Partida Rol por web

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Gracias al cielo Menez seguía dando la espalda al marinero cuando Pooster intervino. Una medio sonrisa se formó en su arrugado rostro al imaginarse a Pooster haciendo las labores del pinche de cocina. ¿Habría visto algo en el interior que le hiciera sospechar? Esperaba que así fuera y que no estuviera echándose un farol. Una vez había planteado la posibilidad de que hubiera más de un saboteador y que compartieran el mismo camarote. El marinero podía estar cubriendo a su compañero con un fin oscuro o simplemente demostrando su compañerismo hacia él. Era agobiante encontrarse en aquel espacio tan reducido. Empezaba a tener calor debido a la tensión del momento a la espera de la respuesta del marinero.Si Henning estuviera allí y le alertaban de que andaban detrás de él y fuera el saboteador...los segundos se le hacían eternos a Menez, dada como estaba la vuelta, sin poder meter su curiosa cabeza por todas partes.

El hombre parpadea, completamente asombrado. Se despeja de la modorra y de la indignación que le había entrado como si se echara encima un cubo de agua con hielo.

Qué me dice... se vuelve y tira de la manta y... efectivamente: donde parecía haber un cuerpo dormido, hay un montón de ropa más o menos bien dispuesta como para parecer que él está ahí, durmiendo.

¡Diablos! El muy cabr... truhán. ¿Entonces él es el Jonás? ¡Jamás lo habría creído! Parecía tan buen chico...

No, gracias, Doctor... - Peabody rechaza con amabilidad el ofrecimiento de una pastilla para dormir - Lo único que me pasa es que necesito un poco de ejercicio, algo de actividad y dormiré como un bebé - añade, señalando el escueto espacio donde han estado trabajando toda la noche.

Y en efecto, tras cambiarse de ropa se le puede ver dando algunas vueltas alrededor de la cubierta, alternando la carrera con flexiones, sentadillas y elevaciones en las barras que pueblan el navío; a fuerza de repetir estas rutinas, prácticamente a nadie le llaman ya la atención.

Al cabo de una hora, aproximadamente, Alex se dirige a las duchas y después a su camarote, dispuesto a conciliar un sueño reparador.

A la mierda los convencionalismos y los pudores. Al escuchar la sorpresa del marinero Menez se dio la vuelta sin contemplaciones. Miró a Pooster con admiración y le dio dos palmaditas en lo más alto de la espalda donde llegaba.

- Tápese hombre, rápido.- Dijo Aramiker mientras observaba con sus propios ojos la argucia preparada por Henning. Un par de veces se le iban los ojos hacia las poderosas piernas del marinero. No era una mujer de piedra.- ¿Cómo lo ve Pooster? Podríamos sacar ventaja de esto. Actuar como si no hubiéramos visto nada.- No veía tres en un burro pero mientras hablaba metía la mano bajo el colchón de Henning y miraba debajo de la litera.- No se quede ahí Pooster, ayúdeme.- Después miró al marinero compungido.- No sabemos si Henning volverá, ni podemos asegurar al 100% que sea el Jonás. Es de vital importancia que simule total normalidad si se lo encuentra. Si no se ve capaz símplemente trate con él lo menos posible. Daremos la voz de alarma al capitán y veremos cómo actuar. Tenga cuidado.- Esperó a que Pooster diera su opinión al respecto, por si tenía otra idea de cómo actuar. Después, Menez partiría a buscar a los demás.

Tim se siente contento de ver que su teoria era cierta y que el marinero no estaba involucrado.

Como bien dice la señorita, hemos de tomar ventaja y no decir nada por ahora. Hemos de ser cautos y mover bien las piezas de la partida. Tapese o vuelva al camastro y no diga nada, vamos a informar al capitan del tema acaecido. Si vuelve, hagase el dormido o no hable con el, sea cauteloso, no debe sospechar, creo que ya tenemos pruebas de que puede ser nuestro jonas.

Pooster ayuda a buscar en la zona donde se ubica el afamafo sospechoso, buscando algo valido para poder tomar una huella o algun objeto incriminatorio. tras ello, sale de la sala junto a Menez. algo rubirozado comenta.

creo que ese choque fortuito ha activado mis habilidades sensoriales...me refiero a mi observacion de las cosas. Espero que no se haya sentido incomoda por el abrazo para mantener el equilibrio, nada mas fuera de mi intencion que molestarla, señorita. Como vera ese tipo ha confiado en nosotros, ya tenemos la prueba que queriamos, hemos de avisar y buscar a ese truan, no cree?

Antes de salir Menez cogió, con el permiso del otro marinero, una prenda de ropa de Henning. Algo insignificante, que pudiera haber perdido sin darse cuenta. Una vez fuera asintió hacia su compañero de fatigas.

- Por supuesto Sr. Pooster, totalmente de acuerdo.- Se sentía como Watson, el ayudante del famoso detective Sherlock Holmes.- Avisemos a los demás. Hay que saber dónde carajo se ha metido Henning. Puede estar preparando una buena. Quizá Maggie consiga encontrarlo con los perros si siguen el rastro de una de sus prendas.

Si, hemos de darnos prisa, es importante, vayamos lo mas raudos posibles y sin tropezar demasiadas veces, tengamos cuidado con los baivenes de este buque, lo digo por por aquello de los abrazos furtivos, podria llegar a acostumbrame, jeje.

Por una vez Pooster muestra su lado mas humano y mundano, permitiendose hacer una broma sobre lo acaecido, a pesar de la gravedad de los hechos, el saboteador seguro que estaba a punto de actuar de nuevo, fuera de su camarote, empleando el subterfugio.

Menez y Pooster encuentran a Peabody en cubierta, en ropa de hacer gimnasia: pantalón corto, zapatillas ligeras, de lona y camiseta de algodón. Está sudadillo. Acaba de hacerse cien sentadillas.

Menez enarcó una ceja ante la chanza de Pooster. ¿Le estaría tomando el pelo?No estaba acostumbrada a que los hombres se la insinuaran.

- Si conseguimos pillar al Jonás recuérdeme que le invite a una copa. Empiezo a estar muy harta.- Necesitaba un poco de paz en el barco y poder disfrutar del viaje.

Menez y Pooster encuentran a Peabody en cubierta, en ropa de hacer gimnasia: pantalón corto, zapatillas ligeras, de lona y camiseta de algodón. Está sudadillo. Acaba de hacerse cien sentadillas. Antes se ha pegado un par de carreras por cubierta: los marineros (y él) ya están acostumbrados a las esquivas, cuando un cabestrante está siendo utilizado, o cuando varios hombres han hecho una fila para mover bultos de un sitio a otro... o en la típica limpieza de cubierta. Es ya como un pasatiempo.

Le hacen el gesto típico: tenemos que hablar, mientras suben a la cubierta de botes, y de ahí, a lo que ahora es un laboratorio.

Kleiver no se sabe dónde está. Maggie, se supone que está en su camarote, durmiendo, así que la despiertan (ha podido pegar ojo unos tres cuartos de hora, lo que tampoco está tan mal, pero tiene arenilla en los ojos, y parece necesitar un café bien cargado... o algo más fuerte).

En el lugar se encuentran Moore, Hirsch y Porter, disponiéndose a dormir un ratejo en improvisados catres: ya han terminado su trabajo. Ordenados en pilas, están todos los datos, con sus correspondientes huellas dactilares y los objetos de los que han sido tomadas.

Y ahí están todos ahora. Menez y Pooster vienen con un brillo en la mirada. Van a hablar...

Kleiver se despierta con un sobresalto. No se ha llegado a dormir, en realidad, pero estaba cabeceando arrullado por el movimiento de las olas, y por el sabor de su aromático tabaco. Hasta ha creído dormir despierto... soñaba con extraños ruidos que, por debajo de los ya descritos (el movimiento de los marineros en cubierta, el ruido de las máquinas y demás... ), le llaman la atención. Esos ruidos y un aroma conocido: es un aroma que no relaciona con el barco.

Los ruidos son los de alguien trabajando. Alguien ha suspirado, quizá con fastidio, en la bodega: es claro que ha sido ahí, ruidos tan leves no se escuchan si no han sido magnificados por el enorme tímpano que es la bodega casi vacía.

El aroma es inconfundible: con el calor, la dinamita suda. Es peligroso cuando ocurre. La dinamita está compuesta por una mezcla de pólvora y nitroglicerina. Hace calor, desde luego. Calor húmedo y pegajoso. Huele a dinamita. Kleiver conoce bien ese aroma, él está acostumbrado a manejarse con explosivos.

Tras estos descubrimientos, de repente, al alemán le dan ganas de ser muy sigiloso. Descubre que la luz que hay en la enorme bodega es escasa. Muy escasa. Hay demasiadas zonas en sombra.

Él está, en realidad, en la bodega de entrecubiertas, que es algo así como una galería que se asoma, por todos los lados, al enorme vacío de la bodega propiamente dicha, que tiene la forma del casco del barco vaciado. En el suelo, la oscura silueta, apenas entrevista, del Fairchild, se llena para él de escondites innumerables. Asimismo, el lado ciego desde el que no se puede ver (está en una galería, una pasarela, a varios metros de la quilla, llena de bultos y paquetes bien amarrados) también le inquieta.

Timothy muestra un extraño gesto en la cara, fruto de la alegria contenida y algo nuevo y diferente en el. Se muestra mas cercano y coloquial que de costumbre, señal inequivoca de que algo ha acaecido.

Señores, creemos poder afirmar que tenemos una prueba, que si bien no es incriminatoria de per se, lo es por lo propio de su naturaleza. La señorita Menez y yo hemos descubierto algo inusual  que nos puede llevar en la linea de quien ha sido el saboteador y que da muchos indicios  claros de quien puede ser nuestro Jonas. Voy a dejar que ella os lo comente,  ya que tiene el don dee lenguas mas prolifico que el mio, por favor, Aramiker.

Tim deja en el aire un halo de misterio, dando un ligero golpecito con el codo, muy complice con Menez.

Menez asintió hacia Pooster y comenzó a hablar.

- Gracias Sr. Pooster. Mis sospechas han sido confirmadas.- Para ella no quedaba ninguna duda de que Henning era el Jonás. Desde el momento en que Peabody había encontrado la foto y el recorte de periódico durante los reconocimientos médicos.- Si con las pruebas que encontramos sobre su posible móvil, relacionado con la muerte de su padre en una de las funestas expediciones del Sr. Starkweather, no tienen suficiente, esperen a oír esto. - La mujer sabía hacerse de rogar y ser el centro de atención pues lo llevaba en la sangre.- Pooster y yo bajamos a los infiernos de la cubierta de popa. Aquello es tan estrecho que me parece imposible que pueda habitar allí alguien. - Sobre todo cuando ella ocupaba uno de los mejores camarotes por ser mujer.-La puerta del camarote de Henning estaba cerrada pero llamamos y nos abrió un compañero suyo, con muy malas pulgas, todo hay que decirlo. Pero gracias al Sr. Pooster, que le puso los puntos sobe las íes, accedió a dejarnos pasar y, para sorpresa nuestra, en el catre de Henning no había más que un bulto hecho con ropas y tapados con la manta.- A Pooster tampoco se le había escapado ese detalle. La mujer miró a sus interlocutores  esperando sus reacciones- ¿No se dan cuenta? Había engañado a sus compañeros de camarote y ahora andará por ahí haciendo de las suyas, ¿qué si no?- Ahora que había acabado se preguntaba donde estaría el tozudo alemán.- Le dijimos al marinero que simulara que no había pasado nada si Henning volvía. Pero creo que es suficiente como para poner patas arriba ahora mismo este barco y no descansar hasta que tengamos a Henning a buen recaudo.- Esperaba la aprobación de los líderes de la expedición y del capitán del barco.- Por cierto, ¿dónde anda Herr Kleiver?

Kleiver estaba haciendo tiempo hasta que se levantara Maggie. Mira a la exploradora, preocupado por sus ojos hundidos. No se dónde andará, pero supongo que no muy lejos. Usted ha estado en cubierta, Alexander, ¿no le ha visto?

Sudoroso, asustado, a oscuras, tenso, mayor... todo de golpe. Rudolf miró su pipa, poco más que una mortecina brasa, preguntándose cuánto tiempo habría pasado entre cabezada y cabezada. Los sucesos en el viaje habían sido intensos, aunque él se lo había tomado con filosofía teutona. Kalm, kalm. ¡Un momento! ¿Qué era ese ruido? El alemán guardó la pipa aún caliente en el bolsillo de la chaqueta tras tirar la ceniza al suelo y olfateó nervioso el aire. El olor a nitroglicerina y tierra de diatomeas, empapando el cartón de un cartucho de explosivo eran inconfudibles para aquel viejo zorro.

Kleiver se excitó mientras se incorporaba, sacando la otra pipa, su pistola, del interior de su funda. ¿Quién si no era el saboteador podía estar oculto en la oscuridad en medio de las bodegas? Pero no podía permitirse equivocación alguna, pues su hoja sin tacha que le había permitido acceder al barco, ya tenía demasiados borrones ante los ojos del capitán, Moore y sus amigos. ¡Scheisse! Sus gafas empañadas apenas le dejaban ver más allá de su nariz, goteante ya.

Paso a paso, trató de moverse en la oscuridad. Pensó en gritar, con autoridad, cómo hacía a sus hombres en las excavaciones y prospecciones... pero no aquí. No en el Gabrielle, aquel cascarón de nuez maldito no era su territorio. Necesitaba ver qué demonios había en ese lado ciego, así que cambió de opinión.

Inseguro, se arrodilló, pistola en mano y avanzó reptante por la zona oscura en dirección a aquel ángulo ciego, procurando no perder detalle de la respiración que había acelerado su pulso.

Hay que informar inmediatamente al Capitán, formar patrullas de búsqueda; hombres armados. Hay que dar con él cuanto antes - afirma vehemente Alex, con tanta energía que parece haberse recuperado repentinamente del cansancio - No he visto a Kleiver desde hace un buen rato, y eso también me preocupa...

Buscando por un momento en su inseparable cartera de piel, saca un revolver y dice con decisión: Empezaré por la proa, ya que ustedes vienen de la popa; no hay tiempo que perder...

Sabiendo dónde tenía que mirar, Kleiver caminó por la pasarela en dirección opuesta a donde se suponía que estaba hasta dar con el origen del sonido.

Si no recordaba mal, estaba en la bodega de entrecubiertas número 2. En el espacio donde había almacenado uno de los boeing, el Shakleton, desmontado y embalado en enormes cajas. A lo largo de los largos bultos de las alas, atadas de manera que quedaba un pequeño espacio para caminar entre ellas y la barandilla que daba a la bodega inferior, el intrépido alemán se deslizó intentando no hacer ruido.

Bajo él en la bodega inferior, el pequeño avión Fairchild era una sombra oscura. Sabía que debajo del aparato estaban almacenados, en hileras separadas por tablones de madera, todos los barriles de gasolina que la expedición traía. Olor a dinamita y gasolina no le sonaban bien. Siguió caminando, con la espalda contra las alas cuando, sin darse cuenta, se acabaron: añadido eso a un movimiento inesperado del barco, Kleiver casi se cayó de culo. Se le escapó un: Aah, fuck it, susurrado, pero suficientemente amplificado contra el vacío como para escuchar la reacción del que pudiera estar bajo él haciendo quién sabe qué diabluras.

Apenas una sombra cruzó por una pequeña esquina. Imposible identificar a la persona. Kleiver pudo escuchar cómo caminaba discretamente por la escalerilla que llevaba de la bodega inferior a donde estaba él, que desembocaba justo frente al alemán, pero ya fuera de ángulo, por haberle dado tiempo a subir lo suficiente. Se echó al suelo, para intentar conseguir mejor vista, pero apenas alcanzó a ver cómo los pies trepaban los últimos escalones. Tras unos bultos en el lado opuesto debería aparecer quien fuera que estaba ahí.

¿Quién anda ahí? Dijo, finalmente. Pero el sonido cesó. No sabía bien si el hombre seguía en la escalerilla, a medio subir, o si se había metido tras algún bulto.