Partida Rol por web

- "Sacerdotisa, ¿creéis que es prudente que este cristiano vague libre por el fuerte? ¿No sería mejor engrilletarlo y encadenarlo?" - El Anciano mira al Abad Severus con mala cara.

Varuska dirige una mirada fulminante al anciano.

Este cristiano está bajo mi absoluta vigilancia y la de dos guardias vaya donde vaya... ¿Nos estáis tachando de incompetentes, Anciano Constantin?

Desvía esa gélida mirana del anciano y vuelve a posarla en su pergamino.

La decisión está tomada. El Abad se queda como está.

A propósito... ¿Sabéis algo del emisario que envié?

Pregunta, sin levantar la mirada de donde la tenía fija.

Por primera vez desde que partí de Braila pienso si no fué un error viajar si escolta ni séquito. Es evidente que esta gente conoce mi cargo en la iglesia Transilvana y que es ese el motivo por el que me retien.

Con un gesto acepto el ofrecimiento de la mujer y tomo pesadamente asiento. Mis rodillas ya no me aguantan como antaño.

No se que me turba más, la extraña delicadeza de esta joven o el odio que transmiten las palabras del anciano. Sin prestar atención aparente a la amenaza de este, tomo un pedazo de pan y, tras dar gracias a Dios, trato de reponer fuerzas con las viandas.

Sabed señora, que retenerme es un sinsentido, amén de un grave delito. Mi misión está por encima de los asuntos mundanos y nada se ni me interesa de lo que aquí acontezca, más allá de este contratiempo en mi viaje.

Permitidme continuar hacia Suceava y prometo olvidar este incidente en mi reunión con el Patriarca Teocrist.

Varuska vuelve a levantar la vista del pergamino. La situación estaba empezando a disgustarle más de lo debido, y no se esfuerza en ocultarlo en su tono de voz.

Lo siento, pero como ya debéis saber, esa decisión no me corresponde. Ni a mí, ni mucho menos a vos. Así que por favor... no hagáis vuestra estáncia más complicada y descansad. Mira hacia la ventana, con una media sonrisa en los carnosos y provocadores labios.

Tomaos este tiempo como... un descanso de vuestros quehaceres.

Vuelve a bajar la mirada hacia el pergamino.

Uno de los Sargentos a Caballo que el Capitán Vitaly el Nueve Vidas había dejado en el fuerte sale a galope siguiendo la ruta que su Capitán habia dicho que seguiría. Lleva una importante misiva de Varuska de Veles y órdenes de entregarsela lo antes posible.

Los dias pasan lentos mientras me afano en mantenerme sereno. ¿Quien será el Capitán al que han ido a buscar?. Solo espero que Dios nuestro señor vele por mi.

- El sacerdote de Perún Vilyeski sale de Piatra Neamt a caballo, acompañado de dos jinetes como escolta. Paga seis Florines de su bolsillo como gastos de viaje. Se dirige primero a Bucau.

Pronto llegaremos con la actualización de la estación y veremos que pasa con el territorio, hasta entonces no habrá ninguna novedad. Podeis rolear algún encuentro o conversación o vuestra acción estratégica para la estación. Recordad que si no roleais la acción esta se pierde y cuanto mejor roleada esté mejores resultados tendrá.

PIATRA NEAMT: RESULTADOS DEL VERANO:

- Varuska de Veles: Hace prisionero al Abad Severus Sempronius de Braila y envía un mensajero al Capitán Vitaly.

- Vilyeski de Perún: Está ausente del territorio en misión para encontrar al Sacerdote Balau el Cierto.

- Abad Severus Sempronius: Permanece prisionero de estos aborrecibles paganos.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y UNO.

ESTACION DE OTOÑO.

MESES DE OCTUBRE, NOVIEMBRE Y DICIEMBRE.

PIATRA NEAMT: SUCESOS DE OTOÑO:

- Una familia al completo ha desaparecido, junto con su escaso ganado. La familia vivía en una de las casas más apartadas del pueblo. La casa muestra muchos destrozos y una sustancia pegajosa que parecen grandes telarañas.

PIATRA NEAMT: SUCESOS DE OTOÑO:

- Una familia al completo ha desaparecido, junto con su escaso ganado. La familia vivía en una de las casas más apartadas del pueblo. La casa muestra muchos destrozos y una sustancia pegajosa que parecen grandes telarañas.

Varuska empieza a impacientarse. Lleva demasiado tiempo estudiando medicina de día en "compañía" del Abad, quien cada vez consigue entretenerla menos a pesar de sus pesadas e intensas charlas sobre religión. De noche, en cambio, consigue desviar su mente del prisionero para disfrutar de sus oraciones al gran Dios Veles. Son los únicos momentos en los que su alma encuentra tranquilidad y puede permitirse el lujo de disfrutar de uno de los pocos placeres que ofrece su rutinaria vida.

Lleva demasiado tiempo dedicada sólo a pensar en el bien del territorio sin tener nada que ver con él. Era más sencillo cuando oraba por y para su tierra natal. Por y para su... ingratos habitantes. Echaba de menos la tranquilidad y la sensación de cercanía a su dios que ofrecía su pequeño templo perdido en medio del bosque.

Al principio encontraba consuelo intercambiando opiniones con el abad... ahora ni siquiera molestar a los jóvenes mozos con sus "juegos" provocativos la satisfacía. Y es que teniendo al capitán Vitaly tan lejos desde hacía tanto tiempo, empezaba a no recordar porqué debía hacer algo con lo que no ganaba nada para alguien que no era el magnificente dios Veles. Y su humor se veía resentido por ello. Había vuelto a ser tan gélida como en sus mejores momentos, y se dirigía de forma distante a cualquiera con quien hablara.

Pero antes que nada, y justo un puesto por detrás de su fe y adoración a Veles, en su lista de prioridades, se hallaba la fidelidad al hombre que un día salvó su vida y la acogió sin saber nada de ella. Y así iba a seguir siendo.

Así se encontraba perdida en sus pensamientos una buena mañana, sentada en el sillón de siempre, con los pergaminos de siempre y en la "buena" compañía del abad, cuando uno de los jóvenes mozos entra cargado de leña para echar al fuego.

Varuska sonríe de medio lado y aparta la vista del pergamino para clavarla en su "victima". Sin importarle la presencia de su "invitado" y los soldados que siempre lo acompañan, la sacerdotisa sonríe provocativamente. Empieza el juego.

Cruza las piernas en un gesto casual mientras apoya un codo en la mesa y la fina y blanca barbilla encima de la delicada mano, mostrando un cuello fino, blanco y de piel bien cuidada, suave y tersa.

Acercaos, por favor... Habla con tono de voz dulce y melodioso, mirando al chico con una sonrisa entre cálida y seductora. Cuando está cerca, lo mira de arriba abajo y se muerde el labio inferior ligeramente, sin apartar la mirada de la de él.

Acercaos un poco más... necesito haceros una consulta... Se sienta de lado en la silla, despegando la barbilla de su mano y mostrando sus largas piernas hasta el muslo por una apertura de las faldas de su vestimenta, colocada estratégicamente por ella misma, de modo que muestra sólamente lo que debe mostrar, y deja a la imaginación el resto. ... En privado. Hace un gesto con un sólo dedo al chico para que se incline sobre ella... y en ese instante, ella estira un poco más el cuello, acercándose al oído del chico, dejando intuir a través de las telas el sinuoso inicio de su pecho y aprovechando la cercanía para dejar que el joven pueda percibir el sutil aroma a lavanda que despide la atractiva sacerdotisa.

Cuando está lo suficientemente cerca de su oído, y después de rozar sutilmente el lóbulo de la oreja del muchacho con su nariz, en ese mismo tono de voz suave y aterciopelado, pronuncia sólo unas palabras. Sólo una pregunta. Su haliento roza con calidez la oreja de su inocente y ya nervioso interlocutor... consiguiendo que sus sentidos se exciten aún más y no consiga atender al significado de la pregunta hasta que la sacerdotisa, con una sonrisa satisfecha, se aparta para volver a sentarse correctamente en la silla, mirando al chico a los ojos esperando la respuesta a su pregunta. Es entonces cuando el chico consigue recuperar las riendas de su sistema nervioso y procesa la información, recordando exactamente las palabras de la sacerdotisa: ¿Se sabe algo del mensajero que envié?

El Anciano Constantin Pomeranu aparece un anochecer acompañado de casi toda la población de Piatra Neamt, formando una turba de gente que iluminan su paso con antorchas. Se paran a las puertas del fuerte que permanece cerrado desde que cae la noche.

-¡¡Queremos que nos entreguéis al Sacerdorte!! Su presencia en esta región es un constante peligro para todos nosotros y estamos seguros que los recientes ataques han sido una maldición enviada por Perun para castigarnos por no haberlo sacrificado. Entregarnoslo y acabemos con esto de una vez!!

La turba espera impaciente a las puertas del fuerte.

Un tiempo después se acerca un Soldado a tus aposentos.

-Señora la turba está cada vez más nerviosa, dice que si no les entrega al sacerdote lo cogerán a la fuerza. Las tropas comienzan a inquietarse ante la situación, no quieren tener un enfrentamiento con los habitantes de la región. Será mejor que haga algo cuanto antes.