Partida Rol por web

Sangre y ni siquiera estaba seca. La única conclusión lógica es que Nerthus había vertido parte de su sangre para escapar de alguna manera de esa sala... pero tristemente no había ninguna respuesta, ninguna pista para poder salir de la pirámide. Llegaba la hora de tomar la decisión de saltar o no hacerlo y su mujer le miraba de forma que parecía que adivinaba lo que estaba pensando. Luca suspiró, el peso de la niña empezaba a hacerse insoportable en los brazos y la solución no iba a ser del agrado de su mujer. Luca le dio un beso en la frente de la niña  y le dijo

"Perdóname angelino, pero se me están durmiendo los brazos y queda mucho por hacer..."

Con lo que Luca se pasó a la niña al hombro con el evidente descanso de los brazos pero el efecto visual de estar cargando un fardo. No quería mirar a su mujer, no quería preocuparla, pero así no lo iban a conseguir....

Luca miró a Ragab y le dijo

"Aquí no hay nada, habrá que volver a atravesar los gatos...a no ser que haya algún motivo para saltar las estacas.."

La sangre es la llave. Esa era la inscripción que había en aquella sala, un altar, una daga oxidada y sangre, muchas sangre que aún no había conseguido secarse. ¡Oh Nerthus! ¿Por qué? ¿Para qué? A Ragab no le quedó ninguna duda que la viscosidad oscura que cubría todo el lugar pertenecía a la egiptóloga fallecida. Un sacrificio inútil que sólo había traído más muerte.

Echó un rápido vistazo a su alrededor sólo para confirmar que allí no había nada que pudiera ayudarlos y, mirando a la pareja, sintió lástima por ellos, lástima porque sabía que, tarde o temprano, tendrían que dejar el cuerpo de la niña dentro de la pirámide si es que querían salvar su vida. El italiano se veía agotado y poco tiempo aguantaría más cargando con el peso muerto de su hija. Él podría ayudarlo, cogerle el relevo para aliviar su carga pero sabía que todo sería inútil y que sólo sería alargar lo inevitable.

—Sid Visconti, sabe que no aguantará mucho tiempo cargando el cuerpo de su hija. Si quiere yo le puedo ayudar, llevarla yo durante un tiempo, aunque dudo mucho que arregle algo. Pero si quiere...

Intentó no mirar a la mujer en ningún momento pues sabía que vería el dolor y el odio reflejado en sus ojos. Decidieran lo que decidieran, no podían quedarse allí eternamente y había que tomar una decisón.

—Conseguir saltar las estacas será bastante complicado. Creo que deberíamos intentarlo con los gatos, si somos cautelosos y, sobre todo, silenciosos, tendremos una oportunidad. Y como parece que todos estamos de acuerdo en ese punto, será mejor que nos dirijamos hacia allá.

Empezaba a sudar profusamente, el calor apremiante, el llevar el peso muerto, los nervios, la tristeza, la incertidumbre de volver a pasar a través de aquellos gatos con apariencia tan siniestra hacían llorar al cuerpo de Luca a borbotones. Sus brazos empezaban a desentumecerse al haberse recolocado la niña al hombro pero dada la nueva postura un hilillo de sangre empezaba a gotear a cada nuevo paso.

No te dejaré, mientras la vida de tu madre no esté en peligro no te dejaré, no harás compañía a la asesina, te mereces algo mucho mejor....Te merecías algo mejor....

Entonces Ragab habló, con una mezcla de sensatez y falta de tacto que le hizo sonreír. Sabía que tenía razón, pero también sabía que dejar a la niña era darle un mazazo a la frágil moral de su mujer, igual que dejar que la portara... Aquello era un asunto de familia, mientras las fuerzas le aguantaran, y cuando le fallaran la aguantaría con el espíritu peleón de los italianos.

"Signore Ragab, necesitamos que esté fresco para sacarnos de aquí... Yo no entiendo de jeroglíficos, así que sin usted nuestras posibilidades se reducen a lo mínimo... Yo la cargaré, pero gracias por el ofrecimiento, y no se preocupe, esto no es nada comparado a la vendimia. Intentémoslo con los gatos. Yo pasaré el último"

Le dedicó una breve sonrisa al árabe y una más amplia a su mujer. Estaba hecho un mentiroso. No le quedaba demasiada cuerda y el peligro de pasar por los gatos con el cuerpo de la niña le ponía los pelos de punta.

Sigue a los hombres en silencio,sin quitar ojo de Luca y la niña,por si acaso su esposo tropieza.Su mente está en blanco,ahora mismo no piensa ni siente nada.La habitación llena de la sangre de esa vieja,donde supuestamente se volvió loca,ha dejado a los dos hombres con mal sabor de boca,a ella le ha resultado indiferente,apenas se ha fijado en la sangre y aunque lo hubiera hecho le hubiese dado lo mismo,era la sangre de la asesina de su hija

Ve que Luca está al límite de sus fuerzas y su mirada se enternece un poco.Luca,su Luca,el hombre que tan sólo ahora,cuando la muerte les azota,es cuando se da cuenta de que le quiere de verdad.Es una pena que no pueda ya demostrarle lo que siente,está segura de que ella no va a salir de esa pirámide.Con una triste sonrisa responde a la que él le dedica,tratando de parecer despreocupado.No lo consigue,ya no

-"Luca,¿por qué no me das la pistola?si esos gatos intentan dañarnos quizás el ruido del arma les ahuyente"-toca su espalda levemente para que le preste atención

Luca niega con la cabeza tristemente mientras sigue avanzando

"Lo siento amore, la pistola so.... so.... so...." Traga saliva visiblemente emocionado antes de continuar "solo tenía una bala.... No se puede disparar más con ella. "

Te preguntarás porque la sigo llevando. Si salimos de aquí puede ser que la pistola nos venga bien para demostrar nuestra inocencia ante un tribunal.....

Pero no dijo nada. Salir de allí en ese momento parecía cosa de ciencia ficción

Y de nuevo estaban allí, ante los durmientes gatos que, al más mínimo ruido, caerían sobre ellos para destrozarlos, o por lo menos esa era la impresión que tenía Ragab al llegar a la sala. Consciente de las pocas posibilidades que tendrían de cruzar todos sin hacer el más mínimo ruido, sobre todo el italiano que se empeñaba en cargar él con el cuerpo de la niña, se quedó durante unos segundos a la entrada, intentando relajar la tensión y los nervios que le atenazaban así como el latido de su corazón que, a sus oídos, daba la impresión de ser un enorme tambor aporreando con fuerza.

—¿Están preparados? —Ragab se giró hacia la pareja para asegurarse que entendían bien la posición tan delicada en la que se encontraban, centrando por un segundo su atención en Luca—. ¿Está seguro que no quiere que le ayude?

Conocía la respuesta, era consciente que la pareja no querría que manos extrañas tocaran a su hija y, como ya le había sucedido en muchas otras ocasiones, que esas manos además fueran de un sucio árabe como ellos solían decir. Racistas, eso eran muchos de los ricachones que se las daban de gente culta e importante pero que no eran nada... Ragab cerró los ojos unos instantes para alejar esos oscuros pensamientos que, en esos instantes, no podían ayudarle en nada y, poniendo la máxima atención en donde colocaba los pies, se decidió por fin a cruzar la habitación procurando no despertar a los gatos.

-No había más balas-maldijo Megan interiormente mientras su cara no mostraba el más absoluto sentimiento.Tan solo asintió a Luca,conforme.Si no había pues tendrían que arreglárselas de algún modo que ya encontrarían y si no pues sus cadáveres se pudrirían en esa asquerosa pirámide

Miró cómo Ragab pasaba sigiloso entre los felinos sin que ninguno moviera un sólo bigote.Se volvió hacia Luca y sonrió mientras acariciaba la cabeza de Becky y besaba su frente murmurando unas palabras

-"Te veo en el otro lado,cariño"-se obligó a apartar la mirada de ella y la dirigió a su marido,al que besó también con suavidad en los labios

-"Ten mucho cuidado,por favor.Luca,si no estás seguro..."-miró a Rebecca y le miró a él,aunque sabía su respuesta.Él era italiano y por lo tanto tozudo como una mula así que llevaría a Becky hasta que sus fuerzas se lo permitiesen.Tras el asentimiento de él,Megan cruzó tras los pasos de Ragab tratando de no hacer ningún ruido

Megan se acercó a él para hablar con Rebecca, parecía tan vulnerable, tan frágil, que parecía mentira que hacía apenas unos minutos hubiera sido capaz de matar a sangre fría a una viejecita en justa venganza por lo que les había robado. Tras besar a la niña y deslizar un suave beso en sus labios pasó con mucho cuidado, de puntillas, casi como si fuera una niña haciendo una travesura, y cuando llegó al otro extremo le sonrió triunfante, una sonrisa que no llegó a tocar sus ojos, donde una honda preocupación se podía percibir, como si fuera consciente de lo que pudiera pasar pero a la vez no quisiera que pasara, pidiéndole que abandonara el cuerpo de su hija pero solo si le iba a dañar a él, como si lo supiera, como si para él fuera fácil dejarla, como si no fuera su hija...

Luca sonrió con suficiencia, como si aquello no fuera peligroso, como si lo hiciera todos los días, como si esos gatos no le pusieran de los nervios, y dio el primer paso. Ser cauteloso en medio de todos esos gatos no era fácil con el peso extra y para desgracia la pistola se cayó de su bolsillo. Luca puso el pie debajo para amortiguar el sonido todo lo posible pero el leve tintineo metálico de la pistola contra el suelo resonó en sus oídos como si hubiera sido un cañonazo. Vio el miedo reflejado en los ojos de Ragab, en los de Megan y el solo fue capaz de hacer un gesto anhelante para que se retiraran de la entrada, que huyeran antes de que los gatos se despertaran

Ciao amore, has llenado de luz estos meses.... cuida de mis viñas, y se feliz....

El sonido de la pistola caer alertó a los guardianes de la sala.

Y entonces uno a uno los gatos se fueron despertando de su letargo a la par que maullaban con un timbre siniestro.

Sus ojos brillaban en la penumbra con un resplandor rojizo mientras ágilmente se abalanzaban contra ustedes con intención de acabar con vuestras vidas y así defender su territorio.

La pistola que había matado a su hija iba a ser la culpable de que lo mataran a él, era deliciosamente irónico y macabro sino fuera porque uno de aquellos gatos se había despertado y no solo amenazaba su vida sino los restos de su hija. La dejó en el suelo detrás de él apresuradamente, interponiendo su cuerpo al de su hija fallecida,  mientras se concentraba en defenderse.

Si la queréis a ella primero tendréis que pasar por encima de mi cadáver sucios pulgosos.

Cruzó la mirada con Megan, una mirada de despedida, una mirada anhelante que rogaba por su huida, esperando que supiera comprender, que supiera perdonarle, que supiera lo que le quería...

Asentó los pies en el suelo y repelió el ataque del gato dando furiosas patadas y puñetazos. Si querían carne esos gatos se la iban a tener que ganar....