Partida Rol por web

A tu alrededor, no parecía haber nadie ni nada más. Lo único que se escuchaban eran vuestras palabras. El problema eran tus compañeros. Parecían que sus palabras eran ciertas. Pero, ¿cómo saber si era cierto? Savera parecía mucho más fiable que Mark, pero aún así...

Avanzo con el Estoque en la mano derecha hacia la Cornucopia atento a todo lo que acontece a mi alrededor. El brazo izquierdo va parcialmente rodeado por ramas y cinta americana que las sujeta al antebrazo.

- Veamos que pasa ahora. - pienso mientras avanzo.

Desenvaino el machete que llevaba en el cinto y miro con suspicacia a mi alrededor, mientras paso a paso avanzo hacia la cornucopia, tratando de no perder de vista a la chica del árbol, Kura; como a los otros dos.

-Demasiado tranquilo... No me gusta nada....

Savera se aleja unos cuantos pasos, esperando ver que Kura baje del árbol. Sujeta firmemente su cuchillo y su navaja y trata de no perder visión de ninguno de sus rivales. Luego, mira a Kura, la cual no parecía con mucha prisa de bajar y le dijo - Espero a que bajes para ir yo también -.

Ciertamente, todo estaba tranquilo y silencioso. El silencio nunca era algo bueno en los juegos del hambre.

Los dos muchachos avanzan hacia la Cornucopia, desconfiados, mirando a su alrededor. Un soplo de viento les hace mirar de un lado a otro... Pero nada, no había nada ni nadie. Parecía que esa cena era de confianza, una cena dispuesta para que os cebéis antes de mataros.

Parece que las palabras de Kura no esconden ningún tipo de secreto.

A tu alrededor, no hay nadie que no veas, ni trampas en tu camino.
 

Una vez llegué a la altura de la mesa vi los manjares que estaban  depositados, y noté como el estómago me daba un señor retortijón. No veía tanta comida junta desde... ¿El tren que nos trajo? Desde luego en casa no habría habido tanta ni de broma.

-Joder...- Miré la comida con suspicacia al tiempo que echaba un ojo a Markus.-Tiene buena pinta ¿eh?

- La verdad es que si. - le respondo mirando a las chicas para ver si se animan a incorporarse al grupo o van a estar quietas sin moverse.

Kura iba vestida con un chubasquero embarrado y en su mano sujetaba con firmeza una lanza de aspecto mortífero. Hubiera sido fácil para ella liarse atacar al primero que se acercara de forma certera, no era la primera vez que lo hacía en la Arena, sin embargo parecía que su propósito de paz iba en serio.

- Voy a bajar, no hagáis ninguna tontería.

Por si acaso no se puso a bajar de espaldas a ellos sino por el otro lado del tronco.

Savera se aleja lo suficiente para que Kura pueda bajar, mientras observa la parsimonia de los otros dos chicos. Era extraño, ya que ese podría ser su último momento de paz en esa letal arena y solo pudo recordar una cosa: su padre.

Siempre había sido amable y dedicado, siempre atento y siempre claro. A diferencia de su madre, su padre era lo único que a Savera le quedaba. Con algo de tristeza, deja ir ese recuerdo y fija sus ojos en Kura. Apenas ella la alcanza, Savera avanza con ella hacia la mesa para comer junto a los chicos.

Excepto Kura, que estaba bajando del árbo, los tributos se acercaron hasta la mesa, guardando distancias prudenciales. Ya que, aunque les habían convocado para esa cena, no se olvidaban que sólo uno de ellos podría sobrevivir. ¿Quién podía saber si alguno ocultaba algún tipo de trampa para acabar con los demás?

Y el cielo se volvió negro, como si os hubiesen cubierto con una manta. Pero la oscuridad no duró ni dos segundos, pues miles de antorchas aparecieron en los árboles, iluminando la Cornucopia. El himno de Panem empezó a retumbar, y las imágenes de vuestros enemigos caídos empezaron a aparecer en el cielo.

Esos tributos habían caído a lo largo del día. Era la confirmación de vuestras sospechas. Sólo quedábais vosotros cuatro. Y, obviamente, os habían reunido allí para que acabárais los unos con los otros.

- Vaya, las chicas han estado ocupadas. - le digo a Mark. Menuda limpia han hecho.

- Los dos del once, el chico del 10, la chica del 8 y nuestro "querido" Sean del 7.

Sonrío al comprobar que las dos chicas son más peligrosas de lo que se podría pensar.

- Mark, ¿que me dices? Seguimos con nuestro pacto y acabamos con ellas y luego que gane el mejor de los dos. - le digo en un susurro aprovechando la lejanía de las dos chicas que todavía estaban de camino a la Cornucopia.

- ¿Te sorprende? - bufó con cierta irritación al acercarse a ellos. Lo cierto era que con su corta estatura sí resultaba sorprendente que hubiera podido matar a alguien pero lo cierto es que estaba segura que había dado un buen espectáculo a la gente del Capitolio y que en su casa ahora mismo estarían conteniendo el aliento pensando que aún tenía alguna esperanza de sobrevivir -. Los cuatro hemos llegado hasta aquí por algo. Aún no habéis respondido a lo que queréis hacer. ¿Matarnos como cerdos o esperar a que intenten matarnos como cerdos? Algún muto decidirá quién es el mejor de nosotros - nadie podría culparla por su cinismo teniendo en cuenta las circunstancias en las que se encontraban.

- En verdad si. - le respondo. Pero me alegra que alguna de las dos matara al chico del 11.

- ¿Quién y como lo hizo? - pregunto. Lo veía como un serio oponente. Veo que me equivoqué con él. - añado sonriéndo burlonamente.