Partida Rol por web

Entre las nieblas del sueño Tukk pudo verse caminando entre las cámaras de la Khaz Burtz. Todo esta oscuro y silencioso ¿Dónde estaba todo el mundo? El dedo anular, que había alojado el Sello de los Sorenson, le ardía sin motivo. Llamó a los suyos a gritos pero ninguna voz salía de su garganta. Se llevó las manos al cuello con una sensación de agobio creciente. Se había detenido junto a un espejo ceremonial en la cámara de La Madre en el templo de Kontra. Kiri "El Vigor" Sorenson, su abuelo le miraba con tristeza desde el otro lado del espejo. El cristal se fragmentó en miles de piezas y estalló a su alrededor. Entonces la geometría de la arquitectura enana comenzó a combarse y plegarse en ángulos imposibles. las escalinatas proponía perspectivas imposibles y arriba y abajo eran conceptos carentes de sentido. El mareo le hizo cerrar los ojos.
Sin saber como había llegado a las Tumbas de Cielo. No recordaba haber subido los 1200 peldaños hasta la cumbre, pero allí estaba. El viento de la montaña se colaba por las aspilleras en lo alto de la cámara de los difuntos de los Sorenson. No recordaba hubiera tantas sepulturas. El horror y el duelo le sobrevino cuando reconoció los nombres de amigos y familiares que creía vivos grabados en piedra. Pronto se dio cuenta de que solo quedaba él, todos habían muerto. Era el último. esa idea le dio un vértigo tal que tuvo que reprimir las arcadas y caer de rodillas.
Las paredes volvieron a plegarse sobre si mismas, como si fueran de papel. El espacio cada vez era más pequeño, hasta hacerse diminuto. Tukk apenas podía respirar.

—¡¡Nooo!! —se despertó bañado en sudor y un profundo dolor en la sien.

Por fortuna nadie estaba mirando. Se arropó de nuevo con la manta y trató de dormir de nuevo, sin éxito. Cuando el sol se coló por la ventana de la habitación se pertrechó con sus cosas. Se embutió en la ropa de minero enano y se puso su vieja armadura de escamas gastadas. Hizo un petate con el pico de combate y el escudo romboide enano y bajó al salón. Ese maldito dolor de cabeza no le abandonaba, minando su sentido del humor ya de por si escaso. Tukk llegó al salón a tiempo para ver como el nuevo mediano se acercaba a Hortensia y ofrecía su ayuda. Dejó sus cosas junto a la mesa de la noche anterior sin apenas mirarlas y se acercó al par de medianos.

—¿Y este quién es, Hortensia? ¿Un admirador? —los ojos rojos por la falta de sueño, la nariz bulbosa y la fea cicatriz sobre el ojo derecho le daban un aspecto amenazador— ¿No serás pariente de Bertoldo Virutas por casualidad? Demasiados medianos por un lugar tan apartado. Sospechoso —dijo entrecerrando sus ojos negros con suspicacia.

El ambiente taciturno de la taberna hizo que Talan se retirará pronto a dormir. El sueño de la noche aunque reparador no había sido precisamente tranquilo. La noche había traído del fondo de su mente viejos recuerdos que pensaba olvidados. Trucos, ilusiones y explosiones venían a su mente en las calles de su natal Luzaria. En su ciudad la magia era una cosa habitual, demasiado habitual para su gusto. En los sueños vio magos y aprendices explorando sus capacidades, los pliegues del tiempo y el espacio le llevaban de un sitio para otro.

En aquellos sueños acudieron a sus sueños varios pasaje con aquellos magos en los cuales no salía muy bien parado. Sus inquietudes por conocer mundo no eran la única razón para abandonar el bosque brillante. Estaba harto de magos y sobretodo de los aspirantes con escasas o nulas capacidades para la magia que ocupaban todos los rincones de Luzaria.

Al despertarse no solo los recuerdos le generaron malestar, si no también algo más. En aquel lugar había unas fuerzas oscuras y malignas que afectaban a los que allí habitaban. Estaba seguro que lo más prudente era abandonar aquellas tierras lo antes posible y así se lo manifestó a sus compañeros.

— Debemos abandonar estás tierras inmediatamente.

Paso la noche fatal. Todo lo que veo durante mis sueños hace que la cabeza me duela con un dolor lacerante, como si miles de pequeños fragmentos de cosas que han sucedido, sucederán o que podrían haber sucedido o suceder danzan en mi cabeza provocandome una especie de sueño febril nada reparador.

Al despertar lo hago de mala gana, con ganas de seguir durmiendo pero no tardo en activarme mínimamente. Debo dejar constancia de los efectos de este ritual geométrico para la posteridad.
 

Lamentando la suerte desdichada de los aldeanos del lugar y con ánimos de tratar de ayudarles bajo a desayunar esperando encontrarme con mis amigos.

Tras tomarle el pulso, Hortensia negó con la cabeza mirando a Dadan y a Franerick y procedió a cerrarle los párpados.

—Lo siento, no he podido hacer nada.

—No te preocupes, querida —respondió Dadan mientras le ponía su mano en el hombro de la paladina—. Jörg ya tenía un pie en el otro barrio, lo sabíamos todos. Solía desayunar aquí desde que su mujer… Bueno, supongo que ahora podrá reunirse al fin con ella.

Hortensia se levantó para encontrarse con el resto de sus compañeros. La pregunta de Tukk la cogió por sorpresa.

—No le conozco de nada —respondió—. Creo que iba a decirme algo antes de que… Bueno, ya sabéis. Pero sí, Talan, debéis averiguar qué ocurre con esa extraña enfermedad. ¡Hay que hacer algo antes de que sea demasiado tarde!

El enano observó el fardo sin vida del campesino en el suelo de la posada. 

—¿Irnos? ¿Y a dónde diantres se supone que vamos a ir con este tiempo? Los caminos que hemos transitado al sur deben estar cubiertos de nieve y barro con lo que ha caído durante la noche. ¡Y al norte de las Luna el tiempo es mucho peor, si es que conseguimos cruzar el paso! —levantó las manos mientras soltaba un bufido—.  Además me temo que la maldición de este pueblo ya ha hecho presa en nosotros ¿Me equivoco o todos habéis tenido pesadillas? —se masajeo la sien con gesto de molestia— me temo que hemos de resolver esto si queremos salir de aquí ¿Alguna idea?

Miró a los demás aventureros enarcando un ceja.

-Uff...- dijo apesadumbrado el mediano al ver que le cerraban los ojos al parroquiano.

Estaba por comenzar un espiral de reflexiones sobre la necesidad de irse lo antes posible (compartida con el elfo que había bajado momentos después), pero la interpelación del enano lo hicieron enfocarse en él.

-Veo que son ustedes los que buscan a Bertoldo- dijo con la sonrisa Cienleguas -Mi nombre es Franerick Cienleguas, algunos me conocen como Montero- dijo a modo de presentación y miró un momento a Hortensia -¿Hortensia es tu nombre? Hermoso... bellas flores son, y muy medicinales además, así que es lógico que lo seas también- pero se enfocó en el enano, quien no parecía tener cara de muchas pulgas... o más bien ninguna -Yo también lo estoy buscando-

Dejó caer eso para ver cómo reaccionaban, pero ante la duda, continuó.

-Como decía...- se puso un poco más incómodo ante la atención, pero continuó -Tengo que encontrarlo porque debe saber qué sucedió con mi hermano. Ellos, junto a dos más si mal no recuerdo, también de la Cofradía, se iban a dirigir a "un tesoro sin igual en unas ruinas olvidadas"- lo dijo con voz grave, como la de su hermano -Pero no pude seguirlos por una herida- muestra un corte profundo en su pierna izquierda, ya cicatrizado -Y se fueron sin mí-

En ese momento, vieron como el Mastín que se había ido acercando hasta colocarse detrás suyo, le dio un lengüetazo en la nuca justo en ese momento.

-Oh... Pirata... ya lo encontraremos, no te preocupes- le dijo dándole unas caricias en la cabeza que era más grande que la suya propia -Él es Pirata, y...- hizo un sonido particular, como de roedor, apareciendo de pronto una pequeña rata blanca con tiznes grises que se colocó en su hombro -Y él es Bigotes- y les dedicó una sonrisa a todos.

-Bueno, como decía, se fueron, y escuché que no volvieron, pero sí se habló de un mediano... y el único mediano era Bertoldo, así que me dirigí hacia allí y cruzándome con un pastor de cabras me mencionó de Pasombrío, y de las ruinas que están a poco menos de una jornada de viaje hacia el norte, pasando el paso de montaña-

Hizo una pequeña pausa, que pareció de indecisión, pero en realidad, para el mediano, era de suspenso, como le había enseñado su hermano. Claramente no era una lección aprendida.

-Yo puedo guiarlos, ya que pensaba partir hacia allí luego de- señaló el desayuno sobre la mesa -Comer bien... que no dormí para nada bien, y comer me hace sentir mejor la mayoría de las veces- y luego miró a cada uno, terminando en Hortensia con una sonrisa -¿Por qué lo buscaban ustedes?-

Talan escuchaba atentamente la historia de aquel que llamaban Montero. Por lo que conocían a Bertolo parecía que su hermano podría tener problemas. Por su propia experiencia estaba claro que no era recomendable mezclarse con aquel mediano traidor. Vio como el recién llegado se dirigía a Hortensia mientras la sonreía. Se acerco a Franderick mientras decía con una amplia sonrisa.

— Hortensia, parece que has encontrado un admirador. — Mirando directamente al señor Cienleguas y bajando la voz le dijo. — Por unas monedas, puedo componerle un poema o cantar una balada.

El elfo nunca dejaba pasar una oportunidad de negocio y menos ahora que aquel mediano que buscaban les había desplumado.  Jörg se había muerto delante de ellos y la noche había sido revuelta para todos, era hora de ponerse en marcha. Todo apuntaba a las ruinas de las montañas, allí parecía que encontrarían a Bertolo y puede que respuestas a los males que aquejaban a los aldeanos de aquel lugar.

— Esta claro que nos tenemos que aventurar en las ruinas de las montañas. Desayunemos y partamos cuando tengamos todo listo.

—Me siento halagada, pero no creo que sea el mejor momento —rechazó Hortensia—. Además, hay algo de lo que debo hablaros. La Dama se me ha aparecido en sueños. Como bien ha dicho Tukk, esta noche sufrí terribles pesadillas, pero la figura de mi diosa ayudó a aplacar la horrible sensación de vértigo. Digo "ayudó" porque seguía sintiéndome perdida y confusa. Jamás me había pasado algo así.

La paladina se percató de que había estado sosteniendo el símbolo de su diosa mientras hablaba. Respiró hondo y siguió hablando, tratando de poner en orden sus pensamientos para expresarse mejor.

—Lo que quiero decir es que ni siquiera mi diosa es capaz de curar de raíz esta enfermedad. ¿Recordáis que a Abraham solo pude estabilizarle? He tratado a decenas de enfermos, pero nunca había visto nada semejante. Pero puedo ayudar. La bendición de la Dama es más efectiva y duradera que la luz de la vidriera.

Dadan sintió.

—Vuestra compañera dice la verdad. La comadrona que dirigía el templo de Ildavir tampoco fue capaz de hacer nada. Únicamente paliar los síntomas y poco más. 
»Respecto a las ruinas… Hace años venían muchos aventureros que pasaban por el pueblo para aprovisionarse antes de entrar en el paso de las montañas. Algunos mencionaban unas ruinas como las que describe Montero, e incluso aseguraban que estaba relacionada con la vidriera. Claro que nadie ha vuelto nunca para confirmar su existencia.

—Buscamos a ese granuja para ver el color de sus tripas —respondió el enano con frialdad
 a Franerick.

Tukk miró a los ojos a Hortensia temiéndose lo peor. En alguna parte de su ser sabía que ya había tomado la decisión de quedarse a ayudar a los aldeanos, pero lo intentó de todas formas.

—Entonces será mejor hacer lo que dice Talan, Hortensia. Cuanto antes nos pongamos en marcha mejor. Recoje tus cosas —le sugirió a la mediana— nos largamos.

Y tú —encaró a Montero— nos vendrá el olfato de tu mastín para encontrar el rastro de Bertoldo. Si quieres venir eres bienvenido, pero si nos la juegas no habrá bestia que te proteja.

Señora Dadan —llamó la atención de la posadera— ¿no tendrá algún trapo que usara ese mediano de la joroba? ¿Quizá no haya lavado sus sábanas aun, con este tiempo de perros...? Y otra cosa ¿Hay alguien en la aldea que pueda saber algo más de esas ruinas o la vidriera? ¿Quizá en el templo de Ildavir?

-A mi me intriga mucho todo este asunto. Hablamos de una magia muy poco conocida y que requiere de un gran nivel de poder y de conocimientos. Difícilmente no habra un "ser vivo" detrás de todo esto. Pero es de vital importancia que encontremos el origen de este problema y lo eliminemos. La vida de estas personas es improtante, pero documentar todo el ritual es todavía más importante. Esto podría amenazar a todo el continente, es algo serio de verdad.

Las palabras del elfo trajeron a su mente algo en lo que siempre había diferido con su hermano: si algo lo puede hacer él, lo hace. Y hacer lo posible por conquistar a una bella dama de noble corazón, no sería algo a realizar con baladas por encargo. Le dedicó una mirada al supuesto artista, ni muy alegre, ni muy seria.

Y la respuesta del enano le arrancaron una leve sonrisa.

-Entonces debe ser el mismo que conozco- dijo encogiéndose de hombros -¿Los estafó? ¿Robó? ¿Ambas?- para luego ponerse más serio -Nunca traiciono un contrato de búsqueda y captura, por lo que tampoco traicionaría un pacto de ayuda mutua... quiero encontrar a Bertoldo para encontrar a mi hermano. Lo quiero vivo. Qué hagan con él después, es asunto de ustedes y él- otra vez miró a Hortensia, pero muy levemente -Y si necesitan ayuda con esto que está sucediendo, también puedo ayudarlos si ustedes lo hacen conmigo- y se acercó al enano, sin amedrentarse -Pero por la sabiduría del bosque y la ferocidad del jabalí... no me vuelvas a amenazar-

En ese preciso momento, Bigotes se trepó hasta la cabeza del mediano y miró con ojos ávidos al enano, mientras el mastín se echaba y daba un bostezo. Pirata recibió una mirada furibunda de su dueño, pero nada más. ¿Qué se podía hacer con ese perro?

-Por demás- continuó dirigiéndose a su desayuno hasta agarrar pedazos de comida e ir guardando todo en los múltiples bolsillos -Ya... estoy... listo...- agregó con la boca llena de un pedazo de pan.

El elfo miraba divertido como aquellos dos pequeños hombrecitos cruzaban amenazas. No estaba seguro de si era el mal despertar de su compañero Tukk o ambos intentaban pavonearse ante la bella Hortensia. Fuera lo que fuera, siempre era agradable un desayuno con espectáculo. Montero se levantó indignado y el elfo fue rápidamente a su encuentro diciendo en voz alta y dirigiendo una mirada de ligero reproche a su compañero enano.

— Señores, haya paz. Parece que estamos obligados a ayudarnos.

Por lo que había oído a todos en aquel pueblo sobre las ruinas, estaba claro que toda la ayuda iba a ser necesario. Puso un brazo sobre el hombro del señor cienleguas para ofrecerle su comprensión.

— No se lo tenga en cuenta, aunque gruñón es un fiel compañero. Esperemos que no tenga el honor, pero cuando empuña su hacha nadie se le resiste. Estoy seguro que encontramos sano y salvo a su hermano. Si es la mitad de decidido que usted no habrá enigma que se le resista. ¿Que siente amigo, que le pasa realmente?

El elfo quería ofrecer tranquilidad a su nuevo compañero. Le iban a necesitar y quería que confiará en ellos a pesar del encontronazo con el enano.

Cuando Tukk insistió en marcharse, Hortensia apartó un segundo la mirada mientras seguía aferrando el símbolo de su diosa. Antes de que pudiese darle una respuesta, la posadera se adelantó: 

Señora Dadan —llamó la atención de la posadera— ¿no tendrá algún trapo que usara ese mediano de la joroba? ¿Quizá no haya lavado sus sábanas aun, con este tiempo de perros...? Y otra cosa ¿Hay alguien en la aldea que pueda saber algo más de esas ruinas o la vidriera? ¿Quizá en el templo de Ildavir?

—Sí, pero les advierto que ahora mismo están de luto. Ayer por la tarde nos dejó la comadrona. Allí podrán obtener información tanto de la enfermedad como de la vidriera, pero deberán preguntar con sumo respeto.

Franerick tragó el pedazo de pan, y miró al elfo con franqueza.

-Con él no tengo nada personal, pero a un Cienleguas no se lo amenaza y no sucede nada- se encogió de hombros, como si estuviera diciendo que el día estaba soleado -Muchas veces se creen los demás,- hizo un gesto abarcativo hacia todos lados -los más altos que nosotros,- y miró a Hortensia, ya sin otros motivos más que buscar cierta complicidad -que pueden desquitarse por los problemas que tengan, pero no es así, y se paga caro ese error-

Luego depositó su mirada en la del elfo, mientras Bigotes, viendo que no sucedía nada demasiado excitante, volvió a desaparecer entre las ropas del mediano.

-¿Ustedes son independientes o tienen algún contrato?*- preguntó.

Tukk encargó a Dadan algo de comida para el viaje y recogió su petate de debajo de la mesa del desayuno. Parecía aceptar la presencia de Montero pero su trato con él, de momento, era frío en el mejor de los casos. Estaba claro que no tenía muy buena opinión de los medianos errantes en general. El enano embrazó el escudo romboide de Khak Burtz, afianzó su pico de combate de aspecto antiguo en el cinto y se dispuso a buscar el templo del pueblo. 

—Talan, será mejor que hables tú en ese templo. Las palabras son lo tuyo. Hay que averiguar si esto ha pasado antes y qué tiene que ver con esas ruinas de la vidriera. Andando.

Sin esperar a ver si le seguían salió a la calle a lo que daban sus pequeñas piernas. Una montaña de nieve cayó sobre él cuando atravesó la puerta de la posada. Maldecía en enano mientras se sacudía de encima la traicionera nieve del tejado.

Mientras se dirigía a recoger sus cosas junto aquel mediano que acababan de conocer intentaba conocer un poco mejor a aquel aventurero.

— No trabajamos para nadie concreto. En realidad trabajamos para cualquiera que requiera de nuestros servicios. Quizá haya oído hablar de nosotros en puerto Esmeralda somos muy conocidos, somos los cuatro del norte. Aventureros al servicio de todo aquel necesitado que este en un aprieto. ¿Acaso usted, esta en problemas?

Talan siguió hacía donde había dejado sus cosas para ultimar los preparativos. Estuvo de acuerdo con Tukk para que cogiera algunas provisiones para el camino. Estaba algo inquieto con aquellos extraños sueños y además la melancolía asaltaba su corazón sabía que tendría que despedirse de Hortensia.

— Vamos muchachos, hay que ponerse en marcha. No quiero pasar otra noche aquí, si eso supone mas sueños extraños. 

Desde la Plaza de la Vidriera era fácil reconocer el templo de Ildavir. Era el único edificio con un base de piedra y una escalinata amplia acababa en unas puertas dobles de aspecto antiguo. Sobre la base de piedra, había un edificio de una planta construída enteramente en madera bañada en brea, dándole un aspecto oscuro. En tejado a dos aguas descansaba sobre una viga tallada toscamente en el extremo con el cuerpo rampante de una quimera. Ildavir, patrona de los imposibles y las causas perdidas, ya nadie la rendía culto salvo en lugares tan apartados como Pasombrío.

Dentro, el olor a brea rancia hacía arrugar la nariz. Estaba oscuro. Algunas plañideras gemían alrededor de la mortaja de tela blanca de una anciana. El rostro era la única parte libre de mortaja. Sobre los ojos había sendas monedas de cobre. Buscamos al clérigo al frente del sepelio con la mirada. Las cabezas de cabra, león y serpiente de una talla esquemática de madera de una quimera les miraban desde las alturas.

Tukk codeó a Talan para que se adelantara y obrara su magia.

Al fondo del templo, en el altar, una mujer ataviada con un hábito lúgubre presidía los cánticos por la muerte de la matrona. Cuando se percató de la llegada del grupo de aventureros, hizo un gesto para que sus feligresas continuasen recitando los salmos sin ella y se aproximó a la entrada.

Era de mediana edad, muy pálida y de profundas ojeras. Se movía de forma pesada pero decidida. Cuando estaba a escasos pasos de ellos, pudieron notar que su mirada, antaño maternal, estaba ahora ausente y cansada.

—Buenos días —saludó con un tono suave y monótono—. Mi nombre es Catarina y soy la nueva matrona de la humilde casa de Ildavir. Ustedes deben ser los viajeros que llegaron ayer, ¿en qué podemos servirles?