Partida Rol por web

- Creo que lo tengo... pero no tengo ni idea de lo que significa...

veris acquirit enudo... veris es fuerza, pero de resto...

El graznido de la bestia alada provocó que se me helara la sangre y contuviera la respiración, rezando a todos los dioses habidos y por haber que no se diera cuenta de dónde estaba. Pero las cosas no suelen salir como uno quiere y al notar que se había percatado de mi intención de huir, abrí los ojos como platos barajando mis pocas opciones: o volvía al nido, a esperar que me devoraran sus crías o trataba de ocultarme cerca de la roca. No me apetecía ser la comida de ningún pajarraco, por lo que me pegué más si cabe a la pared, dirigiéndome con la mayor rapidez posible hacia el agujero, donde esperaba que hubiera suficiente para resguardarme de la criatura.

-¡¡Sí, es latín!!  -gritó de súbito, emocionadísima, Becca, tras el anuncio de Álex, iluminándosele la mente y la cara.

Latín. Le sonaba de aquel trabajo extre de historia... pero es que ella no tenía mucha idea. Giró la cabeza leyendo...-acquire...no se...no se... ¡qué rabia!

Levantó la vista al techo, tragó saliva. Y luego buscó alguna piedra grande por allí o un cráneo, ¡como en Indiana Jones!  A ver si podía detener un poquito el mecanismo...

Rebecca no dejaba de actuar. Rápidamente buscó a su alrededor algo con lo que detener el mecanismo o al menos, conseguir frenarlo un poco, hallando unas piedras más grandes que un puño. Agarró una de ellas y la colocó rápidamente en la esquina, notando enseguida como el ritmo de descenso se ralentizaba.

Justo en ese momento, volvió a mirar las letras, encontrándole un sentido a algunas de las letras faltantes.

acquirit

 Eso significaba que ya tenían dos palabras, veris acquirit.

Estabais cerca, muy cerca de conseguirlo, pero también de ser aplastados.

¿Habían dicho latín? En mi vida había estudiado esa lengua. Un niño como yo jugaba a la consola, leía comics de superhéroes y comía hasta hincharse; pero no estudiaba latín. ¡Ni los empollones de mi clase estudiaban latín! De todas maneras, me puse a estudiar las letras por si una luz se encendiera en mi cerebro; aunque ahora mismo estaba tan abotargado como si le hubiera caído una buena nevada de la borrasca Filomena. Vi cómo Rebecca retrasaba el descenso del techo poniendo una piedra en una esquina. ¡Esta chica era sorprendente!

-"Bien hecho Rebecca."

¿Latín? Estamos en los Estados Unidos de Amelica... aquí nadie habla latín... ni hablaba... no puede sel...

Pero mientras hablaba vi como confirmaban que si, que si que estaba en latín... bueno... no solo que estaba en latín, sino que iban apareciendo las palabras...

Veris acquirit... tiene sentido...

Murmuré... si eso... 

Traté de pensar rápido, pero era demasiado caótico, así que saqué un cuaderno y garabateé rápidamente las letras que teníamos y las que faltaban...

Migad, chicos... si tenemos velis acquilit... nos quedan las letras e u o n d... ¿usted sabe latín, pgofesol? Si tuviela mi móvil... mmm... veris acquirit donue???

El profesor sonrió, exultante, colocando una mano en la espalda de Paul.

¡ESO ES! ¡HAS DADO CON LA CLAVE! VERIS ACQUIRIT EUNDO. LA FUERZA SE ADQUIERE AVANZANDO!

Sin perder más tiempo, porque ya estábais casi a ras de suelo, el profesor empezó a pulsar las letras en el orden correcto para formar la frase. 

-Esta, ahora esta... uy no, esta de aquí, ahora esta...

Cada vez que presionaba una letra, la piedra que la contenía permanecía hundida. Era de esperar que cuando todas estuviesen presionadas, la puerta se abriese, pero cuando eso sucedió... la puerta permaneció sin moverse. 

-Pero qué... ¡NO SE ABRE!

- Empujemos con fuerza la puerta - grité al ver que tras la introducción del código la puerta no se movía por sí misma. Pero tal vez si empujamos...

Al moverse para empujar la puerta, Alex pisó sin querer en una baldosa que se hundió, abriendo automáticamente la puerta. El profesor no perdió tiempo.

-¡Rápido, rápido! ¡Todos fuera! ¡Todos fuera!

En esos momentos estabais prácticamente a rastras, así que os abalanzasteis hacia la salida gateando como pudisteis, unos detrás de otros, desesperados, y solo cuando por fin el último de vosotros logró salir, el profesor hizo lo mismo.

La puerta se cerró con estruendo detrás de él, pero aquello no era el final de vuestros problemas. El primero de vosotros no se dio cuenta y cayó por alguna parte en medio de un grito, seguido de los demás, puesto que estabais todos cogidos los unos a los otros.

Al mirar hacia abajo lo que visteis no fue solo un agujero excavado en la roca, sino el camino hacia un pozo que estaba unos pocos metros más abajo.

Y parecía que había agua.

Era una especie de río subterráneo que rápidamente os empujó hacia abajo, al más puro estilo parque acuático, sin poder evitarlo.

Sentíais las gotas de agua salpicando vuestro rostro y por un momento, ni siquiera pensasteis a dónde iríais a parar al final.

Un móvil, ¡claro! Gracias, Paul. Cogió el suyo, a ver, a ver...nada, no se pillaba señal -Jajaja, qué tontería, era por probar.

Qué mal. Al menos no estaba con las brujas de sus amigas del insti.

Lo guardó. No sabía qué hacer. Abrazó, en pánico, a su hermanita. La estrujo contra su pecho. Las lágrimas nacían en sus bonito ojos. 

-¡Ábrete, sésamo! ¡Ábrete de una maldita vez!!

Y entonces la puerta empezó a abrirse- Wualaaaaa… Se quedó boquiabierta y ojiplática. - Va,va, muévete, Hailee.

Las dos gatearon. Y después se cayeron por el tobogán de agua. Así, inesperadamente. -¡Ahhhhhhh!

Agarró a la enana por la cintura, sobre ella. Y se deslizaron por el túnel o torrente. Abajo, abajo, down, down...Casi que resultaba divertido.

Casi.

-¡Mamaaaaaaaaá!!!!

¡¡Uauuuuuaaaa uuuuuu uaaaaaaa!! ¡¡¡Es incgeible!!! Uaaaaaaaaa...

Y es que, para alguien tan positivo como yo, caer por un "tobogán" natural en una caverna bajo tierra hacia un final incierto, era una experiencia que ni en mil vidas esperaba experimentar, valga la redundancia, y estaba que no cabía en mi de gozo.

¿Que podíamos morir? Si. 

¿Que podíamos acabar fagocitados por alguna bestia de los abismos? También.

¿Que bien podía no ocurrir nada? De acuerdo... aunque eso sería muy aburrido.

Así que me dispuse a disfrutar del alocado descenso gritando sin parar. Habíamos escapado de una muerte segura por aplastamiento, bien nos merecíamos un poco de diversión.

En esos momentos lo recordé... tenía un paracaídas casero al que le había aplicado ciertas modificaciones - creo que puede sostener mi peso... con un poco de suerte... o al menos... reducir la velocidad... si... eso creo - pensé. Y acto seguido lo extraje de un bolsillo interior y lo sostuve en posición con ambas manos, esperando el final del deslizamiento lo que quiera que ocurriese...

- Aaaaaaahhhhhhhh - no puedo hacer nada más que gritar mientras caemos por el tobogán hacia quien sabe dónde. Quizás si esto no fuera más que un sueño podría resultar hasta divertido... pero no es el caso.

Nada más tirarte, sentiste como si de repente estuvieses lanzándote desde un rascacielos, hasta que en un momento dado, tu espalda aterrizó en la roca antes de continuar descendiendo. No tuviste que esperar demasiado, porque en pocos segundos, el túnel de roca desapareció, dando paso a un hermoso lago subterráneo en el que caíste en medio de un enorme chapoteo.

No tardaste en darte cuenta de que además, la profundidad era considerable, y que no había ninguna zona que pareciese ser menos profunda. Toda la cueva estaba cerrada y había solo un camino a seguir, pero sin duda, no iba a ser nada fácil si tenías que nadar todo el rato. Sin embargo, algo más lejos había como una especie de cascada.

Tiritando por el repentino golpe de frío que había terminado por espabilarme, miré hacia los lados y luego hacia arriba, al agujero por el que había caído. Estaba congelado después de haberme dado un chapuzón inesperado en el agua; por lo menos esto se resumía en que había conseguido eludir la presencia de la criatura alada. Aunque eso no significaba que los problemas hubieran desaparecido. Seguía perdido, solo, separado de mis amigos y sin saber muy bien qué hacer o hacia dónde ir. Rebusqué en mis bolsillos el paquete de caramelos pero no lo encontré por ninguna parte, se me debió caer en algún momento de mi travesía.

Chapoteando, comencé a dar brazadas, sin demostrar excesiva técnica o alarde de presencia física, en dirección a la especie de cascada que se intuía a lo lejos. No tenía muchas más opciones visto lo visto. "Necesito encontrarlos... Tiene que haber alguna manera de llegar a una galería superior que conecte con donde estén ellos" —me iba diciendo interiormente, para tratar de mantenerme animado y no alicaído.

Nada más traspasar la puerta, medio a rastras, fuimos cayendo por una especie de tobogán. El agua salía de algún lado y dejaba la roca muy suave, como el culito de un bebé. Todos caímos y fuimos adquiriendo velocidad según descendíamos. La ostia final podía ser colosal si no había una piscina en el final del tobogán. Yo, viendo que si extendía un poco los brazos y los pies, podía quedar trabado y hacer un tapón, me puse en posición aerodinámica. Pegué bien los brazos al cuerpo, levanté ligeramente la cabeza para no darme en la nuca con algún saliente y me estiré como un palo. Entre la posición, el agua y mi peso, parecía un misil aire-tierra. Solo esperaba no caer encima de alguien y espachurrarle.

Finalmente, uno tras otro fuisteis cayendo a un lago, un hermoso lugar en donde resonaban vuestros cuerpos al caer en el agua, así como vuestros gritos.

No tardasteis en daros cuenta de que además, la profundidad era considerable, y que no había ninguna zona que pareciese ser menos profunda. Toda la cueva estaba cerrada y había solo un camino a seguir, pero sin duda, no iba a ser nada fácil si tenían que nadar todo el rato.

También visteis una figura que se movía en el agua, a cierta distancia.

Billy.

De repente, a través  de aquella cascada, empezaron a caer uno detrás de otro, los chicos y finalmente, el profesor. Todos ellos terminaron en el mismo lugar, nadando en el mismo lago que tú a unos pocos metros de distancia.

Al menos, al final, habíais terminado en el mismo lugar, aunque ahora había que ver qué hacíais.

Eso sí, ya no teníais que preocuparos por aquellos pajarracos, aunque lo mismo había otras cosas más peligrosas dentro del agua, algo que no tardó en pasarte por la cabeza cuando sentiste como una corriente en tus pies.