Partida Rol por web

Durante uno de tus días libres, recibes un comunicado del Primer Oficial Gallus que te manda llamar a su despacho. Se trata de una espartana oficina en su aposento, decorada con austeridad. Tras un pesado escritorio de metal, se encuentra Hieronymus Angevin Gallus, revisando unos documentos.

Ah, bien -dice tras levantar brevemente la mirada-. Usted debe ser la señorita Irina. No se preocupe, esta entrevista es una mera formalidad; me gusta conocer a los hombres, o mujeres -añade con un deje humoristico-, a mi mando. Tome asiento, por favor.

Gallus espera a que te sientes en una de las sencillas sillas metálicas frente al escritorio.

He estado leyendo su historial. Es muy interesante, sin duda. Digame, Irina, ¿qué espera obtener de su servicio en este navío?

Irina vestía un simple mono de trabajo, lo llevaba anudado sobre la cintura mientras la parte superior del torso iba cubierto por una chaqueta de cuero algo vieja. Llevaba manchas de aceite por el rostro, no había tenido tiempo de asearse, estaba engrasando las junturas de la armadura dejándola bien limpia y lista para el combate.

Saludó con un leve asentimiento de cabeza y tomó asiento en una de las sillas metálicas de la estancia, quedando a su misma altura y frente a él - ¿usted que cree? - preguntó en respuesta esbozando una ligera sonrisa aunque sus ojos parecían muertos - gloria, poder, ascender... aquí dudo que haya gente sin aspiraciones más elevadas... - se encogió de hombros - estamos aquí para la gloria del Imperio, pero haciendo esto, sacamos tajada y yo, quiero parte de mi pastel

Gallus asiente y sonríe.

Una respuesta sincera, bien.

Durante unos segundos, el primer oficial rebusca entre los documentos.

Según estos informes, es usted pendenciera, desobediente y malhablada -dice en un tono totalmente neutro-. Fue expulsada del Dux Benevolent por, cito textualmente, "agredir y robar a un agente del Administratum" -Gallus alza la mano para interrumpir tu queja-. Si, también pone que no se encontró el botín y que el agredido no vio al agresor, y que el caso se desestimó por falta de pruebas.

El primer oficial se inclina sobre la mesa, serio y te mira a los ojos.

Todo eso ahora da igual. No me interesa su pasado, no me importa su carácter. Ya no está usted trabajando para la Armada Imperial ni para el Administratum; ahora trabaja para Lord Efkairos y su flota. Mantener el orden es mi prioridad en este navío, y los que estén bajo mi mando acatarán mis normas -Gallus hace una pausa-. Pronto entenderá, señorita Irina, que la Effrayant se cuida sola; sus gentes son muy independientes. Si alguien agrede, roba o perjudica a cualquier tripulante, sus compañeros se ocuparán de administrar justicia. Mi trabajo consiste en impedir las escaladas de violencia.

Tras dar su pequeño discurso, Gallus se deja caer sobre el respaldo de su asiento.

Supongo que comprende lo que le acabo de explicar.

Irina estuvo apunto de golpear la mesa repetidas veces y dar voces completamente ida y presa de la ira... pero en lugar de ello se mordió la lengua, literalmente y se mantuvo callada asintiendo conforme Gallus daba rienda suelta a su verborrea y a lo que quería decirle. Cuando este hubo terminado, Irina le dedicó una mirada cargada de enfado pero hizo acopio de todo su autocontrol.

 - Mire... - comenzó - vine a esta flota por voluntad propia, dígame, en todo este tiempo ¿cuantos altercados he protagonizado? aquí tengo una gran oportunidad y no pienso desaprovecharla por alguna clase de gilipollez - se sintió señalada aunque no era la intención de Gallus - ya se como se las gastan aquí, he presenciado peleas suficientes y tripulado naves suficientes como para saber estarme quieta... bastantes latigazos me he llevado. No señor, no buscaré problemas ni favoreceré una escalada de violencia dentro de la nave, no esta entre mis objetivos en la vida - dijo como final reclinándose sobre el asiento que ocupaba.

El primer oficial asiente con calma tras tus palabras. Después, empieza a escribir en uno de los documentos que tiene frente a él.

Créame, Irina, me alegran mucho sus palabras -dice sin parar de escribir-. Porque en los informes sobre usted que he leído no sólo hay notas sobre su carácter. Tengo muy buenas referencias sobre sus dotes para el combate. Además, tengo entendido que se trajo usted un equipamiento envidiable.

Gallus deja de escribir y se levanta de su asiento. Con calma, camina hasta situarse frente a la única muestra de decoración de la oficina; un pequeño retrato que muestra a un hombre, militar, ya anciano. El primer oficial entrelaza las manos en la espalda y habla con un tono casi triste.

Verá, señorita Irina, nuestro buen capitán no es como usted o como yo. Tiene muchas virtudes y un gran potencial, y lo admiro con creces, pero me preocupa. Me preocupa porque el peso de su responsabilidad pueda llevarle a cometer imprudencias y ponerlo en peligro -Gallus se da la vuelta y te mira-. Es por eso que quiero convertirla en su guardaespaldas personal. Lord Sebastien necesita a los mejores a su lado, aunque él no lo sepa -el primer oficial se acerca de nuevo a la mesa y te extiende el documento que había estado rellenando momentos antes-. Aquí tiene la orden y el pase de seguridad. Sus deberes serán sencillos a partir de ahora: cuando el capitán esté en el puente, usted estará a su lado; cuando el capitán abandone la nave, usted estará a su lado; si alguien ataca al capitán, usted estará a su lado.

Gallus vuelve a sentarse de nuevo en la silla.

¿Alguna pregunta, señorita Irina?

Aquello pilló con la defensa bajada a Irina y una sonrisa enorme se dibujo en su rostro, no se esperaba aquella cosa, ni mucho menos, el hombre había sacado a relucir todo su historial delictivo y de mala conducta, algo que Irina quería abandonar, más que nada porque aquellas reacciones violentas se daban cuando Irina no estaba a gusto, y en aquella nave sucedía lo contrario, estaba bien, estaba contenta.

 - esto es un ascenso en toda regla - comentó después de coger el pase de seguridad. Le hubiera gustado vanagloriarse de como consiguió todo el equipo que llevaba, pero contar que había acabado con la vida de un cazarecompensas solía suscitar que la gente la tomara por una loca mentirosa... y no tenía ganas de ello - me temo que no, no tengo ninguna duda... supongo que se me asignará un camarote cercano al del Capitán ¿no? - puestos a pedir, Irina no se cortaba - siempre puede haber infiltrados u otros peligros... ya sabe