Partida Rol por web

Veo lo que Meepo dice que es su pueblo a lo lejos y no puedo por menos que alegrarme al ver la alegría del pequeño trasgo.

Bien, espero que no halla ninguno de tus amigos con malas intenciones, le comento mientras le acaricio suavemente la cabeza, sino fuese así, espero que puedas arreglarlo, no me gustaría que tuviésemos que acabar con ellos, lo sabes verdad?, la última frase se la digo mirándole a los ojos con un deje de tristeza en la voz. Por lo demás eres una acompañante perfecto, me gusta mucho tu compañía...

No hablo,camino.Cada paso,va acompañado de un estornudo o un tosido,cargado de mocos.

El guerrero desenfunda su enorme espadón por si los goblins pudieran tener alguna idea equivocada sobre ellos.

Ya veremos, ya veremos... se limita a murmurar.

Tras la caricia de Dae, Meepo sonrie ampliamente antes de reiniciar la marcha, ahora por el camino que spuestamete lleva a su poblado. El trasgo parece más alegre a medida que avanza, y todo y que parece intentar contenerse, no puede evitar correr más que andar, al parecer ansioso por alcanzar su objetivo.

Pero el camino no es tan corto como pudieran expresar sus palabras, y tras una nueva hora de caminata, esta mucho más comoda eso si, aún no lograis divisar dicho poblado, e incluso la inmensa ilusión del trasgo parece menguar, aunque mínimamente y por poco tiempo, pues pocos minutos después podeis ver como dos trasgos, vestido con pieles y armados con unas pequeñas lanzas, hacen acto de presencia apareciendo de detrás de unas de las enormes setas de piedra que hay al frente del camino. Tras ellos, a lo que no parece mucha distancia, quizás otros diez minutos de marcha, os parece ver lo que parecen un nutrido grupos de pequeñas casas de madera que se arremolinan entre ellas rodeadas por setas de piedra (al menos contais siete u ocho, pero parece haber más), y donde parece finalizar el camino.

Ahí, ahí!! Nosotros llegar!! - grita Meepo, ahora si totalmente desbordado, antes de salir a la carrera en dirección a sus dos hermanos de raza (situados a unos 20 metros), a los cuales les grita un buen numero de palabras, aunque en este caso en su idioma.

Los dos trasgos os observan en silencio, y tan solo cuando Meepo les grita en su lengua, veis y escuchais como estos le responden a la vez que alzan sus pequeñas lanzas sobre sus cabezas, al parecer en señal de saludo. Tras el gesto sonrien antes de abrazar a vuestro guia.

Continuo avanzando tras Meepo algo mas precavida e intentando no parecer nerviosa ante los trasgos, mi mano reposa en la empuñadura de la espada para sacarla rápidamente por si hiciera falta.

AL fín,coj,coj...no puedo hablar,mi esstado me lo impide,joder,me encuentro mal.

El guerrero avanza muy cerca de la drow, cubriendo su cuerpo con el suyo en caso de algún ataque con aquellas lanzas, aun que por lo que logra deducir el grupo puede estar tranquilo al menos que el goblin les traicione.

Esperemos que estas criaturas puedan indicarnos el camino a seguir, aun que e temo que seguramente nos guiarían a las mismísimas fauces de la muerte...

Con cautela, pues no dejan de ser trasgos, camináis hasta alcanzar a Meepo y sus compañeros de raza, los cuales os lanzan precavidas miradas cargadas de cautela y lo que parece una pizca de miedo. Instintivamente, dan un paso atrás, e incluso colocan sus lanzas frente a ellos, a la defensiva, pero los gritos de Meepo, en su propia lengua, logran que las armas vuelvan a descender hasta tocar el suelo.

Al parecer fiándose de vuestro guía, ambos trasgos inician la marcha, encaminándose hacia lo que parece sus poblado, y aunque encabezan la marcha, no pueden evitar volverse hacia vosotros en más de una ocasión...

Ellos tener miedo, hacer tiempo mucho que no ver humanos, tiempo más que no ver elfos negros. - os explica Meepo, excusando la reacción de sus compañeros, mientras avanzáis por el camino. - Ahora nosotros ir pueblo, allí poder descansar y comer mejor, pero antes primero tener que hablar con Grunja, ella ser quien mandar aquí. Ser madre mía. - agrega, sin perder el intenso brillo de alegría de sus ojos.

Ella? Vaya, lo ultimo que esperaba era que una hembra trasga fuera la líder. - murmuro, extrañado y y con un claro tono de desconfianza en la voz. - Otro detalle más que hace de todo esto una mierda. - agrego, sin dejar de caminar, mientras mantengo clavada mi mirada en las casas de madera cada vez más cercanas.

Y eso es madera en un maldito lugar donde no hemos visto ni un árbol...

Me acerco a Meepo.Coj,coj...Meepo,cres que tu madre,tendrá alguna cura para mi fiebre?.coj!

Se te ve feliz, eso está bien, al menos que alguien lo sea...lanzo un suspiro al viento, la madre de Meepo, como se tomará la muerte de su marido a nuestras manos, habrá que andarse con ojo. Pequeño, no tendreis por casualidad alguna armadura y espada de mejor calidad que esta verdad?, vuelvo a escuchar las toses de Ugluk nuevamente y miro su estado, y esa enfermedad?, la contrajiste de las ratas?, o por dormir poco abrigado.

Creo que por las ratas,no pude ,si quiera poder rozar alguna con el filo de mi espada,con lo que no tardaron en morderme...creo que me contagiaron...Coj!

vaya, bueno míralo por el lado positivo, al menos no morirás, aunque el malestar te durará, si encontrásemos a la sacerdotisa, le podrías pedir que te curase, aunque dudo que lo haga, pero el no ya lo tienes, así que...

o quizás, Meepo tenéis por aquí alguna clase de hierbas o setas?.

Zenram observa con algo de preocupación el camino al que les conduce el pequeño goblin, peor aún, uno de sus compañeros no se encuentra del todo bien y el grupo ya mermado como esta quizá no pudiera contener a una aldea rabiosa, por lo que se acerca discretamente a Lucius y a cada uno de sus compañeros a quienes murmura.

No bajen la guardia ni por un segundo, esto no me agrada nada...

Si, si, aquí crece setas muy raras, seguro que Grunja tener. - responde Meepo, olvidando o quizás obviando la pregunta referente a las armas, mientras continua andando, a buen ritmo. - Pero para que querer? Tener sabor malo, malo.

Charlando entre vosotros, y con el aviso de Zenram rondando vuestras mentes, alcanzáis por fin, lo que parece la entrada a un pequeño pueblo compuesto por quizás una docena o docena y media de pequeñas casas de madera. Estas, todas iguales, se reparten alrededor de lo que parece un plaza y donde desemboca el camino que habéis seguido. Además, os llama la atención lo que sin duda es un pozo, pues un cubo, lleno de agua, descansa al lado del pequeño y redondo murete que lo delimita. Alrededor del pozo, situado justo en el centro de la plaza, se arremolinan un buen numero de trasgos, quizás una veintena o más, pero de ellos, solo seis son hombres y van armados con lanzas, el resto, son mujeres y niños.

Ningún camino nace de la plaza, a excepción del que habéis utilizado, por lo que las viviendas han sido edificadas sin orden, simplemente al libre albedrío de los trasgos. Tras el pequeño poblado, a lo que parece una distancia mucho más corta que hace unos días, vislumbráis la montaña, la que se supone vuestro objetivo...

Esperar! Ella venir ahora. - os traduce Meepo, cuando los dos trasgo que os ha conducido hasta allí alzan sus lanzas mientras gritan en su idioma. Con ese gesto, el resto de trasgos armados se sitúa junto a ellos, amenazantes y con rostro mucho más preocupados que el de los críos que corretean entre su madres.

El guerrero envaina su espadón dispuesto a evitar conflictos inútiles...