Partida Rol por web

Las runas dicen lo siguiente:

Solo cuando un Khazâd golpee mi mentón y salde su deuda, los corazones de los amigos se llenarán de fuerza y poder; mientras que los enemigos perderán el coraje y caerán presa del terror. Los Seguidores de la Noche no serán capaces de pensar a causa de su pánico, su magia vacilará, sus armas caerán hasta que el eco se apague y muera.

Sentada en el suelo, con la mochila en mi regazo, hurgo en su interior. De ella saco un legajo enrollado que leo en voz alta:

...por tu obsequio amigo y alguna vez juglar en la... ...Morada, a Elrond Peredhilde Imladris, saludos.

Como me has confiado el honor de informar sobre cualquiera de mis descubrimientos sobre la Gloria de la Oscuridad, ahora dirijo esta misiva a tu atención.

La conexión, que vincula ese poder a la extraña piedra imán que descubrí hace mucho tiempo, está confirmada. Además, es el lugar de su dominio. Todos los rumores, todas las pistas, todas las señales conducen al Bosque Negro, viciado y fétido incluso después de la partida del Nigromante.

Sin dilación, dirigiré mis pasos hacia el este, a las sombras de ese bosque. Cualquier descubrimiento posterior será tuyo, tan pronto como encuentre a un mensajero de confianza.

Entregada por mi mano en las orillas del Anduin el Grande, este VIII día del mes de Trimidge del año 1343 por el cálculo de la Comarca.

T.P.

Lo doblo con delicadeza y lo vuelvo a dejar en la mochila.

- ¿T.P.? miro a Tolman con los ojos abiertos de par en par... ¡podría ser él!

No pudo prestar demasiada atención a las palabras de Lily, ya que lo que ponían aquellas runas era de enorme importancia, y tal vez pudiese salvarles la vida.

-Esto es lo que ponen las runas:

"Solo cuando un Khazâd golpee mi mentón y salde su deuda, los corazones de los amigos se llenarán de fuerza y poder; mientras que los enemigos perderán el coraje y caerán presa del terror. Los Seguidores de la Noche no serán capaces de pensar a causa de su pánico, su magia vacilará, sus armas caerán hasta que el eco se apague y muera."

Esta puede ser la gran ayuda que en este lugar podíamos esperar. Lo de golpear su mentón, supongo que será hacer sonar el gong.- Tal vez era el enano el que haciendo sonar el gong, pudiese librarles de los enemigos. Pero también era posible que no funcionase, y entonces estarían atrapados, sin posibilidades de escape. Pero parecía una importante posibilidad de lograr la ayuda que tanto necesitaban. 

Había esperado, y deseado, que en verdad descubrieran puertas en esa parte final de la escalera porque de lo contrario tendrían que volver sobre sus pasos, y esa era una opción que Gláin no contemplaba. Menos aún cuando el sonido de los tambores retumbaba cada vez con más fuerza, indicando que se estaban acercando.

—Tienen que estar siguiéndonos —reflexionó en voz alta—. Porque si no es así me parece demasiada casualidad...

Sus palabras quedaron congeladas cuando se adentraron en la sala del gong y de los cadáveres. Bufó al reconocer a dos como orcos y deseó un descanso eterno en paz al elfo que sus compañeros identificaron como guardián de Lórien. Desde el mismo instante en que habían entrado en ese asentamiento enano, Gláin se preguntaba qué pactos se traerían entre manos las gentes de su pueblo con los elfos. El lugar estaba construido por enanos, eso no había duda, pero las runas eran élficas y no de las comunes precisamente. Y ahora un elfo defensor con un mensaje para Elrond que el enano escuchó con atención, pero pocas conclusiones podía sacar de aquel texto sin saber exactamente de qué se hablaba.

Otra cosa muy distinta fue el gong y las runas en él grabadas. Se acercó a sus dos compañeros que se encontraban descifrando la escritura élfica y, rascándose la cabeza, miró a Rilwen cuando lanzó su propuesta. Era demasiado arriesgado, sobre todo teniendo a sus enemigos tan cerca pero, hacer sonar el gong no supondría delatar su posición cuando los orcos ya parecían saber dónde se encontraban.

—El tiempo apremia. Si todos estáis de acuerdo hago sonar el gong y vemos qué pasa; en caso contrario sería mucho más prudente que nos pusiéramos ya en camino.

—Po.. podría —Miró taciturno y confundido a su hermana—. Pero, este elfo... ¿Quién era? ¿Trae algo más entre sus cosas que pudiera identificarlo? —Miró con ojos suplicantes a su hermana. La curiosidad se apoderaba de él a la vez que daba pasos, poco a poco, más a prisa, con la intención de poder observar él también desde cerca la inspección de los objetos que hacia su hermana.

—Si, en efecto, a esto podrían referirse las otras runas. —Dijo entre cavilaciones el elfo. Pero de pronto, se volteó de improvisto al escuchar las palabras del enano— Pues, yo estaría de acuerdo con intentarlo. Solo me retiene una pequeña parte, un fragmento. —Señala en el gong lo que le hace dudar— Aquí pone "solo cuando un Khazâd golpee mi mentón" y eso puede referirse a golpear el gong en su centro, o su parte parte inferior, quizás. Pero lo que me preocupa es la siguiente parte "y salde su deuda". —Se giró y observó a Gláin—. ¿Tiene eso, acaso, algún significado para ti?

Debatís qué hacer a continuación, aunque más o menos lo tenéis claro. Gláin se adelanta y se coloca frente al gong, dispuesto a golpearlo con fuerza con el mango de su hacha. Mientras los elfos miran al enano para ver qué ocurre cuando éste haga sonar el gong, los hermanos Pulgarverde se afanan en registrar los esqueletos que yacen en el suelo. Lily, confusa, lee la carta encontrada en la mochila del elfo de Lórien. Cree que puede saber quién la escribió... Tatharina, que se ha quedado con la antorcha más cerca de la puerta, se gira de repente, ya que cree que ha escuchado algo proveniente de las escaleras.

Justo en ese preciso momento, cuatro figuras achaparradas surgen silenciosas de la oscuridad de la escalera de caracol y se plantan en el rellano: son trasgos de las montañas. Llevan petos de cuero, yelmos de cuero y cimitarras en sus manos. Un brillo rojizo ilumina sus pupilas. Husmean el aire mientras avanzan, pero al veros al fondo de la sala, corren hacia vosotros. El sonido de tambores resuena por todo el complejo subterráneo.

Tatharina había escogido un mal momento para quedarse en el umbral de la puerta. El misterio del gong y los esqueletos tendría que esperar, pues sus perseguidores por fin habían decidido revelarse como trasgos de las montañas. Paralizada, observo sus movimientos, tal vez no les habían visto pero, cuando empezaron a correr, no hubo dudas. Inmediatamente, la joven beórnida entro en la sala moviendo la antorcha para que la atención del grupo se centrara en ella. - ¡Están aquí!

Repitió el mensaje varias veces mientras se acercaba al enano. - Gláin, si quieres probar algo es el momento, si no, empuña tu hacha, pues pronto multiplicaré tu fuerza. Y ya en guardia, espero el momento de lanzar su hechizo.

Rilwen estaba pensando en las posibles implicaciones de aquellas runas, golpear el mentón tenía que se golpear el gong. Pero y lo de saldar su deuda, aquello tenía que tener algún significado. Pero no pudo continuar pensando, no solo por el cada vez más próximo ruido de tambores, no, en aquella ocasión cuatro trasgos de las montañas se dirigían hacia ellos. El ataque había comenzado. Ya no podían cerrar la puerta, los malditos estaban mucho más cerca de lo que había pensado. ¿Cómo era posible que supieran donde estaban? Allí había algo que se le escapaba, algo que no había logrado entender. Ya que para ella todo aquello de los trasgos y orcos con sus tambores, carecía de sentido.

- Ya están aquí! Golpea el gong y que la suerte este con nosotros.- Fue lo único que alcanzó a decir, mientras cogía su arco y disparaba contra una de aquellas malignas criaturas. Aprovecharía que estaba a distancia para atacar con su arco. 

Y eran muchas las preguntas que se agolpaban en su cabeza: ¿Qué pasaría cuando Glain hiciese sonar el gong? ¿Cómo habían dado con ellos aquellos trasgos? Y en aquellas ruinas, justo cuando llegaron a ellas.

- Hermano, - digo a Tolman cuando está junto a mí para examinar con sus ojos lo que he leído- sin duda es una carta de nuestro padre para Elrond. Después de entregarla a este elfo se encaminó al Bosque Negro donde encontró su destino final - mis ojos se entristecen al recordar lo descubierto en Rivendel. Padre murió intentando evitar algo terrible... y este mensajero nunca alcanzó a entregar esta carta. ¿Y si padre no hubiese muerto?¿Y si está prisionero de un gran mal?...

Entonces me interrumpo al descubrir los trasgos en la puerta. La sorpresa me impide articular palabra, pero mis pies y mis manos actúan solos. Con una mano agarro la cuerda élfica y con la otra el cuello de la camisa de mi hermano. Y tiro de ambos para llevarlos conmigo tras el gran gong. En un suspiro ambos estamos fuera de la línea de visión de la entrada. 

-Quédate junto a mí Tolmen. Le digo a mi hermano mientras saco torpemente mi cuchillo apretando su empuñadura de forma de flor con fuerza.

Muchas eran las dudas que atenazaban a Gláin al escuchar los comentarios de sus amigos. No tenía ni idea de a qué deuda podía referirse lo escrito en el gong, ni siquiera podía pensar en si golpear en el centro o en uno de sus bordes, lo único que sabía era que el enemigo estaba cerca ya que el sonido de los tambores cada vez se oía más cercano y más alto.

Con el hacha en la mano sujetado al revés de lo que debería ser, el enano aún se preguntaba si sería correcto golpear el gong o no. Delatar su posición parecía no ser ya una prioridad, y de eso se dio cuenta al escuchar el primer aviso de la beórnida. Ya estaban allí, la lucha era inevitable y él debía tomar una decisión a toda velocidad.

Aspiró profundamente para llenar de aire sus pulmones y, cogiendo el hacha por el frío y duro metal, se dispuso a golpear con todas sus fuerzas el gong. Si debía golpear más de una vez era un misterio para él, pero viendo a los primeros trasgos ya en la puerta era consciente que un segundo toque sería imposible ya que tendría que prepararse para luchar.

Cerró los ojos y se encomendó a Mahal para que, de morir, le otorgara la oportunidad de acudir a las estancias especiales preparadas para su pueblo de Mandos. Sino, volvería a la tierra de la que fue creado.

Sus brazos sintieron el golpe del mango de su hacha contra el metal del gong como si un rayo lo hubiera traspasado y, girando rápidamente el hacha, se puso en posición de combate preparado para la lucha.

Resopló con resignación, les habían seguido el rastro, casi como masticando sus sombras. Un suspiro, y un giro rápido para observar hacia la entrada fue todo lo que necesitó—. Bien, nos han alcanzado. Has lo que creas oportuno, maese enano, pero hazlo rápido —dijo mirando a Gláin y guiñó un ojo amistoso en señal de aprobación, sobre la medida que éste tomase—. Aquí, sigue de pie un hijo de las estrellas. Venid criaturas de la penumbra. Elen síla lúmenn' omentielvo. 

—Lo dudo mucho hermana, ha pasado ya tantísimo tiempo —comentó con tristeza en sus palabras—. Es una pena que el mensajero no hubiese tenido la posibilidad de cumplir su encomienda —sus ojos se bajaron en señal de respeto por el caído desconocido, pero también para ocultar la pena que la rememorada muerte de su padre traía a su semblante. 

De pronto sintió un jalón— ¡Ay! Qué... ¿Qué haces? —Le dijo a su hermana mientras el tirón de su solapa lo sacaba de su ensimismamiento y lo arrastraba hacia la parte posterior de la sala— De... de... deberíamos pelear. !Ay¡ —Solo alcanzó a decir en todo el trayecto hasta el gong, mientras a tientas tomaba de su cinturón su honda y algunas piedras. 

En apenas unos segundos, muchas cosas pasan a la vez. Tatharina se adentra en la estancia para colocarse al lado del enano y preparándose para lanzar un hechizo. Gláin, agarrando su hacha fuertemente, golpea el gong con destreza y poder, haciendo que el metal baile para atrás y adelante. Los hermanos Pulgarverde se colocan detrás del gong y se preparan para entrar en combate; mientras que Rilwen, ágil como siempre, coloca una flecha en su arco y dispara contra el primer trasgo que aparece. Son cuatro y corren hacia vosotros, entrando en la sala.

Un sonido grave y resonante llena el aire. Vuestros músculos se inundan repentinamente con renovadas fuerzas y vuestros enemigos parecen empequeñecer. El sonido del gong crece haciéndose más y más penetrante y fuerte, apagando el eco de los tambores. Os sentís casi como si un ejército hubiera llegado para unirse a vuestro bando. Está claro que el gong es mágico y produce un efecto sobre todo aquel que lo escucha.

El enano se siente muy debilitado, aunque aún tiene fuerzas para presenta batalla. Gallind parece moverse más rápido de lo habitual y los trasgos parecen paralizados o aturdidos por el sonido del gong, que reverbera por todas partes, incluso fuera del refugio, en el exterior. Un arco de luz de colores parece penetrar de repente a través de la aspillera abierta del final de la cámara. Colores rojos, verde e índigo fluyen a través de la abertura, esparciéndose por la sala. Algo ocurre afuera, pero no lo veis si no se asoma alguien...

Tras llegar y siendo soltado por su hermana, apresuró a asomar su cabeza y lengua fuera del gong para lanzar un piedrazo contra uno de sus adversarios—. ¡Aja, le he dado! —Dijo satisfactoriamente a Lily. Y airosamente, como envalentonado le preguntó— No sé, de pronto me siento revitalizado. ¿No te parece extraño? Creo que ha llegado la hora de enfrentarnos a estos molestos perseguidores. ¿No crees lo mismo?

Algo había cambiado, al sonar el gong Gláin, este parecía muy cansado, pero el resto estábamos mejor y los trasgos parecían confundidos. Rilwen no sabía si con aquello sería suficiente, ya que el número de enemigos tenía que ser abrumador, pero desde luego que parecía que podría ayudarles. Su primera flecha se clavo en uno de los trasgos, y mientras colocaba una nueva flecha para disparar, noto como unas extrañas luces entraban en la sala, algo estaba ocurriendo en el exterior, pero en medio del combate estaba demasiado ocupada como para mirar de que se trataba.

Apuntó y disparo de nuevo contra el mismo trasgo al que había herido, el primero en entrar en la sala (trasgo 1). Mientras trataba de animar a sus compañeros. -¡Ánimo amigos! Acabemos con ellos, no podemos perecer aquí.- 

A poco que la reverberación del gong comenzó a llenar la estancia, Tatharina fue capaz de sentir la magia a su alrededor como la humedad en un banco de niebla. Ella se sentía poderosa, pero miro a su alrededor para comprobar que los efectos les habían afectado a todos por igual.

No tardo en darse cuenta del agotamiento de su amigo, así que, como ya había anunciado, se dispuso a insuflarle nuevas fuerzas. Colocó su mano en el hombro del enano y le dijo: - Ha funcionado amigo, ahora es mi momento de devolverte el favor. Al poco, nuevas energías se propagaron de la beórnida a los músculos del enano, preparándolo para la batalla que se avecinaba.

La vibración del metal al ser golpeado recorrió como un rayo cada músculo y cada hueso de los brazos de Gláin, extendiéndose por todo su cuerpo y causándole una fatiga como si hubiera estado escalando montañas durante días. De repente el hacha se hizo más pesada entre sus manos, pero no tanto como para no poder enfrentarse a los trasgos que habían cruzado el umbral.

Preocupado porque el gong hubiera causado un efecto no deseado en ellos, el enano miró a sus compañeros un instante para comprobar que ellos estaban tan revitalizados como cansado se sentía él. Eso le alegró el corazón y le infundó nuevas fuerzas para enfrentar el ataque. Aunque esas fuerzas no solo fueron una orden de su cabeza sino de la magia procedente de su amiga beórnida.

—Gracias —murmuró a su amiga.

A pesar de todo, Gláin temía perder esas fuerzas recuperadas si echaba a correr contra el enemigo, el cual se había paralizado ante el sonido del gong y las extrañas luces que entraban por la puerta. Dio varios pasos, acercándose a los trasgos que aún no habían sido heridos, con el hacha preparada para que, a la primera oportunidad, descargarla contra ellos.

Encantado por su propia magia, y revitalizado por la magia del lugar se dispuso a enfrentar a sus enemigos. Su mirada observó a ambos lados con rapidez inhumana, miro a sus compañeros preparándose para el combate y a los trasgos sosegados o estupefactos por el sonido del gong y no lo pensó más, tomó de su vaina la espada y desenfundándola lentamente comenzó a recitar otro de sus sortilegios—. A tenna nárenna. —Tras ello, salió de sus manos una saeta de fuego que golpeo contra otro de sus enemigos. 

Dió un paso al frente, y observó de soslayo como Tatharina se encargaba de brindar apoyo a Gláin que parecía más cansado tras golpear el gong. Se alegró de ver como éste recobraba fuerzas y daba pasos hacia delante. Por lo que no se hizo esperar, alzó sobre su cabeza su espada rúnica, y gritando nuevamente, enardecido, lanzó un segundo hechizo contra el tercer rival—. A tenna nárenna. —Fue otro rayo de fuego abrazador el que nuevamente le impactó en el pecho. 

No era momento para cobardías, eso estaba claro. Ahora que Tolman  está a salvo de los cuchillos trasgos detrás del Gong me armo de valor para salir de mi escondite blandiendo mi cuchillo encantado. Confío en que la violencia de estas criaturas sea su perdición. Si aquella a la que hiera y su sangre derrama ha tomado alguna vida, como yo sospecho, caerá en un profundo letargo. Esa es la mejor manera de que no hiera a ninguno de mis amigos. 

Me muevo intentando no llamar la atención hasta colocarme junto a un horrendo trasgo (trasgo 2) y cuando creo que mi golpe le alcanzará en su pierna de piel correosa tomo el puñal con ambas manos e intento clavarlo con toda la fuerza que puedo reunir. Sé que eso no lo herirá de muerte, pero quizá desencadene el encantamiento sobre él. Cierro los ojos encomendándome a mi suerte.