Partida Rol por web

Al ver la reacción que tienen los pequeños y el granjero, ante la presencia de Julianna, Verlor prefiere mantenerse al margen, los gnomos de las profundidades eran bien conocidos en la mayoría de ciudades, como buenos mercaderes de objetos de las profundidades, o sencillamente como diligentes hombres de trabajo, sin embargo los campesinos y personas sencillas no eran muy adeptos a ningún vecino de drows y duergars. Luego de un largo suspiro, dedica su mirada al estado de la cosecha, un granjero mal nutrido no hablaba muy bien de su trabajo o de los alrededores. 

Mi querido Galmor, dijo sin soltar la mano de Julianna, y procurando mantener el equilibrio y la dignidad tras el golpe de cadera, antes de llenar el estómago es mejor serenar el espíritu. Aunque quizá la vista de los alimentos coadyuve en la consecución de los mismos fines. Añadió pensativo. Colaboremos, pues. ¡Venid, hermanos! Siguió llamando en el mismo tono tranquilizador a los campesinos. El buen Galmor Martillo de Plata desea que compartamos el pan. No tengáis miedo.

El granjero se levanta y abraza fuertemente a sus niños, con los mocos cayendo por su nariz y ríos cayendo por sus ojos, mas se tranquiliza cuando ve que hay un seguidor de los dioses entre ellos que se adelanta y les toma las manos. 

Con el revés de su desgastada camisa, el granjero se limpia la cara y los mocos y el miedo desaparece momentaneamente de sus ojos. Agarrando las manos del clérigo y la de uno de sus hijos, hacen un pequeño circulo, que se ve interrumpido por el ofrecimiento del enano que es aceptado al instante por los pequeños.

- NO! - dice enfáticamente el granjero - Primero rezaremos por esta bendición del cielo, después comeremos. - reprochando a sus hijos, cierra los ojos y espera que el círculo se cierre nuevamente. - Selune, te agradecemos por haber enviado a tu ciervo a protegernos y velar por nosotros, como así también a quienes lo acompañan, y te pedimos que tu luz caiga sobre ellos para que puedan traer tu bondad y conocimiento a estas tierras y castigar a quienes hacen mal al prójimo. - dicho eso, el granjero abre los ojos y con un leve movimiento de cabeza les da permiso a sus hijos para que puedan comer las raciones que Galmor les dió, devorándolas en cuestión de segundos.

- Muchas gracias. Hacía días que no comíamos, vienen y nos quitan todo cada dos o tres días. Han arruinado mis cosechas y ya casi no me quedan animales. Vienen de noche o a la madrugada, cuando estamos dormidos, y por protección salimos corriendo y dejamos a su merced todo lo que ven, no queremos morir a manos de unos bandidos. Cuando terminan de saquear se van en esa dirección. - dice levantando el dedo hacia el camino por el cual venían ustedes y continuaba hacia el sur. - Cuando los vimos venir pensamos que habían cambiado de táctica, por eso nos escondimos. - todavía ve con renuencia a Julianna, y con respeto al dragonborn y al gnomo que habían mantenido distancia pero era notoria su presencia. 

El dracónido observó la escena. Aun así el medio dragón permaneció oculto observando la escena. La experiencia le había enseñado ser precavido. No era por el humano varón trabajador ni por su cría humano, nunca se sabe cuando ojos indiscretos observan.

El enano esperó a que terminaran de rezar, sorprendido por la obediencia de los niños, capaz de superar  la fuerza del hambre de varios días. Después de que el granjero contara lo que les sucedía con los bandidos, Galmor se quedó pensativo un momento mesándose las barbas para luego pronunciar  -Si llegamos hasta su guarida estaremos en su terreno, que supongo tendrán bien preparado para defenderse. Por eso creo que sería mejor esperarlos aquí, vendrán confiados y podemos prepararnos bien para atraparlos. Pero necesitamos saber más cosas sobre ellos como cuántos son, su raza, si tienen jefe, armas que utilizan, cómo se iluminan....

- No suelen ser más de 3 o 4 señor enano, y usan antorchas para iluminarse. - responde el granjero rápidamente ante las menciones de Galmor - en cuanto a que son desconozco, siempre nos escapamos cuando vemos las antorchas y no nos ponemos en reparo de saber siquiera como es su aspecto físico, solo se que son musculosos y grandes. ¿Armas? No he visto que empuñen ninguna últimamente, pero la primera vez llevaban espadas.

El varoncito más grande se acerca al padre y le ofrece un poco de la ración de Galmor a Áaron, este niega con la cabeza y hace un movimiento con la mano para que la termine el muchacho.

- Si pueden ayudarnos, estoy seguro de que no volverán a ver en una situación tan desesperada como la actual. No tenemos mucho, pero seguramente algo podremos entregarles a cambio si terminan con estos seres despreciables. 

Al notar que la situación estaba bajo control, el gnomo avanza hasta el pequeño grupo. –Buenas tardes, mi nombre es Anrüh y como mis compañeros comentan, estoy aquí para ayudar. Enseguida extiende los brazos fraternalmente al tiempo que esboza una ligera sonrisa y agrega.

–De mi parte no espero otra cosa, sino traer tranquilidad a su familia, puede conservar sus pertenencias para abastecer a los suyos. Sus brazos se cruzan y el ceño baja hacia su abultada nariz al dar la razón a Galmor.

–Concuerdo en tu estrategia Galmor, lo mejor es ocultarnos y preparar una sorpresa para los asaltantes, lo mejor será coger por lo menos a uno con vida para averiguar si se trata de un grupo más grande, lo que sin duda es bastante probable dado que se atreven a atacar caravanas enteras.

El enano escuchó con atención lo que contaba el granjero sobre los bandidos ¿ Grandes. Cómo de grandes. Cómo un humano o más? ¿ Y cuando fue la última vez que vinieron?

Llegado el momento se percató de que el padre se quedaba sin comer para alimentar a sus hijo, pero Galmor pondría remedio a eso sacando todas las raciones que llevaba en la mochila. -Aquí tenéis más raciones. Comer cuanto necesitéis. Yo ya he comido bastante por hoy

Atala esperó un poco a que Galmor terminará con sus preguntas, y cuando este les dio más raciones de comida Atala lo interrumpió.

Galmor, tranquilo. Está claro que no los han visto bien, porque han huido cadavez que han venido. Además, seguro que han dejado algunas huellas con la que podamos obtener esa información. Tras decir esto, Atala trata de tranquilizar al granjero y su familia. Tranquilos, vosotros contadnos lo que sepaís de ellos. No pasa nada con lo grandes y musculosos que seán. Nosotros podremos con ellos. Dice sacando su espada y acaricia su hoja. Esta espada me ha servido bien durante el tiempo que estuve en la academia militar de Waterdeep y no me fallará en esta ocasión tampoco. ¿Cuando y donde fue el último ataque y cuando esperaís que sea el próximo ataque? Podríamos ir a mirar al lugar donde atacaron por última vez a mirar si encontramos alguna huella de la que podamos sacar información sobre lo que son y cuales son sus tácticas. Y después podríamos prepararles una pequeña trampa cuando vengan a robar la próxima vez.

- Muchas gracias señor - le dice a Galmor cuando le entrega unas raciones -. No sabría decirle cuando me atacarán de nuevo. No son constantes, hace ya una semana y media que no aparecen, y espero que las bendiciones de la diosa Selune los mantenga lejos por mucho más tiempo. Según los rumores los ladrones se esconden en la zona de las cuevas, a no más de 10 kilómetros de aquí, siguiendo el camino por el que ustedes venían.

Heskan permaneció oculto observando los alrededores. Seguro oque si el granjero le viera creería que era uno de los bandidos.

Galmor entendió por las palabras de Atala que ésta no quería asustar más al granjero y la verdad es que ya habían tenido bastante, por eso no quiso seguir con más preguntas de momento. Les Dejó las raciones y se acercó al último lugar donde habían actuado los bandido en busca de alguna pista. 

Sin decir palabra el druida se adelanta por el camino, evidentemente el lugar no debía ser muy transitado, al menos no de momento, el temor de los granjeros y población de los alrededores hacia los bandidos debía mantener a todos a sana distancia de aquellos parajes. Paso a paso arrastraba el bastón por la tierra mientras caminaba, pareciera que intentase borrar las huellas. –Nada por aquí, nada por allá, aunque claro teniendo ya más de una semana…

Poco a poco el druida se aleja cada vez más en busca de algo que les pueda ayudar. –Por lo menos algo que permita saber a qué nos enfrentamos, su ubicación no es un misterio en realidad…

Fadrique respondía lo apropiado a los rezos, que en la iglesia de Selune era más o menos lo que viniera a cuento y a gusto del oficiante.

Aunque una nube la tape, la luz sigue ahí, aunque la luna esté oscura, Selune sigue sobre nosotros, aunque el camino sea largo y la esperanza remota, aún sigue dando fuerza a nuestros corazones.

Tras comer (y Fadrique comió otra vez, como si fuera un mediano), vinieron las deliberaciones.

Poca experiencia tengo en esto, pero yo diría que cuanto antes ataquemos esa cueva, mejor. Sin embargo dejo el plan a los especialistas. A la hora de buscar huellas, él también se fue por ahí a ver el suelo, cuidando dónde pisaba para no oscurecer posibles rastros... y mirando a ver si había raíces comestibles.

Fadrique termina sus rezos y pretende unirse a la comida, pero un oportuno manotazo  justo cuando iba a coger una de las raciones lo disuade por un momento. El dueño de la gruesa, áspera y rocosa mano que se le ha venido encima no es otro más que Galmor, que desafiante le clava una mirada que le llega hasta el fondo de sus entrañas - Éstas raciones son para esta pobre gente. Tú ya has comido bastante por hoy. Si te has quedado con hambre coge de tus provisiones.

  Tras eso y con Fadrique en otros menesteres* ,Estaba Galmor inspeccionando la zona por la que habían actuado los bandidos por última vez, cuando se percató de que el gnomo se alejaba sólo por el camino hacia el sur. Al momento y con paso acelerado, el enano se dirige tras sus pasos para darle alcance. Solo cuando está ya muy cerca, Galmor comienza a caminar algo más lento hasta que llega a su lado. No hace nada, tan solo observa  los alrededores.

Qué...! ¿Vas a ir tú sólo a por los bandidos...?

Tras las palabras de Atala y después de que Galmor les diera más comida a los campesinos el grupo se disperso por la zona para buscar huellas. Atala volvió hacia el granero que habían visto y empezó a mirar los destrozos que había en la zona.

Viendo por aquí y por allá, sin rumbo aparente y dando vueltas por los alrededores, alcanzan a ver algunas huellas que han sabido mantenerse a pesar del tiempo transcurrido.

Una observación más pormenorizada del asunto les da a conocer que en total (al menos en el último asedio) son 4 individuos. Todos de tamaño promedio, aunque hay una de las huellas que sobresale por ser más grande que las otras tres. Probablemente la de un Semiorco o algo similar.

En cuanto a los destrozos, las carretas presentan algunos hachazos, aunque la mayoría de las tablas quebradas tienen barro, lo que les da a entender que la han pateado hasta romperla y dejarla inservible. 

En su búsqueda no encuentran demasiado, más que algunos zapallos ya en estado de descomposición avanzada por pizotones de los ladrones o algún que otra tabla dispersa en el campo cercana a alguna carreta, mas no pueden determinar bien que ni cuantos son ni cual es su modus operandi. 

El clérigo encuentra una pequeña planta con unos pimientitos pequeños, bien chiquitos y con distintos colores. Por su apariencia se ven bastante apetitosos.

Heskan tras asegurarse que no hay ojos indiscretas y sombras acechantes acudo junto a sus compañeros esperando que no alarmar al humano macho y sus progenies. Sus ojos amarillos penetrantes se pasearon observando cada integrante del grupo.
- Parece que tenemos a cuatro individuos bastantes agresivos que destrozaron la carreta a hachazos y patadas que bien podía tratarse de semiorcos, orcos o algún otro similar de tamaño promedio - informó el hechicero tratando de parecer amenazador.

El enano escucha a Heskan y asiente con la cabeza,, pero hay algo que no le cuadra... Puede que tengas razón Heskan porque siempre actúan de noche pero ¿ entonces por qué van con antorchas? Algún humano habrá entre ellos... Y hablando de esto ¿ Cuántos de vosotros podéis ver en la oscuridad?