Partida Rol por web

El que había hablado esquivó la pregunta sobre sus nombres tomando de nuevo la palabra.

- ¿Caídos dices?- Se dirigía directamente al Rector.- ¿Llegaron a actuar? ¿Qué aspecto tenían?

El otro seguía mirando con minuciosidad toda la habitación, sus ojos se habían parado hacía un rato sobre la mesa en cuyo cajón se encontraba el trozo de piel.

Sin esperar respuesta por parte de Michael, o queriendo anticiparse, el primero miró a Fred.

- Señor Stone, el objetivo estuvo hablando bastante tiempo con usted, ¿no pudo sacarle ninguna información? ¿No llegó a entregarle nada?

El tono cada vez era más apremiante.

De golpe, el agente que se había mantenido en silencio se acercó al cajón y abrió la boca por primera vez.

- Creo que aquí hay algo.

Michael torció el gesto y pasó a un tono completamente distinto, serio y autoritario.

—Disculpe, agente, ese es mi escritorio, me gustaría que no revolviera mis cosas —exigió poniéndose en medio, sin intención de apartarse, y sosteniéndole la mirada; tras unos instantes, la desvió para prestar atención al otro—. Tenían aspecto demoníaco y solo huyeron cuando les descubrimos. Eran tres, una mujer que parecía una estudiante y dos niños. Puede que hubiera un cuarto dentro del edificio, no lo sabremos hasta que no analicemos las imágenes. Esto, de todas formas, es muy irregular. Como ha dicho mi compañero, informaremos de la forma habitual a nuestros superiores, el interrogatorio se acaba aquí. Por favor, márchense y digan a los de arriba que esta misma noche estarán al tanto de lo que descubramos. También informaremos de su actitud si se empeñan en seguir por este camino.

Respondió sin mucho interés.

- El objetivo valvuceaba sobre que le había fallado al Señor y me decía que no me dejaría atraparle, me tomó por un demonio.

No había esperado que pudieran detectar con tanta facilidad la existencia del mapa, le pareció una suerte no llevarlo encima pues habría sido difícil de justificar. Dado que Morte había reaccionado imponiendo su autoridad, esperaba que los ángeles no se empeñaran pues podrían desencadenar un conflicto. Claro que era posible que no les importara lo más mínimo atacarles lo que acarrearía que la sangre terminara vertida, sangre de ángeles, ¿no era ese el deseo de los señores demoníacos, enfrentarles para ir ganando poder entretanto? Pero Fred por ahora no dijo nada más, tan solo se mostró firme como lo hacía el director.

Le quemaban las manos por el mero pensamiento de que si alguno de los dos agentes hacía un gesto extraño iba a tener que desenfundar.

Sin hacer caso omiso, uno de los hombres abrió el cajón donde estaba el trozo de piel que habían ocultado. Con la cara desencajada miró a su compañero que no pudo percibir aún qué ocurría. Su mano debería estar rozando el mapa y pasarían solo unos segundos hasta que lo revelara sobre la mesa.

El que les había hablado se llevó la mano al arma antes de preguntar nada más.

Esos no eran los procedimientos. Los ángeles no actuaban así. Puede que esos dos fueran parte de la organización, pero la forma en la que habían llegado, como se estaban comportando y sus gestos indicaban que estaban ansiosos por conseguir el trozo de piel, el mapa. No cabía duda de que eran renegados, hermanos corruptos, en busca de aquella impía fuente de poder. No iba a permitirlo, y aunque tampoco podía hacer nada en ese momento —no una pelea allí, con dos agentes federales que todo el mundo había visto entrar, eso estaba claro—, al menos pondría las trabas necesarias; antes de que el agente pudiera sacar el trozo de piel, sin importar que tuviera ahí la mano, cerró de golpe el cajón.

—Por favor. Como he dicho, seguiremos los procedimientos habituales.

El agente que les había hablado sacó su arma, la situación se ponía tensa por momentos y el tono comenzaba a ser amenazante.

- Les he dicho que se aparten.

Michael estaba delante de él pero el otro había abierto ya el cajón y sin duda veía lo que contenía, pues soltó un suspiro revelador. Con rapidez agarró el trozo y sacó también su arma.

- Lo tenemos, será mejor que no dejemos pruebas.

La voz gutural del segundo de ellos los puso en aviso pero lo peor sin duda era el aura negra que emanaban ambos, un aura que nada tenía que ver con los de su especie pero sorprendentemente tampoco con sus enemigos caídos.

Acabar con dos agentes era un riesgo excesivo, pero estaba claro que, a aquellos dos, no les importaban en absoluto las apariencias: iban a matarles y seguir con su sacrílega búsqueda. Bueno, pues se acabó. Tal vez cometía un error, pero no podían morir allí a manos de esos traidores.

—Siento llegar a esto.

Estaba completamente desarmado, así que cuando levantó las manos el gesto parecía inofensivo. Lo fue, hasta que, cuando ya había superado la altura de su cabeza, las juntó, y entre ellas surgió una brillante espada de luz que dejó caer sobre el más cercano en un potente golpe de guillotina.

Estos ángeles estaban obecados, habían hallado el tesoro que buscaban y al instante su naturaleza se manifestó como un reflejo de la oscuridad.

- No sois dignos, me apena que hayáis caído tan bajo.

Había una decepción profunda al saber que todo era cierto, que los ángeles habían sucumbido a un mal inmenso, esto rompía la balanza celestial, ponía en riesgo toda la creación. Ahora sabía que no había más remedio que recurrir a sus armas.

Con un rápido gesto buscó sus dos pistolas encañonando a uno de los traidores a quien pensaba freír a disparos. Dado que el cañón portaba un silenciador no había riesgo de alterar a los humanos que sin saberlo tenían en ciernes una situación espantosa, en vías de perder a quienes debían de protegerlos.

Antes de que los agentes pudieran hacer nada Michael lanzó un tajo con su hoja flameante contra el que intentaba abrir el cajón que sorprendido recibió después el impacto del arma de Fred desplomándose de inmediato sin volver a levantarse.

El profesor dirigió su otra pistola hacia el que estaba mirando sorprendido y soltó el gatillo. Pese a la herida recibida, el hombre reaccionó detonando la bala que tenía preparada contra su oponente desatando un gran estruendo para luego echarse al suelo evitando cualquier otro ataque.

La sangre corrió por el vientre del jóven que había recibido una fea herida, aunque el dolor aún no le impedía actuar.

Pero estaba claro que el sonido alertaría a todos los trabajadores del edificio y pronto los tendrían allí, o huyendo por las escaleras en busca de algún policía que siguiera por el complejo investigando el incendio.

Michael no perdió el tiempo, pues no tenían demasiado. Si aparecía gente por allí y les veían enfrentándose a los dos agentes, tendrían serios problemas, no solo con los ángeles traidores, sino con los humanos. Justo lo que no había querido. Mierda.

Decidió no pensarlo de momento y centrarse en acabar con esas dos almas corruptas, para lo cual se acercó al que quedaba en pie y, de nuevo, atacó con su brillante espada.

Estos chapuceros no portaban silenciadores como habría correspondido a su posición, con un sonoro disparo causaron un estruendo que les ponía a todos en problemas.

- Dónde está vuestra profesionalidad.

Lo que necesitaba era parar al que quedaba en pie, no quería otro disparo, no quería que tuviera oportunidad de salir corriendo, fue por eso que trató de rodearlo para cortarle la puerta como vía de escapatoria.

Con sus dos armas hizo dos nuevos disparos que sonaron con suavidad, como debía hacer un ángel cuando tenía que recurrir a un enfrentamiento en una zona hasta los topes de humanos.

"Se nos va de las manos, tendremos que salir de aquí."

Iba anticipando, esperando equivocarse.

Con rabia Michael se lanzó por encima de la mesa sobre el agente que seguía hostigándolos que pese a tratar de evitar el ataque recibió el golpe de la hoja sagrada que salía de sus manos desencajando su faz, al tiempo que recibía dos balazos que le hicieron desaparecer de golpe, sin dejar una solo muestra de haber estado allí.

Con todo ya en calma los tres se miraron como esperando que alguno de ellos tomase la iniciativa para saber qué hacer a continuación, justo en el momento en que oyeron un ligero gemido que provenía del suelo, parecía que el segundo de los agentes volvía en sí. Un golpe lo haría desaparecer pero tenían poco tiempo para pensar qué hacer antes de que alguien entrase en el despacho respondiendo al estruendoso disparo que había resonado en la habitación.

Justo como esperaban, varios golpes resonaron al otro lado de la puerta.

- Señor Rector, ¿se encuentra usted bien? Abra, por favor.

La voz era de hombre y debido al ruido reinante fuera era difícil de reconocer, ¿quizá un empleado de la oficina?

—¡YA VOY! —gritó, yendo, sin embargo, hacia el lado contrario. Con la espada atravesó el cuerpo caído del agente, antes de hacerla desaparecer, recogió el mapa, que guardó de nuevo en el cajón, el cual cerró, y luego abrió uno de los ventanales—. ¡Esperad, esperad! —Miró a Fred y a la señorita Brown—. Vosotros sentaos —siseó en voz más baja.

Cuando lo hicieron, se alisó un poco el traje, se colocó la corbata, cogió aire, y fue hasta la puerta, que abrió levemente, cuidándose de dejar únicamente el sillón donde estaba Sigrid sentada a la vista, y por supuesto interponiéndose en el camino por si alguien quería entrar.

—Calma, por favor, todo está bien, estamos bien —dijo, incluyendo a sus acompañantes—. No tenéis de qué preocuparos, ¿a qué viene tanto alboroto? —Enarcó una ceja—. ¿Ha sido por ese ruido de antes? —Negó y sonrió, tranquilizador—. Creo que ha sido un chaval que ha tirado un petardo hacia arriba, como tengo la ventana abierta, ha retumbado todo, pero no hay ningún problema. Volved a vuestros quehaceres, os lo ruego, estoy en medio de una reunión. Y Clarence, querida, sal a dar un paseo, o tómate la tarde libre, han sido muchas cosas hoy, todos estamos alterados.

Con total compostura el Rector abrió la puerta tras organizar rápidamente la situación. Los cuerpos habían desaparecido y el despacho parecía ordenado mientras los dos colaboradores permanecían sentados en señal de reunión en proceso.

El chico que había al otro lado era un joven administrativo encargado del departamento de doctorados, junto a él otro envalentonado compañero sujetaba varias carpetas de plástico endurecido en señal de defensa, que bajó avergonzado en cuanto sintió sobre él la mirada de reproche de Michael.

- Perdón, escuchamos ruido y parte del personal se alteró.- "Todos, por lo que parece al ver la que habéis organizado aquí fuera", pensó el ángel.- Creíamos que algo grave había ocurrido, después de lo del incendio...

Quizá los nervios estaba a flor de piel tras lo ocurrido hoy, nada solía romper la tranquilidad del entorno privado donde se encontraban.

- ¿Está usted seguro de que todo está controlado?- La veterana secretaria lo miraba fijamente, como dándole pie a que le hiciese una señal si de verdad había algún peligro, pero quedó convencida al no recibirla y ver las facciones relajadas de su jefe. Ya llevaba puesta la chaqueta y había cogido el bolso, sin duda dudando entre si irse o quedarse a ver qué ocurría en el impasse en el que no se había abierto la puerta.- Me tomaré una tila y vuelvo, y vosotros, seguid con lo vuestro, ya habéis oído. O mejor, avisad al resto y decidles que vuelvan a sus puestos.

La puerta se cerró dejando a los preocupados empleados la reorganización.

Sigrid fue la primera en hablar.- Me temo que este lugar no es seguro, si han enviado gente sabrán donde desaparecieron. Logré hackear las cámaras y vi un hombre llegar en una furgoneta de una compañía eléctrica, McAnan Brothers, no disponen de web pero tengo su teléfono, entró a una de las habitaciones del primer piso y ahí se le pierde el rastro -supongo que es ilegal colocar cámaras en los dormitorios- hasta que salió acalorado de ella y se dirigió a la azotea, donde lo vio Fred.- Trató de chequear el aspecto con el profesor, que había estado junto a él.- Hombre de rasgos árabes, sin barba, rondando los 50, ¿no?

- Tengo curiosidad por saber qué esconde ese trozo de piel, quizá deberíamos darnos prisa antes de que esto se llene de curiosos, y por curiosos quiero decir otros agentes como estos. ¿Dijiste que tenéis un laboratorio disponible? ¿Qué tal si le echo un ojo?

Salvo que tuvieran una idea mejor o quisieran salir de allí para irse lejos, estaba dispuesta a correr el riesgo y revisar el aparente mapa.

Con los dos agentes muertos y desvanecidos pudieron sortear el peligro inmediato, un solo disparo era un inconveniente, dos habría acabado con varios avisos a la policía.

Fred se sentó en cuanto quedaron solos, llevó la mano a su herida notando la sangre, entonces se concentró para canalizar sus energías divinas.

- Siento como si toda la Creación dependiera de nosotros, me pregunto si exagero. Bueno, da igual, vayamos a desvelar este secreto, nos vamos a tener que poner en marcha enseguida, director, Sigrid, hay que moverse.

El ángel trató de sanarse como primer paso para seguir a la mujer, ya las armas guardaban silencio y era la mente quien tenía que desgranar el misterio de las tres almas puras.

Nada más cerrar la puerta, se apoyó en ella y dejó escapar el aire contenido; había faltado muy poco. Demasiado poco. No tenía sentido volver a recordar a ninguno el cuidado que debían tener a partir de ese momento, mucho más cautela de la que habían demostrado en lo que llevaban de día, pero no le faltaban ganas; una más como esa y a lo mejor no tenían tanta suerte. Esperemos no llegar a eso.

Sigrid, que había estado un rato callada y durante la pelea no había tenido tiempo de reaccionar, habló por fin, aceptando ir al laboratorio a descubrir que ocultaba aquél trozo de pie. Michael asintió, se acercó al escritorio y, una vez más, sacó el supuesto mapa, el cual metió en su maletín.

—Vamos entonces.

Ya que fuera estarían volviendo a la normalidad, pero aún ocupados, y que su secretaria había salido un momento, era una buena oportunidad para salir de allí sin llamar la atención.

La universidad parecía por fin tranquila, lo ocurrido en el despacho no parecía haber tenido más transcendencia y el incendio, pese a que había conllevado algunos cadáveres, comenzaba a quedar cerrado pese a las evidencias físicas... aunque sabían que era un espejismo porque en breve comenzarían las preguntas de los periodistas y la propia policía.

Llegaron al laboratorio donde Sigrid comenzó a trabajar en silencio dejando que el resto ordenase ideas. Tras varias horas de trabajo en las que había conseguido moverse ya como en casa les anunció que algo comenzaba a verse. Una tenue tinta azulada se veía en la piel limpia marcando los límites de lo que parecía ser algún país, ¿quizá Italia? No, al compararlo con un plano físico estaba claro que la parte continental era sin duda la costa italiana pero la isla sobre la que estaban marcadas con claridad la mayoría de anotaciones era la isla francesa de Córcega.

Sobre ella lo que parecía una carretera o un camino que partía de su capital, Ajaccio al este, y llegaba hasta Zicavo, un pequeño pueblo cerca de allí que tras consultar descubrieron era un precioso enclave rural.

Varias anotaciones en tinta roja parecían interpolarse con el punto que marcaba el lugar, "la chica", "los otros dos a 20 km de aquí, subiendo la montaña", "la llave solo abre el primer cerrojo, cuidado con las aves".

Pese a que la inventora dedicó un tiempo más no puedo sacar nada nuevo en claro, ni parecía haber nada más del misterioso mapa que no había desaparecido junto a su dueño. La noche había caído ya y empezaban a estar cansados. Mañana tendrían que responder preguntas o acaso hoy mismo si enviaban a más contra ellos. Lo mejor sería descansar pero ¿dónde? ¿Juntos, acaso en un hotel? ¿Podrían ir cada uno a casa sin sufrir ningún riesgo?

Las horas ya comenzaban a pesar, la noche había caído y estaba cansado. Los tres parecían estarlo. Y allí, ya no podían sacar nada más; el próximo paso parecía ser un viaje, y tenía que pensar como organizarlo sin llamar la atención sobre ellos, cosa harto difícil si tenían en cuenta que era el Rector de la Universidad y que no podía desaparecer de repente, especialmente tras lo sucedido. No solo atraería las miradas de la presa, e incluso la policía, sino también de los enemigos que se habían ganado sin saberlo, una fuerza de la que desconocían casi todo por el momento.

Su mente empezó a trabajar rápidamente en diferentes opciones. Un viaje de última hora, comprando billetes para varios destinos diferentes, les permitiría despistar a sus enemigos y darles algo de tiempo, pero con suficientes recursos les encontrarían igual y, además, eso les causaría problemas a su regreso; podrían adquirir los vuelos a través de terceros, pero aún así su desaparición generaría preguntas que, dada la delicadeza de su disfraz, no podía permitirse. No, tendría que aprovechar la situación en la que estaban, utilizarla a su favor y sacarle partido. ¿Cómo? Cerrar temporalmente el Campus no era una opción, y él seguiría teniendo que estar allí, pero si podía, con la excusa de lo sucedido, organizar una excursión a la isla, una especie de retiro para los alumnos, para despejar la mente y volver con energías renovadas. Por supuesto, tendría fines didácticos, un recorrido por varios puntos de la isla, una iniciativa de la Universidad sufragada, por supuesto, por Empresas Brown, en un alarde de generosidad de su excéntrica directora para inaugurar las nuevas relaciones entre su compañía y el St. Francis College, Si, podía organizar algo así rápidamente, aunque esa noche tendría que trabajar hasta tarde para que, a la mañana siguiente, todo estuviera listo.

—Puede que nuestras casas estén comprometidas, así que hoy dormiré aquí, no es un hotel, pero los sofás de mi despacho son cómodos, y nos permitirá mantenernos juntos. Además, tengo que preparar algo... —Les explicó su plan, y esperó su reacción.

El joven observó las marcas que aparecían en la piel, las indicaciones bien explícitas sobre dónde estaban esas almas tan preciadas. Pronto supieron el lugar en el que se libraría una partida celestial de grandes consecuencias.

Fred había quitado la batería a su teléfono móvil y pidió a los demás hacer lo mismo.

El plan del director le pareció que iba a llevar demasiado tiempo.

- No podemos permitirnos muchos lujos en cuanto al tiempo que disponemos. Hemos de ir de inmediato a un aeropuerto y comprar unos billetes hasta Europa, a un país cualquiera, el del primer vuelo que despegue.

Estaba pensando en coger su dinero, las armas y poco más, no estaba muy apegado a las posesiones materiales como debía de corresponder a un ángel.

- Ya allí habrá que desplazarse en vehículo dificultando el rastreo, lo que no podemos hacer es guiarlos hasta estas personas. Tendremos que dejar nuestros móviles, pensemos que los corruptos van a tener unos medios muy grandes.