Partida Rol por web

La gente del pueblo es muy temerosa de los viajes. Sólo un mozo poco despierto con una mula se atreve a ir a Braila a llevar tu carta, y pide 3 Florines por adelantado.

Los largos sermones del fraile habían dado al menos un buen resultado; los campesinos más jóvenes ya no se apartaban de él, temerosos de sus hábitos y de su cruz. En cambio, uno de ellos, el más audaz, había respondido a su propuesta de actuar como emisario.

-Sé que pides tres florines por este trabajo -dijo el religioso, abriendo su bolsa-. Toma cinco y comprate algo de abrigo: no quiero que una tormenta primaveral te cale hasta los huesos. Llega hasta Braila, entrega el mensaje y espera hasta que el Abad os de otra misiva con su respuesta. En el monasterio te acogerán mientras tanto. Que Dios te bendiga y cuide de ti en este viaje. -Fray Doménico hace el signo de la cruz y bendice al muchacho.

FRAY DOMENICO:

- Ahora te quedan 6 Florines.

- El muchacho no puede disimular su contento al ver 5 Florines de plata, seguro que no ha visto tanto dinero en su vida.

El fraile asiente sonriendo. Le ha sorprendido que el hombre haga uso del latín.

-¿Que qué hago aquí? Bueno, es evidente -contesta, señalando sus hábitos-, trato de evangelizar estas tierras y difundir en los corazones de sus habitantes las palabras de Cristo. Vine desde el monasterio de Braila a respuesta de una propuesta del Caballero Sidor, antiguo señor de estas tierras, al que no sé si llegasteis a conocer, pero cuando llegué encontré la noticia de que había fallecido, aunque nadie me ha dicho aún la causa. Sin embargo, el buen anciano Dagu accedió a mantener la palabra de su antiguo señor y me permitió iniciar mi santa labor en esta tierra... ¿y en cuánto a vos, hijo, qué podéis contarme sobre vos?

El hombre le mira a los ojos intranquilo.

-Pero, ¿por qué? Acaso creéis que estas malditas tierras, malditas, malditas, malditas mil veces, ¿tienen alguna esperanza? Uhmpf. La muerte acecha como pálidos... ¿Os guarda Dios de ellos y de sus uñas y de sus dientes? A mi no nos guardaron -sisea intranquilo. -Pero es buena labor, supongo. Buena labor trabajar por la fe o algo así...

Bigun pasa la mayor parte del tiempo en la casa, con olor a cabras y la única compañía del hijo de Dagu. Cuando pasa mucho tiempo a solas con él, puede volverse desesperante, y no es raro que en estos casos sus gritos en latín y en polaco interrumpan el sueño. Otras veces llora o se estremece, especialmente en las noches de luna nueva.

El haberse ido recuperando, sin embargo, parece ayudarle a mantenerse algo más tranquilo. O quizás no sería adecuado decir eso, no exactamente. Hay firmeza en sus ojos, un brillo un tanto fanático, cuando se mueve con su bastón y con mucho, mucho cuidado, por la colina. Pocos son los paseos que da, pero cuando vuelve Dynu puede sentirse un poco raro ante sus risas y ante la manera en que mira su equipaje, colocado en una esquina. De lo que nunca se separa es de un pequeño símbolo de madera, cuando intentan quitárselo parece dispuesto a morder a quien haga falta.

Agradece las visitas, incluso aunque sea de un sacerdote. Hay algo en el hablar y en el poner nerviosos a los demás que parece tranquilizarle. Eso sí, no cesa (y parece que nunca lo hará) de mencionar a "los pálidos"...

El tiempo sigue su curso y Bigun, impaciente, espera a restablecerse.

La sonrisa del fraile se ensancha aún más. Siempre da la bienvenida al escepticismo, pues, lejos de enfadarle, revalida su fe.

-¿Esperanza? ¿Quién soy yo, hijo mío, para decidir si hay o no hay esperanza? No, pues si yo dijera: de vosotros, campesinos de Slobozia, os salvaréis tú, Slavoj, y tú, Radina, y tú esposo Veyej, y los padres de Nicolai, pero todos los demás no os salvaréis, no hay esperanza para vosotros, ¿no estaría poniéndome por encima de Nuestro Señor, suplantando su universal juicio? No, mi labor no es juzgar si lo que hago merece la pena o no, Bigun: mi trabajo es hacerlo, simplemente. No hay corazón tan duro que resista la palabra de Cristo, no hay oídos cerrados a su Verdad. Durante mi estancia aquí, y antes en Braila, y aun antes en Buzau, he visto muchas cosas. El mal atormentando estas tierras, haciéndose parte de las raices muertas y las pesadas rocas. No soy ciego, Bigun Tarigen, y mis ojos vieron y mi mente entendió. Pero mi fe es fuerte y fuerte también mi determinación. Así lo dice el salmo:

Los que confían en Yahve son como el monte Sion
inconmovible, estable para siempre.
¡Jerusalén, de montes rodeada!
Así rodea a su pueblo Yahvé,
desde ahora y para siempre.

Nunca caerá el cetro impío
sobre la heredad de los justos,
para que los justos no alarguen
su mano a la maldad.

-Espero que me mandéis buscar, hijo mío, si es que necesitáis compañía o paz espiritual. Mi corazón me dice que habéis visto más de lo que vuestros ojos podían soportar, y la presencia de esos "pálidos" os atormenta. Sólo el miedo nubla la paz de Cristo. Si os confiáis a mí puedo libraros de vuestro miedo, demostraros que nada tendréis que temer aunque muráis bajo su espada... esa podría ser vuestra gran victoria...

FRAY DOMENICO:

- En un momento dados ves a Dimtri, el hijo pequeño del Anciano Dagu (que es más o menos quien manda en el pueblo), cambiarle los vendajes a Bigun. Ves las heridas, que ya están cicatrizando, y sabes lo bastante de esas cosas como para reconocer el profundo corte producido por una gran hacha de combate...

Un chico campesino conocido por sus pocas luces marcha del pueblo a lomos de su mula, no para de toquetear impulsivamente su bolsa.

- ¿Tenéis otro invitado herido? Podría echarle un vistazo, y ayudarle y acompañarle durante su recuperación, que también sería la mía. Llevadme ante él, si no os causa molestia.

- Maserrak, ven y hablaremos.

Antes de irse, Gorax se despide cortésmente de sus anfitriones.
 

Aprovechando un momento en que por fin podemos hablar en privado, le cuento cómo fue mi viaje.

- En Kronstadt conseguí eliminar a lobo que nos perseguía. Iván mató a nuestro maestro, y yo maté a su aprendiz. ¡Ja! Cuando estemos listos, iremos a matarlo a él también.

- ¡Son tan vulnerables a la plata! Pero en mi huida de Ploiesti tuve que enterrar el arma de plata con el que lo maté. Estaba herido y todavía me perseguían y no tuve más opción que aligerar mi equipaje. ¡Pero quiero volver a Ploiesti a recuperarlo! Los detalles están frescos en mi mente aún, y en cuanto tenga un pergamino o una tela limpia donde escribirlos lo haré.

- Los Szantovich de Ploiesti me encerraron y torturaron. Espero haberles dicho sólo lo suficiente como para desconfiar y temer de los "viajeros" de Hernanstadt y Kronstadt que puedan venir todavía tras nosotros.

- ¡Ah! En Kronstadt había un sacerdote de Perún muy poderoso. Supo que era un mago. Pero durante la batalla desapareció sin más. No sé qué hubiera pasado conmigo si no lo hubiera hecho. Por eso, ¡desconfía del fraile! No sabemos si es poderoso, si será amistoso, o si nos reconocerá.

- Mira ese campesino con su bolsa. ¡Si no fuera este pueblo tan pequeño y no me hubiera presentado ya como indigente... !

- ¿Crees que estará enviando el mensaje de Fray a la sede de la Iglesia? Si lo interceptáramos evitaríamos que se instituyera como religión. Se devolverían los impuestos al pueblo. ¿Qué opinas, Maserrak?

- No lo veo claro, Gorax. A parte de que también somos cristianos, la Iglesia es también un enemigo natural de nuestros enemigos los lobos, y de quién sabe qué otras criaturas. Apoyando el cristianismo tendríamos un poderoso aliado.

- ¿Cómo piensas apoyarlos, o servirnos de la Iglesia como aliado?

- Había llegado a pensar en denunciar los hombres lobo a la Iglesia para recuperar nuestro bastión allí.

Suspiro, pensativo.

- Si la Iglesia tuviera éxito arrasaría nuestro bastión también, y quizá el de los hombres lobo, por si esperabas encontrar fuentes de quintaesencia allí.

Maserrak se lo piensa e intenta analizar la situación con cuidado.

- Deberíamos pensar qué nos beneficia realmente. En cualquier caso, hacernos amigos de este fraile no está mal.

- Supongo... como magos, y si estamos del lado del noble hijo de Sidor, seguramente nos convenga que esta zona sea segura y estable.

- Sí, y en eso ayudará la Iglesia.

- Me olvido entonces de este supuesto mensajero. Aunque viendo su discreción, dudo que vaya a llegar muy lejos. Una pena, porque podrías haber dado un buen uso a mi caballo.

- Quizá podríamos prevenirle o ayudarle en su recaudación, o en su transporte en este caso.

- Sólo yendo a hablar con él le mostrarás tu preocupación por unos intereses comunes. Debería apreciarlo.

- De acuerdo entonces. Iré a hablar con él, pensaré qué decirle.

Pues me temo que si señor Gorax, creo que seria más buena idea que se ospedaran en mi casa es más cercana, pero antes pasaremos a ver a mi hermano que esta al cuidado de ese hombre.

Tras andar un rato llegan a casa de Lysander.

Golpeo la puerta dimitri soy yo Dynnu abre.

Con la llegada del buen tiempo, los campesinos experimentaron una leve mejoría en su estado de ánimo y, por tanto, se mostraron algo menos receptivos a acudir a los sermones del fraile. No por ello, sin embargo, dejó Doménico de predicar aunque fuera para menos campesinos de los que se pueden contar con los dedos de una mano. Las dificultades, como en muchas otras situaciones, le hacían redoblar sus esfuerzos...

Mientras tanto, esperaba que su mensajero hubiese podido llegar sin problemas a Braila...

- Gracias, Dynnu, por permitirnos quedarnos en tu casa. Sin duda será mejor que salir de la ciudad cada vez.

El camino se hace largo para mis cansadas piernas, pero aprovecho para preguntar cosas.

- Esta empalizada que se está construyendo, ¿de qué nos ha de defender? ¿De invasores del oeste? ¿Cuándo estará terminada?

Dimitri abre la perta de su humilde cabaña de cabrero, donde Bigun se encuentra convalenciente.

-Como estas Dynnu?

Al ver a los acompañantes de su hermano se aparta del quicio para dejarlos pasar.

-Oh! Bienvenidos señores, pasen.

-Me temo que el señor Bigun sigue desvariando, pero parece encontrarse mejor.

La vida sigue en Slobozia.

La llegada de la primavera saca de su letargo al pueblo, una vez que la tierra deje de estar congelada y dura hay que abrirla, airearla, limpiarla y sembrar. Hay que trabajar en los campos y aun sigue la obra de la empalizada, no hay manos ociosas en el pueblo. Los campesinos trabajan de sol a sol casi sin descanso y eso se nota en el ambiente. Las noticias, pocas, que llegan del exterior no son alentadoras. El invierno a sido duro y parece que las cosas no van a mejorar en breve. No son buenos tiempos para la region.

Gorax y Masserak se han instalado en casa de Dynnu, no es que sea excesivamente comodo compartir una pequeña casa rural con sus habitantes, pero es practicamente lo mejor que podemos encontrar de momento.

Bigun sigue convaleciente en la cabana de Dimitri, pero los cuidados de Gorax probablemente consigan acelarar su rescuperacion.

Dynnu se encarga de seguir con la construccion de la empalizada, coordinando tambien los esfuerzos colectivos en el campo.

El farile sajon sigue pregonando la palabra del señor entre los lugareños, con mas o menos exito.

El trabajo ocupa la mente de todos, pero aun asi la falta de señor el las tierras inquieta a todos. La incertidumbre sobre el nuevo señor y la falta de noticias de Lisander o Durius minan un poco el ambiente. La gente no habla mucho sobre el tema, pero temen lo peor.

La llegada de un numeroso grupo de refujiados no ayuda demasiado en ese sentido. Desheredados, pobres, hambrientos, llegaron a Slobozia buscando un lugar donde estrablecerse. El consejo de ancianos, a instancias de Dagu, consintio que se quedaran, a pesar del esfuerzo colectivo que eso implicaria.

Las discusiones no fueron sencillas, pero primo la caridad, el buen corazon y el miedo a que los bosques se llenaran de desamparados empujados a delinquir para sobrevivir. Ademas en un futuro mas manos podran labrar mas tierras, levantar mas empalizadas....reforzar el pueblo.

Pero la convivencia no es facil, sobre todo si se acojen hambrientos. El anciano Dagu parece multiplicarse al intentar asentar a los refujiados de manera que las fricciones sean minimas, intentando que su llegada suponga el menor esfuerzo posible para los habitantes de Slobozia.

Durante una tarde de primavera, tras cenar con la familia, llevo a un aparte a mi hijo mayor, Dynnu.

- Dynnu, hijo. Estas haciendo un gran trabajo en la empalizada. Se que es un trabajo duro y que resulta dificil tratar con tanta gente y coordinar el trabajo colectivo.

Miro pensativo el suelo un momento.

- Si, es un trabajo, duro. El trabajo de un lider....

Y miro a Dynnu a los ojos.

- Este es un momento duro, hijo! Nos encontramos solos, sin un señor. El pueblo esta intranquilo por la falta de noticias.

Tomando a Dynnu por el hombro.

- Nosotros hemos de dar fuerza, cohesion, valor, esperanza....al pueblo. Para evitar que se desmonte completamente.

- Aprovecha la ocasion que se te a dado, infunde ese valor y esa esperanza a los hombres con tu trabajo, con tu liderazgo.

Aquejandome un poco.

- Yo soy viejo ya, no puedo hacerlo todo. Pero tu eres joven y estas con el pueblo. Si les demuestras ahora lo que vales, con el tiempo ellos te pediran que los lleves y les aconsejes.

- No tardara en llegar el dia en el que tengas que tomar mi lugar, asi que siembra ahora bien las semillas para que en el futuro puedas recoger buena cosecha. Estos tiempos dificiles pueden ser buenos para ello.

Y dandole unas palmadas en el hombro.

-Hazle caso a tu viejo padre...siembre bien ahora...