Partida Rol por web

Los Monjes de la Nada

9 - Cuando la oscuridad acecha

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18/12/2007, 14:21
Director

La vida en Conira era tal y como Deron pensó que sería. Una aldea tan pequeña no atraía la atención de la nobleza mientras pagaran sus impuestos y no dieran problemas. A la falda de los Montes Perdidos, en un lugar tan apartado y de tan poca relevancia que podría decirse que a nadie le supondría un problema si a alguien se le olvidaba incluirlo en los mapas.

Sus gentes eran honradas y trabajadoras, no tenían otra opción. El campo no se trabajaba sólo, el ganado no se cuidaba durmiendo hasta tarde. Cada mañana el pueblo se ponía en marcha y cada noche se apagaban las lámparas de aciete con el sentimiento de haber hecho cuanto se podía hacer. Por suerte la comida no faltaba, las ropas y mantas para el invierno eran cálidas y abundantes, y los niños crecían y jugaban en un ambiente de confianza en todo el pueblo.

Eran apenas doscientas almas. Doscientas buenas almas.

Para velar por ellos tan sólo había un pequeño destacamento de seis soldados del rey, bajo las órdenes del Capitán Melton DeValin. Hombre serio y recto, entrado ya en la cincuentena y entregado por completo a sus deberes para con estas tierras. Bajo su mando se encontraban otros cinco destacamentos más en sendos pueblos de la región, así que el Capitán, siempre inquieto, siempre previsor, tan sólo se encontraba en Conira en ciertas épocas del año y en todo momento de paso. Gastaba sus años y su vida, cabalgando de un emplazamiento a otro y supervisando el buen estado de las cosas. Con el paso de las estaciones, la relación entre Deron Neisha y DeValin ha llegado a ser bastante estrecha y cordial, llegando cada uno a confiar en el otro incluso su propia vida. En las últimas ocasiones en que DeValin ha dejado Conira para dirigirse a otra de las aldeas, ha dado instrucciones muy concretas a sus hombres de que obedezcan a Deron como si de él mismo se tratase.

El gobierno civil de la aldea recae sobre los viejos hombros ya del Magistrado Méliant. Su labor no es demasiado fatigosa ni en ningún caso relevante. Se limita a cumplir con los preceptos marcados desde la capital del reino en cuanto a recaudación de impuestos y simples tareas rutinarias. Por lo demás, es una persona respetable dentro de la comunidad y tiene su propia huerta y su propio ganado como los demás. Trabaja para vivir.

Existe dinero en Conira, como en cualquier otra parte civilizada del mundo, sin embargo sus gentes prefieren seguir utilizando el antiguo sistema de trueques para el abastecimiento diario de los bienes más básicos. El leñador deja cada tarde una carga de madera seca ante cada puerta de la aldea, sin pedir dinero a cambio. De la misma forma, el chico del panadero lleva al leñador el pan caliente cada mañana, recién salido del horno para que pueda llevárselo al partir hacia los bosques. Así es la vida en Conira… tal y como Deron la imaginaba, tal y como la deseaba.

Cinco años han pasado desde su llegada. Cinco años en los que se ha convertido en uno más de sus habitantes. Cada mañana el pecoso hijo del panadero le deja el pan, recibe la leña cada tarde, como los demás. Sus botas fueron fabricadas por el curtidor, quien se negó a recibir dinero alguno a cambio de ellas. Las mantas que cubren su camastro le fueron entregadas por uno de los pastores de ovejas, quien agradeció enormemente a Deron el día en que le acompañó hasta el Valle Prohibido para rescatar a algunas de sus “pequeñas” que habían extraviado el camino. Le entregaban leche fresca cada día sin pedir nada a cambio, así como un buen trozo de carne, arroz, legumbres, queso… todo lo necesario para vivir. Sin pedir nada a cambio.

Deron sabía bien cómo pagarles, sabía lo que se esperaba de él.

Los pastores le agradecían que alejara a los lobos. El tabernero siempre suspiraba aliviado cuando veía a Deron entrar en la posada los días en que algún grupo de extranjeros con aspecto extraño habían llegado al pueblo. Deron siempre rondaba por las tardes, cuando la luz ya escaseaba por los alrededores del bosque, en la zona en la que el leñador recogía el resultado de su trabajo diario y lo cargaba en el carro para partir de vuelta al pueblo. Deron vigilaba por ellos. Él les protegía y ellos le respetaban.

La vida no había cambiado demasiado en Conira en los últimos años. Épocas de abundancia alternaban con sequías y heladas, pero siempre conseguían salir adelante.

Sin embargo, en las últimas semanas varios acontecimientos insólitos se habían unido en una cadena de hechos inesperados que pasaba el límite de la casualidad. En primer lugar habían llegado a la aldea numerosos rumores de bandidos que asaltaban a los caminantes solitarios e incluso habían atacado un par de caravanas de comerciantes, que contaban con algunos guardaespaldas incluso. Deron puso en aviso a aquellas personas del pueblo que se veían obligadas a salir del mismo por su ocupación y patrulló los caminos que rodeaban la aldea sin éxito alguno. Varios días después Mahelis, cazador bastante capaz y que siempre suministraba al pueblo varias piezas que eran troceadas y preparadas entre todos, desapareció sin dejar rastro alguno. Deron pasó cinco días buscándolo sin descanso por el bosque y las zonas de caza más habituales, pero no encontró nada significativo. Su casa permanecía cerrada y con todas sus pertenencias en ella.

Cierto día, en el que Deron cabalgaba por los caminos más alejados de la aldea, con la esperanza aún de encontrar con vida a Mahelis, tuvo un encuentro de lo más extraño. Un caminante solitario avanzaba hacia él por el mismo camino por el que su caballo transitaba. Poco a poco la distancia se fue reduciendo hasta que llegó el momento en el que pudo distinguir los detalles de la figura que se aproximaba.

Se trataba de un monje o, al menos, vestía como tal. Llevaba una túnica marrón que a simple vista parecía bastante pesada, y hasta dirías que incómoda, y caminaba con la capucha echada sobre la cabeza. Se apoyaba en un largo bastón de madera sin tratar, que más bien parecía una simple rama recién arrancada de cualquier árbol y que acababa en su parte superior enroscándose sobre sí mismo en una especie de espiral.

Aunque parecía caminar sin levantar la mirada del suelo, lo más probable es que le hubiera visto ya... u oído el sonido de los cascos de su caballo.

Notas de juego

Vamos a rolear éste encuentro que es bastante interesante y a raiz de que acabe continuaré con la narración de lo ocurrido desde entonces.

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18/12/2007, 17:43
Deron Nisha

Dirigiendo su alazán transversalmente a la senda del encapuchado, Deron salió al paso, a unas cuantas yardas de él y con cara de pocos amigos:

-Estáis fuera de las rutas, viajero. No encontraréis más que montañas inóspitas más adelante, y puede que bandidos a vuestras espaldas, si dejáis que el atardecer os alcance. Estos caminos no son para gentes de buen asiento...- increpa Deron, desde la distancia y con visible desagrado, cruzando su caballo en medio del camino.

Notas de juego

Un monje... estupendo para empezar. Comencemos con unos asesinatos problemáticos.

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18/12/2007, 19:05
Monje

El monje se detiene frente a Deron, aunque no alza la cabeza ni levanta la vista del suelo.

-Montañas inóspitas son precisamente mi destino viajero. Mi camino me conduce hacia las tierras que vos acabais de atravesar y me gustaría que me contáseis qué puedo encontrarme en ellas. Vengo de muy lejos y estoy buscando un valle. No se si lo conoceréis, le llaman el valle de Etith, es muy importante para mí llegar hasta él, mas desconozco la ruta que he de seguir. ¿Podríais quizás ayudarme?.

Notas de juego

Deron no conoce ese Valle de Ethit, nunca lo ha escuchado nombrar o visto en ningún mapa y no le parece posible que pueda encontrarse por aquí cerca.

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18/12/2007, 20:24
Deron Nisha

-¿Acaso la luz divina no alumbra tan lejos como estos valles, hombre de fe?- dice Deron casi con insolencia -Donde las creencias marcan el camino no hay sitio a veredas laterales. Así mandan los escritos. ¿Quién sería yo desafiando a vuestro saber de la senda adecuada, entonces?- desafía el jinete, con un movimiento brusco de rienda que hace resoplar a su caballo, haciendo un amago para apartarlo del camino, que no hace, a propósito, sino ponerlo más en medio.

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19/12/2007, 08:27
Monje

El Monje permaneció inmóvil y no mostró reacción alguna ante las palabras del jinete.

-Tenéis razón. No sois nadie - la afirmación del Monje iba cargada de intención -. Sin embargo, para no ser nadie mostráis mucha insolencia ante un servidor de los verdaderos dioses. ¿Acaso vuestra estancia en los calabozos no os enseñó algo de humildad? ¿Es que quizás deseáis probar también la hospitalidad de las celdas del Templo?

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19/12/2007, 13:14
Deron Nisha

Deron dedica una mirada sarcástica a la confirmación de lo que ya conocía, antes de contestar:

-No seré yo quien no os deje seguir vuestro camino, monseñor. Disculpadme si os ofendí, pero no encontraréis nada que merezca encontrarse por la vereda que seguís. Lo que hay más allá, los Montes tendrán sus motivos pafra guardarlo a buen recaudo. La pena que el templo me impuso es mucho mayor que ningún infierno con el que podáis amenazarme, padre. Perdonad mis modales, pero las discusiones religiosas siempre han afectado a mi memoria.- responde Deron, con falsa educación, retirando su caballo del paso, sin demora -Buen viaje tengáis entonces.- termina Deron, haciendo ademán de regresar al bosque.

Notas de juego

Mi intención, si se va, es dejarle pasar y luego seguirlo. Quiero saber lo que trama este religioso en las tierras de las buenas gentes de Conira. En mi fuero interno sé que cometo un error no matándolo y ocultando su cadáver, pero, a pesar de todo, no soy un asesino.

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19/12/2007, 13:35
Monje

-Como no habéis contestado a mi pregunta he de suponer que no conocéis el valle sobre el cual os he solicitado información. Quiero entender que no mentiríais de forma voluntaria a este humilde monje, ¿o sí? - una ligera inclinación de cabeza a modo de despedida sellaron las palabras del religioso.

El Monje comenzó a caminar hasta superar la posición del jinete y continuó su avance unos pasos más, sin embargo se detuvo a poca distancia. Se giró hasta encararse de nuevo con Deron y apartó la capucha que cubría su rostro, de forma que por primera vez pudo ver su cara. Sus rasgos eran planos, carentes de toda emoción o sentimiento. Sus ojos eran completamente blancos, sin iris ni pupila y la piel que les rodeaba estaba ennegrecida, como si hubiese sido quemada. Parecía estar ciego.

Se mantuvo mirando fijamente a Deron durante unos segundos y éste comenzó a sentirse extraño. No sabía qué le ocurría, pero podía notar como el Monje le invadía, sentía su presencia en él, en su mente.

-Debeis disculpadme, pero el tiempo apremia. Debo partir, si, debo seguir mi camino. Mi búsqueda... y no puedo permitir que me sigáis, Deron Nisha – sus palabras fueron como una orden para el jinete quien a pesar de intentarlo con toda su fuerza de voluntad no conseguía mover ni un solo músculo de su cuerpo. Su montura parecía sufrir el mismo tipo de trance que él, pues permanecía completamente quieta sin piafar ni removerse sobre el camino.

El Monje se alejó despacio y sin mirar hacia atrás en ningún momento, hasta desaparecer tras un recodo del camino. En ese momento, Deron volvió a retomar el control de su cuerpo, aunque se encontraba algo confuso.

¿Qué había ocurrido? ¿Cómo era posible que aquel monje supiera su nombre? ¿Qué le había hecho? ¿Cómo había logrado doblegar su voluntad con tanta facilidad?

- Tiradas (1)

Tirada: 1d20+8
Motivo: Influencia Monje
Resultado: 4+8=12

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20/12/2007, 11:29
Deron Nisha

Tratando de resolver el entuerto, y bajo la sospecha de que ese hombre había "hecho algo" con él, que el caballero no podía permitirse admitir, Deron salío en su búsqueda, trantando de encontrarle, o al menos de hallar un rastro suyo en el camino.

¿Brujería verdadera? ¿Y si Whonna...? NO. No podía ser... en cualquier caso sería por una buena causa ¿Pero entonces... la de este hombre? Respuestas; hacían falta respuestas.

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20/12/2007, 12:58
Director

Necesitaba respuestas… sin embargo Deron únicamente encontró más preguntas.

Cuando se sintió libre al fin de esa garra invisible que le atenazaba espoleó a su caballo para perseguir al Monje que acababa de desaparecer de su vista. No obstante, nada encontró en el camino ni fuera de él. No había huellas, no se veía rastro alguno que indicara si se había salido del camino. De hecho, ni tan siquiera en el punto donde ambos se habían encontrado quedaba marca alguna del paso de aquel... ¿hombre?

¿Cómo era posible?

Deron tan sólo encontró más preguntas. Ese día y los siguientes que fueron pasando, en los que no pudo apartar de su cabeza los recuerdos de tan extraño encuentro.

Durante ese tiempo a Conira continuaron llegando inquietantes rumores de grupos de bandidos que habían atacado por la zona a viajeros solitarios y a caravanas de comerciantes. Cuando el río suena… Deron puso al pueblo en alerta y organizó patrullas de vigilancia con los soldados del Capitán DeValin, sin embargo no tuvieron ningún encuentro fuera de lo normal… hasta que se produjo la segunda desaparición.

Una tarde Fidas elPastor, como se le conocía en el pueblo, no regresó a su casa como solía hacerlo cada día tras llevar a pastar a sus ovejas a los montes. A la mañana siguiente saltó la alarma y se extendió la preocupación entre los habitantes de la aldea. Deron salió en su busca, como ya hizo en su día con Mahelis, el cazador. En esta ocasión encontró algunas de las ovejas de Fidas dispersas y perdidas por el monte, pero ni rastro del hombre. No obstante encontró algo que le dejó bastante preocupado: unas huellas sobre la hierba. Pertenecían a un grupo de no menos de treinta hombres y llevaban botas pesadas, como las de un soldado. Intentó seguirlas, pero se perdían en el interior del bosque y finalmente desaparecieron.

A su regreso a Conira le esperaba la peor noticia que habría recibido en los últimos cinco años. Un correo procedente de Neblis había llegado a la aldea trayendo noticias desgarradoras. Su rostro era la viva imagen del terror, el pobre hombre estaba fuera de sí. Su cara reflejaba una máscara blanca y sus dedos temblaban descontrolados. Tuvisteis que hacer enormes esfuerzos para lograr calmarle. Cuando finalmente recobró la serenidad suficiente como para hablar os contó lo que había visto...

“Casi doscientas personas, mujeres, niños y ancianos por igual. Todos muertos. No tuvieron piedad alguna. ¡Por las fuentes de la Yánida! ¡Ni tan siquiera tuvieron la decencia de quemar la aldea! ¡Los dejaron allí, expuestos, para que fueran pasto de los carroñeros!” – una senda de lágrimas comenzó a formarse en su semblante, arrastrando en su descenso el polvo que el soldado tenía en la piel, lo que le dejó el aspecto de un niño que lloraba con churretes en la cara.

El correo de Neblis había llegado a Conira inconsciente a lomos de su caballo y despertó completamente desquiciado. Os contó que cuando se aproximó a Édelis se encontró un pueblo fantasma, en completo silencio y con el inconfundible hedor de la muerte dominando cada una de sus esquinas. Los cadáveres se encontraban por todas partes, ante la empalizada, por las calles, incluso dentro de las viviendas. Estuvo horas deambulando por entres sus casas, buscando alguien que hubiese quedado con vida, algún niño quizás escondido bajo un camastro, algún herido que aún mantuviese un aliento y pudiese contar lo que allí ocurrió… nada. Tan sólo los carroñeros que movían por entre los cuerpos en el mayor festín de sus miserables vidas. Cayó en un estado de rabia irracional. Mató a las ratas y ahuyentó a coyotes y cuervos, pero eran demasiados. Entonces pensó en cavar una fosa y enterrar juntos a todos aquellos desdichados. Tarea inútil sin embargo, había demasiados cuerpos para un solo hombre. Finalmente, exhausto, agotado y al borde de la locura, se subió al caballo y cayó en el cálido abrazo de la inconsciencia. El animal lo trajo hasta vosotros siguiendo el camino que le era tan familiar.

Notas de juego

Édelis es el pueblo más cercano a Conira, situado al Oeste.

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20/12/2007, 15:46
Deron Nisha

-Tenemos que extremar las precauciones. No podemos alejarnos del poblado más que para lo imprescindible, y siempre muy atentos. Lo digo en serio; no podemos estar en todos los sitios a la vez. Weinn, tendrás que encargarte de las pocas ovejas de Fidas que quedan, por unos días. Eres el único con un establo lo bastante grande como para mantenerlas a buen recaudo. Si vamos a salir poco, habrá menos comida; podrían ser necesarias si Fidas... bueno, no pensaremos en eso aún. Otto, necesitamos una empalizada en condiciones coge a los que necesites y prepara lo que haga falta. Estemos listos para lo peor... y no dejéis vuestras "herramientas peligrosas" muy lejos.- organiza Deron con presteza, antes de salir al encuentro de Melton.

A grandes zancadas recorre lo que les separa del pueblo, abordando al capitán de la guardia en cuanto lo encuentra:

-Capitán DeValin, el mensajero ha despertado y dice sandeces sobre matanzas en Edelis; sandeces que no me creiería si no hubiera visto el rastro de 60 botas militares en las inmediaciones el otro día. Creo que están detrás de la desaparición de Fidas, y Nisha sabe de qué más... - informa con rapidez -Deberíamos de enviar un mensajero al destacamento real de Torre del Cerro; esto queda muy grande a Conira. Voy a patrullar los pasos, mientras las nuevas herraduras de "Nocturna" aguanten. He puesto a los hombres a trabajar. No nos ayudará mucho contra un ataque de esa envergadura, pero les hará parecer útiles y tranquilizará su miedo.- explica seguidamente -¿Qué opináis? Intuyo que el tiempo es importante.- termina preguntando.

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21/12/2007, 11:19
Director

Notas de juego

Una corrección: quizás no me explicara bien en su momento, son las cosas que tienen los Flashback.

El Capitán Melton DeValin únicamente está en Conira tres o cuatro veces al año y siempre de pasada. En estos momento no se encuentra allí. Cuando se marchó la última vez te dejó al mando y dio órdenes a sus oldados de que obedecieran tus órdenes.

Así pues, en estos momentos salvo el Magistrado Méliant nadie más que tú tiene autoridad en la aldea. Voy a considerar únicamente que en tu mensaje anterior te dirigías al Magistrado en lugar de a DeValin y continuo desde ahí.

Saludos.

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21/12/2007, 11:52
Magistrado Méliant

Los soldados se apresuraron a cumplir las órdenes de Deron como si hubiesen sido dictadas por el mismísimo rey Góelan. Otto y siete hombres más se entregaron a la tarea de reparar una empalizada que, por el tiempo y la falta de cuidados, mostraba un aspecto bastante lamentable en algunos puntos. Tres hombres subieron a la torre de vigilancia para otear los caminos de acceso al pueblo.

El Magistrado Méliant redactó de inmediato dos misivas para que el Correo Real de Conira y uno de los soldados las hiciera llegar a sus destinatarios. La primera iba dirigida al Capitán Melton DeValiN, quien suponíais que se encontraba en el Mesón Fronterizo, a menos de un día a caballo de la aldea. Tenía órdenes de continuar hasta Dhalion, la capital del reino y entregar la carta en la Cancillería si no lograba encontrar a DeValin. La segunda carta iba dirigida al Conde de Rishford, en el castillo de Umrad. Ambas cartas contenían un informe de lo ocurrido y una petición urgente de ayuda y refuerzos.

El correo partió al galope hacia el sur, mientras que el soldado salió hacia el éste con destino a Umrad. Las esperanzas de casi doscientas almas estaban puestas en aquellos dos jinetes.

-El espíritu y el alma me piden que organicemos un grupo para ir hasta Édelis y dar debido entierro a sus pobres gentes. Es lo más humano que podemos hacer, no obstante la razón lo desaconseja. Quienes atacaron el pueblo pueden encontrarse todavía por los alrededores y seríamos una presa fácil – el comentario apesadumbrado del Magistrado Méliant expresaba en voz alta lo que todos pensaban -. Hagamos todo cuanto podamos mientras tanto.

Notas de juego

Espero por si Deron quiere hacer o añadir algo más y continuo adelante con la narración de lo que falta de historia hasta llegar la momento actual.

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21/12/2007, 15:29
Deron Nisha

-Creo que hacéis lo correcto, señor. Ahora no podemos permitirnos prescindir de ningún brazo fuerte. He estado en el frente, y he visto caer a muchos compañeros valerosos. Hubo tiempo de enterrar a algunos, y no para inhumar a otros. La muerte los acogió igual en ambos casos; el pesar de su pérdida quedó en nuestros corazones, y su recuerdo vivió con nosotros. Ninguno de ellos volvió para despedirse... Creedme: un buen funeral no marcará la diferencia. Estoy seguro de que ellos prefieren que hagamos lo posible para no reunirnos con ellos.- concedió el explorador.

Deron se permitió un leve cambio de grado, cuando puso una mano en el hombro del magistrado y se lo apretó suavemente, para reconfortar su dolor. Luego se dirigió hacia la puerta y se despidió:

-Voy a ayudar a los hombres... y les enseñaré como empuñar sus herramientas lo mejor que pueda. Más vale que nos preparemos para lo peor.- luego salió con un portazo.

Notas de juego

Far enough. Puedes seguir.

XD. Cómo mola el magistrado Melton-san.

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21/12/2007, 17:52
Director

Los preparativos para la defensa de la aldea tomaron todo lo que quedaba del día. Al atardecer se encendieron antorchas y se establecieron unos turnos de guardia, aunque pocos serían los que durmieran esa noche... o parte de ella.

Con la oscuridad también llegó el silencio. La ausencia de trabajo en la empalizada hizo que los habitantes de Conira tuvieran tiempo para pensar en sus amigos de Édelis y en el futuro inmediato, el peligro que les acechaba. Fue una noche dura.

Más aún cuando la propia tierra quiso ascender al primer puesto de las preocupaciones y amenazas sobre las gentes de Conira. Deran estaba despierto, le resultaba imposible dormir, cuando sus oídos captaron el inconfundible sonido del relinchar de caballos en los establos. Los animales sonaban inquietos, como si algo o alguien los asustara. Piafan y bufan aterrados provocando un buen escándalo.

Iba a dirigirse hacia allí para investigar el origen de tal inquietud cuando en ese momento, escuchó un bramido sordo, una especie de retumbo sofocado que provenía de las entrañas de la tierra. Tan sólo un segundo después un segundo bramido, más fuerte éste, y una clara sensación de que la tierra temblaba bajo sus pies.

Entonces Deran sintió una primera sacudida, seguida de otra más fuerte que le hace estremecer y le lanza por el aire, acabando golpeándose contra una de las paredes de su casa. Los objetos ruedan salvajes por el suelo, todo tiembla y se mueve. Del techo comienza a caer una nube de polvo gris que lo ocupa todo a la vista... y entonces llegó la tercera sacudida, fortísima, que lanza a Deran despedido por el aire y acaba rodando por la habitación como uno más de los objetos que formaban parte de su hogar.

Notas de juego

Jajajaja... muy cierto que tiene un aire oriental el muchacho! :-D

P.D.: Todo esto te está pasando muy rápido para ponerte ya a la altura de los demás. Ellos están a mitad del día siguiente y tú a media noche.

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21/12/2007, 18:40
Deron Nisha

Con presteza, Deron se acercó al dintel de su vivienda, como su comandante le enseñó a hacer durante los entrenamientos en bombardeos de asedio. Se aferró allí, pasando de dintel a dintel, confiando en que no hubiese más sacudidas; que todo hubiese acabado...

-Por mil demonios muertos! la empalizada!- pensó Deron con presteza, temiéndose lo peor.

En cuanto consiguió llegar hasta su armadura, se vistió con presteza lo más importante, y tiró de su cinturón de armas y su carcaj, presto a cubrir cualquier cosa que pudiera pasar.

Su primera mirada fue al cielo, a pesar de sus temores. Morir aplastado por una roca no entraba en sus planes inmediatos: esas gentes lo necesitaban. Agarró al primer hombre asustado que se cruzó en su camino y espetó:

-¿Qué ocurre? ¿Qué ha sido ese estruendo?- reteniéndolo por la pechera.

Notas de juego

Pues nada, tú dirás cómo avanza ese medio día, si no requiere de mi actuación. Si lo requiere, aquí estoy listo y en camino hacia mi futuro.

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24/12/2007, 08:18
Director

En el exterior todo era caos y confusión. Al contrario que la casa de Deron, que había logrado aguantar en pie, algunas de las construcciones el pueblo se habían derrumbado como consecuencia del temblor.

Un hombre asustado pasó corriendo a su lado y Deron lo sujetó por la pechera preguntándole que ocurría. Sin embargo, el pobre hombre no tuvo tiempo de abrir la boca.

...¡Y llegó un nuevo temblor!

...Acompañado de un ensordecedor estruendo que obligó a más de uno a cubrir sus oídos con las manos y a lanzarse al suelo aterrorizado. Aunque tan sólo duró unos segundos, las almas ya castigadas lo recibieron con terror. Los gritos de aquellos que le rodeaban resonaron en su cabeza en fuerte lucha con el eco del estruendo que aún parecía resistirse a marcharse. Sólo fueron unos instantes... y todo se calmó de nuevo, pero el daño que había causado en los corazones fue abrumador. Había personas agarradas a las ramas de los árboles, resistiéndose de forma irracional a soltar su presa; hombres fuertes que caían de rodillas al suelo con la cara cubierta de lágrimas.

En el silencio que siguió al pánico Déron escuchó un grito, seguido de inmediato por otros más.

-¡Allí! ¡Mirad allí! ¿Qué es aquello? – gritó una mujer.
-¡Es fuego! ¡Las montañas están ardiendo! – vociferó un hombre.
-En los Montes Perdidos, creo que es la cima de Ilegard – gritó otro.

Deron se volvió hacia la dirección que señalaban los brazos y alcanzó a ver en la lejanía un albor de tono rojizo que parecía surgir de las negras montañas y alzarse hacia el cielo en una explosión de luz y calor. La oscura silueta de la tierra se intuía marcada contra el cielo vespertino del horizonte, formando una dentadura picuda de montes y peñas. La luz rojiza parecía surgir de una de las cimas más alejadas y su estela se expandía lentamente a su alrededor, extendiendo un manto escarlata sobre la montaña.
Tras unos instantes a Deron le tranquilizó comprobar que el fulgor rojizo parecía descender de la montaña por la ladera contraria a la que se encontraba el pueblo.

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26/12/2007, 01:18
Deron Nisha

A pesar de la dirección que toma la senda roja, Deron no muestra alivio en su rostro. Rápidamente chupa su dedo índice, alza su mano al viento y trata de advertir su dirección. Luego observa el cielo, estudia la temperatura, y trata de discernir si el clima estará o no con ellos esta vez.

Mientras anto, anda a buen paso hacia la casa derruída más cercana, casi arrastrando al hombre que cogió:

-Necesito que te calmes; hay que organizarse. Forma equipos de tres hombres y dile a Neff que traiga a sus chuchos: podría haber gente enterrada bajo los restos. Contad a la gente y que no se dispersen. Hay que sacar a todo el mundo, cuanto antes mejor. Que uno de los grupos se encargue de llevar lonas al granero: si se nos moja la cosecha, el derrumbe será nuestro menor problema.- acto seguido lo suelta, compueba que hace lo que le dice, y él mismo se pone a organizar gente.

Notas de juego

Repaso mentalmente la información geográfica de aquella ladera: ¿algún otro pueblo corre peligro? ¿hay algo en esa dirección?

También analizo en la medida de lo posible si podríamos sufrir una nube de humo y/o ceniza, por la dirección del viento, y si lloverá, cambiará la dirección...

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26/12/2007, 10:20
Director

Por una vez, aunque tan sólo sea la excepción a unos días aciagos, el tiempo y la naturaleza jugaron a favor de los habitantes de Conira. El viento soplaba fuerte del Sur lo que hacía que las cenizas y vapores arrojados por la montaña se desplazaran en la dirección opuesta a la aldea.

La luz brillante de color rojizo que cubría la montaña se desplazaba lentamente ladera abajo, pero siempre hacia el interior de los Montes Perdidos, lo que dejaba, al menos de momento, a salvo a Conira.

En aquella dirección no existía pueblo o asentamiento alguno, no había peligro para la población de la zona. Los Montes Perdidos estaban formados por un gran número de valles, la mayoría de ellos sin explorar. Existía una leyenda que contaba que las tierras al norte de las primeras laderas se encontraban encantadas por un antiguo poder que volvía loco a todo aquel que se adentraba en ellas. Lo único realmente cierto es que nadie ha sido capaz aún de cartografiar esas tierras, quizás por falta de interés en ellas. Quien sabe.

Por ese lado, la amenaza parecía controlada.

Sin embargo, los temblores provocados por la explosión de la montaña habían afectado muy seriamente al pueblo. Al menos un tercio de las casas se habían derrumbado y había numerosos heridos. Varias secciones de la precaria empalizada se habían venido abajo y necesitaban reparación urgente.

Deron organizó a los hombres disponibles y los dividió en grupos para atender las zonas de mayor urgencia. En las circunstancias actuales Conira no sería capaz de repeler ni el más leve de los ataques. Las reparaciones llevarían al menos dos días y durante ese tiempo había que garantizar la seguridad de la aldea de alguna forma.

Y a Deron tan sólo se le ocurría una manera: El Cerro del Águila. Se trataba de un promontorio rocoso desde el que se divisaba la aldea y la práctica totalidad de los accesos a la misma. Desde él, y con un buen sistema de señales, se podía avisar a sus habitantes de la llegada de cualquier peligro con el tiempo suficiente para que abandonaran sus casas y emprendieran la huida. En la cima del Cerro del Águila se había construido una pequeña cabaña que Deron utilizaba a menudo.

Quizás fuera su última esperanza ante un ataque, la huida, pues ahora mismo no estaban en condiciones de resistir.

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27/12/2007, 01:49
Deron Nisha

Con el gesto hosco y el semblante sombrío, Deron se dirigió a avisar al magistrado Meliant de la situación, y de la única idea con la que se le había ocurrido que podrían sobrevivir al embite de una pequeña milicia de bandoleros.

Habría que organizar a un equipo que se encargara de preparar provisiones secas y salmueras, aptas para el transporte. Habló con un par de mujeres también, para que recogieran agua del arroyuelo antes de que los venenos de la montaña pudiran enturbiarla: tal vez los riachuelos en varias millas a la redonda no fueran potables en los días subsiguientes.

Aun así, las labores de restructuración debían proseguir: una huida era un último recurso para una situación crítica. Con la estación tan avanzada y la situación como se adivinaba, abandonar un cobijo desvencijado podía ser una auténtica estupidez. Si los bandidos no aparecían, quedarse sería la mejor opción.

Luego iría a su cabaña, recogería su equipo restante, ensillaría a Nocturna y partiría con unas cuantas vituallas, aceite y dos brazadas de leña hacia Cerro del Águila. Confiaba en que el viaje no fuese necesario, pero más valía prevenir que lamentar.

Notas de juego

Si no hay nada que añadir, puedes imaginarme de camino a Cerro del Águila, o incluso allí.

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03/01/2008, 12:00
Director

Deron dejó el pueblo sumido en la actividad. Todos sus habitantes sabían lo que debían hacer y el Magistrado Meliant y los soldados de DeValin se encargarían de que se hiciera.

Poco más de dos horas de dura subida le llevaron poder alcanzar el Cerro del Águila. Normalmente solía tardar tres en llegar, pero hoy se encontraba ansioso por llegar y poder echar un vistazo a los alrededores. ¿Habría señales de los asaltantes?

Llegó a la cima poco antes del amanecer y lo que pudo observar le llenó de preocupación y alarma. Al norte de Conira, en dirección a los Montes Perdidos, aunque a bastante distancia de la misma, se divisaban aún las luces de las hogueras de un gran campamento. Desde donde se encontraba no podía ver gran cosa y el camino hasta allí era largo y peligroso... demasiado largo. No llegaría a tiempo de descubrir nada si aquellos hombres decidían viajar hacia el sur y atacar el pueblo.

En cambio, desde donde se encontraba podía ser testigo de su marcha si decidían partir hacia el sur y podría avisar a sus paisanos con el tiempo suficiente como para que abandonaran el pueblo. Así pues, decidió esperar allí mientras el sol comenzaba a aparecer por el horizonte. Era un bonito amanecer, cubierto de nubes... aunque enormemente incierto.

Pasó el tiempo, la mañana avanzaba y nada parecía cambiar, nada se movía en torno a la aldea. Aunque algo si cambió, el cielo. Negros nubarrones procedentes del norte cubrieron el cielo y comenzaron a descargar con furia una cortina de agua sobre el valle. A su vez, un frío viento comenzó a azotar el Cerro del Águila, obligando a Deron a refugiarse un poco más bajo su capa.

No obstante, antes de que el sol alcanzara su cénit, o al menos eso pensaba él, pues ya no había forma humana posible de ver el sol entre las densas nubes, el sonido de un caballo al galope procedente de la carretera del sur centró su atención.