Partida Rol por web

"¿La serpiente dorada?" No se quienes serán, pero si él es uno de sus miembros, parece muy poderoso, y para bien o para mal, parece que tan fuertes son como enemigos tienen". Me quedo pensativo, no me esperaba tal cantidad de preguntas y tan enfocadas, tan directas al grano, y lo que más me sorprende es no haber oido nunca hablar de ellos... incluso puede que sean tan podersos que el gobierno de la ciudad les pisa los talones ¿Acaso estarán al margen de la ley? Sea como sea mis dudas serán resueltas en el momento de preguntar, y ahora lo que me toca es responder.

- Mi respuesta es no a todo ellas, nunca oí hablar de ustedes, aunque sí de las serpientes doradas, como unos animales extraños de esta zona, y peligrosos. Ni tampoco albergo ninguna mala intención ni oso destruiros. Os habeís ganado mi confianza con el valeroso gesto de esta mañana, y mientras no inflingáis la justicia y el bien para los demás, mi espada posará en su vaina en vuestra presencia. En otro caso, me veré obligado a luchar por lo que mi espíritu me dicta. - Después de este discurso, me detengo momentaneamente, tomando aire en mis pulmones, sintiendo como el pecho se hincha dentro del peto de mi armadura. - De todo lo que has dicho, Lazarus, solo hay una media verdad: pertenezco a una orden de caballería, la orden de los caballeros de los Cipreses, y viajo con estas tierras en condición de "hermano armado", para concer estas tierras y pelear por el bien y en la justícia que me encuentre por el camino. Ahil-Tar es mi primera parada en un viaje sin destino claro.

Alzo de nuevo la cerveza que en ningún momento he dejado a soltar, y bebo de nuevo, colocándola casí vacía en una de las mesas cercanas. Después observo el gesto del anciano ante mis respuestas anhelantemente.

-  Que no estén interesados en una recompensa me complace aun más. Creo que son precisamente el tipo de gente que estoy buscando, y por lo tanto, me atreveré a confiar en ustedes.

- Quizá aun no lo sepan, pero Ahil – Thar está gobernada por un consejo de mercaderes. Estos son los más importantes  y adinerados de todos los comerciantes de la ciudad. Sin embargo, no les preocupan en absoluto los crímenes, ni la violencia o la pobreza que padecen la mayoría de quienes viven aquí, bajo la sombra de los poderosos. Mantienen a la población sometida mediante sus mercenarios, y por todas partes hay espías que trabajan para encontrar a cualquiera que pretenda rebelarse contra ellos.

- Mientras no afecten sus negocios, estos corruptos "Señores de la ciudad" no se preocupan por los gremios de ladrones y asesinos que están prosperando. Y lo que es aún peor, alientan la esclavitud de los más pobres y de quienes no pueden pagar sus deudas.

- Hay muchos que no estamos de acuerdo con esto. La mayoría no hace nada más que quejarse, pero conozco a varias personas que están dispuestas a luchar para cambiar esto y me gustaría contar con su ayuda. Ustedes son guerreros fuertes y nunca está de más contar con un brazo poderoso y bien armado.

- No les pediré nada inmoral o que vaya contra la justicia. La verdadera justicia, no la parodia que existe ahora en la ciudad. Simplemente, quiero que nos ayuden a proteger a los débiles. Por supuesto, yo correría con sus gastos, y siempre podrán contar conmigo para lo que requieran. ¿Qué me responden?  

- Mire Lazarus, no tengo ni idea de todo lo que me acaba de decir, ni de serpientes doradas, ni de quien es usted, ni de que tipo de información puede haber aquí, ni de los señores de la ciudad, ni de espías. Soy un simple enano que abandonó su casta en su ciudad y se propuso ver mundo. No le he jurado lealtad nadie, solo a mí mismo y mis creencias y tenga por seguro que estas son buenas.

Al acabar de responder continuo dando cuenta de la cerveza que me queda en el vaso, rellenandola de nuevo si la cantidad me lo permite. Miro el resto de vasos y procuro que haya para todos.

- Usted me recuerda a un buen amigo mío, un enano también, que tuvo una reacción parecida cuando le hice estas mismas preguntas hace décadas, cuando ambos éramos mas jóvenes. Solo que él se puso en pie de un salto y me rompió la nariz de un golpe. Fueron buenos tiempos…

De una manera algo burlona pero amigable comienzo mi turno de preguntas:

- ¿Quienes son los guardianes de la serpiente dorada?¿Qué es la serpiente dorada?¿Pertenecen a alguna organización que trata de destruir o encontrar a los miembros de los guardianes de la serpiente dorada?¿A que se dedica? ¿Está planeando matarnos o capturarnos? ¿Ha sido enviado aquí a recabar información sobre nosotros? ¿O acaso está bajo las órdenes de los señores de la ciudad? ¿Es alguna clase de espía? Y si no es así, ¿Cuál es su verdadero propósito al venir a Ahil – Tar? Y por ultimo ¿es un verdadero defensor del Bien, o sigue a la causa del Mal?

- ¡Ja, ja, ja, ja, veo que tiene sentido del humor, señor enano! Muy bien, responderé entonces a todo eso.

-  Los guardianes de la serpiente dorada somos un grupo de personas de muy diversas razas, orígenes y profesiones, que aspiramos a traer el bien y la paz a estas tierras. Lidiamos con toda clase de problemas y males, desde impuestos asfixiantes hasta monstruos que emergen del desierto, ladrones, asesinos, esclavistas, sectas demoniacas y engendros no muertos.

- Las serpientes doradas son unos reptiles extremadamente raros y sumamente venenosos, que se pueden encontrar en el desierto que rodea Ahil- Thar. Sin embargo, si no se les molesta o no se tienen malas intenciones, estas serpientes no atacan.

- No pertenezco a ninguna organización que trate de destruir o encontrar a los guardianes, ya que yo soy uno de ellos, y me dedico a muchas cosas. Entre ellas, buscar a posibles nuevos miembros. No planeo matarlos ni capturarlos, a menos que por alguna razón me viera obligado a ello. Y podríamos decir que fui enviado a recabar información, no concretamente de ustedes, sino de cualquier actividad sospechosa, asi como acerca de individuos interesantes que puedan unirse a nuestra causa.

- No estoy ni estaré jamás bajo las órdenes de los corruptos gobernantes de esta ciudad. Pero algunos podrían decir que soy un espía. Mi propósito en Ahil – Thar ya se los he dicho, y por último, he de añadir que me considero un ferviente defensor del Bien.

Agradado por las preguntas del enano, saboreo de nuevo mi taza recién llenada por  Thorket, disfrutando con una sonrisa interna ocultada bajo un faz seria, escucho como Lazarus es bombardeado a preguntas y como responde a cada una de ellas. 

Cuando termina, quedan aclaradas muchas cosas, y a la vez sigo sin tener nada claro. 

- Creo que pocas cosas quedan por preguntar - alzó la voz cuando él termina de hablar - Ya que nuestro amigo Thorket bien a dejado pocos cabos sueltos. Pero ha faltado hacer la pregunta más importante... ¿Por qué nos ha traído aquí? ¿Qué desea de nosotros? ¿Y porqué piensa que nos va a interesar colaborar con los guardianes de la serpiente, por muy loable que sea vuestra empresa? 

- Bueno, tengo varias razones para pensar que podría interesarles unirse a nosotros. La primera, es que los guardianes formamos un grupo que lucha por la causa del bien, por lo que al menos eso tenemos en común. Y las gentes que siguen el mismo ideal deberían trabajar juntas para obtener mejores resultados, ¿no les parece?

-  La segunda razón, es porque ustedes son extranjeros en Ahil – Thar, y necesitaran ayuda. Una guía para sobrevivir en estas calles, lo cual, déjenme decirles, no es tan fácil como pudiera parecer. Hay que saber que intereses se mueven, con quien hablar, en quien se puede confiar y en quién no. Tal vez incluso una base de operaciones. Un lugar donde quedarse mientras estén aquí. Y en todo eso, yo podría ayudarles.

- La tercera razón es que, me parece que justo ahora no tienen ningún otro plan. Y tampoco les propongo unirse de inmediato a nosotros. De hecho, no podrían. Primero hay un periodo de prueba, y se necesita la aprobación de al menos 3 miembros veteranos para investirlos como guardianes. Es una responsabilidad muy seria y un compromiso de por vida.

- Pero la oferta está sobre la mesa. Si les interesa, hablaremos un poco más sobre ello. Si no, solo les pediré su palabra de honor de que no revelaran a nadie una sola palabra sobre lo que se ha dicho aquí.

 Pierot mantiene su rostro sereno mientras escucha las palabras de Lazarus, finalmente decide hablar. Habla de forma clara, sin prisa.

 - Esta ciudad cuenta con un gobierno, que ejerce la ley por deecho de mandato. Puede que parezca inapropiado para algunos, pero están en du derecho aprovar leyes y hacerlas cumplir. Si al pueblo no le gustara, tendrían que poner una alternativa, elegir a otros gobernantes, rebelarse. Pero mietras eso no suceda, están en su legitimidad.

Escuchó atentamente a la mujer. Byron siempre hacía lo que hiciera falta para obrar de manera benigna. Incluso si inflingía la ley.

- Estaría encantado de ofrecer mis armas para una buena causa. No sé ni cuan poderoso ni cuan numeroso es nuestro enemigo así como tampoco conozco la magnitud de la fuerza de nuestros aliados, pero Lady Amira, le aseguro de que con uno de los míos ya están acabados.- Sonrió. Vagaba buscando aventuras y se había dado de bruces con una que prometía.

- Por cierto, encantado, Durin. Buen golpe el de antes.- Dijo justo antes de derramor otro buche de cerveza por su garganta.

-  Amigo mío, cuando un gobierno está formado por los mas codiciosos y depravados de los hombres, que solo buscan satisfacer sus apetitos y vivir rodeados de lujos a expensas de la población, cuando se tortura a cualquiera solo por ser sospechoso de rebelarse contra el régimen y se permite la esclavización de los pobres y los que no pueden pagar sus deudas, además de sostenerse no en el apoyo del pueblo, sino en el poder de las armas, esos que dicen tener el derecho de gobernar no son más que unos viles tiranos, que merece el repudio de las gentes de bien.

- Me gustaría saber si opinarías lo mismo si quienes estuvieran el mando fueran drows u orcos, y no hombres.

Mi hacha está a tu disposición, si todos son como los que hemos visto antes encantado de poder ayudar en lo que pueda.

Durin sonríe ante la afirmación de Byron. Tú tampoco anduviste mal, jajaja.

- Si es así como dices, no deberíamos perder más el tiempo charlando, mientras inocentes sufren las injusticias de un tirano, deberíamos alzarnos ahora mismo - pronuncio las palabras con gran claridad e ímpetu - detener a este dictador y presentarlo ante la justicia del pueblo.

Observo las miradas de ambos guerreros a mi lado, una chispa de desconfianza parece que sigue existiendo en ellos, como a mí, muchas preguntas todavía rondan en nuestras cabezas.  Si ellos son hombres precavidos como yo, y esta es mi impresión,  no se comprometerán a algo tan importante sin estar completamente seguros.

- ... Aunque supongo - retomo el hilo de mi conversación - que si esto fuiera tan fácil ya se habría hecho, ¿verdad Lazarus?  Dices que pertenecer a esta orden significa mucha responsabilidad, si bien es cierto que ahora estamos preparados para asumirla, ¿Qué pasará en el futuro? ¿Cuál es el compromiso que contraeremos exactamente para con esta sociedad? ¿Y qué tenemos que demostrar en esa prueba de admisión para ser admitidos?

-  Estupendo. Entonces me reuniré con un amigo mío para ultimar los detalles, y puede ser que esta misma noche necesite de ustedes. Tenemos información sobre un importante tráfico de esclavos, que saldrán hoy de la ciudad. Todo indica que uno de nuestros “honorables gobernantes” está vendiendo personas a los yuan-ti, los hombres serpiente del desierto.

Con estas palabras y deseándoles paz con una ligera inclinación de cabeza, Amira se retiro, dejándolos para que hicieran lo que desearan. Dos sirvientes permanecían cerca, atentos a cualquier petición que tuvieran.

- Estas en lo cierto amigo. Los poderosos siempre deben protegerse de sus enemigos. Aun los reyes y gobernantes más benignos tienen que guardarse de intrigas, descontentos, de las ambiciones de poder y los asesinos. Pero nosotros no tenemos un solo gobernante. Padecemos a 7 de ellos, y créanme cuando les digo que han tomado toda clase de precauciones para proteger sus infames vidas, no solo de sus enemigos, sino también de ellos mismos.

Siguió bebiendo hasta que se terminó su jarra. Despues miró al enano.

- De donde sois maese enano?- Dijo para romper el hielo, al fin y al cabo parecía que la de hoy no iba a ser la única vez que aunaran fuerzas.

Mientras le respondía o no, hizo un gesto a uno de los sirvientes para que volvieran a llenarle la jarra.