Partida Rol por web

La granada cayó en el pasillo, justo detrás del piquete de guardias. Agacharon la cabeza. BAM. Que explosión de sonido y lo que no era sonido. Una especie de humo raro que salía de ahí, eso no debía ser sano. Dos polis de la UIP habían caído al suelo inconscientes, y entonces entró su primo y su papa. El primero disparó contra el más alejado de los guardias, al fondo del pasillo, provocando que se pusiera a cubierto. El segundo abrió el pecho a un guardia civil que se acercó a ver que pasaba, matándolo en el acto. Y de regalo los del suelo se comieron también unos cuantos perdigones.

Desde allí podían ver el puto caos del patio de la cárcel. Los presos habían salido de sus celdas y se pegaban de hostias con la UIP y los civiles. Éstos ya tiraban de arma de fuego y disparaban a matar. Pero ahora les estaban disparando a ellos, y la masa humana pronto se cargaría la valla del patio. Tenían algunas armas, que habían robado a agentes heridos o muertos, incluyendo los funcionarios de prisiones, que ya eran historia.

El rugido de los presos solo era comparable al bramido de las armas al disparar. No obstante, habían dejado fuera de combate a una parte considerable de los policías, y ahora el combate se decantaba a favor de los presos. Aunque todavía había dos agentes de la guardia civil que disparaban sobre ellos, mientras tres de la UIP protegían el pasillo de salida con sus escudos. Ahora estaban acojonados, por que les disparaban desde atrás. Y no sabían que coño iban a hacer.

Miró a su prima y señaló con el mentón a los del suelo. Había que desarmarlos y esposarlos antes de que les diera por volver al ruedo.

-A elloh, que son pocoh y están cagao.

Dicho lo cual encaró y volvió a disparar el AK, dándole en la pierna al que se quería poner a cubierto. Gitanos vs polis, un clásico. Como el Barça-Madrid. Pero ahora un clásico mortal.

El bicho. El hijo de puta del bicho. Brandon clavó su navaja en su lomo, pero seguía sin darle la herida decisiva. Aunque ya acumulaba puñaladas, y se le notaba cansado, herido, exasperado. Kevin, a pesar de su lengua de cloaca, quería a su hermano. Así que saltó sobre la bicha como Aragorn encima de los orcos en el abismo de jeln. Sin importarle una polla to, dispuesto a matá.

La fortuna quiso que apuñalara el ojo de la criatura y clavara la navaja más allá, a su cerebro. El bicho pegó un respingo y comenzó a patalear en el suelo, chillando. Es lo que hacen muchos animales cuando las van a espichar, y aunque del espacio exterior, éste no era una excepción. Y al cabo de 30 o 40 segundos de pataleo, dejó de moverse y respirar, con la navaja todavía clavada en el ojo.

Se lo habían cargao. Kevin fue a recuperar su navaja y pasó por delante de la garita del guardia. Vió el cadáver del tío, comido literalmente de cintura para abajo. Pero en la mano todavía tenía una pistola, y no le habían comido el cinto donde tenía otro cargador. Sobre la pared colgaba un maletín verde con un símbolo de la cruz médica. Botiquín, quería decir eso.

Al fin en casa. Si nos seguían hasta aquí al menos tendríamos apoyo de los premos, tal y como daban apoyo a los narcos que estaban siendo perseguidos a base tirar desde los pisos bloques de hormigón a los coches de policía.

La misión estaba ya terminada, quería ver al patriarca para que viera lo que habían hecho er Caye junto con el Chacho Guapo, pero fue una pena que no estuviera. Sin embargo me alegró, especialmente la vista, el buen par de tetas de la Vane que vinieron a recibirnos, una verdadera lástima que la chica ya no pasase la prueba del pañuelo.

Eh... - me quedo un poco pillao mirándole las tetas, pero rápidamente alzo la mirada - capasao... - y rápido salí del embrujo que ese buen par de glándulas mamarias habían ejercido sobre mí - CAPASAO, PREMO - miro al Chacho - AYUAME ASPLICARLO. Habían payos con metralletas y armas gordas, y tanques, y coisas mu grandes. Na que vé con la pulisía, y estaban ahí los mengue, dando por culo. De camino pa gorbé había un bisho mu feo que ha matao a un sordao... y casi nos mata a nosoitros, se subió al techo di la flagoneta y hemos tiniu que dispará ahyn, ara veras los boquetes cuando vaciemos el maletero... - eso que veo a Perico, y no se me olvida darle su parte del mérito - minus mal qui tiníamos al Perico - le rasco la cabeza - nos ayudó pa saber andistaba er bisho feo en la flagoneta.

¿Pur aquí qué? ¿No hay mengues ni ná? - En cuanto hago la pregunta espero a que me respondan mientras voy descargando rápidamente la furgoneta. Estaba intranquilo, como si más valiese que nos diésemos prisa en poner a salvo la mercancia, aunque no hubiesen mengues a la vista.

Fue visto y no visto. Las granadas esas eran más útiles que el copón. La otra me la guardaba, que seguro que era mu buena pa dispersar peleas en casa. Entre los sobris, algun vecino molesto, el del patio de luces de enfrente cuando pone la musica alta...Útil, útil. Casi me frotaba las manos pensándolo. Pero no era momento, no. El papa y el primo entraron y despejaron un poco de pasma. Cierto era que había que ocuparse de los del apechusque. Así pues, avance por el pasillo, guardándome de balas a ser posible, pa desarmar a los maderos del suelo y esposarlos donde se queden fijos que no se puedan mover a dar por culo.

- Vengansa hitana, joputah...- sisee en el proceder.

Habían tenio que venir los mengues del espacio a giñarlos a tos, pa que los gitanos tuvieramos el reconocimiento apropiao. Aquí ya solo valían las reglas de los gitanos, y cualquiera que se pusiera por medio se iba derechito pal otro barrio. Como está mandao.

Ay mi Cristo. Que estuviera bien, que se iba a cagar el mundo y tos los mengueh ehpasiale.

Escuchó la historia y comenzó a flipar. Habían visto bichos de esos y todavía se habían cargao a uno. Que valientes, copón. Y habían vuelto con toda esa comida, que buena falta les hacía. Sonrió.

-Que ere valiente premo.

Luego se fijó en el chucho y le rascó la cabeza.

-¿Te Perico llamas, cosica? Ay que bonico. ¿Te lo vas a queá tu?

El primo le escuchó y miró al Chache que estaba silencioso. No por modestia, si no por que la escena de los soldados le había dejado acojonado. Él solo tenía interrogantes en la cabeza.

-Aquí no todavía. Aunque hay primos que han visto por la ciudá, o eso dicen. Pero aquí no nos hemos enterao de ná. Solo lo que cuenta la tele. Al parecé los mengues tienen un ejército de bishos que les ayúan. De varios tamaño. Aunque abundan los chiquitiyo.

Eso le dejó flipao. Él no solía ver las noticias de la tele por que le aburrían. Todo el rato lo mismo, que si corrupción política, que si este mata a nosequién, que si payos peleándose. Puto aburrimiento.

-Macagonlavín. Pues si el shiquitiyo ya no ha dao problema, de los grande no quiero ni de pensá, primo. Ni de pensá. Pero ya estamo aquí con la comía, y vuestro primo Caye es un héroe. Tié unos cojones asín de gordos -hizo el gesto- Que temple, mi arma. Una cosa que no se pué ni contá.

Ella le miró con una media sonrisa mientras acariciaba el perro. La prima siempre le había tratado bien. Cuando los demás decían que él era tonto, ella decía que no. Ella tampoco lo era. Pero la gente es muy cruel. Desde abajo le podía ver tol tetamen a falta de los pezones. Madre mía que espectáculo.

-Mi pri-pri-primo siempre ha sío mu-mu decente. No como ótro.

Piropo al canto.

Decía Winston Churchill que no había nada como que te dispararan y no te acertaran. Aunque era un gordo inglés que fumaba puros, algo de razón tenía. Por que el primo sintió una bala que daba en la pared a su lado. Y le dió el puto subidón.

El disparo le hizo ser precavido. Disparó una ráfaga contra otra de los policías que estaban más expuestos, dejando al parapetado para el final.

-¡¡COMÉ PLOMO!!

Tras haber recargado, el papa estaba preparado para un nuevo asalto. Y la escopeta estaba hambrienta de nuevas víctimas. Apretó los dientes y con ellos, el gatillo. Estaban lejos y los perdigones se dispersaban. Pero bastó para dejar despachao al mismo hijoputa al que disparaba el boliche. Ya solo quedaba uno con escudo y el parapetado en el pasillo...

Y la marabunta consiguió echar abajo la reja del patio, arramblando con lo que se encontraba. Con ellos mismos, como no se descuidaran.

-¡VÍHEN DE LA MACARENA, APARTAO!

Nu séh - contesto a la Vane con respecto a si me voy a quedar con Perico - é un perro hitano, asín que é libre como los hitanos jeje, que hayga lo que quiera él, si me quiere seguil o ilse por ahi a follal jejeje

A lo que me entero por parte del Chúder de que hay bichos de todos los tamaños y colores, a gusto del consumidor - la vilhen... - coincido con el razonamiento del Chacho.

A esto que los halagos del Chacho me vuelven a sorprender y hacerme sentir de nuevo "guay", lo que sumado al piropo de la Vane me ruborizo y me pongo un poco nervioso - ayn hitana, tabría de patas ara mismo y te dejaba tol grumo dentro - pero debido a mi nueva, no sé por cuanto tiempo, posición de "héroe", en vez de irme por las ramas les hago una propuesta una vez que la furgoneta se ha vaciado, lo cual también aprovecho para disimular el rubor que me había provocado la Vane.

-¿Tonse el patriarca ha salío der barrio? ¿No dibiríamos ir a ayudal-le con to lo bisho que sabimos que hayn por ahyn?

Un chutazo de adrenalina en sangre. Eurofia y miedo a la vez. Es algo que no sabría describir. Desarmé a los pavos del suelo y los esposé. De mientras pasaron muchas cosas, tiros y más tiros. Como cuando se nos pelean en el barrio dos famiias enemigas. Igual. Un hijoputa casi deja listo de papeles al Boliche, pero el papa toma bien la revancha.

Luego un sonido diferente llama mi atención, y atiendo a ver como los presos han volcao la valla y vienen en manada. Como un documental de la 2, de esos que a veces pone el papa, pero que quita rápido porque ahí no salen gachís.

- !P`atráh, P`atráh! !Que noh chafan a tó, la vihen! - añado, al comentario del papa. Voy saliendo y reculando para atrás - !Vamoh, vamoh!

Si mi Cristo estaba entre la marabunta, lo ibamos a ver no tradando mucho.

Un poco más y no lo cuenta. El Brandon se quedó tirao en el suelo gimoteando agarrándose el cuello. No podía ni hablar, asín como estaba medio ahogao y con la cara de canguelo. Pero canguelo que no confesaría ni a la puta madre del papa de Roma.

-Aaggh agghh -era lo poco que podía decír.

Lo peor de todo es que el cabrón del Kevin se iba a poner a darse brillo contándole a todo el mundo que había matao al bicho ese. Algo que el Brandon tendría que negar el resto de su vida. Pero bueno, si duraba para contarlo, el Brandon tendría pa siempre una peaso cicatriz de lujo en to el cuello. Una herida de guerra que ni el Maikel de los Ángeles, el kinki aquel que huyendo de la madera se cayó sobre una valla de pinchos que lo atravesaron de lao a lao y le dejaron to hecho mierda por dentro. El nota sobrevivío y tenía todo el cuerpo con cicatrices en plan cremallera que parecía que le había masticao un tiburón. Pero ahora bebía de gratis enseñando las heridas en los bares. Eso es bueno. Eso es respeto. Eso es hacerse un nombre. Y al Brandon a lo mejor se le quedaba voz de cazallero, dura y amenazadora, que para sus planes de ser jefe del crimen iba de puta madre.

Pero vamos, que sin ponerse unas tiritas y un poco de agua onsigená quizá no llegara a verlo.

Tras el navajazo mortal al bicho, se le pusieron de corbata al ver al Brandon tirao en el suelo. Pero nunca reconocería que le había dado miedo ver a su hermano gemelo así, porque coño era su hermano y por el mataba y rajaba a quien fuera, incluido al bicho de mierda que acababa de espicharla. Recuperó su navaja y en la garita del guardia aparte de un cadáver a medio comer había cosas interesantes.

Cogió la pistola y se la guardó en la cinturilla del pantalón y corrió con el botiquín en la mano donde el Brandon. -¡Illo! Encontrao la crú verde de la farmasia- dijo sentándose al lado de su hermano y comenzando a sacar cosas a ver si algo de aquello le servía para curar a su hermano.

-Aaafghrr añadfrgraaaaagh cof cof asaagghh joputa -dijo.

Sonrió por el comentario mientras descargaba una caja llena de cartones de leche, pegada al techo de la furgoneta.

-Ah, no te preocupe. Ya conose ar patriarca. Es un ejérsito dun solo hombre. Estarán bien. Ahora cuando terminemo con ésto les llamamo a ver como van con el tema. ¿Me ayúa, primo?

Le miró con aquel comentario, y pensó. Pensó en que tenía que tirar la caña. Si el primo Caye seguía así, ella podía terminar su soltería con un buen ajuntamiento gitano. Ella necesitaba un hombre pa lucírse y él necesitaba una mujer para dejar de ser un guarrete y centrarse un poco más. Siguió acariciando a Perico.

-Nesesita un hogá, p-pri-primo. Y no é el ú-único.

La mirada que le echó quería decir muchas cosas. Pero entre otras muchas estaba el: cúrratelo y tendrás acceso a éste cuerpazo que me dió Dios. Y a mi corazoncico.

Menos mal que se apartaron, por que la marabunta arrambló con todo, dejando los cuerpos de los policías hechos un guiñapo sanguinolento en el suelo. Estaban furiosos, estaban desatados. Robaron los coches de policía y huyeron. Otros lo hicieron a pie. En vista del tema, el Boliche retrocedió hasta su coche y lo vigiló AK en mano.

Entonces, del final del pasillo, llegó un solitario hombre, que caminaba con un contoneo. Sobre el hombro, una escopeta de aquellas de pelotas de goma de la UIP. Con su melenilla, su barba, sus ojos profundos como la bahía de Cádiz. Su CRISTO. Sonrió al verles, caradura, varonil.

-No teníais espera, ¿Eh? Asias por vení, la cosa pintaba shunga.

Se acercó a su hembra y podía olerla. Le olía hasta lo que no era perceptible. La atrajo por la cintura con uno de sus fuertes brazos y le metió la lengua en la boca.