Partida Rol por web

Me despierto con energía como todos los días, me gustaría saber que tiene preparado para mí el devenir de este día. Se que tengo unas cuantas horas libres antes de las clases de Violín. Mi habitación es bastante cómoda, tiene multitud de telas de vivos colores y un dosel en mi cama de rosa palo. Los odio. Me lavo la cara, me visto con abrigo y salgo disparado a la calle. Vivo en la Aldea de los Ganadores. Mi padre Iunus Krimmer, ganó los juegos del hambre y eso ha hecho mi vida mucho más fácil. Voy a ver a mi perrito, Dadmal, es negro y grande, una monada, lo recogí de pequeñito y lo adopté. Llevo tres días sin darle de comer. Lo suelto y correteo con él.

Saludo cordialmente a todo el mundo que me encuentro, me conocen y yo a ellos. Siempre tengo una sonrisa para ellos y un buen talante. Gilipollas. Cojo varias barras de pan y con una sonrisa al panadero sigo mi camino.

-Lo siento, señor Belién, los cojo para dárselos a mis ámigos- le pido perdón con las manos en forma de súplica- no tienen nada que comer- mientras sigo corriendo con Dadmal cerca mía ladrando.

El viejo panadero no me dice nada, niega con la cabeza mientras se rie, es buen amigo de mi padre y sabe que lo hago para dárselos a los niños pobres. Tonto del culo. Bajo toda la calle hasta salir de la zona, saludo a los guardias con la manita. 

- Jhesen, buenos días, vengo en una hora- él, me devuelve el saludo con una leve sonrisa, acompañada de un movimiento lacónico de la mano.

Estoy viviendo en el sector textil, y los fabro-telares están por todas partes. En el mayor de ellos trabaja mi padre, de relaciones públicas y negociador con el capitolio, y muchas veces voy para estar con él mientras aprendo. Puto rollo. De entre muchas de las callejuelas veo a una niña no demasiado abrigada y tiritando, en sus ojos se ve la desesperación del frío y el hambre. La cojo de la manita y por detrás de la casa corremos hacia el bosque. Ella me mira interrogativamente, pero yo le sonrío y le digo que sí con la cabeza.

Se deja llevar, ya que no sabe que todo puede ir a peor. Piensa que como estoy bien vestido, soy su príncipe azul o algo parecido. Le enseño el pan mientras seguimos corriendo de la mano y ella deja escapar una risita de pura felicidad. Cerca del lago me detengo. Doy unos pasos por su quebradiza superficie y asintiendo, lanzo la pequeña bolsa de panes hacia su interior, que se desliza dando vueltas hasta detenerse.

-¿Quieres comer? tendrás que cogerlo- le digo sonriendo- es un juego, verás que el hielo aguanta.

Ella se lo piensa unos instantes y luego avanza con miedo, está descalza y se resbala perdiendo el equilibrio pero sin caerse. Lo está haciendo bien, tiene la vista fija en los panes, de los cuales pudo incluso olerlos. Nota como el hielo cruje, lo oigo hasta yo. Sólo le faltan unos pasos. Su mirada sigue hipnótica en los calientes panecillos. Un paso más. Ya los tiene se da la vuelta para decir algo con la bola en alto pero no llega a decir nada. El hielo se rompe tragándosela hasta el pecho. Ha tenido los reflejos de salvar el pan antes de caer y ahora se encuentra lejos de ella, girando divertido en el hielo, ajeno a la suerte de su salvadora.

-SOCORRO, AYUDA- grita con su voz presa del miedo, mientras patalea inútilmente para salir- SOCORRO- repite tontamente- NO PUEDO SALIR.

-No pasa nada, es parte del juego, ahora tienes que elegir. ¿Agua o dientes?- termino preguntando.

-Ataca- ordeno a mi perro.

Siempre eligen dientes, hay que ser tontos. Mientras disfruto del espectáculo oigo una sirena a lo lejos, suspirando recojo mi bolsa de panes y doy la vuelta sobre mis pasos. Hoy es día de la cosecha, le doy un bocado a un pan, no estoy preocupado. Sólo estoy en una papeleta.

-Vamos chico- Lo llamo, el perro, suelta la cabeza de la niña, le falta media cara y sólo el hecho de estarla devorando viva hacia que siguiera a flote, para suerte de ella, se acabó y se hunde en la fría profundidad. 

Aldea de los ganadores, así le llamaban a la zona donde Clara vivía. Pero no era así como ella se sentía, para nada era una ganadora. Lejos queda el momento en el que un tímido Walter Feinman ganó los juegos con apenas 16 años. Su padre ya era solo un nombre en una lista de antiguos ganadores pero la gloria del momento pasó. Y Clara sabía que lo echaba de menos, que desde el momento en el que se enteró que iba a ser padre deseaba revivir la emoción de la victoria a través de su prole.

Por supuesto, Walter era demasiado tímido y humilde como para reconocerlo, pero Clara veía en sus ojos un brillo cada vez que le relataba su paso por los juegos, incluso parecía dejar caer algún consejo por si acaso su hija era elegida como él para participar en aquel festival violento. Por si acaso... esas eran las palabras adecuadas, porque los años pasaban y no volvía a salir el apellido Feinman en ninguna papeleta, y ya eran 18 años los que cumplía la joven. Y desvanecían las esperanzas del cada vez menos sonriente Walter. Clara lo notaba, la imagen mental de su padre sobre la idea de que su única descendencia se vería sumergida por una vida de trabajo duro y sin emoción alguna. No es que la vida fuera en exceso mejor para los ganadores una vez lejano el recuerdo de su triunfo. Pero al menos lo habría alcanzado, y su padre quería que Clara sintiera lo que el sintió, por mucho que supiera que por otro lado, de ser elegida, podría perder a su hija en los juegos.

-Vamos, papá, ya sabes que me gusta estar en primera fila cuando dicen los nombres- dijo sonriente, casi tirando de la mano a su padre- ya, ya lo sé... "No debes emocionarte cada año"- dijo imitando la voz de su padre- pero también sé que en el fondo a ti también te gustaría.

Siguió andando hacia la multitud, para ver la Cosecha en una buena posición.

Orgullo.

Era lo que esperaba que sintiera su padre cuando su nombre saliera elegido. Pero no fue así, una niña a la que no conocía de nada fue elegida en su lugar. Y entonces lo vio... su padre, del que se había alejado antes para estar en las primeras filas junto con otras niñas candidatas, empezó a acercarse a ella con gesto de querer abrazarla y una sonrisa en el rostro.

Eso es lo que más le dolió, la sonrisa, sabía que era fingida, que lo hacía solo para contentarla y que no se sintiera culpable pero que en el fondo estaba decepcionado con ella. No, aquello era demasiado para ella, y más sabiendo que podía hacerlo para remediarlo. Sabía que se podía presentar voluntaria en lugar del tributo elegido si éste no tenía inconveniente. No tenía otra solución.

Empezó a avanzar hacia la tarima tímidamente pero apartando a la gente para poder acercarse. Hasta que llegó allí y empezó a subir. No se fijó si eso contrariaba al público o no, o si estaba haciendo algo mal, pero ella no podía parar.

-Soy Clara Feinman, y me presento voluntaria como tributo femenino.

Esperó a la reacción de la gente y de Hide Evanete, pero solo le importaba la de una persona. Su padre.

-No sabe lo que hace, es un suicidio, no tenía que hacer ésto... es culpa mía por contarle mis historias- dijo Walter Feinman con gran pena, con algunas lágrimas saliendo de sus ojos.

Pero Clara no podía oírlo entre el tumulto allí formado. Solo vio las lágrimas que surcaban su rostro. Clara sonrió, pues sabía que esas lágrimas solo podían significar una cosa.

Orgullo.

¡Uy! gritó Hide llevándose la mano a la boca. Corrió hacia Clara y la agarró del brazo para llevarla al centro de la tarima.

¡Tenemos a una valiente, señores y señoras! ¡Se merece un gran abrazo! La gente empezó a aplaudir. Unos con tristeza, otros con alivio...

Muy bien, señorita Feinman, es usted muy valiente. Pase por esa puerta de allí, podrá reunirse con su familia para despedirse de ellos. Sólo por si las moscas, jajajaja.

Después de sacar a la chica voluntaria los dos participes del sorteo empezaron a mover la urna donde estaban los chicos. Estoy en fila junto con los demás. Los nervios están a flor de piel. Yo es la primera vez que entro y además nunca he pedido comida de racionamiento. Es casi imposible que me toque. Así que disfruto con los nervios ajenos.

Me quedo pensando en mis cosas, que voy a hacer cuando acabe esta tontería y vuelva a mi casa. Vuelvo a mirar a los demás que tengo a mi alrededor. Ahora todos me miran a mí. ¿Que pasa? En ese momento dos guardias vienen hacia mi y se abre un pasillo en la multitud. ¿ha dicho mi nombre? 

En estado de confusión me llevan hasta el estrado, unas lagrimas empiezan a recorrer mi cara. Esto no puede estar pasando. Un papeleta, había una sola papeleta con mi nombre...

- ¿Papá?-susurro mientras lo veo con el resto de adultos al final.

Ya está, ya era oficial, ella era el tributo femenino de su distrito para éstos juegos, aunque su nombre no saliera en la papeleta seleccionada. Y ya no podía volver atrás... claro, que tampoco quería.

Hicieron que pasara por una puerta tras la que le esperaban sus padres, y Clara vio lágrimas en sus ojos. La palabra orgullo volvió a acudir a su mente.

-No sabes lo que has hecho- dijo su madre cargada de pena y con susurros, con miedo de que alguien que no fuera su hija lo oyera- te van a matar.

Clara sabía que su madre no la comprendería. No era como su padre, que sabía lo importantes que eran los Juegos. Sin embargo, éste no pudo articular palabra, se limitó a abrazarla con el rostro lleno de lágrimas. Pues sabía que una vez se separara de ella, no volverían a estar juntos. A no ser que ganase, pero no era un paso fácil, Walter lo sabía mejor que nadie. Si la suerte no le hubiera sonreído cuando era un niño ahora no estaría vivo.

¡Oooooh! ¡Pobre niño pequeño! ¡Si tus papás te van a querer igual, mueras o no! ¡Jijijijiji! empezó a reírse mientras daba pequeños golpecitos en la cabeza a Sasha.

Sigue a esa chica tan mona y podrás decirles a tu mamá lo mucho que la quieres. ¡Venga, corre!

Dos mensajeros irrumpieron en la habitación y se quedaron apostados en la puerta. Unas últimas palabras surgieron de vuestras bocas, abrazos, besos y alguna lágrima rebelde se asomó a los ojos de vuestras familias. Tras una mirada de despedida, esos hombres te escoltan hasta la entrada del tren. Allí puedes ver doce vagones, sin contar el del maquinista. Uno por distrito. Allí estarán tus futuros compañeros y rivales.

Al entrar en vuestro vagón, veis a una mujer tomando te en una taza rosa. Os mira con una gran sonrisa maternal y os indica que os sentéis.

Queridos míos, sentaos, por favor. Mi nombre es Emma Watson y seré vuestra tutora y mentora en este viaje. Por favor, servíos te y coger unas pastitas, os ayudarán a pasar este mal trago. ¿Cómo os sentís, queréis hablar de ello?

Me siento con las piernas muy juntas y las manos unidas sobre ellas. Miro a mi alrededor intentando absorber toda la información posible. No tengo mucha hambre así que niego con la cabeza ante el ofrecimiento de comer.

Inevitablemente busco una ventana para poder mirar al exterior, dejo muchas cosas aquí, una buena vida, y quisiera despedirme con la mirada, sin embargo desde donde estoy no se ve nada. Tanta decoración con unas tupidas cortinas me impiden ver. ¿Que estará haciendo mi perrito? mis ojos todavía están enrojecidos por las lágrimas vertidas al despedirme de mi padre. Me está costando bastante digerir todo esto.

- Buenos días Enma- le contesto en un susurro-.

Los juegos son muy duros... mucho. Pero antes de empezar no te tratan mal. Si se tiene suerte, te puede tocar un mentor simpático, que trate a los tributos con buenas formas. Sin duda supe que debía hacerles caso en todo lo que me dijeran... sabían más que yo, y no creí que fuera buena idea llevar la contraria a sus consejos.

Pensé que si uno escuchaba sus palabras sin causar problemas tendría al menos alguna oportunidad de vivir. Hice bien siendo obediente... estoy vivo gracias a eso.

Eso le había contado su padre una de las numerosas veces que Clara le había preguntado sobre los Juegos. Y sin duda ahora podría venirle bien. Decidió hacer lo que hizo su padre. Portarse bien, ser educado.

-Gracias, con su permiso...- dijo a la vez que se sentaba y cogía una taza de té y un par de pastas antes de contestar a la pregunta de como estaban- Yo estoy bien, emocionada... deseosa de hacerlo bien.

En realidad, no hacerlo bien significaba morir, así que estaba completamente convencida del dogma de "hacerlo bien".

Oh, claro que sí, querida Emma dio un sorbo pequeñito a su taza. Una buena dama sabe cómo actuar en cada momento. Aunque sea algo... diferente a cualquier tipo de situación que te hayas podido encontrar nunca. La educación es primordial, aunque se trate de dar muerte a tus rivales. No es bueno reírse ni faltar al respeto más de lo necesario.

Se levantó de la silla y se acercó a la mesa. Cogió una pasta y una taza y se acercó a Sasha.

Se que no te apetece, ni tienes hambre ni sed. Pero te sentará bien. Eres un niño pequeño, seguro que corres mucho y te escondes muy bien.

El sol fue el que os despertó tras una noche de sueño. Os resultó extraño despertaros en unas camas tan suaves y mullidas comparadas con la que teníais en vuestra casa. Incluso os dieron ganas de levantaros para empezar a trabajar hasta que os disteis cuenta de que no estabais en vuestro Distrito. Ahora os tocaba trabajar para sobrevivir a esa batalla.

Tras poneros algo, salisteis a la sala central. Allí la mesa estaba atiborrada de comida para serviros un buen desayuno. Emma estaba sentada con su tazita de te rosa cuando levantó la mirada y os vio.

Buenos días Clara, buenos días Sasha. Por favor, sentaos y desayunad. No sería de buena educación que el estómago os sonara durante la sesión de entrenamiento de hoy. Sí, además hay que ir para impresionar a los patrocinadores. Esos señores y señoras os estarán observando, anotarán todo lo que hagáis y, si impresionais suficiente, os ayudarán durante la arena para que sobreviváis.

Y ahora dijo dejando la taza de te debemos hablar. Tengo que saber qué se os da mejor para aconsejaros que hacer. Si no queréis enteraros de lo que sabe hacer el otro, podemos ir a otra sala para hablar.

-En los juegos cada tributo tiene un compañero. Pero no son dos los que ganan, solo uno- la voz de su padre cuando le contó aquello una vez que ella le preguntó por su compañera de distritosonaba triste- y mi compañera eso lo supo muy bien. Yo confiaba en ella a pesar de que sabía que no lo lograríamos juntos pero solo sirvió para que supiera mis puntos débiles. Sabía donde descansaba cuando ya no podía con mis fuerzas y un día... un día me atacó cuando estaba desprevenido, aprovechándose de la confianza que yo tenía. Y yo tuve que...

Pero su padre cambió de tema inmediatamente, ahorrándole a su hija el detalle de como tuvo que matar a otra niña para salvar su vida. Clara no volvió a preguntar nunca por la compañera de su padre, ni él a volver a hablar de ella.

--------------------------------------------------

Clara sabía que tener un compañero era ventajoso. Podían trabajar juntos y cuatro brazos eran mejor que dos. Cuando Emma les dijo que si querían hablar en privado para que su compañero no les escuchara le volvió aquella historia a la mente. No, lo mejor era que nadie supiera sus debilidades. Así que una vez hubo desayunado de todo un poco se dirigió a Emma.

-Si podemos hablar en privado mejor.

No es que ella quisiera matar a su compañero nada más tener la ocasión, le daba pavor el hacer algo así. Pero su padre le dejó claro con esa historia cruel que no debía fiarse de nadie. Así que una vez estuvo a solas con su mentora, volvió a hablar.

-Mi padre dice que soy lista y aprendo rápido, supongo que eso es una ventaja. Y que también me fijo en los detalles y soy educada y observadora cuando trato con otras personas. Aunque- enseñó sus brazos nada musculosos- no soy muy fuerte ni muy ágil. Mi padre a veces bromea diciendo que mis únicos músculos fuertes son el cerebro y la lengua, y supongo que tiene razón.

Me pongo la misma ropa de viaje, creo que los armarios tienen ropa nueva, pero la verdad que me siento apegado a la mía de una manera extraña.

Me retraso un poco, ya que por la mañana todo parece más explendido bajo los rayos del sol y está todo a mi gusto, he nacido para esta vida, pienso mientras sonrío y doy una par de vueltas alegremente. Después salgo de la habitación y veo toda esa comida, más comida de la que he visto en toda mi vida. Así que saludo a mi compañera con alegría y empiezo a coger un poco de cada cosa hasta llenarme la boca. De repente miro con los ojos abiertos a las dos y sonrío tomando mi sitio.

-Buenos días- leve inclinación de cabeza- ¿Hoy empieza todo?- pregunta con un ligero tono de ansiedad.

Tras unos tragos de un agua más limpia que la que he visto en mi vida, y eso que yo pensaba que vivía bien, me apresuro a contestar, me da igual que esté Clara

- Emma, yo no soy muy bueno peleando la verdad- por no decir nada- se me da bien correr, y me considero ágil, pero hecho de menos a mi perro,  ¿no se le puede traer?- hago pucheros con la boca, mientras miro a Clara, buscando una apoyo.

Me pongo la misma ropa de viaje, creo que los armarios tienen ropa nueva, pero la verdad que me siento apegado a la mía de una manera extraña.

Me retraso un poco, ya que por la mañana todo parece más explendido bajo los rayos del sol y está todo a mi gusto, he nacido para esta vida, pienso mientras sonrío y doy una par de vueltas alegremente. (Tengo que matarlos a todos). Después salgo de la habitación y veo toda esa comida, más comida de la que he visto en toda mi vida. Así que saludo a mi compañera con alegría (maldita zorra, sólo verte me dan ganas de acuchillarte con la paleta de pescado) y empiezo a coger un poco de cada cosa hasta llenarme la boca. De repente miro con los ojos abiertos a las dos y sonrío tomando mi sitio (voy a hacerme el niño bueno)

-Buenos días- leve inclinación de cabeza- ¿Hoy empieza todo?- pregunta con un ligero tono de ansiedad. (veré las estúpidas caras de los demás)

Tras unos tragos de un agua más limpia que la que he visto en mi vida, y eso que yo pensaba que vivía bien, me apresuro a contestar, me da igual que esté Clara. (espero que se confíe la fulana ésta)

- Emma, yo no soy muy bueno peleando la verdad (por la espalda no se necesita saber pelear)- por no decir nada- se me da bien correr, y me considero ágil, pero hecho de menos a mi perro,  ¿no se le puede traer?- hago pucheros con la boca, mientras miro a Clara, buscando una apoyo. (y pensando lo que te haría mi perro)

Emma apretó los labios al ver que Sasha no se ponía una servilleta en las piernas, pero decidió no decirle nada.

Tus habilidades te ayudarán a sobrevivir, pues en la arena no todo es combate. También hay que saber huir de una pelea, esconderse y esas cosas dijo dando un sorbo a su taza.

Lo siento, querido, pero no te pueden traer a tu perrito. Sería hacer trampas para los demás.

El plató estaba lleno de hombres y mujeres vestidos de forma extravagante. Esos días parecía que la moda era el color plateado, pues todos llevaban algo de ese tono que hacía deslumbrar cuando algún foco les apuntaba. Los peinados, como no, dibujaban la rareza de sus personajes; cada uno iba con su forma y sus complementos, desde peinados que apuntaban al techo hasta moños aplastados que parecían animales aplastados por algún tipo de vehículo.

Las luces bajaron de intensidad, lo que provocó que las voces del público disminuyeran hasta quedar un mero murmullo. Una voz profunda y tranquila habló a través de los altavoces.

¡Y ahora, con todos ustedes, nuestro presentador, el más querido, deslumbrante y especial de la televisión! ¡Recibamos con un fuerte aplauso al inmortal Caesar Flickerman!

Los aplausos ahogan las posibles palabras que esa voz pudiera decir a continuación. Tras unos segundos de espera, Caesar sale al escenario luciendo una gran sonrisa al tiempo que lanza besos al aire. Este año lleva el pelo color celeste y, al igual que la moda, lleva un traje totalmente plateado, en el que destaca una corbata gris con lunares dorados que hacen daño a la vista.

Caesar se coloca en el centro del escenario donde espera que la gente se calme para poder hablar. Cuando cree que puede hablar sin tener que gritar, alza los brazos para terminar de tranquilizarlos

Bueno, más que inmortal, se a quién tengo que pagar para que me mantenga joven, ¡buenas noches!

Ese chiste sin gracia hace que el público este un par de minutos riendo a carcajadas, lo que hace que el presentador se incline a modo de agradecimiento.

Como cada año, nos reunimos aquí con una intención: ¡Conocer un poquito mejor a nuestros queridos tributos!j Aquellos niños y niñas que han venido para entretenernos durante un tiempo. ¿Cuál será el que brille más que mi traje? ¿Quién será aquél que sea más dulce que el color de mis cabellos? ¿Quién hará que su sonrisa derrita a nuestras queridas jóvenes? ¿O qué muchacha hará perder la cabeza a nuestros adolescentes? Pues... ¡Esas preguntas serán respondidas a lo largo de la noche! ¡Comencemos con las entrevistas!

Y todos a la vez, corearon:

¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!