Partida Rol por web

Sin duda soy un afortunado al no tener que trabajar en las minas como la mayoría de la gente lo cual me deja mucho tiempo libre para entrenarme a escondidas y mantenerme en plena forma. Mes a mes voy ganando masa muscular que disimulo vistiendo ropa amplia y de los colores oscuros propios del distrito 12.

Encontré una forma de salir del Distrito trepando a una rama que traspasa la alambrada. Así que como cada mañaa durante los últimos años agarro la cuerda, me la agencié del almacen hace ahora cuatro años cuando nadie miraba, y la lanzo para que pase por encima de la rama. Una lazada para introducir el pie y empiezo a izarme hasta la rama.

Una vez arriba la bajada por el otro lado de la alambrada es fácil así que me dispongo a correr hasta el lago para entrenar justo antes de la Cosecha. Puede ser mi último entrenamiento pues gracias a las teselas que he solicitado tengo muchas papeletas de salir elegido.

- Creo que soy con mucha diferencia el que tiene más papeles en la urna.

Con ese pensamiento me dispongo a entrenar antes de comparecer en la plaza para el día de la cosecha. Mi padre estará durmiendo en el día libre hasta que vaya a despertarle para asistir al evento. El resto de los días apenas le veo y no sabe nada de lo que hago.

Empiezo trepando a los árboles para fortalecer brazos y manos. Luego corro una hora para seguir saltando e intentando sin mucho éxito hacer alguna pirueta en el aire.

- Definitivamente la agilidad no es lo mío. - digo tras levantarme de una costalada que me he dado al intentar una pirueta. Por fortuna no me he hecho nada pues he conseguido amortiguar la caida en el último segundo.

A continuación encuentro algunas bayas comestibles pues aunque lo he intentado por todos los medios sigo siendo poco silencioso y espanto a los animales antes de poder cazarlos.

Una vez he comido algo me dirijo al lago para nadar y quitarme el olor a sudor de haber estado entrenando para ahorrarme preguntas innecesarias por parte de mi padre y de los Agentes de la Paz.

Una vez he nadado un rato salgo y me seco al sol mientras miro al cielo antes de ponerme la ropa y regresar al Distrito para asistir a la Ceremonia de la Cosecha.

Al trepar al arbol me aseguro que no haya cerca ningún Agente de la Paz. Una vez cerciorado de ello trepo y paso por la rama por encima de la valla. Cuando me encuentro al otro lado engancho el pie en el lazo y me descuelgo usando el otro extremo de la cuerda.

Al llegar al suelo em encamino a mi casa a despertar a mi padre para ir juntos a la Ceremonia.

Una vez en la plaza abrazo brevemente a mi padre antes de encaminarme a la zona que tenemos asignados los posibles tributos.

- Bueno, ya estamos aquí. - pienso mientras van llegando el resto de los chicos del Torneo.

De lejos logro ver a Emilu Koyak, una de las chicas por las que suspira la mayor parte de los chicos.

La verdad es que hay que reconocer que la chica es guapa. Lástima que no se fije en mi. Aunque por otro lado es posible que ni siquiera me conozca pues no trabajo en la mina que es donde ella solía pasar gran parte del día hasta que decidió poner su tienda. La cual observo de vez en cuando en la distancia.

Emi estaba en su piso a la altura de la calle, un piso diminuto en una barriada, durmiendo, se despereza y un rayo de sol atraviesa las viejas persianas por las rejillas dejando unos hilillos de luz en el techo, abre los ojos y un haz de luz se refleja en sus pupilas haciéndo a sus ojos parecer aún más azules... como mágicos, se oye un perro ladrar en la calle fuera, ladra y gime como todas las mañanas - pobre Suzu - piensa Emily recordando al perro pastor que ya conoce de varias veces que se encontró con su vecina en la puerta, y se levanta dejando la sabana a un lado, se calza unas zapatillas, y entra en lo que sería un baño pero sólo hay un armarito y un espejo, se mira en el espejo oxidado que tiene en el que apenas se ve su reflejo pues está muy viejo y se peina, luego deja el cepillo en un armario.

Lo que sería su cocina tiene una alacena vacía y una palangana sin agua, mira su salón desde la cocina y el sofá cama donde dormía, y mira la calle de refilón desde la cocina por entre las cortinas, abre la alacena que parece temblar sólo de ver lo poco que hay en ella, luego vuelve a echar otra ojeada a la calle pensativa - hoy es el día... pero no creo que me toque... tengo 16 años... ya... - cuando se oye el silbido del viento, sale de su ensimismamiento, coge un vaso pero no le queda leche así que lo deja en el mismo sitio donde estaba, una alacena de madera barata, la cierra y se sienta en un taburete alto junto a una mesa alargada, como una barra de bar que hace las veces de mesa y separador de salón y cocina.

Se queda pensativa - que tristeza de vida... - da varios suspiros y se viste, vaqueros y camisa cómoda, hace la cama mientras piensa en sus padres, se pone sus zapatos, sus únicos zapatos viejos y su único abrigo, recoge su bolso con un monedero vacío, las llaves de su piso y poco más y sale de su casa, la casa de sus padres y la de sus abuelos, cierra y baja las escaleras sin prisa esta vez.

Camina buscando el sitio donde siempre acude para los juegos pensando que llega tarde - hoy no iré al puesto donde trabajo - atraviesa la plaza del mercado mirando donde suele poner su puestecillo, y sigue a toda prisa evitando al gentío que acude al evento y cuando llega, escucha a la gente y observa con gesto de preocupación - espero que no me toque, no tengo interés alguno. -

Se encamina hacia la zona de los tributos y piensa en lo injusta de la vida, imágenes de su padre, ahora muerto, de su madre, fallecida y de su vida pasan por su mente, da un suspiro más y se coloca donde se ha puesto los años anteriores desde que entró en la edad obligatoria - sólo 1 año más y ya me dejarán en paz.

La espera se me hace más larga de lo habitual. No puedo evitar mirar en derredor sin detener mi mirada en nadie. Hasta el momento en que sacan el primer nombre. Emily Koyak.

- Joder, también es mala suerte. - pienso. Pierde a su padre en una revuelta y a su madre en un extraño accidente y ahora le toca participar en los Juegos del Hambre... Esta chica se lleva todas las desgracias ella sola.

Sin darme cuenta me he quedado embelesado mirándola avanzar pero las palabras de Hide Evanete me sacan de mi ensoñación cuando pronuncia mi nombre.

- ¿Ha dicho mi nombre? - me pregunto.

No obstante la reacción del resto de los chicos abriéndome paso deja bien claro que si que he escuchado bien así qeu avanzo firmemente sin vacilar. Al pasar a la altura de mi padre asiento con la cabeza a modo de despedida, por lo menos temporal pues estaba convencido de poder regresar con vida.

Al llegar a la Tarima empiezo a ascender a la misma.

¡Qué hombretón tan apuesto! dijo Hide cogiendo a Marcus de los mofletes y moviendo su cara con energía. ¡Y apenas estás negro del carbón, se nota que hoy te has dado un buen baño! añadió como broma, pero la gente del distrito no le rió la gracia.

Qué público tan soso dijo llevándose las manos a la cintura y negando con la cabeza.

Muy bien, queridos, entrad por esa puerta os señaló una Allí podréis encontraros con vuestros padres y hablar con ellos para despediros. ¡Sólo por si las moscas! ¡Jajajaja!

El alcalde suelta su discurso, el mismo discurso hablando por un micrófono, el mismo rollo de siempre y se queda como ausente mirando a la gente que observa, y oye una melodía de cuando su madre le cantaba una nana para dormirla y una lágrima se desliza por su mejilla colorada hasta que de pronto, se ralla el disco y se escapa un patinazo, en cuanto aparece en escena ella, Hide y grita su nombre.

Emily pone cara algo sorprendida primero y con rabia y fastidio después pensando en su mala suerte, no le quedaba mas que un año y ya se libraba... maldita su suerte, pero luego, dibuja con sus labios sensuales una sonrisa y camina elegantemente, sus movimientos son cadenciosos, glamour por todos los poros de su piel relucen al sol, su blusona se mueve con ligereza y sensualidad al ritmo de su cuerpo hasta llegar a la tarima, ve al otro compañero luego de llegar junto a ella el chico que fue llamado de su mismo distrito, piensa que parece muy simpatico y es atractivo.

Acto seguido observa a la mujer, Hide Evanete y su sonrisa se disipa quedando flotando por encima una mirada de ausencia, piensa que no deberia estar aqui... como el aceite mezclado con el agua.

Mientras la extraña mujer agarra a Marcus River el que será su compañero de distrito, esta se queda quieta como invisible, e inalterable, como el diamante, mientras todo ocurre a su alrededor, ve a la gente que no parecía reirse ni le hacía gracia las tonterias que Hide hacía al pobre Marcus.

Cuando dijo de despedirse, Emily siguió inmutable como un cisne blanco en el medio de un lago, elegante, etereo y mágico pues no tenía de quién despedirse.

Cuando Hide me agarra los mofletes y me gira la cara me entran ganas de estranguarla y acabar con todo esto pero finalmente me contengo pues no deseo que a mi padre ni al resto de los presentes les pase nada.

Luego simplemente me giro y me dispongo a despedirme de mi padre.

La espera en el interior de la sala no es muy larga y enseguida aparece mi padre con los ojos rojos de haber llorado.

- No te preocupes. - le digo abrazándole. Todo irá bien.

- ¿Qué no me preocupe? - me responde. ¿Como quieres que no me preocupe? Eres mi hijo. Mi única familia.

- Confía en mi. - le digo. No podrán conmigo.

Me dan ganas de contarle la verdad. Que he estado entrenando desde la última cosecha cuando salió elegido el hijo de Steve, compañero de mi padre. Apenas puso un pie en la Arena, el chaval se quedó completamente quieto. Sin moverse lo más mínimo hasta que su cuerpo cayó atravesado por una jabalina lanzada por uno de los Profesionales.

En ese instante decidí que a mi no me pasaría lo mismo y que entrenaría todos los días mientras pudiera moverme. Al principio fué doloroso para los músculos pero poco a poco se habituaron al esfuerzo y empecé a mejorar en todo lo que me me proponía.

El problema es que eso es Ilegal y no estaría bien visto en el Capitolio. Por eso debo de mantener el secreto. Para mantener con vida a mi padre y evitar que tomen represalias contra él.

Pasamos el resto del tiempo abrazados hasta que me llaman de nuevo.

- Confía en mí. - le digo. Todo saldrá bien.

Él simplemente asiente con la cabeza.

Dos mensajeros irrumpieron en la habitación y se quedaron apostados en la puerta. Esos hombres te escoltan hasta la entrada del tren. Allí puedes ver doce vagones, sin contar el del maquinista. Uno por distrito. Allí estarán tus futuros compañeros y rivales.

Al entrar en vuestro vagón, veis a un hombre con una copa en la mano llena de licor. Os sonríe mientras brinda a vuestra salud.

Vaya, una rubia guapa. ¿Crees que te servirá de algo? Pues no, niña, esto no es un pase de modelos. Morirás si eres tonta y no sabes sobrevivir. Y tú, ¿crees que por tener músculos llegarás lejos? De nada servirán si caes en una trampa. Te trincharán como un pavo. Soy Thomas, y soy vuestro mentor.

Sigo a los mensajeros hasta el Tren que nos llevará al Capitolio.

Al entrar en el mismo un tipo que se presenta como Thomas, nuestro Mentor, nos recibe atacandonos verbalmente.

- Pueden intentarlo. - le respondo. Pero no soy todo músculo.

- Como pronto comprobarás. - pienso divertido.

- Además, ¿no se supone que es tarea tuya que no pase eso? - le digo señalándole con el dedo.

Nunca me han gustado los tipos engreidos y que se creen el centro de atención y este tal Thomas parece que no va a ser una excepción.

¡No! Yo estoy para señalar tus fallos y camelarme a los patrocinadores para que te ayuden. Pero si a ti te comen en la Arena, es cosa tuya dijo señalándolo y golpeándole con el dedo índice.

A los del distrito 12 nos ven siempre como objetivos fáciles. ¡Dicen que somos muertos de hambre! ¡Hay que arrancar el brazo de un mordisco a alguno de ellos para que vean lo que hace un muerto como nosotros! ¡Aaaah! gritó mientras miraba a Marcus.

- El tipo este definitivamente es tonto. - pienso mientras escucho su perorata de respuesta. O sino está totalmente borracho y no sabe lo que hace.

Cuando apoya su dedo sobre mi decido que ya he escuchado bastante así que me dispongo a agarrarlo por la pechera con la mano derecha mientras que con la izquierda agarro su dedo.

- Será mejor que no vuelvas a señalarme. - le digo con cara de pocos amigos.

No obstante antes de que pueda agarrarlo empieza a gritar como una niña.

- ¿Qué diantres le pasa a este tipo? - pregunto. ¿Está loco o tan sólo está totalmente borracho?

A mi no intentes tocarme dijo casi escupiendo. He matado a unos cuantos hombres y mujeres. Te puedo dejar lisiado para que mueras más rápido en la arena, así que me respetas o me respetas dijo volviendo a beber.

La chica de pelo rubio observa a los dos que les escoltan, seran escoltas o no se... va¡ lo que sean y entra en el tren, acto seguido comprueba que hay un caballero que los mira, primero a ella y luego a Marcus con el que no ha mantenido ninguna conversación por los nervios y las circunstancias, parece que esta ebrio el que será nuestro mentor según nos dice con una copa, huele a alcohol.

Le sirva o no, no le contesta, un pase de modelos? ella no lo ve asi..., pues al hacerlo Marcus respondiendo de manera tan lanzado e impetuosa, se quedo pillada y no le responde, una vez llegan, observa la luminosidad, su futura habitación con baño incluido, boquiabierta y el lujo de todo lo que se va encontrando alucinada y al fin, cuando les pregunta, Emily le dice - vale, Señor Heintre, entonces, digame que debo hacer para sobrevivir?

- Puedes intentarlo viejo. - le digo en respuesta a sus amenazas tras lo cual simplemente le ignoro el resto del viaje.

Al verlo dormido borracho en el sillón no puedo sino sentir una extraña mezcla de frustración, repujnancia y lástima.

- ¿Y eso tiene que conseguirnos Patrocinadores? - digo señalándolo.

Al cabo de unas horas suena un timbre. Al parecer hemos llegado al Capitolio.

Por más que haya visto imágenes del Capitolio en la Televisión jamás pude imaginarme que sería así. Todo lleno de luces brillantes.

- Y luego a nosotros nos racionan la luz en el Distrito. - digo. Tiene huevos la cosa.

Por fin paramos frente a un Edificio. Entramos en él y no puedo hacer otra cosa que mirar en todas direcciones.

- Con lo que hay aquí dentro puede vivir medio Distrito 12 durante varios meses. - pienso.

Entramos en el ascensor y antes de darnos cuenta estamos en la planta 25.

- Hey, estos ascensores si que son rápidos. - digo. Lástima que no los tengamos así en el 12. Los descensos y ascensos a las minas serían más rápidos.

Luego de unos metros siguiendo a un chico joven nos indican las habitaciones.

- Está bien. - digo abriendo la puerta de la mía.

- Tan sólo espero que esté sobrio y cumpla bien con su cometido. - le respondo a su pregunta.

Que pelmazo de tio. ¡Tenéis que ganaros vuestros patrocinadores vosotros mismos! Ya veréis mañana, ya... dijo riéndose de Marcus. Después miró a Emily y sonrió con malicia

No ser tan rubia sería algo bueno, pero de momento espero que seas capaz de hacer algo inteligente con ese cuerpo. Buenas noches y dio un portazo a su habitación.

El sol fue el que os despertó tras una noche de sueño. Os resultó extraño despertaros en unas camas tan suaves y mullidas comparadas con la que teníais en vuestra casa. Incluso os dieron ganas de levantaros para empezar a trabajar hasta que os disteis cuenta de que no estabais en vuestro Distrito. Ahora os tocaba trabajar para sobrevivir a esa batalla.

Tras poneros algo, salisteis a la sala central. Allí la mesa estaba atiborrada de comida para serviros un buen desayuno. Thomas estaba con un café y unas gafas de sol puestas. Obviamente, estaba de resaca. Levantó la mano al veros y os indicó que os acercárais.

Venga, comed. Os vendrá bien. Hoy empiezan los entrenamientos. Tú dijo señalando a Marcus recuerda que si enseñas todo lo que sabes hacer van a ir a por ti y te darán caza. Y tú miró a Emily intenta no parecer tonta. Si no te cazaran con una mosca. Los patrocinadores estarán allí. Van a estar pendiente de todos vosotros y, si gustáis, os ayudaran en la arena. Ahora, decidme qué sabéis hacer. Si no queréis que el otro se entere de vuestros fuertes, nos vamos a otra habitación, pero tenemos que planearlo bien.

Tras el portazo de Thomas simplemente me giro sobre mi mismo y entro en la habitación.

- Buenas noches Emily. - le digo antes de cerrar la puerta.

Una vez a solas me dirijo al baño para relajarme.

Empiezo a investigar los distintos botones de que dispone la bañera hasta que finalmente elijo un par de ellos al azar. Inmediatamente la bañera empieza a llenarse de agua con un perfume a flores.

Me encojo de hombros y entro en la bañera. La sensación es extrañamente agradable. Sin duda podría acostumbrarme a ello.

Tras el baño me acuesto hasta que el sol me despierta al día siguiente.

Abro el armario y me pongo lo primero que veo. Una vez vestido me aseo y salgo a desayunar. La mesa tiene más comida de la que he visto en el último medio año.

Me siento en la mesa y empiezo a desayunar algo de ¿fruta?. No sé que es pero está rico.

Asiento a las palabras de Thomas.

- Por una vez dice algo coherente. - pienso.

Thomas se dedicó a miraros, sobre todo a Emily que parecía en otro mundo. Negó con la cabeza y miró a Marcus.

Ten cuidado con lo que haces en el entrenamiento, chaval. Habrá muchos ojos por allí, y a los profesionales les interesa saber si hay alguien que pueda superarlos. Tarde o temprano tendrás que luchar contra ellos, así que no muestres todo lo que sabes hacer.

- De acuerdo. - le digo a Thomas. No mostraré todas mis armas.

- De hecho, creo que no mostraré ninguna de ellas, por lo menos de momento.- añado. Primero veré de lo que es capaz cada uno de los Tributos.