a subir los escalones, arremangandose el vestido y procurando no tropezar con el.

Al llegar junto a la puerta de su habitacion, escucha al boyardo hablar con el criado. Al terminar de pronunciar su ultima frase, me adelanto dos pasos, quedandome en el quicio de la puerta abierta.

-Serian el mismo si vos quisierais. Acompañadnos...

Tras unos minutos de silencio tras llegar a sus estancias privadas, el Patriarca vuelve a dirigirse al Abad.

-Bien, no se que es eso tan importante que tenéis que decirme pero os ruego que lo hagáis pronto, creo que habéis tenido tiempo suficiente durante vuestro viaje para pensarlo y ahora mismo no nos sobra el tiempo como habéis podido comprobar.

El Patriarca parece ansioso por marcharse y los minutos de silencio del Abad se le hacen insoportables.

Tras años de dudas y de sometimiento, la explicación de lo que sucede en el monasterio bulle en la cabeza tratando de salir mientras fuerzo a mi mente para ordenar la información de modo que sea clara y concisa.

Santo Padre, comienzo dubitativo, como bien sabeis, hace meses mandasteis llamar al Abad del monasterio de Braila sin embargo, no es él quien se ha presentado ante vos.

Yo solo soy Severus, Padre Prior del monasterio. El Abad.... el Abad me ordenó presentarme ante vos haciéndome pasar por él.

En ese momento me arrodillo ante el Patriarca, cogiendo su mano y postrando mi frente en ella.

Santo Padre... el Abad ha sido poseido por un demonio del averno... un ser que domina las mentes de los mortales y les subyuga, haciendo de ellos lo que le viene en antojo. Durante años he estado sometido a su poder, y en mi mente se antojaba un ser superior cuyo fín era el de velar por nosotros, mas... ¿como un monstruo que se alimenta de la sangre de los hombres y rehuye la luz del sol puede ser un enviado del Señor?

Mi voz se quiebra al romper el secreto del Abad y, entre sollozos, trato de terminar mi relato.

No... no fuí capaz de enfrentarme a él, Padre. Jamás durante todo este tiempo lo intenté. Ahora que la distancia me proteje de su maléfico influjo, veo que era su voluntad y no la mía la que guiaban mis actos...

Hago una breve pausa, tratando de recobrar la calma y la compostura.

Padre... Braila ya no es un lugar sagrado... ese ser lo ha mancillado con su presencia y me pregunto si no tendrá relación con todo lo que sucede a lo largo y ancho de nuestra tierra.

Durante mi viaje he visto como las gentes sufrían y cómo señores paganos y enemigos de nuestro Señor, gobiernan y aún osan apresar a quien representa a Dios en la tierra.

¿Qué podemos hacer?... Aconsejadme Padre en este momento de oscuridad.

Tras esto, guardo silencio, esperando la respuesta del Patriarca, mientras siento como una gota de sudor surca mi rostro.

- Afuera resuenan los truenos y está lloviendo. Es una noche fría para ser primavera...

- El tiempo parece congelarse en el lugar, el Patriarca de repente ha empalidecido ante las palabras del Prior Severus.

- Entonces abre una puerta detrás suyo en el despacho...

- "Grrrr..." -

Un grupo de tres criaturas que parecen sacadas de una pesadilla emergen de la apertura abierta en el muro de piedra. Apestan a tumba y a tierra removida.

- "¡Guardias! Acompañadnos a las catacumbas profundas. El Prior de Braila tiene algo que contarle a nuestro señor el Conde." -

Al oir aquella voz se hiela la sangre en sus venas, el agua encharca sus ojos y un nudo ahoga el aire en su garganta antes de decir una sola palabra. "Mi bella Irina... No... no me pidáis lo que nunca podré daros... Mi destino esta ligado a Galati. Si ella perece, yo caeré con ella." El silencio se hace tan espeso que cuesta casi respirar. Esas gentes que ahora, bajo la lluvia esperan, y cuyos pasos yo... Chardru se asoma a la ventana para observar en lejanía las murallas de la ciudad, dejando que la lluvia empape sus cabellos Yo he guiado hasta aquí. Esas gentes, son el único recuerdo que queda de Galati. No, no asiste derecho en renunciar a su pasado. No me es posible negar su futuro.

Chardru se vuelve hacia la habitación, Irina permanece en el quicio de la puerta. Es tan corta distancia entre los dos que siento los latidos de su alma, la respiración ahogada en un suspiro, el deseo arrinconado en su corazón. Y no hay un mundo, lo suficientemente grande para poder alejar tanto amor.

Chardru se acerca a Irina, sus brazos la rodean en la cintura y en un beso, profundo cual abismo de los mares, entrega toda su alma y su corazón al calor de unos labios rojos. Galatí, irá dónde tu vayas.

Una vez Irina sale de la estancia, Chardru retiene a su mayordomo un momento con la vil excusa de ayudarle a ponerse la armadura. Toma un viejo papíro y sobre él escribe su cesión en favor de Irina Danislav cual dueña y señora de Galati, sus tierras, su riqueza y sus gentes. Sonríe y una vez enrollado graba su sello en él.

"Mhikalkov, vos habeís sido mi mayor confianza en estos años." Chadru apoya su diestra en el hombro del mayordomo y su voz serena, se vuelve grave. "Sed ahora el garante de mi única fortuna. Cuidad de ella, como de mí hicisteis hasta hoy y jamás permitáis le asole mal alguno." Dicho eso le entrega el pergaminio sellado y su anillo. Luego, ajustandose el peto, su voz vuelve a ser la misma de siempre. "Preparad todo el equipaje, guardad este documento y el anillo que lo acompaña, aún a costa de la vida y entregarlo sólo a la persona indicada, vuestra señora Irina, una vez yo salga esta misma noche." Chadru se enfunda en la capa, revisa cuidadosamente su espada y espera observando la lluvia, que llegue la noche.

Antes que Mhikalkov cruce el umbral de la puerta "Lo olvidaba, disponed que tres milicianos dispuestos a morir, me esperen a las puertas de la ciudad con la caída de la noche." Su voz parece recobrar el brío de otros tiempos "Volvemos a Galati"

Un escalofrío recorre mis viejos huesos mientras observo las criaturas que acaban de entrar en la habitación.

Mi mente se niega a creer lo que mis ojos están viendo.... ¿v....vos...? mi garganta se cierra impidiéndome continuar con la frase. Solo pronunciarla haría desmoronarse mi voluntad ante la idea de que el patriarca esé también bajo el poder de esos demonios.

Sigo los pasos del Patriarca.

Sorprendida por la reaccion de Chardu, los primeros segundos no sabe como reaccionar. Tanto tiempo en Galati, tanto tiempo....y solo aqui el boyardo parecia darse cuenta...Despues de tanto tiempo, era precisamente ahora cuando Irina sentia cerca de ella lo que hacia mas de un año fue a buscar pensando en que lo encontraria rapido y no encontro, hasta ahora.

-¿Vendras? Nos acompañaras, ¿verdad? -sus ojos muestran su deseo de recibir la respuesta que sus oidos quieren escuchar.

Aún sus manos se abrazan en su cintura, aún su alma permanece prendida en sus ojos, aún su corazón palpita entre sus labios rojos y toda su vida se ahoga en el aire de una promesa. Mi amada Irina... doquiera que guíes tus pasos, me llevarás a tu lado, contigo, siempre.

Coloco mis dos manos sobre sus mejillas, acariciando su cara -Vamos a Constantinopla. Mi madre cree que alli estaremos a salvo de esa peste que se esta haciendo la dueña de todos estos territorios, de esos asesinos que ojala encuentren a alguien que los pueda parar y les de su merecido. Padre se queda, pero es un suicidio, ve preparando tus cosas saldremos pronto.

Poniendome un poco de puntillas, acerco mis labios a los del boyardo, volviendo a besar lo que tanto tiempo me ha sido negado.

Os metéis por el oscuro pasadizo por el cual han salido las criaturas. El Patriarca va delante junto a una de las criaturas y tú le sigues temeroso seguido por las otras dos. Comenzáis a bajar por unas estrechas escaleras de piedra escasamente iluminadas que parecen conduciros a las profundidades de la tierra.

Allí puedes contemplar unas colosales catacumbas, probablemente ruinas de una era ya perdida en el tiempo, la de la gloria de los lejanos antepasados de los Szekler, los pobladores originarios de Transilvana. Este sitio es la verdadera corte del Conde de Suceava, un viejo vampiro que gobierna desde allí todas las tierras de la superficie.

Su corte es una casa de los horrores. Hay ghouls completamente transformados en bestias con sus exoesqueletos al aire, que no pueden causarte más que repugnancia. También os vais encontrando con gente torturada, no se sabe durante cuanto tiempo, a la que mantienen viva con sangre de vampyr, pese a no tener brazos ni piernas, alguno incluso ha perdido toda la mitad inferior de su cuerpo y se pueden contemplar sus tripas colgando mientras agoniza.

Aterrorizado sigues al Patriarca, que pasa ante todo con total frialdad, como el que está acostumbrado a ver esos horrores durante mucho tiempo. Llegáis a una sala un poco más amplia que el resto, aunque igualmente poco iluminada. A lo lejos entre la penumbra distingues el trono del Conde, que observa vuestra llegada mientras un grupo de monstruosas esclavas hermafroditas con púas en la espalda le acarician incansablemente.

Unos metros antes el Patriarca se detiene.

Dos de las esclavas se acercan a vosotros, una lleva en las manos una gran copa de oro, que muy bien podría ser el Santo Grial. Tú, estupefacto, eres incapaz de moverte ni de decir nada. Al llegar a vosotros la que no lleva la copa te coge la mano sin que apenas te des cuenta y te clava en la muñeca un tubo metálico afilado que termina en un pequeño grifo, por el cual emana ahora tu sangre llenando la copa de oro. La monstruosa criatura aplica una sustancia que parece densa sangre negra y tu carne alrededor de la herida queda antinaturalmente fusionada al tubo metálico, de forma que ahora tienes una vía permanentemente disponible para que te extraigan sangre con gran facilidad y comodidad.

Una vez llena, te arrojan al suelo para que permanezcas postrado y vuelven hacia el trono para entregarle la copa al Conde, que comienza a beber tu sangre mientras no deja de observarte.

El terror atenaza todos los músculos de mi cuerpo. Cada paso en pos del Patriarca es un paso más que me aleja de la cordura. Las imágenes de horror y tortura, de maldad absoluta, no son nada en comparación con la idea de que el Santo Padre sea uno de ellos. ¿Acaso Dios ha abandonado esta tierra?.

Veo venir hacia mi a uno de los súcubos de ese demonio con una copa. Es extraño. No siento dolor. Mi voluntad me abandona...

Trato de resistir, de luchar cuando veo manar mi sangre, pero mi cuerpo está como paralizado. ¿será el horror que veo o el poder de estos seres lo que me impide luchar?

"Un hombre sólo muere una vez... los demás moriremos cada negro día de nuestras vidas." Un pensamiento fatal se aloja en las entrañas de Chardru al oir las palabras de Irina y una extraña sensación recorre cada poro de su piel. Pero todo ello se pierde en la nada cuando sus labios vuelven a unirse, cuando sus manos se aferran a la única verdad tangible que le queda en este mundo.

Chardru cierra los ojos, como si quisiera detener el tiempo, pausar la vida en un instante infinito y acunar en su alma cada uno de los eones con los que se alimenta la eternidad. Al abrirlos nuevamente, sabe que todo ello es imposible, que sólo es un hombre y nada más. Una furtiva lágrima escapa de sus ojos, la calidez con que acaricia su rostro queda sólo en un recuerdo de esperanza, que en un instante postrero se disipa. El silencio le acompaña cuando cae en un profundo abismo, cuyo destino final. Es el frío suelo de la realidad, dónde muere en mil pedazos de cristal.

No temáis bella Irina... Estaremos todos a salvo. Más tarde o más temprano hallaremos fuerza suficiente para detener su avance y entonces... Entonces, volveremos a pisar la tierra que nos vio nacer. Puede que vuestro padre esté al regreso, quizás ya no. Pero yo os juro que su sacrifico no será vano.

Ahora, id a preparar vuestro equipaje... Y recordad, siempre, que os amo. Chardru la ve partir, cruzar el umbral de la puerta y tras un momento de silencio, empieza a preparar sus cosas para el viaje con ayuda de su fiel Mhikalkov.

-Padre Prior, nárrale al Conde de Moldavia todo lo que me dijiste antes en mi despacho.